FERIA DE SEVILLA, 2019 (7): ¿EL HIJO DEL FARAÓN?

Por su capote pequeño y poco almidonado, por su empaque, por su temple y por ese toreo a media altura que nos recordó al faraón de Camas. No todo son luces, hay alguna sombra que luego comentaremos pero ¿será Pablo Aguado su sucesor en el corazón de los sevillanos? No lo sabemos porque estos maestrantes jalearon ayer a Perera retorciéndose grotescamente y hoy a Aguado toreando con naturalidad. ¿Quién lo entiende?

Tenía un papelón tremendo tras la actuación de Roca en el segundo y Aguado lo solventó con un aplomo, una seguridad en sí mismo y una seriedad que lo han encumbrado. Salió a torear como si estuviera en un tentadero.

La corrida tuvo de todo menos toros de verdad. Los jandillas fueron cornidelanteros y aleonados pero vinieron picados del campo. ¿Hubiéramos visto las mismas cosas con toros en lugar de con toretes como fue el caso? Otra pregunta.

MORANTE. ¿ Qué debió de pensar al recibir a su primero cuando dio unas verónicas de paso atrás sin ganar ni un metro al toro y los oles se oían desde Triana? Haga lo que haga lo jalean sin pudor. Él es muy listo y sabe cuándo hace las cosas bien y cuándo se alivia pero como lo aplauden igual ¡ancha es Castilla!

Su primero parecía que sabía que en el caballo no daban caramelos porque en el primero se quiso quitar el palo con ganas. En el segundo empujó bien pero salió suelto. Nos faltó, como pueden deducir, una tercera entrada para ver si cantaba definitivamente la gallina pero el primer tercio no se inventó para estos jandillas posmodernos.

El toro fue desaborío aunque no se comía a nadie. Nada de interés. Mató de media atravesada a paso de banderillas, menos mal que ahí no hubo ovación, sólo faltaría pero es que ya no nos extraña nada.

El papelón lo tenía ahora el de La Puebla en el cuarto. Venía del triunfo de Aguado y del terremoto peruano. Dejó el toro sin picar, cosa que no suele hacer nunca porque su ley es pegarles siempre a base de bien. Ovación reglamentaria al quite en el que fue mejor la media que las verónicas:

Se echó de rodillas por ayudados en tablas pero cuando se levantó se dio cuenta de que el choto tenía las patitas de alabastro a pesar de no estar picado. 

De nuevo ovacionaron todo lo que hizo sin que hubiera nada merecedor de elogio: naturales enganchados y derechazos en la pala que hubiera firmado cualquier torero vulgar al uso, vean:

Se confió tragando con el torillo y sufrió un derrote que le arrancó los machos de la pierna derecha. Trasera desprendida sin cruzar porque el toro le cortó y bella muerte del animalillo con oreja de Aliexpress para el maestro.

Sacó un pañuelo para consolar al toro como los toreros antiguos (sobre este gesto, ver los comentarios a la entrada anterior):

ROCA. Salió a comerse el mundo a porta gayola y tuvo suerte porque el toro casi lo arrolla y lo patea con los cuartos traseros al saltar:

Pero es un león y no se amilanó sino que se volvió a arrodillar para darle otras tres largas afaroladas más dos faroles. La plaza enloqueció con esta demostración que nosotros también hubiéramos aplaudido porque no somos de piedra.

Trámite en varas como es normal en este torero, lo cual es de agradecer ya que siempre lo vemos ante toros comerciales de los que ya ha picado el ganadero en el campo con su selección borreguil, como era el caso de estos jandillas.

Quite por chicuelinas de Aguado al que responde Roca con otro igual que remata con una larga y con una brionesa enganchada. Bien está el pique pero la chicuelina ¿es torear? (recuerden lo que comentábamos aquí). Gran segundo par de Viruta.

Nuevamente de rodillas para iniciar la faena pero nosotros esperábamos que se pusiera en pie a ver si por fin el peruano toreaba de verdad con la muleta. No cayó esa breva. Vimos al Roca de siempre fotocopiando su faena de pierna escondida, remates hacia afuera y tiovivo al que sólo falta una música de vals de fondo. 

El torillo estaba agotado pero en un martinete le empaló y lo derribó. 

FOTO: Raúl Caro

Afortunadamente para él, el pobre animal tenía tan poca casta que se quedó olisqueando en lugar de hacer por él. 

La cosa quedó en un arrimón descalzo y una estocada caída bien ejecutada con el toro rajado en tablas. Oreja.

El quinto era un castaño albardado con un pitón izquierdo extraño: 

De inicio, verónicas vulgares de paso atrás y después, dos penosos picotazos en el lomo a la ternera. La sangre no le llegaba ni al brazuelo. En acción de gracias, el pobre animal quiso colaborar con el maestro mostrando su nobleza y obediencia pero le faltaba el aire. Más ración de destoreo que el público esta vez recibió con manos pasión. ¿Será porque el toro daba pena o porque venían de ver a Aguado? Es que esto de abajo no tenía nada que ver:

Pinchazo trompicado, porque el toro le pisa la muleta, y estocada caída perdiéndola. La puerta del Príncipe tendrá que esperar.

AGUADO. Decíamos antes que tenía un papelón en su primero porque el público aún estaba de pie aplaudiendo a Roca. Se llamaba 'Cafetero' y era negro zaíno, aleonado y astracanado. 

FOTO: Arjona

Dio una verónica excelentísima. Ya comentábamos en nuestro modesto blog que de novillero nos llamó la atención lo bien que lanceaba, ¿quién le habrá enseñado? Ésta es la secuencia. Fíjense en que gira el torso para rematarla bien, no como las que dio Morante al de Garcigrande, que se recordarán durante años pero que nosotros criticábamos aquí:

Además, con tres capotes suyos se hace uno Manzanares. El de Aguado vuela como el de Curro o el de Frascuelo, sedoso y ligero (como el de éste). Por fin destacaremos que este toro protagonizó un bonito romaneo cobrando trasero, como es habitual, qué desastre, pero es que era Juan Carlos Sánchez, uno que no ha picado delantero en su vida. 

Arriesgó mucho Ángel Gómez en banderillas y dejó un segundo par de torero muy valiente. ¿Por qué los picadores no habrán mejorado en su labor como sí lo han hecho los banderilleros?

El toro quedó dulzón como un mantecado de Estepa y Aguado corrió la mano a placer. En el debe, que estuvo siempre al hilo del pitón, quizás para no apurar demasiado al toro. 

En el haber, que no escondió alevosamente la pierna como casi todos, que hubo mucho temple, que remató los pases sin echarse el toro afuera y que no se retorció. Comparen:

FOTO: Raúl Caro

FOTO: Pagés

FOTO: ABC

FOTO: Raúl Doblado

FOTO: Raúl Caro

A ver qué dirán ahora los críticos que viven del cuento. ¿No nos vendían la mula ciega de que el toreo clásico era el de Roca el día del rabo? Tendrán trabajo para justificar que no, que el toreo clásico resulta que es el de Aguado. Y que no nos vengan con que son dos conceptos distintos y ambos válidos porque no tragamos. Es como decir que escribir con faltas de ortografía es otro concepto de la literatura.

Y el público maestrante, ¿cómo puede aplaudir las dos cosas? Eso no puede ser y además es imposible: o una o la otra. Por si fuera poco, la principal cualidad que le vimos fue su empaque, que brilló especialmente al torear a media altura. La sombra de Curro sobrevoló la plaza...

Observen por dónde coge la muleta. Dado que delante tenía un torillo muy 'ordenado' y 'con gran clase', podría haber cogido el palillo por el centro, ¿no les parece?:

FOTO: Arjona

De novillero mataba fatal pero aquí nos sorprendió enterrando la espada y dejándola desprendida con ese pequeño saltito que da porque no domina la suerte y pega el telonazo: 

Last but not least: no dio la tabarra con setenta pases como nuestras queridas figuras, ni falta que hace. Se fue a buscar la espada con 31 pases que le valieron las dos orejas. Pueden pulsar aquí a partir del 1'16".

Al último le volvió a dar una verónica de cine al recibirlo. El empaque es esto:

Luego, nuevo quite por verónicas notables rematadas con esa media suya de manos altas en la que recoge el capote en el aire. 

La inicia por abajo pero la recoge encima de la cadera. Ésta se la dio a su primero:

Tras el segundo picotazo, que no puyazo, apareció Morante con el bu y Aguado respondió con chicuelinas. Iván García preparó el terreno con dos buenos pares, mejor el primero.

Pero esta vez Aguado fue más vulgar porque se puso fuera de cacho y retiró la pierna mostrando que también sabe destorear, a ver si nos vamos a volver todos locos. Ahí lo tienen:

Eso sí, lo hizo con la naturalidad que les falta a nuestras queridas figuras. No retorció el torso en ningún momento. Ojalá crease escuela en esa disciplina. Al natural siguió sin colocarse bien aunque corrió la mano con ese don que tiene:

De momento, hemos visto torear erguidos a Finito en Valencia, a Ortega en Madrid, a Cayetano en Sevilla y ahora a Aguado. Pero el ejemplo no cundirá mientras los críticos sobrecogedores alaben a los que se retuercen como culebras.

Al matar, como no sabe, se tiró encima del toro con cierta inconsciencia pero tuvo suerte al agarrar una estocada trasera saliendo trompicado. Otra vez tapó la cara para aliviarse, observen:

Dos orejas más, exageradísimas a todas luces.

Tuvimos rivalidad en quites, buenos pares de banderillas, empaque y temple con Aguado, las largas de Roca, el bu de Morante y las seis orejas. Qué gran tarde de toros, dirán ustedes. Hombre, aceptaremos que fue una tarde muy entretenida, vistosa e incluso emocionante por momentos pero no fue una tarde de toros-toros. Precisamente lo que faltó fueron los toros.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.