CÉRET DE TOROS, 2021 (4): RETA DE CASTA NAVARRA (1ª parte)

MANSEDUMBRE DE MANUAL 

Quienes piensen que lo visto en Céret era lo que se esperaba, se engañan. Si leyéramos un manual de comportamientos mansos, los toros de Reta cumplieron todos menos uno, quizás el más esperado, saltar al callejón.

Si el ganadero es quien cae en el error de pensar que esto era lo esperado, el problema es mucho mayor. Un aficionado comentaba que se habían comportado los toros como en un festejo popular. Pues entonces, ¿qué se ha conseguido con la selección? ¿No habíamos quedado en que el objetivo era seleccionar al revés precisamente para arrinconar ese comportamiento?

Lo hubiéramos disculpado en uno o dos toros pero nos cuesta salvar algo de la quema. Un poco el cuarto, que fue tuerto en país de ciegos, y la humillación del sexto...que culminaba siempre en un tornillazo seco.

¿Fue culpa de la edad? ¿Se hubieran comportado diferente con cuatro años? En el coloquio Reta dijo que habían desarrollado demasiado sentido por culpa de los años. Sí, seguramente, pero la esencia del grave problema es que NO FUERON AL CABALLO. Ahí reside el quid de la cuestión. Un toro puede tener cuatro, cinco o siete años pero si le pones un caballo delante tiene que irse por él y pelear ahí abajo con más o menos firmeza.

No puede ser que lo mire y se aleje dimitiendo de lo que debe ser su obligación genética, que es embestir a todo lo que se mueva, a cualquier cosa que le pongan por delante. Tenemos las notas de la corrida por si algún lector quiere discutir en los comentarios. No les aburriremos desgranando unos tercios de varas que fueron desesperantes excepto el del tuerto, que tampoco es que fuera Jaquetón, a ver si nos vamos a volver todos locos. Ahí lo tienen, derribó porque cogió al caballo por el pecho:

Cuando hablas con Sánchez-Vara y te dice que en los tentaderos de la ganadería ha visto ir al caballo al ochenta por ciento de los animales, queda claro que aquí ha pasado algo. No sabemos qué, pero es muy preocupante. Ese desconcierto que debió de sufrir el maestro tuvo que ser el mismo que el del ganadero. Porque tenemos clarísimo que un hombre honrado a carta cabal como Reta, si intuye que va a salir esto, no debuta.

Decía el ganadero en el coloquio que hay que seguir trabajando, limando cosas, que no podemos juzgar esta corrida con criterio del siglo XXI si saltan toros del XIX, que se necesita más tiempo, que la casta navarra es recuperable a medio o largo plazo, que había visto detalles que le iban a ayudar en el futuro y que todos los toros le habían aportado algo a pesar de los problemas que dieron.

No cabe duda de que el resto de ganaderos lleva a Reta una ventaja de cien años pero pensamos que él estaba convencido, nosotros lo estábamos, de que con los veinticuatro que sumaba dejándose la piel en los tentaderos, sería suficiente para ver algo más.

¿Y qué esperaba usted?, preguntarán nuestros selectos lectores. Pues en primer lugar, que vayan al caballo. Aunque fuese una sola vara pero peleada con ganas y con mayor o menor bravura, pero peleando. Luego si quieres sales suelto y que te vengan a buscar. Pero miraban al caballo como quien mira una lavadora dando vueltas. Y tras mirarlo, ¡se iban! 

Y, en segundo lugar, que dos o tres hubieran tragado en la muleta. Tragó el Rabioso en quien nosotros confiábamos más pero estamos hablando de tragarse cuatro pases que le arrancó con coraje a prueba de bombas el maestro Sánchez-Vara. Sinceramente, no es suficiente bagaje para mirar con optimismo el futuro.

¿Hubo algo positivo? Pues la excelente presentación de las reses, los pitones astifinísimos y duros como el diamante, lo listos que fueron todos, su dureza para morir siempre con la boca cerrada, que no blandeó ninguno y que nos depararon esa sensación ya tan olvidada de oler el miedo en el tendido. Hasta las localidades más alejadas llegaban los efluvios de ese miedo que se olía en el ruedo como si fuese amoníaco.

El público tuvo un comportamiento más que comprensivo con lo que se vio. Excepto algún grito extemporáneo, hasta llegaron a oírse algunas palmitas en el arrastre de un par de toros. Fueron acompañadas de cuatro silbidos, entre ellos los nuestros.

Pero al final hubo un momento tremendo. Fue cuando se arrastró al sexto en medio de un silencio sepulcral, helador, casi diríamos que escalofriante. Ese silencio estremecedor tuvo que caer como una losa sobre el ánimo del bueno de Reta.

Ya les amenazamos con que al volver a casa les explicaremos con detalle lo sucedido. De momento, se pueden entretener con este aperitivo y comparar lo que decimos con lo que se lea por ahí. 

Nos presentábamos a la corrida con una camiseta de Escocia ignorando que el comportamiento de sus toros enviaría a Reta a casa, como en el himno escocés, to think again. Lo grave es que, visto lo visto, es para que te salga humo de la cabeza de tanto pensar.

Saludos cordiales desde Amélie-les-Bains. Rafa.