CASTELLA SE VA... ¿PARA NO VOLVER?

A punto de cumplir treinta y ocho años y con veinte de alternativa dice que lo deja pero que no sabe si se va definitivamente. O sea, ni sí, ni no sino todo lo contrario. Campuzano, su mentor, aseguraba en 2005 que 'Sebastián puede estar ahí quince o veinte años, el tiempo que él quiera... y que aguante, claro, porque estar ahí quema mucho'. Pues prácticamente lo ha clavado en su vaticinio.

La personalidad de Castella siempre nos llamó la atención porque tenía algo de lunático. Es innegable que para ser torero hay que tener algo especial, algo de loco o desequilibrado. Esa locura presenta unas variedades que harían las delicias de cualquier psiquiatra. Recordemos, sin entrar en detalles, a Ferrera, Morante, Tomás, Talavante... Todos tienen su dosis de neuronas bailarinas en el cerebro. Nuestro protagonista reconocía que 'desde niño siempre he dado muchas vueltas a las cosas, mi cabeza es una cabeza loca'.

FOTO: Plaza 1

Como dato curioso digamos que en menos de una semana ha pasado de pedir que este invierno se hiciera una 'reorganización de la estructura con televisión, con la que estoy un poco molesto' a decir que se va. ¿Qué molestia televisiva es ésa que no explica? ¿Por qué pedía eso si se supone que tenía ya pensado hacer mutis? ¿O es que quizás ha tomado esa importante decisión de un día para otro? 

En el caso del torero de Beziers, a ese perfil de raro se añade una chulería que nunca nos convenció. La chulería debe demostrarla el maestro en el ruedo y no con salidas de pata de banco de las cuales recordamos más de una del francés.

Por ejemplo, su comportamiento de niñato consentido en varias ocasiones despreciando al palco. En Castellón se enfadó porque no le concedieron la segunda oreja y montó el numerito. Y eso tras una estocada pasada, caída, tirando la muleta y perfilándose fuera de la suerte como se aprecia en esta imagen de aquel día:

Arrojó la oreja nada más recogerla y acto seguido saludó al palco con un desafío displicente y desagradable que nosotros no podemos soportar en un torero (aquí lo contábamos). En Vinaròs se empeñó en no matar una ternera que le había gustado y echó el público encima del presidente (recuerden aquí). Dijo que lo hizo por romanticismo. Luego El Soro le escribió esta carta solidarizándose con él (Castella le había brindado la muerte del toro en la plaza). Si quieren contar los sesenta y nueve pases que dio al tal Lujoso de Buenavista pueden ir a este vídeo a partir del 8:40.

En alguna entrevista ha sido hasta demasiado sincero sacando a relucir lo que quizás debiera mantener en silencio. Nos referimos a cuando le preguntaron que a qué aspiraba en el mundo del toreo. Respondió esto:

"Lo que quiero es mandar en el toreo...hacer lo que yo quiera, torear con quien quiera y los toros que quiera"

Estarán ustedes de acuerdo en que es políticamente incorrecto aunque cierto y verdad como la vida misma. Pero nada le hubiera costado decir algo que no estuviese tan ligado a la golfería rampante que abunda en este mundo taurino de golfos.

En su haber como torero, no negaremos nunca su valor seco. Fue quien puso de moda el pase cambiado de inicio de faena en los medios al cual él denomina 'del péndulo'. Además lo hacía sin arquear el cuerpo en el último instante, con una serenidad que siempre nos pareció muy emocionante.

Con el tiempo ese pase se ha puesto bastante de moda y ya nos hemos acostumbrado. Pasa como cuando Escribano se va a porta gayola. Es cosa meritísima pero el pobre Manuel ya ha tenido que oírse a algún desalmado del 7 gritarle cuando iba hacia chiqueros: '¡Escribano, ya aburres con tanta porta gayola!' Hay que tener muy poca vergüenza para decir eso.

Alguno se quejará de que Castella hizo ese cambiado siempre a monas pero, aunque así fuera, mantenemos que tiene mucho mérito en nuestra modesta opinión. Con ese pase se llevó una cornada fuerte cuando un toro lo arrolló en Cali y una costilla le perforó el pulmón:

FOTO: agencia EFE

Al recuperarse y retornar a los ruedos, volvió a practicarlo en una demostración notable de valor, lo mismo que Antonio Bienvenida tras su gravísima cogida también con  el pase cambiado en Barcelona frente a Buenacara en 1942. Cuando se vistió de luces de nuevo, el primer pase que dio fue el mismo que casi le cuesta la vida.

En su haber también incluiremos la seriedad. No ha sido torero risueño que mendigase ovaciones con gestos joviales y festivos hacia el respetable. Nosotros seguimos considerando una cosa muy seria ser matador de toros y a veces nos carga tanta risa y tanto gesto vano y pueril en el rostro de algunos toreros.

FOTO: Plaza 1

En su debe le ponemos que ha sabido destorear como el que más y que le ha faltado emocionar con su toreo, lo que los cursis llaman pellizco. Esto último, o se tiene de nacimiento o no hay manera. 

En cambio, destorear en lugar de torear o matar vulgarmente en lugar de intentar hacer la suerte como mandan los cánones son dos opciones que el diestro puede escoger aunque luego el resultado sea más o menos vistoso. Por lo menos habrá verdad y no alivio, que es lo que siempre pedimos desde nuestro humilde blog a los maestros ante el toro. Es que como estoqueador no pasará a la historia, siempre alargando el brazo y dando ese salto grotesco como un homenaje a El Juli. Y el telonazo para cegar al toro, que no falte:

Considerado figura por muchos, nos da la impresión de que Castella siempre ha sido consciente de que los taurinos lo tenían un escalón por debajo de sus figuritas del Belén. Uno o quizá dos, la verdad. Se notó en su última comparecencia en san Isidro de 2019. Se acordarán de que Justo Hernández llevó ocho toros y sólo le aprobaron tres. Los camiones empezaron sus idas y venidas y al final salió aquel meloso Poeta para Marín. Castella hizo el paseíllo visiblemente molesto porque estaba convencido de que a El Juli no lo hubieran tratado con el ganado como a él aquel día (recuerden nuestra crónica).

Quiso reivindicarse en Sevilla apuntándose a la de Miura. Dijo que llevaba una semana sin dormir dando vueltas a que tenía que matar esos toros. Hombre, lo cierto es que podría haber dormido como un lirón porque venía con la premeditada idea de no matarlos él sino sus picadores, cosa que cumplieron a las mil maravillas. Menuda carnicería perpetraron para convertir los miuras en un picadillo con el que Castella quiso hacer después albóndigas y ni eso le salió. Al acabar, todo eran quejas de que los toros no habían servido. Véanlo aquel día mostrando gran desconfianza a la hora de matar, con el brazo por las nubes para pegar la puñalada y cegando con un monumental telonazo al toro mientras se escupe de la suerte:

Su filosofía está clara y además bastante alejada de la idea que defendemos en nuestro pequeño cuaderno. Lean:

'Hace veinte años nadie pensaba que un toro podría llegar a embestir tan bien. El toro actual embiste mejor que nunca y hoy se torea también mejor que nunca. Por eso el torero pide toros que funcionen, aquéllos que te permitan el triunfo'

Eso de que 'un toro embiste bien' nos recuerda al final de 'Senderos de Gloria' cuando George Macready se dirige a Kirk Douglas diciéndole 'felicidades, coronel, sus hombres murieron muy bien'.

El maestro coincide por tanto con Juan Pedro Domecq cuando decía que la casta es la que provoca la sensación de riesgo y esta sensación va en contra de la toreabilidad. Si un ganadero busca la toreabilidad, está claro lo que tendrá que hacer con la casta, ¿no? A ese toro posmoderno que tanto gusta a Castella porque embiste muy bien y es tan toreable lo han desnudado de casta (recuerden esta entrada).

Ya ven que hemos ido hablando en pasado porque en principio está retirado. A partir de ahora se dedicará a sus caballos españoles de capa diluida con cuya cría, y según nos informan de buenísima tinta, puede llegar a ser mejor que como torero. Provienen de los de Ricardo Barros (pulsen aquí).

Si se confirma el adiós, ahí quedan sus cinco puertas grandes en Madrid, las mismas que Lalanda, Ordóñez o Luis Miguel. No obstante, insistimos en que cualquier día podría volver ya que ha dejado la posibilidad abierta. 

FOTO: Plaza 1

Si la retirada fuese definitiva, ¿qué nos quedará de su tauromaquia? O, dicho de otro modo, ¿vamos a echarlo de menos los aficionados? Nuestra opinión al respecto pueden deducirla de lo que hemos relatado.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.