MORANTE, INGRESADO EN URGENCIAS
Al finalizar la retransmisión de la corrida de Miura de Castellón, José Antonio Morante Camacho fue ingresado de urgencia en un hospital sevillano. Presentaba heridas por mordeduras en ambos puños. Los médicos sopesaban la posibilidad de que hubiera sido atacado por un dogo argentino. Cuando pararon la hemorragia, fue el propio afectado quien confesó que las aparatosas heridas se las había infligido él mismo.
A partir de la lidia del segundo toro empezó a morderse los puños en su casa al ver por televisión que esos miuras tan pastueños eran los que estaban destinados para él en Sevilla. La rabia y la desazón hicieron mella en su ánimo mientras pensaba en que por culpa de la epidemia había perdido la ocasión de salir por la Puerta del Príncipe con animales de la otrora temida divisa. Fueron los que sirvieron para que los tres maestros anunciados en Castellón disfrutasen de lo lindo con estos miuras que iban p'aquí y p'allá como los toros más comerciales del mundo.
Como supondrán, lo del ingreso es una licencia literaria que nos tomamos nosotros. Podríamos haber titulado de otro modo. Por ejemplo: Miuras La Estepeña, Miuras para gustarse, Los miuras de Morante, ¿Una gesta con estos miuras?, Pan sin sal, Miuras sobre hojuelas...
No se equivoquen. No pedimos que salgan seis marrajos para que los diestros pasen las de Caín. Pero lo que no puede ser es que salgan seis como los de Castellón, bien presentados pero sosos, bondadosos, obedientes...y bobalicones, ¡ea!, ya está dicho.
Muchas veces nos han comentado algunos aficionados que Miura no sabe lo que tiene en Zahariche, que está todo mezclado, que salen uno de su padre y otro de su madre... Señores, los hermanos saben muy bien las reatas de su casa. La prueba es que estos seis salieron de los diez que esperaban a Morante. Y de los seis, seis eran desorejables y sin tragar saliva ni ponerse a doscientas pulsaciones.
A partir de ahora, las figuras se van a apuntar a las gestas con Miura pero sus veedores pedirán miuras de Castellón.
La corrida estuvo bien presentada, de plaza de primera, con una media de 648 kilos de carne, una carne que iba y venía sin dar ningún quebradero de cabeza. Todos flojitos de remos, justos de fuelle, con peleas cumplidoras sin más en el caballo y con muchas ganas de que les cortasen sus bonitas orejas. De hecho se seccionaron cuatro que pudieron ser más.
Estos fueron los toros. El primero se llamaba Berenjeno y debía de ser familia hortofrutícola del Alcachofero que masacró Rafaelillo en Cuéllar. Sólo ese toro de Cuéllar cobró más que toda la corrida de Castellón (recuerden aquí esa miurada mil veces más interesante que ésta sin ser tampoco nada del otro mundo). Estaba muy vareado a pesar de sus 649 kilos:
El segundo pesaba 634, ahí se arranca:
Observen cómo el ángulo de la foto hace que los pitones parezcan diferentes siendo el mismo animal:
El tercero pesó 671 pero éste sí que estaba regordío. En la primera no se aprecia pero en la segunda, sí:
El cuarto era degollado y cornalón. Los dos miuras de Rafaelillo acudieron tres veces al caballo. Los dos que lidió en Cuéllar, nueve:
El quinto era sardo y fue recibido con una ovación por parte del exigente público castellonense, acostumbrado a ver toros en las calles:
Bueno, decimos lo de exigente porque exige mucho en la calle pero luego en la plaza es bondadoso a más no poder. El último parecía un pablorromero, aunque el hierro no engaña (todos arriba salvo que alguien nos rectifique):
Sabiendo que eran los miuras de Morante, teníamos la mosca tras la oreja. Ante la eventualidad de perder la tarde con el desplazamiento, como así fue, nos llevamos la bici para hacer antes una bonita ruta por el Desierto de las Palmas. A pesar de los 30 grados, sirvió para no volver a casa con la amargura de haber presenciado una corrida insulsa, aburrida y perfectamente olvidable:
A la izquierda la subida y al fondo, Benicássim y Castellón |
RAFAELILLO. Su primero trotaba, no galopaba y era blandito, como todos. Lo recibió de rodillas en tablas pero esa buena disposición desapareció cuando lo dejó mal en suerte bajo el caballo. El toro empujó y derribó:
Ese batacazo fue su perdición porque en el segundo encuentro el picador recargó y barrenó tras mirar al maestro, señal de que cumplía órdenes fielmente. Confirmó que era un toro desaborío por berreón y rebrincadito pero siempre sin ninguna maldad. Lo que hizo Rafaelillo no tuvo para nosotros ningún interés:
En cambio, el público parecía entusiasmado y abundaban los aplausos y la música. Digamos que el diestro sacó el poco petróleo que tenía el animalillo, sin más. Estocada pasada, de mérito porque el toro echó la cara arriba. Cayó sin puntilla y oreja al canto.
Su segundo arrastraba los cuartos traseros notablemente. A pesar de ello, sufrió una barrenada de cárcel en el único puyazo. Rafaelillo brindó al Soro, que se levantó de su silla de ruedas para deleitarnos con un solo de trompeta a la altura de Rudy Ventura. Se nos antojó mejor con la música de lo que era con la muleta:
El toro era topón, no tenía ni sal ni pimienta y, como estaba derrengado, no pasaba. Con buen criterio, el diestro se metió entre los pitones para arrancar la segunda oreja y acabar acariciando la mazorca del ¿miura?
Media en buen sitio y bien ejecutada que le valió la segunda oreja.
PACO RAMOS. El de Onda mostró buena disposición y quiso lucir sus toros en el caballo, no como los otros dos.
Su primero era flojo de remos, como todos, pero a pesar de ello saltó la barrera. Luego se encontró con el hombre del brazo de hierro, Iturralde, que afortunadamente no le pegó tan duro como acostumbra, aunque casi le pincha en la penca del rabo:
Cumplió empujando en el segundo pero se fue suelto. Se vino arriba en banderillas y allí es cuando Morante empezó a morderse los puños. El toro era un polvorón con azúcar glas, embestía empapado y sin un mal gesto:
Era de cuatro tandas y estocada, eso es lo que hubiera hecho el de La Puebla y seguro que le corta dos orejas en Sevilla, créannos. Ramos estuvo muy aseado arrancando pases de buen trazo pero se pasó de faena precisamente por lo a gusto que estaba. Lógicamente provocó el sainete a la hora de cuadrar, además con el toro rajado. Estocada casi arriba y oreja:
Su segundo era un sardo que valía perfectamente para Pamplona por su trapío. Ramos de nuevo lo quiso lucir en varas y no hizo como el listo Pinar, que nos robó el primer tercio con su egoísmo feroz al buscar sólo su propio lucimiento. El problema fue que en esta segunda lanzada tan desastrosa que ven, el miura dejó la poquísima fuerza que atesoraba:
Tenía las patitas de cristal de Murano. Daba pena, que es lo peor que puede pasar con un miura. Ramos le anduvo por la cara porque no podía hacer otra cosa.
Recordemos que es un torero acostumbrado a lidiar moruchadas por las montañas andinas. Estocada honda, atravesada y sin cruzar que basta.
RUBÉN PINAR. A su primero lo recibió por chicuelinas, ¿qué les parece? Pidió el cambio con un puyazo porque él iba a lo suyo. El público y el toro le dan igual. Fue justamente silbado por ello.
En la muleta se encontró con otro miura comercial a más no poder, iba y venía por ambos pitones sin protestar y obedeciendo ciegamente. Por el derecho:
Y por el izquierdo. Era un miura 'para haser el toreo güeno' fíjense en el morro:
Nos imaginamos a Morante en su casa subiéndose por las paredes al ver que tamaña bondad, o más bien bobaliconería, estaba destinada para él. Pinar se puso pesado como era previsible. Pinchazo hondo en buen sitio, pero tapando la cara, y rinconera que partió el corazón del toro porque se derrumbó fulminado.
Su segundo era chato y de poco cuello, un miura peculiar. Fue el que empujó con más fe en el peto pero otra vez el maestro se rió de los que habíamos pasado por taquilla y cambió el tercio. Lo brindó a los compañeros:
Estábamos deseando que el toro se viniese arriba y lo pusiera en aprietos por habernos hurtado el tercio de varas:
Pero insistimos en que eran los miuras de Sevilla y los seis estaban cortados por el mismo patrón. El toro embistió boyante y Pinar no tuvo ningún problema para embarcarlo:
Se trompicó y cayó en la cara pero como era un miura ful, se quedó mirando en lugar de irse al cuello ¡y eso que hubiera embestido a favor de toriles!
Pinchazo hondo malo por tramposo al estirar el brazo y pegar el telonazo, vean:
Acabó la plúmbea corrida gracias a una rinconera escupiéndose con muy poca vergüenza.
No hemos leído nada ni sabemos qué debieron de decir los de televisión pero esto es lo que hubo según nuestra discutible opinión. Nosotros nos apuntábamos a Miura por segunda vez en diez días buscando todo lo contrario que los toreros. Ellos buscan regularidad y nosotros irregularidad.
Como eran los miuras de Morante, la regularidad en la bondad fue la nota dominante en los seis. ¿Qué se hubiera dicho si el maestro sale a hombros de la Maestranza con este material? Insistimos en que no pedimos el marrajo sino la casta. Los miuras de Castellón dejaron su casta en Zahariche si es que en algún momento de su vida la tuvieron.
Recordemos lo que decía el diestro el otro día a Zabala:
'Me cansa que salga el toro bueno, p'allá y p'acá, eso lo torea cualquiera, es que me aburre, te lo juro'
No hace falta que lo jure porque el aficionado hace muchos años que se aburre con eso. Pero es que los miuras que le tenían guardados dormían a las ovejas. Para ese viaje, no hacía falta alforjas, maestro.
No pisábamos la plaza de Castellón desde los desafíos de 2013. Precisamente nuestro modesto blog inició su andadura con un comentario sobre aquellos festejos, recuerden aquí y también aquí.
¿Quién nos iba a decir entonces que a través de estas páginas íbamos a conocer tantos aficionados cabales? Son personas que merecen mucho la pena (precisamente a dos de ellos tuvimos el placer de saludarlos en Castellón). Al coincidir en afición y ver los toros de manera parecida, es fácil confraternizar respetando las manías de cada cual, por supuesto. Y conste que el capitán de los maniáticos es quien esto firma, no lo duden.
Seguir con el blog nos asegura mantener el contacto con todos estos amigos y esperar que surjan otros nuevos con quienes será un placer y también un honor seguir compartiendo momentos taurinos.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.