¡Y al sexto toro lo mataron los espectadores tras invadir el ruedo! Nuestros paisanos tarraconenses suelen ser personas pacíficas pero cuando se enfadan, que es pocas veces, quemarían a su padre. Eso sucedió con don Luis en la plaza situada a veinte metros de donde escribimos estas líneas. Se le quitaron las ganas de volver a torear aquí porque le llovieron botellas, pedruscos de buen tamaño y hasta un guardia, que dio con sus huesos en el redondel arrojado por la turba enfurecida.
Este fue el lugar de autos. La foto es del siglo XIX, con la plaza recién construida en una zona entonces deshabitada. Nuestra casa está hoy a la derecha de la imagen, donde la primera chimenea. La playa del fondo es la de La Pineda y al otro lado de la primera colina está Salou:
Son muchos los toreros que han salido escaldados en tardes aciagas y que después han jurado no volver a la plaza donde se les maltrató. Recordemos algunos, así, a vuelapluma. Sucedió con Paquiro en Málaga, donde juró que no torearía más tras la monumental bronca que recibió con el toro Gavilán, del Barbero de Utrera.
Gallito lo pasó fatal en Salamanca, donde se rieron de él cuando toreó unos conejos de Saltillo que le amargaron la vida. Lo contábamos aquí pero Maravilla sí volvió a la capital helmántica. Donde tenía pensado no volver durante un tiempo era a Madrid. Lo habían hablado con Belmonte en el patio de cuadrillas en su última aparición antes de morir. También lo contábamos aquí, donde nos hacíamos eco de la almohadilla que le alcanzó en la cara.
Belmontito, o sea, Belmonte Campoy, el hijo de Terremoto, no quiso volver nunca a Zaragoza. En una corrida de Domingo de Resurrección un toro se le puso tonto: 'lo maté de un sablazo en la barriga... la gente en lugar de enseñar pañuelos empezó a enseñar garrotes y lo pasé muy mal...'
A Zaragoza tampoco quiso volver Vicente Pastor: 'nunca se me olvida que le dieron una ovación a un toro que me echó mano pero cuando vieron que no me había calado me armaron la bronca padre...'
Otro que cumplió su juramento de no volver a torear en Madrid fue el indio bravo, Rodolfo Gaona. Pasó un quinario con Barrenero, del Marqués de Albaserrada. Aquel día también llovieron botellas, por eso el diestro se colocó en el platillo dado que tenía miedo de que lo descalabrasen (lo contábamos aquí). Salió protegido por los sables de los guardias, ya que si no es así, no sale.
También El Gordito juró no volver nunca más a Madrid después de que le enseñaran la media luna y, tras hacer un gesto desafiante al público, le cayese una bronca descomunal. Fue el doce de julio de 1868.
El Gallo no volvió nunca a Vitoria después de la peor bronca de su vida torera. Alguna de las piedras que le arrojaron le golpearon en la cabeza: 'lo que hicieron conmigo allí no se hace ni con un perro rabioso'. De Vitoria también salió Lalanda una vez escoltado a medias entre la Guardia Civil y sus picadores.
El Papa Negro salió por pies de Valdepeñas. Para evitar el tercer aviso con un toro de Félix López, 'al revuelo de un capote y con la cara del toro tapada le metí la espada por un codillo... a la salida, las piedras rebotaban en el coche como si fuera granizo pero es que me siguieron hasta el hotel donde me hospedaba y lo dejaron sin cristales a pedradas...'
Manolete sufrió su peor tarde en Soria, con patasblancas de Sánchez Cobaleda. Lo tuvo que sacar de allí la Guardia Civil porque querían correrlo a palos, en frase literal de uno de los iracundos aficionados. Salvo error, nunca volvió. Lo contábamos en esta entrada, donde podrán deleitarse con una sobresaliente estocada del maestro.
A Rafael II en Madrid no le cayeron botellas sino naranjas. Una se la lanzaron con muy mala idea y lo golpeó desde bastante cerca, de manera que Guerrita salió aquel día diciendo lo de 'aquí, que toree San Isidro...' Le cedemos la palabra:
'Eran toros de Cámara y salieron todos muy mansos, la corrida era un continuo escándalo. El quinto era un marrajo asesino, que se defendía y buscaba el bulto. Con aquel buey era imposible dar pases de lucimiento o de adorno pero el público empezó a tirar naranjas y almohadillas en medio de una bronca infernal. Me pegaron un tremendo naranjazo en la espalda y lo injusto de la agresión me descompuso. Tardé en matar y me dieron un aviso. Aquel día tomé la decisión de no torear más en la Corte'
Precisamente Guerrita compartía cartel en Tarragona con Mazzantini el día que nos ocupa. Recuerden que fue don Luis quien impuso el sorteo fastidiando al califa. Aunque en justicia debemos recordar aquella célebre anécdota anterior al sorteo: había una corrida apartada en Madrid con un torazo que era casi el doble de los demás. El Guerra estaba mirando y el mayoral le dijo 'tranquilo, que ése no viene para usted'. Se picó el maestro y exigió matarlo él, cosa que hizo y que lo honra.
El cartel en nuestra plaza aquel 12 de mayo de 1889 fue un mano a mano entre Guerrita y Mazzantini frente a toros de Gómez, de Tortosa, la ciudad donde había nacido treinta años antes el gran Badila. Las reses salieron malas y el enfado estalló en el cuarto. El animal no se movió del piso y ante las ruidosas protestas, en lugar de tostarlo, ya que los perros se habían prohibido en 1883, el gobernador civil que presidía lo devolvió. Los cabestros tuvieron que hacer ímprobos esfuerzos por llevárselo ya que no se movía.
Salió otro toro pero, atención, no lo hizo en sustitución del devuelto, dado que se había ido sin lidiar, no por el hecho de haberse inutilizado. El público entendió que Mazzantini se había quedado sin su toro y tocaba a Guerrita matar el que saldría a continuación. Como don Luis cogió muleta y estoque y se dispuso a matarlo, los tendidos entendieron que se estaba saltando el reglamento y se pusieron hechos una furia. Esto dijeron en El Toreo:
Ese arrancamiento de material de la plaza lo amplían en el Diario Oficial de Avisos:
Lo del guardia que terminó besando la arena lo cuenta La Dinastía:
Ante ese tumulto, el presidente había hecho subir a ambos al palco y Mazzantini lo debió de convencer de que ese toro lo mataba él. Fue en mala hora ya que al bajar y coger la muleta arreció la lluvia de objetos y el casco de una botella lo hirió en una mano como han leído. Se retiró a la enfermería y finalmente fue Guerrita quien mató ese toro que hacía quinto.
El reglamento de la época decía esto, según lo cual don Luis tenía razón. Lean:
Si empezada la lidia de un toro, bravo o manso, que esto no hace al caso, se inutiliza en el redondel y tiene que ser retirado o acachetado en el mismo circo, pasa el turno y no procede su sustitución.
Ya ven que ése no fue el caso sino el que se explica a continuación y que da la razón a nuestro protagonista:
Si el público protesta de su mansedumbre, mala estampa, mala encornadura, inutilidad física u otra causa parecida y el presidente accede a que sea retirado, no pasa turno y hay que sustituirlo por otro.
El gobernador pidió refuerzos por si había que proteger a Mazzantini a la salida. La sangre no llegó al río en los aledaños pero sí sobre la arena. Saltó como sexto un bichejo y Guerrita lo cedió para que lo matara Almendro, uno de los banderilleros. Tras pegarle una estocada defectuosa, el respetable saltó al ruedo y remató al pobre animal a palos. Si como acabamos de decir salió un sexto toro, insistimos: don Luis tenía razón en que no se corriese el turno pero para entonces la zaragata que se había liado ya era historia.
Ya saben que el bueno de Mazzantini terminó como teniente alcalde y comisario de policía en Madrid y después como gobernador civil de Guadalajara, la provincia donde el cacique era el conde de Romanones, poca broma. Ahí lo tienen con sus condecoraciones. Y siempre anduvo perfectamente rasurado en una época en que todos los políticos llevaban bigote o barba:
Militó en el partido liberal y tuvo mucha amistad con Natalio Rivas, una de las dos únicas personas que gozaron de permiso para fumar en presencia de Franco.
Vean cómo vestía fuera del ruedo cuando todavía estaba en activo. Pocas fotos hay de toreros con chistera:
¿Se han fijado en qué buena letra tenía? Además hablaba italiano y francés. Gallito no estaba nada de acuerdo con ese atuendo. Decía esto:
El torero debe vestir siempre como torero, lo demás son cursilerías y pamplinas. O se es torero, o se es diplomático.
Fue el primer torero en cobrar 6.000 pesetas por corrida. Recuerden que Gallito llegaría a percibir 7.500 como máximo. Abajo se ve a don Luis en Barcelona. Es 1894 y está ante un toro que podría ser de su ganadería ya que se mataron tres de Salas y tres suyos. Observen los cuartos traseros del toro donde se marcan los ijares. Hoy se piden toros ajamonados que quizá no sean lo que en origen fue el toro de lidia:
Fue tosco con las telas pero letal con la espada. Una vez en San Sebastián, con toros de Veragua, toreaban Guerrita, nuestro protagonista y Fuentes. A Mazzantini le tocó un primero difícil y el diálogo con el califa en el callejón fue éste que contaba Fuentes:
- Rafael, déjeme usted una muleta de las suyas a ver si yo puedo hacerle a éste todo lo que usted hace a los suyos...
- Mire usted, don Luí, lo que yo les hago a los toros no se lo hase usted ni aunque se acueste en la cama de Lagartijo...
Se le llamó el rey del volapié. Con decir que se lo comparó con Frascuelo, no hay nada más que añadir. El propio Salvador decía refiriéndose a él: 'hay uno que nos va a apretar a Rafael y a mí...' Él le daría la alternativa y Lagartijo se la confirmaría. En la imagen siguiente se aprecia la envergadura del diestro, que le servía para facilitar sus estocadas.
Uno tan exigente como Bleu hablaba de él como 'torero corto y basto pero seguro, con temple de acero en su corazón privilegiado, inmejorable director de lidia, conocedor de las suertes y de los toros, de extraordinaria valentía en los quites y de gran decisión en el momento de la estocada, cruzando con salida de valiente, limpia, rozando los costillares y con todos los pies'.
Murió en 1925. Veinte años antes había fallecido su esposa en México. Viajaron los dos juntos porque toreaba allí y en Guatemala. Ante el cadáver 'me corté la coleta y la ceñí a su muñeca derecha... Está sepultada con ella... Había sufrido mucho con los peligros de mi profesión y por eso quise que se llevara a la tierra el símbolo de mi torería, que con tanto afán la pobre deseó siempre que abandonase...'
Aquí y también aquí encontrarán mucha información sobre él. Fue todo un personaje dentro y fuera del ruedo. Hasta hubo un matasellos en su homenaje:
Una de las primeras escenas del cinematógrafo filmadas en España presenta a Mazzantini en 1896 llegando a la plaza con los picadores, pulsen aquí. Y si quieren ver una estocada suya a un toro que parece de Martínez, observen esta filmación de los Lumière en Nimes el año 1898. Ahí tienen a Mazzantini en el paseíllo:
En Tarragona se lo maltrató y nunca lo olvidó. Hoy los públicos son mucho más civilizados, recuerden lo que contábamos en esta entrada sobre los gatos muertos. En aquella época no se perdonaba que les diese gato por liebre uno que en el ruedo ganaba en una tarde lo mismo que cualquier fulano trabajando cinco años. Esa es más o menos la misma proporción que actualmente ganan nuestras queridas figuras en Madrid o Pamplona.
Hoy, en esta sociedad buenista y sentimentaloide, se perdona todo. Si se paran a pesar, algunas de esas figuras se embolsan en una tarde ciento ochenta mil euros y lo hacen muchas veces echándole cara al asunto, con toros de dudosa integridad y riéndose con desfachatez del tendido entero.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.