Eso lo dijo el capitán del partido gallináceo, cargo por el que pugnan muchos aficionados actuales como ha quedado demostrado con sus ditirambos en la celebración de este centenario. La diferencia es que el del 'torerito' vio en directo al Catedrático y ha sido probablemente el mayor panegirista del maestro. Quizás habría que ascenderlo de capitán a General de división.
FOTO: Antoni Esplugas (ARXIU NACIONAL DE CATALUNYA, Departament de Cultura de la Generalitat) |
Nos referimos al madrileño Alejandro Pérez Lugín, hijo de egabrense y compostelana, que se quitó un García que le molestaba y adoptó el también gallinesco apodo de Don Pío. Aquí encontrarán un estudio sobre su figura. Fue el autor de la novela 'Currito de la Cruz'. Para muchos, sigue siendo la mejor novela de tema taurino. Ha sido llevada al cine cuatro veces. La escribió en el hotel Regina de Málaga y se publicó por entregas como un folletín en El Debate. Le pagaron por ella lo mismo que cobraba Gallito por matar dos corridas, o sea que no estuvo mal.
Precisamente en una tertulia en el hall de este hotel hablaban unos aficionados de la incipiente rivalidad entre los dos maestros. Fue entonces cuando Don Pío, que permanecía callado, terció para decir sobre Belmonte: 'torerito, sí pero fenómeno, no'.
Para Clarito, El Gallo era 'un estilista que ha estilizado el miedo'. En cambio para Lugín, Rafael era El Divino y su hermano Joselito era Maravilla. Con el mayor tuvo el detalle de quedarse solo defendiéndolo en su peor época. Comparando a Rafael con el otro 'divino', Rafaello Sanzio, Don Pío decía que El Gallo era un artista donde se juntaban la luz y el color de Velázquez, el atrevimiento y la verdad de Goya y la suavidad y delicadeza de Leonardo.
Ponía a caldo a Bombita como máximo enemigo de la dinastía gallinácea. Recuerden que Gallito decía 'si es tan bueno no sé por qué lo cogen tanto los toros'. Ya comentamos una vez que quiso humillarlo el día de su despedida con el fin de pasarle factura en nombre de Rafael. Tras matar Bombita su último toro, se hace un alto en la corrida para pasearlo a hombros. Cuando acaba el jolgorio, José le da la mano y Ricardo le ruega:
'Gracias, José. Mira, ya he terminado mi vida torera, no me comprometas ofreciéndome banderillas en tu toro'
Pues nada más tocar para el segundo tercio, Gallito se dirigió a Bombita con los palos en la mano. El bueno de Ricardo puso cara de póker ante la impertinencia, los cogió y, tras juguetear ambos con el toro, los clavó sin novedad. Pulsen aquí y vayan al 30'40'' para ver el momento. En esta imagen, Bombita es el de blanco y Gallito, a la izquierda, el de oscuro (grana):
A Belmonte lo fulmina Don Pío diciendo que al lado de José es un torerito, un infeliz. Critica que Belmonte toreara con los peones en el ruedo mientras que Gallito los mandaba retirar con frecuencia. El trianero era 'un globo pinchado que se desinflará poco a poco'. No se daba cuenta el crítico de que la gloria del vencedor va en proporción a la grandeza del vencido y ninguneando al de Tomares y al de la calle Feria hacía de menos a sus Gallos.
A pesar de dejar mal a Belmonte cuando lo parangonaba con Joselito, no le dolían prendas en ensalzarlo cuando estaba bien. Por ejemplo, en Sevilla frente a Vencedor, de Gamero Cívico, número 22, que tomó cinco puyazos y mató dos caballos. Aquel día Don Pío dijo que Belmonte 'es una catarata, una inundación, ¡el diluvio universal!'
El propio maestro recordaba aquella tarde:
'Después de torear de muleta cuanto quise y como quise me puse de rodillas entre los cuernos del toro con la cara vuelta hacia el tendido mirando serenamente al público, que hasta poco antes me había gritado con cierta razón. Se desbordó el entusiasmo, me concedieron la oreja del toro y hasta hubo un espectador que se arrojó al ruedo para abrazarme y besarme'
Lugín hizo esta comparación entre los dos. José es el maestro y Juan 'el estudioso':
Gallito debutó en Jerez por Semana Santa, en lo que para don Pío fue 'el Domingo de Resurrección... ¡del toreo!' Lo calificaba como El Mesías. Decía que 'éste ha venido con las tijeras de cortar coletas'.
Como buen aficionado a la ópera comparaba a José con Sigfrido esperando a la puerta de la cueva de Fafner para despanzurrarlo. Cuando Rafael o José estaban mal, siempre encontraba excusas:
- Rafael, pero si ese toro embestía p'atrás, hombre...
- Que no, que he estao mu mal
Llegaba a encararse con los que en el tendido se metían con ellos. Por contra, cuando la cosa iba de cara, se oía un sonoro '¡KIKIRIKÍ!' y todo el mundo sabía que era Lugín pasando factura.
Sobre José, he aquí algunas de sus impresiones:
En una crónica criticó a Gallito por haber hecho el quite al picador a dos manos y no por largas como mandaban entonces los cánones. En la corrida siguiente, la de la despedida de Cocherito en Madrid, el maestro se llevó el toro del caballo ostentosamente a base de largas. Todo el mundo dedujo que había leído la reconvención de Don Pío. Hoy nuestros toreros ¿leen algo?
En aquellos años, las tres columnas del toreo antes de la estocada eran las verónicas, los naturales y las largas. Fíjense en cómo destacaba antes que 'torea por largas'. Actualmente, eso es inconcebible.
En la Beneficencia de 1919 fallan los toros de Contreras pero el crítico hace esta reflexión:
Es curioso lo de calificar a José como un torero corto pero era algo frecuente y no sólo por el belmontismo militante. En la actualidad nos parece delirante pero en aquella sazón menudeaba esta acusación.
Don Pío fue quien denominó kikirikí a aquel afamado muletazo de Gallito.
Es un adorno de remate que tiene dos partes. En la primera, con la muelta en la izquierda, el diestro inicia un ayudado por bajo. Es este instante que recoge la famosa foto de Pepe Luis en Manzanares en 1944. Es un kikirikí sin que se entienda que lo es porque falta el segundo tiempo. Pero sabemos que lo será porque tiene el codo derecho levantado:
Es el mismo momento en Ordóñez, aún con los codos a media altura, observen:
En el segundo tiempo hay que levantar engaño y estoque alzando los codos. Es como si se quisiera evitar que se manchase de arena la tela. Ahí tienen a Gallito levantándolos:
Éste es Rafael Torres en 1969. La clave de que es un kikirikí nos la da el brazo de la ayuda:
A Torres le dio la alternativa Curro en 1970. Era un fino torero sevillano que fue apoderado por Manolo Vázquez. No llegó donde prometía. Aquí abajo, también de novillero ejecutando el mismo pase:
El estaquillador debería quedar apuntando al suelo al levantar la muleta. Así es como lo retrató el gran dibujante taurino Antonio Alcalde Molinero, zaragozano de pro. Recuerden esta entrada sobre nuestra visita a la casa de Cossío donde vimos una preciosa baraja dibujada por él con diferentes diestros. Precisamente a Gallito lo inmortalizaba con el kikirikí:
Pepe Luis decía que este adorno tenía que ser un leve toque pleno de naturalidad, como una improvisación sobre la marcha que se podía realizar también al paso. Lógicamente el animal tiene que estar ya muy aplomado porque si conserva poder, el torero no puede recrearse en la suerte.
Ese primer tiempo del ayudado que culminará en kikirikí se puede dar por ambos lados. Vean aquí a Curro de espaldas, igual que Pepe Luis y Ordóñez antes (aunque nos faltaría una tercera foto donde elevase también el codo del brazo izquierdo):
En cambio, aquí tenemos a Gallito realizándolo de cara al toro:
¿Podríamos sacar un kikirikí de un pase de la firma cambiando el final? Nosotros creemos que sí. El mejor firmando es actualmente Curro Díaz. Imagínense que tras esta primera parte que ven en la foto, el diestro se girase mientras levanta la tela y la espada para salir airoso tras dejar el toro quieto. Pero con esos codos bajos está claro que su intención aquí no era emular a Gallito:
No sabemos el origen de este adorno. Es muy probable que algún día el maestro de Gelves iniciase un ayudado con la intención de rematarlo por alto como era habitual pero el toro se le revolvería a mitad de viaje sin permitir el remate. Entonces Gallito debió de pegar un suave tirón hacia arriba para quitar el engaño de la cara del toro:
Lalanda improvisó su quite de la mariposa cuando en un tentadero iba a lancear de frente por detrás y la vaca se le vino encima inopinadamente:
Lo mismo le sucedió al Orfebre Tapatío cuando se sacó de improviso su quite de oro para evitar ser arrollado por un toro cuando tenía el capote a la espalda. Luego de salón no lo conseguía repetir:
Don Pío sucedió a Don Modesto en El Liberal para luego dejar su puesto a Clarito e irse a La Libertad. Perez García Lugín pasará a la historia de la tauromaquia por haber patentado el remate del kikirikí. Nos despedimos con el final de una de sus crónicas en El Liberal donde terminaba lanzando su grito de guerra:
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.
Buenas Rafa. Qué mejor manera para despedir este año que con Gallito. Gracias a tus artículos hemos podido conocer realmente al Torero porque al igual que otros personajes de la historia, todos han tenido sus luces y sus sombras y siempre es bueno conocerlo todo, lo bueno, lo menos bueno e incluso lo malo si procede.
ResponderEliminarSaludos y Feliz año nuevo a todos los seguidores del blog
Me alegro de que le haya gustado la serie. Empezábamos con el primer capítulo el 1 de enero y hemos querido acabar el año con otra entrada sobre el maestro. Como bien dice, hemos resaltado luces y sombras aunque a alguno le han parecido más sombras que otra cosa. Pero quizás sea porque las alabanzas menudean tanto que como digas algo que se salga del tono turiferario habitual, ya pareces un malaje... o un belmontista.
ResponderEliminarNo hay nada de eso. Es más, cuando se celebre el centenario de la muerte del trianero, intentaremos hacer una serie también alejada de lo que serán los ditirambos que menudearán. El problema es que eso tendrá que ser en 2062 y vaya usted a saber dónde estaremos todos...
Saludos y Feliz Año también para usted.