FERIA DE EL PUERTO DE SANTA MARÍA, 2021 (y 2): PRIETO DE LA CAL

 AJO Y AGUA 

Un amigo sevillano del blog sostiene que hay dos tipos de toreros: el de jamón de pata negra y el de papas aliñás. Morante en El Puerto fue de papas y encima mal aliñás. La diferencia es que en un bar reclamas y te las cambiarán por unos chocos. En cambio, si reclamas al maestro, lo que te servirá es una buena ración de ajo y agua, que es lo que tuvimos quienes habíamos pasado por taquilla con candorosa ingenuidad.

Tanta matraca con que el toro moderno le aburre para luego montar el número con los veraguas y al final quedar como la Chata de Cádiz. Recorrimos hasta El Puerto de Santa María la misma distancia que hay entre Tarragona y París. Pensábamos que nos darían jamón de pata negra y el de La Puebla nos dio un sainete que ni olvidaremos ni le perdonamos.

Las papas aliñás con melva que nos tomamos por la mañana en Sanlúcar de Barrameda valieron por toda la corrida. Además, en compañía de Fuentes Bejarano, uno que tenía bastante más vergüenza que nuestro protagonista (recuerden que contábamos su historia aquí):

Nos encontramos con un Morante abúlico, apático, desganado. Un hombre a quien le daba igual ocho que ochenta. Un aficionado lo había clavado el día anterior. En la cola de entrada decía esto a su amigo detrás de nosotros:

- No veo nada claro lo de Morante mañana, ¿sabes?

- Quillo, ¿y eso por qué?

- Pues porque como le salga el primero que le haga así, se acabó

Y vimos cómo hacía con los dedos el signo de los cuernos y movía la mano haciendo eses. 

Pues eso fue ni más ni menos lo que sucedió. El primero fue pendenciero por el derecho y al maestro le entró no sabemos si la prevención o directamente el canguis. El caso es que de ahí al final la cosa fue en barrena. Peor que la encerrona de Fandiño, oiga.

Cuando el protagonista hizo acto de presencia en el albero, se paró el paseíllo para escuchar el himno nacional en medio de una estruendosa ovación. El maestro se echó a llorar pero no dos lágrimas sino a moco tendido. Ahí vimos que la cosa no pintaba nada bien. ¿Qué es eso de echarse a llorar ante un desafío como el que tú mismo te has buscado y con la responsabilidad que conlleva?

El público estaba predispuesto al triunfo y ovacionó de nuevo al diestro antes de la salida del primero. El aplauso se oyó desde la punta de Tarifa. Conforme avanzó el festejo, los mismos que habíamos aplaudido tuvimos que tragar carros y carretas ante la desfachatez cuando no la poca vergüenza del maestro. Demasiada comprensión hubo por parte de los presentes. En otra plaza, a la muerte del tercero se habría montado ya un escándalo bíblico y al final del evento hubiera salido con los antidisturbios.

Ustedes se preguntarán qué pasó con los toros, ¿no? Pues que no se comían a nadie, que tuvieron la fuerza y el temperamento más que justos, que se arrancaron bien al caballo pero en el peto hicieron una pelea bastante olvidable y que metieron muy correctamente la cabeza en el capote... de los subalternos porque para meterla en el del maestro tenían que hacer una instancia. Vean cómo mete la cara a Trujillo uno al que el maestro despreció:

En la muleta nos quedamos sin saber cómo la metían excepto el sexto porque Morante les pegó los mantazos adecuados para hacerlos pasar por asesinos sin que consiguiera engañar a nadie más que a sus feligreses. La presencia del ganado fue la adecuada a la plaza, destacando para nuestro gusto el quinto y bajando el sexto. 

Morante decidió machacarlos en varas, no sabemos aún por qué. Si no demostraron ir sobrados de poder, ¿a qué vino tanta saña? Entre los tres primeros cobraron más que los seis de Garcigrande el día anterior. 

Un total de doce varas tomaron los cinco que se lidiaron del hierro titular. ¿Cinco?

Sí. Cuando por la mañana vimos que había tres sobreros y que eran de Domecq y Murube, no pudimos evitar pensar en que, si la cosa se torcía, el maestro forzaría la situación para que saliese alguno. Por increíble que parezca, no tuvo que forzar nada ya que su amigo el presidente le hizo el inmenso favor de sacar el verde sin motivo para que probase suerte con el de Parladé. Pero ni por ésas.

(Esto no se lo perdonaré nunca, ha sido peor que las corridas aquellas malas de Curro). Y es que la tarde nos la salvaron unos señores de Utrera que iban comentando la corrida sentados detrás. Como hay poco que decir en la entrada, iremos salpimentándola con sus salidas poniéndolas como la anterior, en cursiva y negrita. Así se van haciendo una idea del desastre escuchando sus comentarios, que tienen más gracia que los nuestros. Y conste que eran buenos aficionados de los fijos en la Maestranza, no estamos hablando de talibanes de Céret.

En fin, pusimos a mal tiempo, buena cara pero la broma a nosotros nos costó un buen dinerito mientras que Morante se lo llevó crudo. Y conociendo al personaje, estamos convencidos de que mientras Fandiño aquel día no durmió, el de La Puebla lo debió de hacer a pierna suelta. Y seguro que no le faltarán palmeros que le digan que no se preocupe porque el gesto histórico ya está hecho.

El triste balance fue: palmas, silencio, silencio, pitos, pitos y pitidos. 

Como ahora iremos mostrando los toros, se pueden hacer una idea de la presentación comparándola con los de la encerrona de Sánchez-Vara en Vauvert que pueden recordar aquí. Las fotos de la entrada no son como otras veces porque nuestra localidad era muy lejana, en la grada de sol como se aprecia en la imagen anterior.

1. FELINO. Fue el único que saltó astillado al ruedo y quizás se lo hizo en el par de minutos que estuvo en la manga golpeándose sin querer salir. Como siguió dándole a la madera ya en el ruedo, acabó de esta guisa:

Cuando se le coló por el derecho a Morante, el público reaccionó con unos cariñosos aplausos para que no se viniese abajo pero como aún estaría secándose las lágrimas igual ni los oyó. Nada en el caballo como no sea una infame carioca trasera seguro que por orden del jefe, faltaría más.

A la salida del peto desarmó al maestro y acto seguido a Lili, que estaba bregando. Además le dio un susto cuando hizo por él sin consecuencias. Morante tomó nota y sólo faltó que después el toro lo mirase más de la cuenta cuando se puso delante.

Quizá el animal se apercibió de que el torero había salido con la espada de verdad. Tras cuatro mantazos como el de la foto, se perfiló y le metió una casi entera al cuarteo. Todas las veces que entró fue o cuarteando o directamente a paso de banderillas, algo indigno porque, si no te salen las cosas, la estocada es algo que no depende del toro sino de ti.

Silencio total entre la benevolente concurrencia pero mal comienzo donde lo único bueno fueron los dos pares de Trujillo. El toro fue muy duro para morir, ahí tienen el cortejo fúnebre:

2. JAECERO. Remató duro en los burladeros:

El maestro no quiso ni verlo con la capa. Ahí está Tito dando cera trasera y mirando al jefe no vaya a ser que se quede corto en la paliza:

El quite tras un tercer puyazo que sobraba lo frustró el aire pero dejó una de las cuatro verónicas que nos ofreció... ¡en toda la tarde! ¡Cuatro! Esta fue la de mayor empaque:

Se le veía con excesivas precauciones, lo que provocaba murmullos en el tendido. (Mushasho, a ver, el primero era borde pero éste ¿qué es lo que tiene?) Ferreira puso la plaza en pie con los palos, lo mejor de la tarde sin duda:

En la muleta el toro acusó esos tres duros puyazos porque se paró de inicio. Gestos de desagrado de Morante a quien pasaba factura su desidia al no cuidar la res en el primer tercio.

De nuevo iba con la espada de verdad. Seguramente quería parecerse al Nene de Gelves pero en eso fue en lo único. Bueno, y en que mató cinco igual que José en su encerrona de 1917 en Madrid. La otra vez que sí mató seis veraguas fue en un mano a mano por cogida en el primero de Gaona (1913 en Zaragoza). 

Pinchazo sin soltar y repugnante bajonazo con telonazo. Siempre cuarteando, no se olviden.

3. VERAGÜEÑO. De aspecto más vareado y rabicorto:

Por fin medio se estiró con la capa y el público se puso como loco porque deseaban calentarse las manos:

¿No veía esto el maestro? ¿No se daba cuenta de que con cuatro migajas se le iba a pedir la oreja? Lo despreció todo, no tuvo ningún interés por quedar ni medio bien. Hay que tenerlos muy gordos para demostrar esa desgana tras la expectación creada (¡Mora! Que nadie te ha obligao a la enserrona, ¡hombre! Ten una miajita de dignidad...). 

Ovación a Fernando Sánchez a quien hemos visto pares mucho mejores:

Con la muleta no lo quiso ni ver y ya ven que somos reiterativos (con lo a gusto que yo estaría viendo al Betis...). Le echaba la tela al pitón para que el toro se descompusiera dando un tornillazo y así pretendía engañarnos como que era un marrajo:

Ojo a esa actitud de intentar engañar al respetable porque igual la repite con los miuras de Sevilla si no mueven las orejas a su gusto. Se perfila para dejar un pinchazo más estocada honda, atravesada y perpendicular.

 

Gritos aislados de '¡Mangante!, ¡Sinvergüenza!, ¡Timador!' Los que pensábamos que podría llegar vacío a la lidia del cuarto por el esfuerzo físico realizado hasta entonces nos reíamos de nuestra ingenuidad. Morante a esas alturas estaba más fresco que una lechuga, podría haber batido el récord de Antonio Bienvenida. El de La Puebla aparecía rebosante de frescura, tanto física como de la otra.

4. DORMILÓN. Negro zaíno, con trapío aun siendo corniapretado. También pegó fuerte en los burladeros. Esa circunstancia nos parece algo muy digno de mención aunque algún lector nos diga que pertenecemos al gremio de los carpinteros:

Una verónica anotaremos, una. El toro tenía una humillación máxima pero a Morante le daba igual porque estaba deseando que aquello acabase de una vez. Es que muchos toros embistieron perfectamente los capotes de los peones como decíamos antes. Aquí fue al de Ferreira:

Salió el maestro y volvió con la misma candonga: le puso la muleta cinco veces encima del pitón izquierdo provocando sendos gañafones del toro. ¿Esa es su capacidad lidiadora? ¿O son las ganas de dárnosla con queso intentando demostrarnos que el toro no valía? No tragamos de ninguna de las maneras y, como nosotros, varios miles de espectadores, que lo silbaron a base de bien. Los morantistas acérrimos permanecían callados. A ellos sí los engañó pero es que Morante a un partidario suyo le pega un sablazo y el feligrés le da las gracias (Hoy nos ha quitao la cartera, ya te he dao el titular para lo que tengas que escribir).

Pinchazo y casi entera sorprendentemente en su sitio dado que cuarteó yéndose hasta Jerez.

En esos momentos, apuntábamos en nuestras notas: 'está loco por que le saquen un sobrero'.

5. CAPOTERO. Fue el más bonito de lámina para nuestro gusto.

Remató en tablas pero, como era abanto y no iba donde estaba el maestro, éste se quedó quieto sin dar un paso. Esa actitud la muestra cualquiera en su trabajo y le dan el finiquito (y usted ¿ha venío de Tarragona para ver esto? Pues es para meter una bomba).

Pasaba el tiempo, el maestro no se movía de la raya y el toro seguía a su aire por los medios (¡Quillo! ¡Vete al sentro a buscarlo! Bah, éste no va al sentro ni cogiendo el autobús...).

Pero es que de pronto se metió para adentro y todo el mundo se miró extrañado al ver que el toro se quedaba solo en el ruedo. Resulta que el presidente Comino había enseñado fugazmente el verde. Arreciaron los silbidos cuando el personal se dio cuenta de la tomadura de pelo dado que nadie había protestado ninguna cojera (Ha hablao con el presidente y le ha disho 'sácame el juampedro, que con esto no puedo')

El sobrero era un toro negro de Parladé mucho más inválido que el titular. Llegó a echarse en la faena de muleta y fue el momento de mayor enfado del respetable con gritos de '¡fuera, fuera!' 

Se seguía comentando la desfachatez del palco al hacer ese favor al diestro (Pero ¿eso que ha ha hesho el presidente está permitío? Habrá que mirar en la wikipedia...)

Lo recibió con el capote rodilla en tierra pero tuvo que incorporarse rápidamente ya que el público protestó ruidosamente viendo la dureza de su cara. Hasta tres veces dobló las manos en el primer tercio antes de echarse en la muleta pero éste no fue al corral.

Pegó un par de derechazos muy buenos, la verdad, aunque a un torillo de mazapán (¡qué muletaso ha pegao el hihopu..., ¡que muletaso ha dao! ¡Pero no le digo ni ole!). Ahí lo tienen, el amigo de Utrera se refiere a éste:

Pinchazo y media tendida escupiéndose ostentosamente (los músicos se han ganao bien el sueldo hoy, ¿eh?).

6. ESCANDALOSO. Pesaba 480 kilos en una corrida que dio 540 de media.

No quiso ni verlo con el capote, ¿les suena? (se ríe de nosotros, hase con nosotros lo que quiere...pero yo soy tan burro que iré a verlo en San Miguel).

Trujillo se lo llevó bien toreado mientras el animal metía el hocico con bondad como vieron antes. La cosa era indignante porque antes el maestro no lo había querido ni ver con el percal. Dos puyazos en el lomo dejaron al pobre bicho a merced del capricho del genio.

Como iba al paso o incluso algo más lento, decidió ponerse pinturero y pegó cuatro tandas en redondo con sabor:

(A buenas horas... ahora tendría que pegarte un revolcón, ca...).  En toda la tarde sólo cogió la muleta con la izquierda cuando se la daba el mozo de espadas. A los que echen la culpa del fiasco al ganado sólo les preguntaremos: ¿qué tenía este toro que no tuviesen los anteriores excepto el díscolo primero? Sólo lo sabe el extraño cerebro de Morante. 

Media a lo Curro Romero pegando el inevitable telonazo y con ella se acabó lo que se daba. (Vamos a esperar a ver si regala el sobrero, sería un detalle).

Se retiró entre división de opiniones: los cabales se quedaron a gusto abucheándolo mientras los integrantes de la secta le tocaban unas palmas incomprensibles. Ya les decíamos antes que no le faltarán los pelotas que vayan a consolarlo (Yo vi aquí el mano a mano entre El Juli y él y hoy ha estao mucho peor).

¿Qué me cuentan? ¿No hubiéramos invertido mejor los mil kilómetros realizados yendo en cualquier otra dirección? Que se deje de milongas Morante. 'Me cansa el toro bueno, te lo juro'. Ya... le aburre ese toro que lo puede torear todo el mundo pero cuando salió el de Parladé le cambió la cara. 

Venga, hombre, a otro perro con ese hueso. No engaña usted a nadie, maestro. Y ahora ¿qué viene? ¿Ana Romero? ¿Galache? ¿Miura? ¿Alcurrucén? Pero ¿van a mover las orejas a su gusto? Porque si no es así, ya sabemos que se repetirá lo de El Puerto. Ah, y ya que estamos, ¿los matará usted o sus picadores de carne?

Quizás habría que decirle lo de zapatero a tus zapatos. Mejor vuelve a su choto bobalicón de toda la vida porque si pretendía 'darle oxígeno a esto, que ya aburre', lo único que ha conseguido es darnos gato por liebre y robarnos el dinero de la entrada.

Como es nuestra costumbre, no hemos leído absolutamente nada de lo que se haya podido escribir acerca de esta corrida. En esas dos fotos que han visto, la de la verónica con el capote azul y la del muletaso que ha pegao, se aprecia claramente lo que pudo ser y no fue. ¿Por qué? Pues si alguno de ustedes conoce personalmente al maestro, se lo pregunta de nuestra parte.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.

NOTA para los lectores del resto del mundo: la expresión española ajo y agua que hemos escrito en el titular significa a joderse y a aguantarse (con perdón). 

Ya lo habrán visto pero este es el toro para la concurso de Cenicientos. Se llama Ligero, número 37.