lunes, 17 de agosto de 2020

VICTORINO EN HERRERA DEL DUQUE: VAMOS A CONTRACORRIENTE

Resulta que los victorinos que nos gustan son los que no gustan a nadie. En cambio, los posmodernos dejan a todo el mundo encantado de la vida mientras a nosotros nos aburren soberanamente. Está claro que vamos a contracorriente, ¿verdad, Victorino?



En Herrera del Duque nos gustaron primero y segundo, que fueron los que derrotaron a los toreros. Nos dejaron indiferentes tercero, cuarto y sexto, convenientemente loados por los locutores televisivos. Y nos pareció de siesta permanente el quinto, al que el presidente premió con una absurda vuelta al ruedo.

La corrida fue desigual de presentación y de kilos (entre 480 y 590). Tuvo esa variedad a que nos hemos referido. En televisión decían que había sido exigente. Claro, todo lo que no sea la borrega al uso, resulta exigente. Teníamos interés en ver cómo se desempeñaban sobre la arena los llamados Platónico, por comprobar si era primo hermano de Platino, y Matemáticas, por confirmar si era familia directa del homónimo de Morante en Francia. No hubo suerte.

ESCRIBANO. Su primero era bajito y muy enmorrillado:



Fue estrellado de inicio dos veces contra la madera, una por Sierra y la otra por Robles. Ambos dejaron los capotes con alevosía para que el toro se chocara penosamente. Curro Robles dio toda la tarde una nefasta lección de peón resabiado y fullero, una pena y una vergüenza.

Peña, que tiene fama de buen picador, mostró la peor versión de sí mismo. Pegó un primer puyazo en el lomo, tapando la salida y recargando de manera nefasta, ahí lo tienen:



En el segundo lo puso bien en suerte Escribano, a quien se oyó cómo gritaba a Peña 'Juan, ¡trátalo bien!' Le faltó decir 'no repitas la carnicería de antes'. Acudió al paso y cobró trasero mientras el maestro le volvía a gritar que parase. ¿Se dan ustedes cuenta del desastre que es el primer tercio? Ya no sabemos a quién atribuir la culpa...

Banderillas a toro pasado como acostumbra este diestro aunque con un par quebrando al violín que tuvo algo más de mérito:



El toro era codicioso y correoso a pesar de la vileza con que lo había tratado Peña. Nos las prometíamos felices porque el animal pedía el carnet aunque no era una alimaña ni muchísimo menos. Escribano se echó la muleta a la izquierda pero se le vio desconfiado en todo momento:



En cada pase, entre él y el toro cabía un tráiler pero la culpa era lógicamente del toro, ¿qué se piensan? 'Le falta entrega y humillación', decía Cristina. A nosotros, los toros que se entregan nos dan pena excepto cuando la entrega es consecuencia del dominio del maestro. ¿Se han fijado ustedes en que para estos comentaristas si no sale la ternera, todo son defectos?

El toro seguía obedeciendo al cite a la primera, no como el tal Cobradiezmos, que dudaba, escarbaba y retrocedía. Pero con la derecha vimos las mismas precauciones en Escribano. No hubo tablas sino que el diestro quedó por debajo del toro a nuestro modesto entender. 

De postre pegó unos mantazos para cuadrar que soliviantaron al animal. Se perfila echando el brazo por delante para pegar la puñalada:



Media tendida, trasera y caída seguida de un pinchazo huyendo de la suerte. La cuadrilla le cierra el toro para que no tenga que entrar otra vez. Descabello y los de televisión que dijeron al final de la corrida que fue el toro que menos les gustó. A nosotros, el que más.

Su segundo podía ser familia de Platino o del Platónico de Illescas. Preferíamos que llevara la sangre del primero, recuerden lo comentado aquí. Pesó 500 kilos y era entrepelado, como los mejores toros de Victorino que hemos visto en los últimos años:



Primer puyazo vergonzoso de Sanlúcar con Escribano haciendo de autista. 



En el segundo lo pone bien en suerte, se arranca con alegría y empuja con fe. No hubo tercer puyazo, con lo que su bravura habrá que suponerla (recuerden aquí).

Puso dos pares sin cuadrar en la cara como éste:



Y uno mejor, que en Escribano siempre es el tercero, éste:



Sierra había enseñado al maestro que el toro llevaba las orejas en bandeja por el pitón izquierdo. Hizo caso y se puso de inicio al natural. El bicho embestía de ensueño:



Se rebozaba por el albero, observen en la imagen cómo hace saltar la arena con el morro:




Fue un victorino posmoderno, sin un atisbo de fiereza, con nobleza por arrobas y con 'gran calidad', según la terminología de los taurinos de televisión.




Escribano se encontró a gusto y relajado pero su forma de torear es la que es y no vamos a pedir uvas a la higuera. Media pasada tras perfilarse de manera grotesca:



Es el heredero de Padilla. Rueda de peones capitaneada por el ayer granujilla Robles. Dos descabellos y vuelta para Escribano.

GARRIDO. Su primero era Gargolito, de 515 kilos, el más en tipo Albaserrada de todos para nuestro gusto:



Buen recibo rodilla en tierra:



Primer puyazo trasero, bajo y contrario que el toro toma de bravo, empujando con avaricia:



Termina derribando. Observen en ambas fotos los riñones del toro y dónde había caído la puya:



Cuando levantaron el caballo, el toro se giró porque lo había detectado con el rabillo del ojo y estaba loco por ir de nuevo. Pero Garrido va a lo suyo y nos hurtó el espectáculo pidiendo el cambio. ¡Pepito, muy mal!

Lo mejor del segundo tercio fueron los tres quites excelentes que hizo Escribano en su cometido de director de lidia, ¡muy bien, Manuel!

El toro era pronto, noble, repetidor y escarbador (seis veces). Garrido decidió no echar la pierna adelante ni por equivocación. Se dedicó a vivir al hilo del pitón:



Nueva victoria para el toro, cuyas condiciones se nos antojaron mucho mejores que las que demostró el maestro. Es curioso que el toro parecía peor al final del trasteo que al principio, lo cual no dice nada bueno de Garrido. Por contra, en televisión afirmaban que 'ha entendido muy bien la embestida del toro'

Pinchazo atrás sin soltar, tendida trasera y desprendida más dos pinchazos posteriores que no le tenemos en cuenta porque no se escondió para descabellar como antes Escribano sino que quiso insistir en la estocada aunque con poca fortuna.

Su segundo fue este Planetario, protestado más por su bizquera que por sus 480 kilos:



Metió los riñones nada más llegar al peto pero se afligió en cuanto el caballo se apoyó en la barrera. Eso lo aprovechó el picador para pegarle sin piedad mientras Garrido ni estaba ni se le esperaba. El torete había blandeado de salida y encima el maestro autorizaba ese castigo denigrante.

De lo mejor de la tarde fue el tercio de banderillas que protagonizaron Valdeoro y Cebadera. Éste es el primero de ellos:



En la muleta el toro no podía con su alma. Ahora sí que echó la pierna adelante, el mundo al revés. Si hubiera cuidado su lidia, otro gallo le habría cantado. Bueno, de hecho, el gallo al final le cantó La Traviata porque la bella muerte del toro tras una media traserísima propició que el dadivoso palco le regalase dos orejas:



Y no sólo eso sino que el presidente sacó también el pañuelo azul por su cuenta y riesgo. Victorino no necesita estos regalos baratos que, en el fondo, no dejan de ser una humillación para él. En televisión dijeron que 'Garrido ha alcanzado cotas muy altas en este toro'. A nosotros Garrido nos transmitió la enfermedad del sueño. Escojan lo que deseen.

JUANITO. Era su novena corrida en catorce meses y la primera de Victorino. Su primero se fue al reserva. En un ruedo como éste, lo correcto sería que saliese sólo un caballo. El caso es que se encontró con Palomo que, para Cristina, le pegó 'un buen puyazo'. Pero Cristina, mi alma, ¿no te das cuenta de que lo estamos viendo? ¿A quién quieres engañar? Fíjense en dónde ha caído la puya y cómo tapa la salida al toro de manera abyecta:



El toro empezó a hacerse el amo y la lidia se convirtió en un herradero. Con el tercio cambiado, El Patilla le echó el caballo encima para pegarle un tercer pinchazo de postre. Ni tienen vergüenza ni la conocen.

El tal Gaditano recibió mil capotazos durante el susodicho herradero mientras hacía más kilómetros que Zatopek. El presidente cambió el tercio con buen criterio tras dos pares.

Juanito tenía delante una prenda pero salió airoso a pesar de que al pobre lo marean siempre desde la barrera radiándole la faena.



Sacó el toro al platillo para evitar que se refugiara en tablas y apechugó con sus distracciones, vean:




A pesar de todo, le arrancó pases siempre con esa misma embestida descastada aunque para Cristina eran 'unas embestidas con temple y largura'. Nuevamente elijan lo que prefieran creer. Esta imagen es del final de la faena, para que observen que su descastamiento se mantuvo incólume:



Mientras cambiaba el estoque, Alfonso Gómez fue arrollado. Como le hicieron el quite fatal, el toro volvió sobre él y lo hirió en el glúteo. Estocada honda, trasera y con telonazo y después otra tendida, también trasera y además caída tirando la muleta. Tres descabellos tras un aviso.

Esperábamos el último como agua de mayo porque se llamaba Matemáticas, igual que aquel gran victorino de Morante en Dax. El de La Puebla lo masacró en el caballo y todavía tuvo que sudar sangre con él en la muleta (recuerden aquí). Vean primero al de ayer y abajo al de Morante:




El picador Palomo no hizo honor a su nombre y de nuevo se comportó como un zopilote carroñero. Le pegó una carioca infame dando tres vueltas sobre sí mismo en el primero, haciéndole dos agujeros en la segunda entrada con total impunidad. Claro, sabía que no pasaría la noche donde debería, que era en el cuartelillo tras pagar una multa de 300 euros como mínimo.

El toro no tenía ninguna malicia en la muleta pero el portugués no lo terminó de ver claro, no sabemos por qué. La cosa anduvo desangelada y aburrida mientras el toro le preguntaba: 'pero Juanito, ¿qué quieres que haga?'



El sitio y la decisión que había demostrado en su primero se diluyeron como un azucarillo. Media arriba más dos descabellos. Perdió la muleta porque entra a matar sin liarla y así es lógico que eso ocurra, fíjense:


Ya lo han visto, un espectáculo variado que tuvo bastantes cosas a comentar. Hubo cosas buenas de algunos toros y muchas otras que por parte de los diestros, y en nuestra modesta opinión, no fueron nada positivas a pesar de lo que leerán por ahí. Los picadores oscilaron entre lo pésimo y lo directamente repugnante, en la línea lamentablemente habitual.

Esta misma corrida, con los toros bien lidiados y bien tratados en el peto, cambia completamente para mejor. Pero nos roban cada tarde el primer tercio y no pasa nada. Si en un menú escamoteasen el primer plato, el cliente pediría la hoja de reclamaciones. Si en el cine quitasen veinte minutos de película se reclamaría la devolución de la entrada. Si en el fútbol hurtasen quince minutos de cada partido, habría una revolución.

En los toros nos vienen robando el primer tercio por sistema entre unos (los maestros con sus picadores) y otros (los de la prensa taurina a quienes lo único que les preocupa es seguir viviendo del cuento). Y no pasa nada. Nunca pasa nada ni pasará.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.






6 comentarios:

  1. Cadavezmasdesencantado17 de agosto de 2020, 17:12

    Coincido plenamente con su crítica.
    Con todo, es de agradecer que estos toreros se encierren con 6 toros cinqueños de esta ganadería en plaza de tercera.
    No entiendo cómo sigue con las banderillas Escribano, duele verle salir de la suerte siempre corriendo hacia el burladero.

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    1. Todas estas corridas son de agradecer por parte de los aficionados aunque luego el resultado sea dispar. En la de Zalduendo ya dije que me planteé si ir con paños calientes precisamente por agradecer ese esfuerzo por torear en las actuales condiciones. Decidí que si hacía la crónica era para seguir en la línea de siempre porque si no, la alternativa era no hacerla.

      Sí Escribano cuadrase en la cara, le perdonaría lo que usted comenta o los capotes que le echan desde el callejón. Pero es que se alivia demasiado.

      Saludos y me alegro de que hayamos visto la misma corrida.

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  2. ¡¿¡2 orejas 2... a Garrido con Planetario?!? Muy mal regalo, muy fea actitud. En estos casos siempre es mejor que falte a que sobre, pero surge el trillado y enfadoso intento de agradar al público y de "salvar la tarde". Gracias por el interesante resumen Dn. Rafa. // Atte., Torotino

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    1. Para conceder la segunda oreja, el presidente debe calibrar la calidad de la res lidiada y la ejecución de la estocada. Respecto al toro, está claró que le pareció sensacional porque le otorgó la vuelta al ruedo (un despropósito total). Pero ¿cómo justifica ese regalo de la segunda oreja con aquella media estocada trasera? Me gustaría coger al presidente, ver el vídeo con él y preguntarle a ver cómo lo justifica. Es inconcebible y dice muy poco del nivel del palco.

      Saludos.

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  3. En el primero de Escribano y en relación a la foto del puyazo de Peña:
    -dada la colocación del caballo, da igual lo que el picador haga con la mano izquierda?
    - el recargar lo dice por lo tumbado del caballo sobre el toro.¿Se puede considerar recargar esa disposición- la de la foto-del caballo?
    Un saludo.

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    1. Respecto a la mano izquierda, nunca da igual porque al toro lo ciega. Es la impunidad que permite el peto y esos caballazos que usan. Si lo abriera y el diestro estuviese presto a echarle el capote para sacarlo de esa batidora, podríamos volver a ponerlo en suerte dos veces más. Se trata de dosificar el castigo, algo que éstos desconocen.

      Lo de recargar se refiere al insistir en echar el cuerpo del picador sobre la vara para hacer más daño, no tiene nada que ver con la posición del caballo. Por otro lado, stos caballos están tan resabiados que se tumban descaradamente sobre el toro, con lo cual imagínese al pobre cornúpeta con un caballo tumbado encima, sin ver nada porque le tapan la salida, con la sensación de estar derrotado empujando allí sin conseguir nada y además con un fulano que echa todo el peso de su cuerpo sobre la puya. ¡Y encima clavando trasero! Un completo desastre.

      Saludos.

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