FERIA DE SAN ISIDRO, 2022 (14). VALDEFRESNO: DE MORUCHADA, NADA

La última corrida de Valdefresno en Madrid fue la del 12 de octubre de 2019 con la tremenda cornada de Gonzalo Caballero, recuerden aquí. Aquella dio una media de 535 kilos y ésta de 568.

Los toros mansearon más de lo reglamentario pero sacaron un cierto genio que hizo interesante su lidia. Estamos convencidos de que esta misma corrida bien lucida en el primer tercio cambia completamente la imagen. Por supuesto que no estamos de acuerdo con el grito que se oyó en el sexto de ¡ganadero, vaya moruchada!

Repetía como presidente Oliver después de su veletismo en la novillada anterior.

LUQUE. Su primero era un toro hondo, bizco del izquierdo y con el cuello justo (gracias al maestro Moore):

Intentó empujar de bravo en el primero pero ese T-34 tordo hizo que dimitiera al instante. En el segundo ni peleó. Ante esa mole los toros se sienten vencidos a la primera de cambio. Observen que el toro parece un perrillo a su lado:

El toro había sangrado muchísimo en el caballo y se venía al ralentí, cosa que no interesa a un torero del corte de Luque. Esa poca fuerza hizo que empezase a calamochear y a quedarse debajo. Insistió el diestro en intentar que el toro tragase a pesar de esas incomodidades a las que se añadió el aire.

Él es uno de los que mejor sabe castigar a los toros por abajo y quizá es lo que éste se merecía y no tuvo, con lo cual la cosa quedó en unas tablas que para el toro fueron un honor. Se tuvo que oír un grito de ¡no has podido, Daniel!, que confirma esas tablas que decimos pero en ningún caso una victoria del toro.

Estocada corta pasada, pinchazo sin soltar y estocada perpendicular tapando la cara. Ejecutó el mejor descabello en lo que va de feria.

Su segundo era un pavo negro mulato, bragado, meano, axiblanco y con leña por arrobas. Se volvió a la manga por dos veces tras acceder al ruedo:

Paliza al toro encerrándolo entre la barrera y el caballo y derribo posterior, suave y sin mérito, al irse al pecho:

El toro se fue a tablas y allá puso Zayas un gran par aguantando el apretón. Pegaba arreones de manso y según le daba andaba al paso. De nuevo Luque se puso a torear con la esperanza de que el toro se comportaría y hay que reconocer que, a pesar de estar siempre de perfil, logró centrarlo y tiró bien del animal:

Estocada trasera, caída y con monumental telonazo. Lo mejor del toro fue su bonita muerte:

GARRIDO. Su primero era un negro azabache, bragado, meano, ojalado y cornalón:

Buena pelea en el caballo a pesar de la desidia del diestro al ponerlo en suerte las dos veces, un desastre. Este toro, bien tratado en tres varas en el primer tercio, estamos convencidos de que hubiera dado un espectáculo, además con Óscar Bernal. Pero Garrido desprecia la suerte de varas.

Pasábamos de haber podido empezar el segundo tercio en un clima de satisfacción del aficionado a continuar la lidia como en un cementerio.

El toro tenía sus distracciones y estaba loco por la madera pero cuando se centraba embestía con cierta rasmia. El problema de Garrido fueron las demasiadas pausas durante el trasteo y el abrir la puerta al toro favoreciendo con ambas cosas su distracción.

Como es otro de los toreros mimados en Madrid, se tuvo mucha paciencia y no se oyó ni una sola protesta. Casi entera trasera y tendida perdiendo la muleta cuando el toro hizo por él bruscamente como se ve en la imagen. Luego lo persiguió obligándolo a correr los 100 metros lisos hasta tomar el olivo:

El presidente estuvo en su sitio desoyendo una petición no mayoritaria.

El quinto era también negro, apretado de carnes y un poco más alto que sus hermanos:

Garrido dio las únicas verónicas de toda la tarde pero le salieron sucias. Esta vez sí colocó bien al toro en suerte pero fue para una pelea insulsa mezclada con un barullo, más que un quite, por chicuelinas.

Fue curioso ver el trabajo que tuvo Chacón para sujetar al toro, al que dio durante el segundo tercio ocho capotazos, el doble de los habituales en él. 

Garrido había entendido que su principal misión era sujetarlo en el engaño. Lo consiguió sólo a medias pero volvió a gozar de la gran paciencia del respetable, que con otros no hubieran tenido. 

Al final, cuando ya se estaba poniendo pesado, escuchó un par de pitidos porque las voces eran de discusiones en el tendido, no contra él. Pinchazo que escupe perdiendo otra vez la muleta y casi entera alargando el brazo con habilidad:

JUANITO. Confirmaba la alternativa. El primero de la tarde era negro zaíno, acapachado y corniapretado, que es lo que ya hace tiempo que se busca en esta ganadería, evitando esos toros casi playeros de los que huyen los veedores:

Doble marronazo del picador con pelea olvidable del toro.

El de Valdefresno no andaba sobrado de fuerza pero sí de nobleza. El portugués tuvo el detalle de empezar la faena con la izquierda pero el poco fuelle del toro no prometía muchos alardes, como así fue.

Este diestro se arma moviendo las piernas de una manera extraña. Dejó un pinchazo arriba, una corta en buen sitio y una entera arriba, siempre sin tapar la cara del toro pero saliéndose un poco:

El último era un burraco ojalado, coliblanco y bien encornado:

No menos de tres agujeros le hizo el piquero al burraco, que empezó metiendo los riñones y terminó saliendo suelto sin pelear. Insistimos en que con estos caballazos de Madrid, no hay ninguna posibilidad para los pobres toros, que se afligen cada tarde:

Juanito no se aclaró en un inicio de faena muy embarullado. De ello se apercibió el toro, que llevaba la cabeza por la andanada y quería mandar él, cosa que le demostró desarmándolo.

Creemos que era un toro para echarse encima de él y arrancarle pases a cara de perro pero el portugués no estuvo por esa labor.

Pinchazo y casi entera muy tendida y pasada escupiéndose con alevosía:

Oyó dos avisos con catorce descabellos. Muy bien Luque a su lado durante el vía crucis que sufrió con el verduguillo.

Personalmente no nos aburrió la corrida porque los toros mostraron bastantes teclas que tocar. No fueron ni mucho menos un paradigma de casta y bravura pero tampoco la tan temida tonta del bote. Es posible que con menos aire los toreros hubieran visto las cosas más claras y la impresión global fuese otra.

Al final, Nicolás Fraile no se dio coba al opinar sobre su ganado, que conste en acta.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.