Una lámina de Daniel Perea |
La feria del Pilar de 1908 se presentaba con estos carteles:
Empezó con la polémica que se arrastraba entre ganaderos y picadores. Éstos querían picar con sus lanzas habituales y los primeros, con una puya menos dañina, la que denominaban 'corta'. Antes de comenzar la feria los de a caballo se plantaron y dijeron que no picarían si no era con sus condiciones y que estaban dispuestos a ir todos a la cárcel. Ese plante tenía lugar el día 13, justo mientras moría Hilario González, Serranito, tras una larga agonía después de su cogida en Astorga. El entierro lo pagarían el día siguiente Bombita y El Gallo.
El gobernador vio que no había otra que aceptar el chantaje y así se picaron los seis raquíticos ejemplares de Félix Gómez (sic en una crónica). Esa corrida la mataron mano a mano Bomba, a la izquierda perfilándose, y Machaco, a la derecha toreando sobre las piernas:
En la siguiente corrida se lidiaban toros de Pablo Romero repitiendo el mano a mano anterior con Machaquito, de tabaco y oro, y Bombita, de azul y oro. Ahí tienen a Rafael tragando en un par de banderillas:
Volvió la polémica pero esta vez hubo acuerdo in extremis: los picadores transigieron en utilizar las puyas de los ganaderos pero a condición de marcar una línea que no traspasarían. Echaron serrín y ahí quedó plasmada por primera vez la raya de picadores.
No se marcó porque los pablorromeros fueran pavorosos como se lee por ahí sino que formó parte del citado acuerdo. La prueba es que los toros fueron pequeños y la corrida acabó en escándalo público. Siempre se ha dicho que la raya era protección para los picadores pero se oculta que muchas veces el ganadero les pagaba bajo mano para que saliesen con el caballo a los medios a fin de provocar la embestida de sus toros y que así hicieran buen papel pareciendo más bravos.
Observen esta instantánea de Madrid ese mismo año. El picador ha salido bien lejos para intentar provocar la embestida de este toro de Antonio Campos que sigue mirando el caballo como a una pecera:
Por eso se entiende que los picadores aceptasen la puya de los ganaderos y, en contrapartida, no quisieran pasar de la raya. El propietario de los toros tenía muchos números para quedar en mal lugar. La medida soliviantó al personal porque, nos guste aceptarlo o no, la gran mayoría quería ver caballos muertos y entendieron que esa línea lo evitaría, como así ocurrió con los pablorromeros.
Caída al descubierto del picador 'Veneno' en Madrid. Lo auxilia un monosabio (1908) |
La polémica se zanjaría momentáneamente en 1917 con la puya de arandela, antecedente de la actual de cruceta. Es la de la derecha:
Con tiempo desapacible se inicio el paseíllo a las tres de la tarde del 16 de octubre de 1908. Vieron en los carteles que ésta de Pablo Romero estaba anunciada para el 14 pero había sido aplazada por lluvia. Como suponíamos antes, a la muerte del cuarto toro todavía no habían arrastrado ni un jaco. El más contento era el propietario de la cuadra, que se llamaba Zaldívar. Otros opinaban que se terminarían las banderillas de fuego porque con la maldita raya, los toros no iban a ir al caballo ni a la de tres. De hecho, en esta corrida se tostaron dos, segundo y quinto.
Bombita al quite para salvar a su picador 'Gordo' |
Por cierto, eran pablorromeros de los de antes, con pelajes que conservaban lo antiguo de Laffite (recuerden lo explicado aquí). Hemos localizado estas fotos de esa tarde. Machaquito en un pase de pecho y Bombita retirándose airoso con el capote:
El primero era berrendo en negro y capirote; el segundo, un castaño bragado que tal como salió de chiqueros saltó al callejón; con el tercero, negro bragado, se desató el escándalo.
Llevaba tres cornadas aparatosas y fue sustituído por un feto (sic en otra crónica) o una cabra con pitones de Ripamilán (sic en una tercera). Hubo una bronca monumental con invasión del ruedo, lanzamiento de objetos y agitación de entradas mirando a la presidencia.
Se convocó un cónclave para ver si se paraba la corrida pero, si llegan a hacerlo, queman la plaza:
A partir de ahí, el festejo fue en barrena, con el tendido cada vez más exasperado:
Pero sigamos con las pintas. El cuarto era cárdeno bragado y burriciego; el quinto, con trapío, berrendo en negro botinero, y en una cuarta crónica se anota que 'algún jinete tuvo que pasar la línea divisoria'. Por fin, el sexto, que fue el de más presencia de la lamentable corrida, negro bragado.
El respetable, soliviantado por la poca presencia de los toros, su mansedumbre, el alto precio pagado por las entradas y quién sabe si por los pocos caballos muertos, la tomó con los coletudos, a quienes querían agredir al finalizar el festejo. La Guardia Civil tuvo que llevarlos protegidos hasta la fonda porque si no, la corrida pasa a la historia porque hay una desgracia gorda y no por la historieta de la raya marcada con serrín.
Ya hemos dicho que a partir de 1923 se hizo obligatoria la línea. Será sólo una hasta que esta orden del 11 de abril de 1959 publicada en el BOE del 15 obligue a pintar la segunda. Se pretendía recuperar la suerte de varas, lo mismo que se repite hoy, ¡sesenta años después! Y es que el primer tercio era ya un desastre tal como en la misma disposición se cuenta:
Estaba firmada por el entonces ministro de Gobernación, Camilo Alonso Vega, Camulo para sus enemigos. La obligatoriedad de la segunda raya queda ordenada en el artículo 4º:
Y en el 5º hacen un brindis al sol, lean:
Las multas que se contemplaban iban desde los 350 euros a los 1.800 al cambio. Multas parecidas siguen hoy en vigor.
El Reglamento, en su artículo 15, letra k, considera infracción grave 'la actuación manifiestamente contraria a las normas establecidas para la suerte de varas' (estipuladas en el artículo 72.4). El castigo va de lo económico hasta la posible inhabilitación por un máximo de dos años. Para que se hagan una idea, en Navarra, donde más multas se suelen poner, los importes oscilan entre 350 y 6.000 euros.
No obstante, ¿alguno de ustedes nos puede decir cuántos picadores han sido sancionados en 2019 por alguna de las fechorías que perpetran cada tarde? ¿Cuántos han sido inhabilitados en los últimos veinte años?
Domingo Ortega, metido a ganadero en los años cincuenta, insistía en la necesidad de esa segunda línea. Habían tenido mucha popularidad unos artículos suyos en Semana diciendo que los sementales se escogieran por sistema en las corridas de toros.
La prensa recibió muy bien la medida de las líneas. Incluso hubo quien propuso pintar una tercera a metro y medio de la barrera donde estaría prohibido que se refugiara el picador. En El Ruedo aplauden al ministro:
Se refiere al domingo 19 de abril de 1959 en que oficialmente se vieron por primera vez ambas delimitaciones en Las Ventas. Se anunciaron cuatro toros de Sánchez y Sánchez y dos de Sánchez Fabrés para Marcos de Celis, Solanito y Abelardo Vergara, que confirmaba.
De Celis dicen que ha sido quien mejor ha toreado de rodillas (aparte de tirarse a matar con un pañuelo o con la montera, véanlo aquí).
Ramón Solano 'Solanito' mató seis de Palha en Madrid el 7 de julio de 1957. Como no tuvo suficiente, ¡repitió con otros seis el día 18!
Lo contábamos aquí. En la foto anterior lo vemos a la izquierda ese día de san Fermín acompañado por los dos sobresalientes, Morenito de Talavera y Vicente Alcalá. Sánchez-Vara quiso repetir la gesta hace cinco años en Guadalajara pero al final fueron cuatro de Palha y dos de Cantinuevo (recuerden esta entrada). Por cierto, descanse en paz Antonio González, el propietario de esta última ganadería, que falleció ayer.
Abelardo Vergara era albaceteño de adopción pero nacido en Sarrià de padres andaluces:
Muy querido en Barcelona, contaba que el viejo Balañá sólo había arrojado su sombrero a un torero en dos ocasiones: una a Manolo González y otra a él. Tiene este azulejo en la plaza de Albacete:
Probablemente sea el único diestro que tras retirarse y estar un tiempo apoderando, se dedicó a la curiosa profesión de crupier. Es autor de una frase lapidaria: 'en el toreo hay dos cosas fundamentales: ganar dinero o no ganar dinero y si no se gana, no tiene sentido arriesgar la vida'. Indiscutible, ¿no les parece?
La corrida fue infame aunque medio salvada por el sexto, este 'Tontuelo' de Fabrés al que se dio la vuelta al ruedo. El picador de Vergara era Manuel Pérez, Lolo, y el toro lo derribó acto seguido mandándolo a la enfermería. Observen que la puya es aún la de arandela porque la de cruceta se impuso tres años después:
A todo esto nos hemos ido de unas a otras sin aclararles que ésta no fue la primera corrida con dos rayas en el albero. Hubo otra el año anterior en que, sin ser aún obligatorio, se probó el experimento. Como nos hemos alargado más de la cuenta, en la próxima entrada les contamos dónde fue. Y también el nombre del toro que se indultó en ella. Pero ya estamos dando demasiadas pistas...
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.
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