FERIA DE BILBAO, 2022 (1). AGUIRRE: SUERTE QUE LOS TOROS NO HABLAN

Una vez más vamos a nadar contracorriente para decir que esta corrida de Aguirre en Bilbao nos resultó más interesante que la de Céret y eso que el primer tercio fue ayer un completo desastre.

Lo del titular viene a cuento de lo mal que se picó y se banderilleó durante toda la tarde sin que los toros pudieran quejarse de las perrerías que sufrieron. Pero es que, pesar de ello, varios tuvieron posibilidades de triunfo embistiendo en la muleta con menos boyantía y más casta que los de Céret. Por eso decimos que nos ha resultado más interesante ésta que la francesa.

La ganadera fue durísima con sus propios toros en las declaraciones posteriores al festejo. Al final las veremos. Pues para nosotros, primero, segundo y tercero eran de oreja y ya veríamos si una mejor lidia de algún otro hubiera propiciado un mejor comportamiento de más toros.

Nosotros no hubiéramos aplaudido a ninguno en el arrastre porque aunque en el primer puyazo empujaron bien prácticamente todos (no como en Céret), luego salieron sueltos sin excepción. Tomaron trece varas (dieciséis en Céret). La corrida dio una media de 587 kilos y varios se astillaron los pitones.

El público bilbaíno tenía ganas de recompensar a la ganadera por su retorno tras tantos años de ausencia y el balance con que despidió a sus animales fue muy generoso:

1º: aplausos

2º: ovación

3º: aplausos

4º: ovación

5º: silencio

6º: palmas

A todas luces, un muy exagerado balance en nuestra modesta opinión. El toro de Orthez premiado con el azul fue mejor que cualquiera de éstos y de los ceretanos.

Y ya que hablamos del público, resaltaremos el desolador aspecto que presentaba el tendido.

BOLÍVAR. Su primero pesaba 634 kilos, se llamaba Malagueño y se astilló los dos pitones:

Majada nos volvió a indignar picando con el caballo atravesado y pegando un primer puyazo en el lomo absolutamente asesino y encima recargando, mientras el toro empujaba sin afligirse. En el segundo acudió sin dudar pero recibió una nueva lanzada, con lo cual cabeceó y salió suelto con muy buen criterio porque lo de este picador clama a todos los cielos:

Las banderillas se pusieron de cualquier manera y ello nos hacía temer una psicosis como la de Cuadri en Cenicientos. La verdad es que no hubo ni un par en toda la tarde digno de felice recordación. Hasta Iván García se alivió.

Por el derecho, el tal Malagueño se ceñía más que por el izquierdo pero Bolívar venía directo del hotel. No se apreciaba ningún mando en la descomunal muleta del diestro con lo que el toro se fue haciendo el amo.

Por el izquierdo le pegó dos embestidas rebrincadas que no sabemos si fueron demérito del animal o culpa de cómo lo condujo Bolívar, que desistió al momento. Por fin se dio cuenta de que si insistía en que el toro repitiera, no ofrecía tantos problemas como si lo dejaba pensar. Eso es lo que hacía siempre Ruiz Miguel y por eso cortó tantas orejas a toros que al principio no querían tragar pero el colombiano llegaba tarde. El toro había doblado las manos tres veces y su depósito estaba en reserva. A nuestro entender faltó decisión en el maestro, que estuvo muy por debajo del de Aguirre.

Se equivoca entrando en la suerte contraria y pincha escupiéndose con escándalo. Deja luego una rinconera llevándose un golpe en el vientre porque el toro aprieta para afuera demostrándole su error al escoger la suerte. Ahí lo tienen:

Su segundo se llamaba Bilbatero y pesaba 580 kilos. Era corniapretado, negro listón, chorreado en morcillo y lavado de cara pero sobra decir que era mulato:

Va al relance en el primero donde empuja y cobra a duro por peseta pero sale suelto. En el segundo se viene al galope y recibe una carioca de cárcel en el lomo. Absolutamente penoso. Con esos dos asesinos a caballo que lleva en la cuadrilla luego querrá que los toros no le embistan descompuestos.

Iván García se pasó de listo las dos veces clavando a toro pasado. Insistimos en lo que decimos siempre y es que dominan tanto la suerte que deciden perfectamente cuándo no arriesgar:

El toro llevaba la cabeza por las nubes pero cuando embestía lo hacía sin ninguna maldad y esta vez Bolívar sí vio que había que hacerlo repetir sin dudar.

Pero está sin sitio y así no hay manera. Con la derecha nunca se atrevió a dar el paso adelante y con la izquierda ni lo quiso intentar. No vimos nada bien al maestro aunque los televisivos lo taparon diciendo que no había tenido suerte con su lote.

Su desconfianza, por ser generosos y no usar la palabra miedo, se volvió a ver en la suerte suprema donde se salió descaradamente siempre. Pinchazo malo que escupe y estocada tendida, caída y trasera muy mala. El toro ofreció una bella muerte en el tercio:

Mal Bolívar, está en el pozo. Si hace caso a los televisivos con lo de la mala suerte en el lote, se engaña. El primero era de oreja y en el segundo volvió a faltarle decisión. Ah, y seguramente ambos hubieran sido incluso mejores si no los descomponen las lanzadas que les pegaron esos dos asesinos a sueldo que lleva a caballo. Malos vientos soplan para el maestro.

CASTAÑO. Su primero pesaba 552 kilos y era un Carafea ligeramente salpicado y zancudo:

En el primero va al relance pero al paso y, pudiendo clavar a placer por la lentitud del animal en su avance, el picador le pinchó donde pueden ver aunque para los de televisión era ligeramente trasero. ¿Hay derecho a esto?

Tras cabecear y salir suelto repitió la misma actitud en el segundo. El picador clavó en el mismo sitio y esta vez los de televisión dijeron que era un gran puyazo en todo lo alto. Es acongojante.

El toro empezó a mansear sin vergüenza apretando para adentro y quitándose los capotes de en medio. En lugar de castigarlo por abajo Castaño le pegó cuatro pases de tanteo rematando por alto pero luego le dio distancia y lo vimos bien dispuesto.

No podía ser de otra manera cuando el maestro tenía en la cabeza que en lugar de estar en el ruedo podría estar en silla de ruedas tras su percance en Cenicientos.

Con la lección aprendida en el primero de Bolívar, dejó la muleta en la cara del toro para obligarlo a repetir sin permitirle pensar:

No era peor este toro que el primero del colombiano pero la diferencia fue que ahora el diestro no dudó y dejó claro quién mandaba.

Con la izquierda no lo quiso ni ver, no sabemos por qué. Se fue a perfilarse a Oñate y entró a la carrera pinchando de manera horrorosa por dos veces. No sabe para qué tiene la mano izquierda en la suerte suprema. Observen la distancia al armarse. Pero ¿dónde vas?

A la tercera dejó una estocada delantera y caída mientras los de televisión decían que era una pena. Para nosotros no es una pena sino que simplemente no sabe matar y ya no va a aprender. Anotemos que hubo una ovación para el toro que nos pareció fuera de lugar por su discretísima pelea en varas.

Su segundo pesaba 600 kilos y era negro, ojalado y salpicado. Vulgarmente estos toros se conocen como burracos pero ya saben que eso es un vulgarismo del campo andaluz por deformación de la palabra urraco:

Metía la cabeza de lujo en el capote pero cobró una lanzada trasera que le hizo dimitir enseguida de su buen empuje inicial. En el segundo, también atrás, se repuchó y se marchó, nosotros hubiéramos hecho lo mismo. Con decir que en televisión afirmaban que no estaba siendo una tarde muy acertada para los picadores se hacen una idea de la monumental catástrofe del primer tercio durante todo el festejo.

Marco Galán bregó bien pero los palos los pusieron como si pinchasen aceitunas. No se pudo hacer peor, observen:

Como suele suceder cuando las banderillas caen de esa manera tan atrabiliaria, el toro se paró y Castaño tuvo que arrancarle los pases sufriendo gañafones en cada uno de ellos:

Fíjense en que este toro embistió fenomenalmente al capote de salida y tras el abyecto tercio de varas y el ruinoso tercio de banderillas, cambió completamente a peor. Por eso decimos que todos estos supuestos profesionales tienen una gran suerte de que los toros no hablan. Ya van entendiendo lo del titular, ¿verdad?

Lo mató con una muy defectuosa estocada corta, trasera, perpendicular y atravesada perdiendo además la muleta. ¡Ahí va!

ROMÁN. Su primero venía catalogado como colorado ojinegro cuando para nosotros era castaño claro por ese morro oscuro que pueden apreciar. Además, los pitones no eran acaramelados como corresponde a un colorado. Por cierto, se astilló los dos:

Humilló bien de salida en los capotes aunque meneando la cabeza más de lo que gusta a los toreros.

Desastre en la primera vara con un subalterno incompetente que hace el quite al abanto dando el capotazo al revés y dejando al toro debajo del peto en lugar de ofrecerle las afueras para devolvérselo a Román. Pelea vulgar saliendo suelto y en el segundo se viene al paso y ahora sí que mete el riñón pero huye al poco. Van comprobando que todos se iban sueltos, ¿eh? Lo decimos para los aguirristas:

Se puso a torear sin probaturas en el platillo y el toro continuó mostrando su buena humillación aunque también su debilidad de remos. El trasteo del valenciano fue demasiado intermitente y con demasiados enganchones mientras el toro se iba dando cuenta del engaño y llegaba a desarmarlo. Otro toro de buena condición desperdiciado entre unos y otros.

Estocada delantera y un poco contraria perdiendo la muleta. El toro murió en los medios:

El último pesaba 586 kilos, bien encornado:

Empuja bien en el primero mientras cobra trasero y le tapan la salida, para variar:

Pero en el segundo no pelea y sale suelto recibiendo solo una señal. En el tercero lo pone Román de largo por fin ('como no se había puesto de largo ninguno, quise lucir este al final porque yo soy antes que torero aficionado'). Se viene al galope pero nada más recibir el picotazo huye en medio de la ovación del respetable con algunos puestos en pie, cosa que no terminamos de entender:

En el segundo tercio dos banderillas se las clavaron en el lomo. Nos sorprendió Román echándose la mano a la izquierda pero la cosa duró dos pases y volvió rápidamente al hotel.

El toro había acometido con fe al principio pero se paró enseguida y la faena languideció sin interés. Acabó con una estocada tan atravesada que asomaba por el costillar y eso sucedió por salirse de la suerte. La sombra de Santanero I es muy alargada...

Decíamos que la ganadera fue muy dura con sus pupilos. Esto dijo con un tono de voz triste y que denotaba desmoralización:

'Tengo mucho disgusto porque pensaba que iban a salir mejor. No me ha gustado la corrida. (Se calla) ¡Es que esto es tan difícil! Venía de lidiar una corrida buenísima en Céret, luego un toro de vuelta al ruedo en Orthez... pensaba que estaba en racha pero hoy se ha visto que no... La corrida ha sido mediocre...'

Pues señora Lipperheide, no estamos de acuerdo con usted. Ni la corrida de Céret fue buenísima ni ésta tan mediocre. La de Céret rozó lo pastueño en la muleta, por ese motivo no nos convenció. Ahora bien, si eso es lo que busca, nos tapamos y con su pan se lo coma. En Bilbao, dos toreros con más decisión que Bolívar y Román y uno que sepa matar, no como Castaño, saldan el festejo con tres orejas. Y por lo poco que dudaron en acometer al caballo, si los ponen de largo hacen todos lo mismo que el sexto.

Pero cuidado que las peleas en el peto no fueron para el recuerdo ni aquí, ni en Céret aunque insistimos en que ésta de Bilbao, puesta de largo en el primer tercio, deja un sabor de boca mucho mejor del que nos quedó. No obstante, estaremos siempre a expensas de que los picadores de carne nos revuelvan el alma con su repulsivo y nauseabundo espectáculo a caballo. 

Pero es una batalla perdida. Nosotros estamos convencidos de que pican trasero deliberadamente y tenemos una teoría sobre por qué es así. En una entrada que publicaremos cuando termine la temporada se la explicaremos a ver qué les parece.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.