FERIA DE SAN ISIDRO, 2023 (8). ALCURRUCÉN: LAS VERDADES DEL CHURRERO

No había ninguno de Alcurrucén de colorines como dicen los taurinos, que según ellos son los buenos. Lo que salió fueron medios toros, bajitos, blandos, sin pujanza, sin nervio, duramente castigados en varas sin necesidad, distraídos en el segundo tercio y en puntas, aunque cómodos de cara.

Eduardo Lozano dijo al final que había habido tres toros con clase y posibilidades de triunfo, todos habían tenido bondad y facilidades para el torero y malos, ninguno. Entenderán ustedes que con este ganado éramos muy felices cuando por fin se terminó la corrida.

Dio una media de 546 kilos. Lo del titular es por un churrero de Toledo a quien preguntaron quién toreaba ese día y respondió: 'los mejores, aunque con esos toritos ya pueden ser los mejores'

El personal se quedó con las ganas de sacar en hombros a Morante pero volvieron a tocarle dos toros que no valían nada. Un quite que no fue nada del otro mundo y tres o cuatro pases a un toro moribundo fueron suficientes para que las palmas echasen humo. A la tercera será la vencida. Hay que volver a casa diciendo que has sacado a Morante por la puerta grande. Sus mohínes son en homenaje a Paula:

MORANTE. Se presentó con un terno precioso, purísima y oro, olvidando sus veleidades en el vestuario que en ocasiones bordean el ridículo. Su primero era un colorado anteado, ojo de perdiz, cornigacho y cornilevantado. Al quite, el maestro Moore:

Como no le gustó con el capote de salida, nos temíamos la paliza del piquero. Cruz le hizo dos agujeros y recargó con sevicia cerrándolo para no permitir que saliera de aquella trampa carnicera. A la segunda, picotazo en el lomo y huye despavorido lógicamente. En la tercera vara le volvió a zurrar sin piedad y el animal se repuchó. El tercio de varas fue para que se lo guardase en vídeo el colectivo antitaurino. Ningún aficionado podría defender eso.

En banderillas el toro hizo todo lo que este diestro odia así que en la muleta lo aliñó con catorce pases, deambulando por allí, dados de cualquier manera, mientras el toro papaba moscas. 

Pinchazo y media trasera y caída entrando siempre a paso de banderillas. Se recreó en su papel de que si no le gusta el toro desprecia a todo el mundo, incluido el respeto que merece un toro a la hora de matarlo. Lo único bueno que hizo el de Alcurrucén fue morir en los medios. Silencio para el maestro y pitos para el toro.

Su segundo era un toro negro listón, con perfil, como se pide hoy pero muy cómodo de pitones:

A pesar de que el público estaba deseoso de que el maestro se estirase con el capote, tampoco hubo suerte. Iturralde estuvo bien en el primero porque no clavó atrás ni recargó. Emborronó su actuación después con un pinchazo en el lomo de juzgado de guardia. Con la rectificación sumó un total de tres agujeros.

Juli hizo un quite de frente al costado y salió Morante a dar la réplica. Lo hizo con tres verónicas un poco sucias, una media enganchada y lo mejor: ésta a pies juntos. Se notaba al tendido loco por la música.

¿Han apreciado la taleguilla recauchutada? En la de abajo se ve mejor:

Los otros dos igual, ¿eh? El día anterior con la cogida de Parejo quedó clara la eficacia del antibalas:

Empezó con el celeste imperio pero el toro era de alabastro. La poca fuerza del animal envalentonó a Morante. Lo llevó con temple pero a duras penas se mantenía en pie. Duró una tanda y media.

Quiso matar bien pero pinchó a la primera. A la segunda dejó una estocada desprendida y pasada, sin tapar la cara al toro pero con la mano alta:

EL JULI. Su primero era un negro listón, entre chorreado y lombardo, corniapretado de cara. Se le veía blando de manos:

Mete los riñones con fe pero recibe la sempiterna lanzada trasera y recargando. Parecía imposible acertarle en el mismo agujero tan trasero pero estos picadores son especialmente certeros cuando se trata de hacer las cosas mal. En el sitio no aciertan nunca, qué mala suerte tenemos. Recuerden que lo explicábamos aquí.

Desde el capote había visto Julián que el pitón derecho del toro era un merengue y por eso se salió a los medios contando con el aire. Sabía que el toro iba a ser un amigo. Como apenas se mantenía en pie no tuvo ningún problema en pegarle pases a pesar de que la imagen que daba el animal era patética.

Pegó dos miradas al público porque le sentó mal que le gritaran ventajista. Estuvimos totalmente de acuerdo con Cepeda cuando en televisión dijo que tendría que estar por encima de esas cosas.

Acabó con un arrimón.  Recuerden aquí cuando explicábamos que los arrimones podían dar miedo o pena. En este caso fue lo segundo ya que el animal estaba moribundo.

Pinchazo horripilante por la ejecución y por haber caído bajo, trasero y atravesado, más descabello. ¡Ahí va la puñalada! Al toro se le ha hecho de noche con semejante telonazo:

Su segundo era un negro listón, chorreado en morcillo, zarco, tocadito arriba y renqueante de pies:

Lanzada en el lomo carioqueando. Sólo cuando Juli le dijo ¡vale Barroso! abrió con las riendas el caballo. Parecía imposible clavar más atrás pero el piquero lo consiguió en el segundo encuentro. Son unos fenómenos.

El maestro se las vio con otro animal que daba pena porque tenía las patitas de papel. Fue curioso que casi no se oyeron protestas cuando el torillo era otro que daba pena. Nada que reseñar. Bueno, sí, un gran sopor.

Ojo porque si no llega a pinchar cuatro veces en su juliesco estilo hubieran sido capaces de pedirle la oreja. Al final dejó una casi entera traserísima, alargando el brazo, pegando el telonazo, saliéndose de la suerte y con su brinco habitual. ¿Quién da más?

RUFO. Su primero era un colorado ojo de perdiz, bociblanco, anteado, bajo y bizco del izquierdo. Se escucharon protestas por su trapío:

Las verónicas de Rufo fueron jaleadas pero nos parecieron un poco estajanovistas. Lo puso largo en el primero. El toro se arrancó y levantó los cuartos traseros empujando con fe pero dimitiendo pronto. Es de agradecer que el diestro lo volviese a colocar largo pero esta vez fue al paso para huir al hierro porque había aprendido la lección.

Fernando Sánchez salió airoso a pesar de que el toro se aceleró y lo apretó. El animal se dolió mucho de los palos mientras Rufo ya veía que tenía la puerta grande entreabierta con él porque el toro estaba despierto.

Dio distancia y sus pases fueron una copia de los de Perera, aderezados con sus habituales muecas y movimientos de cadera. Como a nosotros ya saben que ese tipo de trasteo no nos va, nos dio la impresión de que el toro habría merecido mejor suerte.

Dado que Rufo es de la ultraderecha la única tanda con la izquierda fueron mantazos. En total debió de pegar cincuenta pases y ni uno bueno. Por supuesto que Perera a este animal le corta una oreja, como mínimo. Eso sí, las muecas, que no falten:

Pinchazo malo y sablazo deleznable,una chalequera, por el que pidió perdón con la mano. Se le había ido un toro de oreja ante el que el toledano se había dedicado a pegar pases sin piedad. Aplausos en el arrastre para fastidiar al diestro. 

El sexto era otro toro negro, bragado, también zarco, levemente facado y corniapretado, de presencia bastante justita y probón de salida:

En el primero cobra caído mientras cabecea tocando música. En el segundo lo puso largo y acudió para volver a emular a Santillana mientras Espartaco le tapaba la salida.

El público disfrutó porque Fernando Sánchez tuvo que pasar dos veces ya que el toro tenía sólo tres palos. El último par fue el mejor, éste, sin saltar, como debe ser. Un torero no debe saltar jamás:

Nuevo pegapasismo marca de la casa con alargamiento insufrible del trasteo, como si estuviéramos en un pueblo en fiestas.

Entera caída al salto, con telonazo, saliéndose de la suerte y con derrame:

Terminó nuestro suplicio por fin. El cartel que todo el mundo alababa como el más rematao casi nos remata a nosotros de aburrimiento. Y queda otra de Alcurrucén...

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.