lunes, 9 de junio de 2014


FERIA DE VIC, 2014 (1): HORCHATA DE ALBASERRADA
ADOLFO MARTÍN

Ya vimos en una entrada anterior que algunos ganaderos más que sangre de santa Coloma lo que presentaron en Logroño era leche (recordar aquí ). Lo que trajo Adolfo Martín a Vic este año para este mano a mano no ha sido sangre de albaserrada  sino horchata de chufa. Además, con algún toro impresentable por terciado y anovillado para lo que es esta plaza. Los adolfos se tapaban por la cara.



 Escurridos, discretos en varas, blandos, sosos, bobalicones y alguno, en la muleta, parado hasta la desesperación. Ustedes habrán leído que Manuel Escribano hizo una exhibición de arte con los adolfos. Ese es el problema: Escribano toreó de salón a un toro que iba y venía de forma penosa para lo que debería ser un animal con sangre de Saltillo.


Durante la faena de muleta, Antonio Punta gritó al maestro ‘¡gústate!’. No hay peor humillación para don Adolfo Martín a mi modesto entender. Y eso que estos toros eran más que cinqueños, con dos de ellos nacidos en noviembre de 2008. Supongo que con tantos años en el campo les dio tiempo de leer a los gacetilleros taurinos y ver que hoy los toros tienen que ser ‘toreros’ (lo que antes era ‘colaboradores’ o ‘artistas’). Y estos albaserradas vinieron con la lección aprendida para comportarse como si fuesen toretes de mazapán.
FERRERA. No sé por qué el Tato no le prohíbe poner banderillas. Ferrera puso 9 pares, de los cuales uno solo cuadrando en la cara. Muy mal.


En el primero anduvo desconfiado. En el segundo clavó el estoque de mentira para intentar torear con la derecha sin ayuda (como sugeríamos hace unos meses aquí) pero le salió fatal.

Su tercero era un marmolillo que no embestía ni a favor de querencia en la puerta de toriles. Un delantal de Ferrera.



Por cierto, ¿cómo se tira a matar Ferrera? Lo hizo a escandaloso paso de banderillas emulando a Curro Romero, gran especialista. Vean la foto porque lo repitió en sus tres toros.

ESCRIBANO. Se puso pesado porfiando en su primero mientras le radiaban desde la barrera que no se echase la muleta a la izquierda, que no valía la pena. En su segundo hizo lo único bueno de la tarde: un par de banderillas sentado en el estribo y, al levantarse, quebró al toro hacia fuera saliendo trompicado ¡por dentro! Fenomenal y arriesgadísimo. Al ver que el torete se movía por control remoto oyó el ‘gústate’ y se puso pinturero toreando de salón, como decíamos.



Pero ya avisaba Cela de que el toreo de salón tiene más mérito que el de la plaza porque como la mesa camilla no se mueve al cite, tienes que ponerlo todo tú de tu parte. En cambio, con un torete colaborador como éste, todo es más vistoso. Lo mató de casi entera con bella muerte del toro.



Y aquí es donde Camacho, que era el asesor y que es quien sabe de toros en el palco, le dijo al presidente que concediese una segunda oreja por su cuenta. Parece mentira que sea de un pueblo serio como Villanueva de la Serena. Con  esas dos orejas convirtió  la plaza de Vic en una plaza de pueblo –aunque también lo es ya Las Ventas, claro-.
El último fue otro marmolillo insoportable que no hizo honor a su nombre (‘Madroño’). Y en ese ambiente de farsa acabó la corrida. Un torero de los de antes se hubiese negado a salir a hombros, pero si se niega Escribano, Simón Casas lo mata.

Celebramos que por fin haya sólo un caballo en el ruedo a la hora de picar.
Fracaso total de Adolfo Martín en Vic. El arte de Escribano fue un conjunto de pinturerías ante un animal indigno de respeto por su falta de trapío y su ausencia de casta. Ahora pueden ustedes creernos a nosotros o a los taurinos que van por ahí loando la hazaña de su salida a hombros ante enemigos con  horchata en las venas.

Saludos desde Tarragona. Rafa.
NOTA: observen una foto del tendido. En Francia muchos ciudadanos se identifican como catalanes a través de su afición a los toros. Una peculiaridad más del nacionalismo...

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