FERIA DE SEVILLA, 2022 (1): VICTORINOS AUTISTAS

Si el propio ganadero afirmó públicamente que echaba mucho de menos a De Justo en el cartel, imagínense nosotros. Saben que no somos feligreses de ninguno de los tres extremeños pero no tenemos ninguna duda de que el ausente es mejor que los otros dos tanto a la verónica como con la espada y además no suele retorcerse tan grotescamente como ellos.

Ignoramos por qué la empresa no llamó a un sustituto. No sabemos si lo hizo para ahorrarse dinero o por sugerencia de los dos actuantes pero está claro que no fue pensando en el aficionado. Si a nosotros nos incómodo que la cosa quedase en un mano a mano, imagínense lo que pensarían todos los toreros que podrían haber llenado ese hueco. Decían que la epidemia iba a cambiar las cosas y todo sigue igual o peor que antes.

La corrida tuvo que dejar muy preocupado a Victorino. Toros tardos, sin casta, embistiendo al paso y mirando el peto como quien mira una pecera. Además, blandos (se arrodillaron un total de catorce veces). Eran todos cárdenos y no negros entrepelados como se anunciaba con contumacia. Nuestra ilusión era que hubieran sido realmente entrepelados para ver si venían de la familia de Platino o de Bocacho pero no cayó esa breva. Hubo un hijo de Cobradiezmos, bastante ful a pesar de los elogios de los comentaristas televisivos, que no paran de querer vendernos mulas ciegas.

Entre los dos maestros habían estoqueado setenta y una corridas de Victorino: Ferrera, setenta y Perera, una, la de Castellón.

FERRERA. Su primero fue Pobrecillo, de 539 kilos, negro entrepelado y sin hocico de rata:

De salida mostró no andar sobrado de fuerzas en el capote azul purísima de Ferrera. No es feo el capote... si fuese un poco más pequeño:

Un amigo lector dice que se cree que es Dalí y no va muy desencaminado, entre ese capote de brega, el terno blanco y oro con mariposas verdes y este capote de paseo un tanto naíf:

Lo pone demasiado largo ya en el primero y el toro tardea hasta que se arranca al trote y cabecea en el peto a lo loco. En el pecado llevó la penitencia porque el picador lo dejo como un colador:

En el segundo lo volvió a poner a la misma distancia y tardeó como suele ser habitual en esta ganadería, de forma que al final hubo que acercarlo. El toro estaba más que visto en su poca bravura y ni poniéndolo en la raya quiso embestir.

Gran segundo tercio con Revuelta en la brega y Chacón y Sánchez con los palos:

Brindis de Ferrera a De Justo tras el que se echó la mano a la izquierda pero sin confiarse, picando más de lo reglamentario y como no viendo claro al toro, el cual tampoco nos parecía nada del otro mundo, dicho desde el sofá de casa:

De hecho, se le acabó la gasolina rápidamente y la cosa languideció sin remedio. Si les decimos que en televisión dijeron que el toro tenía embestidas mexicanas se pueden hacer una idea del sopor. Incluso hubo un arrimón comercial del maestro (ahí ven los lepidópteros bordados):

Pinchazo malo por bajo y atravesado más otro parecido antes de una estocada muy defectuosa por trasera y caída. Tres descabellos y bonita muerte del toro, lo único que ponemos en su haber.

Su segundo fue Director, de 577, cárdeno ojalado y de ninguna manera negro entrepelado. Tenía además un morrillo especialmente prominente:

Se vuelve a equivocar Ferrera poniendo el toro larguísimo en el primer puyazo y más viendo lo que habían tardeado los dos primeros. Como el toro lógicamente no se arrancaba, se oyeron pitos y el maestro tuvo que acercarlo pero es que ni así quería ir.

Tras una enojosa espera, el toro peleó solo con el pitón izquierdo en el primero y no hizo nada en el segundo. Los montes habían parido un ratón. El albaserrada seguía dormido en el segundo tercio y la exasperación del respetable seguía en aumento.

Aburrimiento total en la muleta con la agravante de las grotescas posturas del maestro. Se perfiló a veinticinco metros del toro para despertar al personal. Ejecutó aquella estocada al paso (no andando) que les comentábamos aquí. Tuvo el desaire de aguantar que el toro lo mirase mientras se acercaba como quien mira la lavadora:

Dejó esta rinconera que fue suficiente para que algunos pidieran la oreja de forma inconcebible.

Y su tercero fue el hijito del tal Cobradiezmos, Pobrecito, de 530 kilos. Era cárdeno y veleto, el más rematado de todos:

Distraído y frenándose de salida terminó tragándose unas verónicas redichas y artificiosas de Ferrera que fueron saludadas con sorprendentes ovaciones (sorprendentes para nosotros).

Recibió una carioca en el primero aunque le levantaron el palo mientras blandeaba a gusto. Poca cosa en el segundo.

Cayeron muy mal las banderillas cómo pueden ver:

Brindis a Joaquín, que no quería pisar el albero pero Ferrera lo obligó:

El toro seguía la muleta hipnotizado y con nobleza. Comparado con sus hermanos autistas, parecía oro molido aunque su embestida era de bisutería y no dejaba de blandear. Su padre claudicó en cinco ocasiones y el hijo en otras cinco. De tal palo, tal astilla aunque éste no escarbó:

Para los televisivos el toro tenía mucha profundidad, algo que nosotros ignoramos en qué consiste a no ser que hablemos de un pozo. Hubo unos naturales bastante desmañados. No comprendemos por qué se aplauden en Sevilla:

Volvió a perfilarse desde La Algaba homenajeando a El Pana con la muleta al hombro pero cuando llegó a la jurisdicción del toro éste no hizo por él. 

Ferrera no quiso quitarse de la cara e intentó ahondar el estoque con tanta valentía como inconsciencia. A punto estuvo de sufrir una cogida en la pierna:

Repitió la suerte dejando una entera arriba con degüello y con muerte del toro en los medios.

Muy bien el presidente cruzándose de brazos para no dar la segunda oreja, cosa que sentó muy mal a los comentaristas, que no paraban de alabar tanto al diestro y como al hijo sosainas del tal Cobradiezmos. 

PERERA. Su primero era Mosquetón, de 540, cárdeno oscuro y blandito de remos ya de salida:

Primer puyazo musical sin pelear y segundo tardeando a pesar de estar en la raya para acabar cobrando un picotazo.

Brindis a De Justo aunque el toro era tan vulgar que no prometía nada bueno. Estuvo soso el toro y a su altura el torero, que ni en el primer pase adelantaba la pierna, como pueden ver en esta imagen:

Si de un victorino descastadete como éste Perera no se fía, ¿qué podríamos esperar si le saliera uno medio alimaña? Estocada corta, pinchazo, y dos más, cortas y atravesadas, siempre con telonazo y a capón.

Su segundo se llamaba Portezolano, de 545 kilos, bien encornado, terciado y un tanto chato. Se dio cuenta Dávila ya en la muleta cuando dijo que parecía un pablorromero:

Nada en el primer puyazo y menos en el segundo, mientras menudeaban las protestas por la blandura del ejemplar.

El animal apenas se mantenía en pie y Perera tuvo que hacer casi de enfermero mientras se nos cerraban los ojos. Es curioso que éste se arrodilló cuatro veces entre protestas y el aplaudido Pobrecito, cinco sin que nadie dijera ni mu (?).

Telonazo clavando a capón para dejar una estocada caída, trasera y atravesada, que para el locutor era 'muy buena' aunque Dávila opinó en voz baja que 'no ha caído arriba del todo...'

Y el último fue Buenacara, de 558 kilos y con no demasiada cara de hombre, que es lo que tenían que tener siempre los toros según el abuelo. Los de televisión insistían constantemente con lo de '¡qué cara más bonita tiene!' No creemos que al paleto le gustara esa supuesta alabanza:

Era el sexto victorino que mataba en su carrera y Perera decidió que se había terminado la milonga de la A coronada. Ordenó tratarlo como a un choto comercial al uso y se dejó el toro crudo en varas. Ya que estamos, observen dónde clavó Doblado mientras el locutor, que debe de ser familia del jinete onubense, decía que era un puyazo en todo lo alto, con esa desfachatez que le caracteriza cuando se cree que engaña a los sufridos televidentes:

Insistimos en que el maestro había tratado al toro igual que a las terneras con las que acostumbra a medirse y por eso estaba en su salsa. Se subió al tiovivo mientras se oían no los oles sino los bieeen que a nosotros nos resultan horrísonos:

Se confíó tanto que el toro se le quedó debajo por su nula fuerza y lo prendió levantándolo del suelo por los riñones:

Perera estuvo en torero volviendo a ponerse con visibles muestras de dolor pero sin montar ningún número. El toro seguía siendo una ternera y embestía andando a pesar de no haber recibido ningún castigo en el primer tercio.

Estocada trasera con telonazo y caponazo. El toro sólo demostró su supuesta casta a la hora de resistirse a morir.

Los televisivos intentaron tapar el fiasco ganadero lo máximo posible pero cuando la cosa iba en barrena fue Dávila Miura quien en voz bajita dijo que 'falta chispa, falta casta'. Los otros dos, callados... 

Y decíamos que la preocupación tiene que ser gorda en Las Tiesas porque se ve que la corrida venía de cuatro sementales diferentes. Al tal Cobradiezmos lo debieron de cruzar con una hermanita de la caridad y así salió el tal Pobrecito. Tras su juampredrada en Castellón, que comentábamos aquí, Victorino suma otra corrida para olvidar.

Los aficionados de menos de treinta y cinco debieron fijarse en las imágenes que los de Movistar ofrecieron del victorino que desorejó El Tato hace veinticinco años (pulsen aquí). Su embestida no tuvo nada que ver con las de sus hermanos que vimos después en la retransmisión. Se apreció perfectamente la deriva de esta vacada en los últimos decenios. Recuerden esta entrada donde hablábamos del Mecenas de Ureña en Vic para intentar ilustrar la diferencia. Y si tienen cinco minutos, no dejen de leer los comentarios.

Los dos últimos toros de  Rehuelga en la Copa Chenel cuya crónica han visto en la entrada anterior tuvieron mil veces más interés que estos seis de Victorino en Sevilla. A ver si Martín va a tener que pedir prestado a Buendía un semental para que por lo menos jubile al tal Cobradiezmos y lo deje como una simple atracción turística. 

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.