Busconero, 544 kilos |
Risueño, 540 kilos |
Radicano, 532 kilos |
Comilón, 551 kilos |
Asombroso, 610 kilos |
Tabacoso, 533 kilos |
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Cuando vio su toro asomar por chiqueros, a Antonio Bienvenida le dio apuro salir al tercio. Se moría de vergüenza al verse no matador de toros sino matador de 'aquello'. Y estaba en Las Ventas, no en una plaza de pueblo. Habían afeitado tanto al toro que más que plátanos tenía rábanos.
El pecado de Camará era algo instituído tácitamente. Así es como se denominaba la práctica del afeitado en la época en que era el apoderado de Manolete y eso a pesar de que Camará no había sido ni el primero ni el único en desmochar.
Tras la denuncia de Bienvenida a finales de 1952, algunos fuleros defenderán la manipulación de las astas como una 'humanización' de la fiesta. Preguntaron a Belmonte al respecto y dijo esto:
'La fiesta se ha humanizado primero con el peto, luego con la falta de casta y ahora con el afeitado. Pero parece que el público tácitamente lo acepta a cambio del toreo bonito que se prodiga. En mi época no se afeitaban, al contrario, se sacaba punta al mogón. No se afeitaban ni para los festivales. Pero en fin, aunque se haya quitado peligro se compensa por lo cerca que se torea hoy... aunque hay quien dice que cuanto más cerca, menos peligro hay...'
Lalanda salió con la pata de banco de poco menos que justificar el afeitado. Bienvenida le respondió por alusiones en una agria polémica que les ahorramos pero de la cual dejamos el titular. Recordemos que Lalanda era entonces apoderado y no torero. En nuestro blog les contamos cómo en su día fue multado sin contemplaciones por darle al serrucho antes de torear en Valencia, recuerden aquí. Ésta fue la respuesta de Mejías:
Para que vean cómo estaba el patio, es memorable la anécdota de aquellos toros salmantinos que vio Camará antes de la corrida. Dijo que no podían salir con esos pitones y que había que arreglarlos. Le preguntaron si había que cortarles aún más de lo que ya habían cortado y repondió que no, que el problema era que se habían pasado. Al cabo de un rato volvió a que les sacasen punta.
Convendrán ustedes con nosotros en que está claro que si el ganadero con su mayoral se niegan a afeitar, no hay quien toque los pitones de los toros. Domingo Ortega, torero y ganadero, decía esto:
'Es que la postura del ganadero es muy comprometida porque está pendiente de los intereses del torero y del público. Está entre la espada y la pared. Si no corta los pitones, no vende los toros. Si los corta, la autoridad le multa aunque la cosa se haya hecho sin su conocimiento. No veo una solución fácil'
La autoridad lo tuvo claro tras la denuncia de Bienvenida. Multa de 10.000 pesetas al ganadero por cada toro arreglado. En caso de reincidencia donde se demostrara su consentimiento, inhabilitación durante un año sin perjuicio de más multa. Si el afeitado era a espaldas del ganadero, multa de 10.000 al torero y a la empresa. Además, inhabilitación al diestro durante seis meses y a la empresa durante un mes para organizar otros festejos.
En aquellos años no había mueco y se torturaba a los toros ensogándolos antes del desmoche. A veces se les cortaba dos veces, como aquellos toros de Urquijo qué mató Arruza en Barcelona en 1952. Toreaba dos corridas y en la primera uno de los murubes hirió a Jumillano. Aquí lo ven antes de la cogida:
Decidieron, por tanto, pegar una segunda rasurada a la otra corrida para la que estaba anunciado el mexicano junto a Parrita y César Girón, que tomaba la alternativa. Arruza se adorna ante uno de los murubes de aquel día:
A una de Bienvenida en Madrid la afeitaron tres veces. Lo contaba él mismo:
'Es cuando más vergüenza he pasado como matador. Fue este año en Madrid (1952). Afeitaron los seis toros tres veces y a mí me tocó encima el más rasurado. No los arreglaron en la plaza sino durante el viaje. Pararon tres veces y en cada parada los tocaban'
¿De quién serían? Salvo que alguien nos rectifique, el maestro mató en Madrid ese año los siguientes toros: dos de Arranz, tres de Miura (por cogida de Rafael Llorente, en presencia de Franco y derribaron cinco veces), uno de Graciliano, otro de Alicio Tabernero, dos de Ignacio Vázquez de Pablo, dos de Albaserrada a nombre de Escudero Calvo y dos que seguro que estaban en puntas del Conde de la Corte. Siete orejas se cortaron a los condesos aquella tarde del 12 de octubre de 1952 y se dio la vuelta al ruedo a dos, Granillero y Gracioso.
Hemos investigado para ver si sacábamos algo en claro. El de Graciliano parece haber salido indemne de la barbería:
El de Arranz tampoco parece que tuviera hora en la peluquería:
De las otras pueden ver ustedes a continuación un sobrero de Mayalde que se lidió en la de Vázquez. No lo mató Antonio porque salió en sexto lugar pero viendo la carita ya pueden suponer cómo estarían los titulares:
Éste fue uno de los miuras:
Y éste de abajo es un sobrero de Albaserrada que salió el día anterior a la corrida que mataron Antonio, Pepe y el recientemente fallecido Pablo Lozano. Debió de viajar en el mismo camión. Por cierto, a ver si adivinan quién es el diestro que se dispone a hacer un quiebro al de Escudero Calvo:
Es Antonio Ordóñez. ¿Cuál de ésas corridas hizo un viaje tan largo que propició tres paradas para darle a la escofina? Aunque, bien mirado, se puede ir de Salou a Tarragona y parar tres veces.
Ese año de 1952 será cuando Bienvenida levante la liebre del fraude en Radio Madrid con Curro Meloja, el que se inventó lo de los guirlaches (aquí lo comentábamos hablando de Galache). Recordamos sucintamente los hechos según los relata Filiberto Mira en su biografía del maestro:
- Antonio Bienvenida triunfa en Madrid el citado 12 de octubre de 1952 con toros limpios del Conde de la Corte. La foto es de aquella tarde:
- Se celebra días después un banquete en homenaje a los tres toreros de ese día con Manolo Carmona y Silveti.
- Bienvenida denuncia la corrupción junto al ganadero Antonio Pérez, de los pocos que entona el mea culpa.
- La autoridad se hace eco y adopta resoluciones contra el fraude mientras un grupo de toreros boicoteará a Bienvenida.
Óleo de Romero Ressendi. Lo tenía en el salón de su casa como comprobarán en la última foto |
El maestro dirá después: 'no logré del todo ganar aquella batalla pero tampoco me atormentó el perderla; lo que siempre lamentaré es que quizás se perdió el prestigio de nuestra profesión y del toreo'
El primer festejo tras la polvareda invernal de la denuncia es una novillada de Morales hermanos, de Plasencia. Las autoridades están ya manos a la obra con los cuernos tras la muerte del sexto, ahí los tienen:
Pero se aprecia que son puñales, al menos los de la foto. Joaquín Vidal tenía entonces dieciséis años y lo recuerda así:
La orden gubernativa había sido clara. Exigía el precintado y examen de las astas afirmando que:
'Sin riesgo no se concibe este espectáculo y la sensación de peligro ennoblece la fiesta y es pieza clave de su prestigio y autenticidad'
Vidal olvida que alguno de los novillos de Morales fue detectado como arreglado y hubo multa para la ganadería. Y una semana después, el 15 de marzo de 1953 saltan al ruedo madrileño novillos de Pablo Romero con esta carita que ven:
La multa fue de 30.000 pesetas, 10.000 por cada uno de los tres novillos que se certificaron como afeitados (unos 3.000 euros por cada res en un cambio aproximado).
En aquella primavera siguiente a la denuncia, se presenta Antonio en Madrid. Es el 3 de mayo de 1953, los toros son de Herederos de Montalvo y la ovación que le depara el público es de gala.
El diablo, que todo lo embrolla, hará que a Antonio le salga un toro afeitado. Era un toro sobrante del año anterior que entró en el lote de Montalvo. Nos preguntábamos en una entrada anterior si es de lógica que salga sólo un toro afeitado de seis. Pues eso sucedió en aquella corrida. Clarito estuvo presente y cuenta en sus memorias que había visto el toro en el campo y recordaba su número por su encornadura playera. Cuando lo vio en la plaza se le cayó el alma a los pies viendo los pitones. Habló con un miembro de la Dirección General de Seguridad y le confirmó que habían propuesto la multa pertinente. És éste que hizo cuarto:
El propio Clarito siempre se caracterizó por pensar mal y acertar. Comenta que la denuncia de Bienvenida no fue por casualidad y apunta tres razones.
La primera, que los ganaderos con cartel querían restablecer el juego limpio ya que, como todo se afeitaba, muchas ganaderías vulgares y baratas eran preferidas a las caras y selectas. La segunda es que los toreros mejores se dieron cuenta de que el afeitado beneficiaba a cualquier recién llegado por lo que tenía de confianza psicológica. Por último, no se descarte el aparente declive que apuntaba Antonio en cuanto a contrataciones. Precisamente se puso en candelero con su denuncia. Los años 1950, 51 y 52 había toreado 10, 26 y 20 corridas respectivamente. Los tres siguientes subió a 31, 40 y 35. Observen que pasó de 56 a más del doble, 106.
Aquí ven al maestro banderilleando en Colmenar uno del Marqués de Albaida. Eso fue antes de la corrida del Conde del 12 de octubre en Madrid. Venía de torear patasblancas en Tafalla. Luego iría a matar toros de Algarra en Tarragona, donde dio la alternativa a Morenito de Caracas:
En la entrada sobre el toro de Miura afeitado en Madrid decíamos que en caso de manipulación, podrían tener el detalle de anunciar en los carteles que los toros habían pasado por el barbero y así el que quiera que compre la entrada. Pues cuidado porque sucedería seguramente lo mismo que pasó en Santander cuando el gobernador anunció que los toros estaban afeitados y se devolvería el importe de las entradas. Ni una fue devuelta porque toreaba Arruza. Cortó cuatro orejas, dos rabos y una pata y el público orejil quedó encantado de la vida.
No nos despedimos sin relatarles una última anécdota relacionada con el afeitado. Aconteció en una plaza hispanoamericana donde el protagonista fue un maestro que está vivo y cuyo nombre figura en las etiquetas de la derecha. Vio que la corrida estaba en puntas y habló con el ganadero para que tocase los pitones a lo que éste se negó en redondo. El toro más ofensivo salió buenísimo y a mitad de faena comenzaron los del PACMA americano con sus gritos de indulto. Tal como empezó a oír la algarabía, el maestro se fue a la barrera por el estoque de verdad, volvió a la cara del toro, se perfiló rápidamente y le pegó un mandoble que lo partió por la mitad. El público indultador se quedó de piedra y el propietario del toro se mordía los puños.
El ganadero fue a hablar con el maestro al finalizar el festejo y el diálogo fue el siguiente:
- Oiga, ha sido usted muy poco comprensivo con el público. Estaban pidiendo el indulto y debería haber esperado a ver qué decidía el presidente.
- Usted también fue muy poco comprensivo conmigo. Si lo hubiera sido, ahora tendría un semental de 30.000 dólares.
Esta divagación sobre el afeitado la culminaremos con una cita de las memorias del citado Jalón:
"se trata de desmochar los toretes de divisa suave favoritos de las primeras figuras (que no siempre son figuras de primera) y se deja intactos los toros serios destinados a toreros modestos o novilleros incipientes. Cuando el afeitado en honor del heroico cordobés llegue a su apogeo, veremos una Dirección General de Seguridad aburrida de decretar vigilancia y sanciones y una Dirección de Sanidad a la que llegaban astas de toros como si fuese el azote de una epidemia"
Por lo menos hace 50 años había vigilancia, análisis y sanciones. Hoy no queda nada de todo eso y los taurinos han llevado el ascua a su sardina. Nos han convencido de que el afeitado oficialmente no existe, de que el toro actual es el más bravo de la historia y de que se torea mejor que nunca. La Arcadia feliz...
Pueden ponerse ustedes una venda en los ojos y creer todas estas milongas. Nosotros, en cambio, nos despediremos ahora sí de verdad con lo que ya intuyó Clarito en 1928:
"El peto y la puya de tres filos han dado media estocada a las corridas. Las manipulaciones fraudulentas y la selección de casta a la inversa le darán la puntilla dentro de unos años. No habrá ni varas, ni quites, ni verdaderas estocadas. Ni siquiera quedará el recuerdo de lo que es el tuétano de la fiesta de toros: la emoción"
Un vidente. ¡Y lo dijo hace cien años!
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.
En una novillada, un banderillero resabiado gritaba al chaval desde delante de nuestra localidad: '¡EN LÍNEA! EN LÍNEA RECTA, ¿EH?' Si la faena se plantea en las rayas, pueden observar que el viaje del toro va paralelo a las mismas. Es ese tipo de toreo donde no se obliga al toro con el fin de que dure más. El antaño obligado de pecho no es tal sino que se remata la tanda por aburrimiento, nunca por necesidad.
Ese toreo adocenado te permite tandas de siete u ocho pases. En el toreo genuino es imposible dar más de cuatro porque el toro te ha comido el terreno. Lo explicábamos aquí.
Solamente aceptaremos el toreo lineal en caso de un toro de sentido o que se ciña. En esos dos casos, si intentas rematar el pase como Dios manda, te va a comer el terreno y se te puede echar a los lomos. Pero es que la linealidad se practica por sistema con objeto de no quebrantar a los torillos domesticados que abundan actualmente. Así se les puede pegar esos cincuenta pases con los que nos torturan tan frecuentemente.
Recordemos la pregunta del titular y respondamos sin marear la perdiz: ¿por qué hoy se torea en línea tan a menudo? Primero, porque asumes menos riesgo al no citar dando el medio pecho ni enseñando el muslo. Segundo, porque así el toro posmoderno te dura más ya que no fuerzas su viaje haciéndole recorrer un semicírculo en lugar de la socorrida línea recta. Y tercero, porque el toro actual, seleccionado casi hasta la domesticación, te permite ese toreo ya que es más tonto. Ni más, ni menos.
A un torillo con el fuelle justo y con la casta, o sea, el temperamento y la listeza, inexistente, lo puedes torear en línea y echando la pierna atrás. Es la manera de que te dure más de cuarenta pases ya que no lo apuras. Y, por otro lado, estás tranquilo ya que es tan tontuelo que aunque te vea no se va por ti sino que sigue la tela a pesar de presentársela retrasada.
¿Qué pasaría si un toro fuese encastado en lugar de estúpido? Que te ve cuando lo citas con la cadera y te pasea por la atmósfera a la primera de cambio. Le sucedió al bueno de Pepe Moral en Francia, lo contábamos aquí. Remata este pase a un victorino:
Un perritoro no hará un mal gesto pero el de Victorino se acuerda del abuelo y se siente humillado al ver que lo destorean como a una ternera al uso. Lógicamente se va tras las piernas del torero, más aparentes que la muleta aunque el maestro esté de perfil:
El toro encastado es aquél que quien lo ve siente que lleva la muerte en las astas (recuerden lo explicado aquí y no dejen de leer los comentarios). El choto posmoderno no lleva la muerte sino una tarjeta de visita para el torero donde dice:
'Exprese conmigo lo que lleva dentro, relájese, siéntase a gusto, abandónese. No está usted ante un toro de combate sino de recreo. Soy su seguro servidor que besa su mano'
Por ese motivo, cuando el aficionado asiste a una corrida de las denominadas duras, donde aparece -o debería aparecer- el toro encastado, difícilmente el diestro se permite el lujo de colocarse mal para ligar espuriamente los pases. Sabe que ese tipo de toro lo va a ver y lo va a coger. Cuando termina esa corrida, haces memoria y no recuerdas ni una sola vez una imagen como ésta (El Juli):
A la ternera bobalicona la puedes citar así sin peligro pero al toro encastado no.
¿Qué pasaría si un toro tiene fuelle? Pues que se podría echar la pierna adelante para torearlo con verdad rematando el pase atrás en lugar de abrirle la puerta. Si tiene fuerza, no hay que ir con remilgos. ¿Qué sucede realmente cuando sale un toro así? Pues que, acostumbrados a no arriesgar, los diestros saben que enseñando el muslo el toro les puede ver la femoral. Se limitan entonces a ver pasar el animal sin dominarlo de verdad.
Dos ejemplos nos vienen a la cabeza. Del Álamo en Salamanca se limitó a ver pasar por delante aquel vendaval que fue el pobre Higuero. Decimos pobre porque lo indultaron pero murió al poco tiempo en el campo.
"El torero debe colocarse de forma que el toro quede interpuesto en el terreno del torero y éste en el de aquél. Así, si el toro avanza por su terreno en dirección al diestro, debería cogerlo a no ser que, para impedirlo, el maestro interponga una suerte destinada a desviarlo de su intención"
Por si a usted le da pereza ir al enlace, añadimos nuestro comentario al del señor Salvador, esperando que nos perdonen la presunción de ponerlo a su lado:
'Si el torero no se interpone, se está aliviando y debe criticarse más que nada por respeto al que sí se interpone, al que no se alivia colocándose fuera de cacho, o sea, al que arriesga más. En suma, por respeto al que torea con verdad'.
Vean a Perera haciendo todo lo contrario a lo que decía Amós Salvador (y cortando dos orejas en Madrid):
Recuerden también lo que decía un sabio como Paula:
'si yo quisiera, podría llevar el toro lejos porque tengo recursos, sé mandar y además tengo brazo y estatura para dejarlo en la otra parte de la plaza
Nos está diciendo que si quisiera destorear, lo podría hacer perfectamente toreando en línea, abriendo la puerta al toro y sin rematar atrás.
Un amigo lector nos indicaba que De Justo había toreado fuera de cacho el otro día a uno de La Quinta para que le durase más el toro. Por supuesto, si es que el problema es ése, querer darle cincuenta o sesenta pases a cada toro para que el público orejil amortice la entrada.
Nosotros firmaríamos por quince bien dados rematados atrás, aunque el toro se rompa. Al fin y al cabo, después le echas la culpa al ganadero y listo. Joselito Arroyo lo comentaba una vez:
'A mí me gustaba rematar el pase aquí (y llevaba la mano detrás de la cadera). Sabía que el toro se me iba a romper pero lo prefería así'
Otro que tal bailaba era El Viti. Recuerden aquí cómo remataba los pases. Él decía sin ambages que 'no es lo mismo torear en línea que en círculo'. Y eso ¿no lo saben los de ahora? Toma, claro, pero se saben aún mejor todo el festival de ratimagos y candongas con que embaucan al público aprovechando el beneplácito, cuando no la adulación, de los críticos que viven de esto.
Un banderillero del de Vitigudino se lo decía:
"Santiago, ¿no te das cuenta de que con el recorrido que le pides al toro no te responde, no te aguanta? Se te para a mitad de faena porque tú lo asfixias..."
En la autobiografía del citado Joselito, comenta cómo la cuadrilla le dice una día que tiene que torear 'p'aquí y p'allá, como X, le aplauden igual y está rico'.
¿Qué es eso de p'aquí y p'allá? Pues imagínense al peón abanicando con la mano llevándola lejos de la cadera a un lado y a otro, sin rematar nunca comme il faut. ¿Saben lo que decían a Joselito los de su cuadrilla sobre esa forma de torear del p'aquí y p'allá? Citamos literalmente: 'así es como lo tienes que hacer, cortarás las orejas exponiendo la mitad, ¡fenómeno!'
Qué granujas... Para que confirmen ustedes si los profesionales saben o no en qué consiste el toreo de verdad.
Urdiales es de los pocos que saca a relucir toreo auténtico sin torear en línea y rematando bien los pases (aunque sólo cuando quiere, que no es siempre):
Otro es Ortega. Es que se pueden contar con los dedos de una mano y sobran varios:
'El toreo de hoy se basa en el compás atrasado, en echárselo afuera y en pasárselo a medio metro del cuerpo; además está eso moderno de 'empujar al toro' y doblan el cuerpo para llevarlo largo'
Lo que vemos hoy cada tarde en que se anuncian toretes comerciales es simplemente pegar pases, o sea, enredar y enredar, como decía el as de espadas.
Los selectos seguidores de nuestro modesto blog habrán visto la cantidad de veces que en la crónica de diferentes corridas hemos escrito cosas como 'una pesadez', 'la cosa fue insoportable', 'dio cuarenta pases y ni uno bueno' o 'se nos cerraban los ojos'. Pepe Luis Vázquez hijo repetía que 'me da coraje que alguien pueda gritarme que me pongo pesado toreando'.
Hoy no les da coraje ni eso ni nada. Nosotros somos de la escuela de los dos pepeluises, tanto Vargas como Vázquez. Estamos chapados a la antigua y a estas alturas ya no vamos a cambiar.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.