lunes, 31 de agosto de 2015

ESTA ESTOCADA SÍ VALÍA UNA OREJA, MATÍAS

FERIA DE BILBAO, 2015:
 
   VICTORINO MARTÍN
 
Hemos asistido en la pasada feria de Bilbao desde la polémica por la negativa de Matías a conceder la segunda oreja a El Juli tras su horrible estocada hasta la concesión rápida de los dos trofeos a Urdiales con otra estocada también defectuosa. Pero por fin vimos una como Dios manda. Pueden seguir toda la secuencia aquí a partir del 0'24''.
 
Fue la de Rafaelillo a su primer victorino. Observen cómo se perfila correctamente, ni muy cerca ni muy lejos y sin echar el brazo por delante como harán sus compañeros de terna:
 
 
Rafaelillo le echa la muleta al morro, va arrastrando el pie como demandaban los toreros antiguamente y, sobre todo, no echa el brazo por delante para darse ventaja como hacen hoy casi todos (especialmente Perera y Manzanares, que tienen una rara habilidad para haber clavado casi antes de llegar a jurisdicción). Observen:
 
 
Clava en lo alto aunque se darán cuenta de que no tiene los pies en el suelo, cosa que tanto criticamos a El Juli en sus estocadas en suspensión. Otorgaremos a Rafaelillo el beneficio de la duda porque es posible que ello sea debido al duro gañafón que le tira el toro en ese momento:
 
 
Vean en el siguiente plano el derrote del toro a pesar del cual Rafaelillo no pierde la muleta. Recordemos que ahora está de moda no perder sino tirar directamente la muleta para aliviarse. Lo están haciendo muchos al ver que las orejas caen igual a pesar de esta trampa (recuerden el pasado San Isidro porque allí hubo un recital):
 
 
Y aquí vemos a Rafaelillo con la muleta en la mano comprobando  que la estocada ha caído en el sitio correcto:
 
 
El toro aún hace por él sin que el diestro tenga que salir corriendo al conservar en su poder la muleta:
 
 
Y confirmamos que la estocada une a su buena ejecución su perfecta colocación:
 
 
En su segundo fue otra cosa porque la espada se le fue al lomo del toro.
 
Escribano recetó a su primero una caída echando el brazo por delante y a su segundo una muy defectuosa, tendida, trasera y caída.
 
Ureña, una trasera atravesada tirando la muleta a su primero y  una rinconera a su segundo echando siempre el brazo por delante.
 
Por lo demás se vieron unos victorinos muy toreables. Si los han visto Ruiz Miguel, Esplá o Andrés Vázquez habrán pensado 'ojalá nos hubiesen salido a nosotros unos tan pastueños como estos'. Eran revoltosos, eso sí, pero qué menos en este encaste ¿no creen?
 
¿Y Ureña? Pues toreó toda la tarde sin cruzarse, permaneciendo siempre al hilo del pitón. De hecho, los tres toreros hicieron lo mismo, mantenerse fuera de cacho, excepto, quizás, un tímido intento de Rafaelillo en su primero por cruzarse.
 
Dicen los taurinos que hoy en día no hace falta cruzarse ni obligar al toro porque los toros ya salen dominados de toriles y, si los fuerzas, los rompes. Esa teoría puede tener su razón de ser aunque la verdad es que a los toreros les viene de perlas para no arriesgar. El problema es que si una ganadería como la de Victorino no necesita que te cruces, que obligues al toro y que, en definitiva, lo domines, es que hemos tocado fondo.
 
O que vamos en la dirección que los taurinos consideran correcta, esto es, convertir el toro de lidia (o de combate como dicen los franceses) en una pieza más de este insulso ballet que nos toca padecer.
 
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.
 
 
 
 
 
 
 

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