martes, 29 de agosto de 2023

CUÉLLAR: UN AZUL QUE DIO 'CAGUERA'

El que antaño fuera un aficionado serio, de nombre Chema Costales, se ha convertido en un presidente caprichoso que nos depara momentos de indignación e incoherencia a partes iguales. Lo hizo en la reciente Copa Chenel y lo ha vuelto a hacer en la corrida de los resinas, donde azuleó de forma totalmente ridícula a un toro.

Pocas veces habrán visto ustedes que se dé la vuelta al ruedo a un toro entre pitos y gritos de disconformidad. Eso es lo que sucedió en Cuéllar tras la peregrina decisión del palco. Un avispado aficionado de la zona nos decía que estuviésemos al tanto de si el año que viene se lidiaba una novillada de resinas en la Granja de San Ildefonso...



Como decimos se lidiaron resinas en puntas pero terciados, la mayoría anovillados, sin dar miedo, de mínimo respeto, sangrando muy poco y con hechuras raras como verán en las fotos, donde parecen santacolomitas de pega.

Uno de ellos fue sedado en el encierro matinal y los otros lo corrieron de forma un tanto chochona. Todos fueron bondadosos hasta casi la náusea y las peleas en el caballo casi no merecen ni mención.



Hubo un tercio de entrada, con la sombra a cuarenta euros. El día anterior Téllez fue propuesto para sanción porque dejó una estocada que hacía guardia y no la pudieron sacar, de manera que clavó dos estoques en el mismo animal sin pedir permiso a la presidencia, cosa que prohíbe taxativamente el reglamento. En el siglo XIX no existía esta norma y Cucharero llegó a tener tres estoques de Lagartijo clavados en su cuerpo (recuerden aquí).




DEL ÁLAMO. Su primero era un cárdeno bragado, meano, axiblanco, estrellado, bien presentado pero con el trapío justo:



Blandeó en el caballo mientras le hacían la carioca y estuvo bien Barrero con los palos. Fue después un torete doméstico que llevaba el morro por el suelo de manera llamativa, como ven en las dos imágenes:




Del Álamo se limitó a pegar pases demostrando que es de la ultraderecha. Pinchazo sin soltar y rinconera con derrame tirando alevosamente la muleta. Oreja barata.



Su segundo era un negro bragado, meano, axiblanco con una carita muy cómoda y unas hechuras muy raras:



Recibió dos palizas infectas en las que empujó un poco pero enseguida se fue suelto, cosa que entendemos perfectamente porque nosotros hubiéramos hecho lo mismo. Fíjense cuánta sevicia:



Bien Roberto Blanco en este par pero mal después poniendo en marcha la rueda de peones:



Esta vez el salmantino se echó la muleta a la izquierda pero no tenía mando en la muñeca y el toro se dedicó a ir a su aire hasta desarmarlo:



Pinchazo sin soltar, esta media desprendida y descabello.




JUAN DE CASTILLA. Su primero era un cárdeno oscuro con carita de novillo y feo por ser colín:



No hizo nada en el caballo pero después asistimos a lo mejor del festejo, lo único de categoría, que fueron estos dos pares de Raúl Cervantes. Son lo único positivo que nos llevamos de esta plúmbea tarde cuellarana:




El torito era una maquinita de embestir y Castilla estuvo  voluntarioso... 



... pero ubicado permanentemente al hilo del pitón:



Ya aprecian cómo metía la cabeza el resinita. Si lo viese Ordóñez... Se quedó dos veces claramente en terreno del toro pero como éste era una hermanita de la caridad ni se inmutó. Se equivoca entrando en la suerte contraria y pincha. Acierta cambiando a la natural y ahora deja una estocada perpendicular y ladeada que basta pero siempre girando la cara al clavar, sin querer mirar al morrillo. Oreja de los chinos.



Su segundo era un choto feo por anovillado, degollado y cariavacado:



Todavía no sabemos por qué el picador le pegó una paliza que no venía a cuento.



Protestaba por arriba y Castilla intentó esforzarse por bajarle la mano mientras el toro se dedicaba a pasar por allí. El aburrimiento fue máximo pero lo repartiremos al 50% entre el toro y el torero.



Estocada baja que basta y orejica a la que se sumó el demencial pañuelo azul que enseñó Costales. No vamos a insistir más en su disparatada decisión.




COLOMBO. Su primero era un cárdeno terciado que de salida seguía el capote en semicírculo como si fuese el domecq más pastueño de la historia:



Se equivocó colocándolo en el platillo y tuvo que acercarlo pero dado que tardeaba, Israel de Pedro montó el número de arrojarle el castoreño como si así nos quisiese convencer de que no pertenece a la banda, cuando es uno de los jefes. El toro se arrancó, lo pinchó casi en el brazuelo y tuvo que rectificar siempre tapándole en la salida:



Reconoceremos que en el segundo acertó en buen sitio y se retiró ovacionado exageradamente por su gesto teatral. Por cierto, las mulillas y los monosabios corren de su cuenta. Lo decimos porque llegaron a dar hasta media vuelta al ruedo a paso de burra antes de recoger a algunos de los toros muertos. Es la comedia típica de los mulilleros. Nos gustaría saber cuántos eurillos les caen por montar ese espectáculo triste y penoso.

Colombo puso tres pares lamentables a toro pasadísmo. Cervantes se mordía los puños escuchando las ovaciones que constataban la ignorancia del respetable:



El resina empezó siendo pronto y muy obediente pero llevaba la cabeza a media altura y embestía de forma un poco desordenada.



Curiosamente había metido la cara mejor de salida que después de la lidia. Como no le bajó la mano no se sintió nunca toreado y la cosa acabó de pinchazo y media en las agujas cegando al toro:



En sexto lugar salió este negro entrepelado con morrillo que se lesionó de los pies y fue al corral. ¿Dónde está el morro chato típico de este encaste?



Salió el primer sobrero, que era una sardina derrengada y que también vio el verde:



Por cierto, con el cartel estaba Azcona, el torilero de Pamplona que viene aquí a correr los encierros:



El segundo sobrero no fue una sardina sino un boquerón, negro bragado y meano. ¿Qué diría don José Luis de Pablo-Romero al ver este especimen? Recuerden pulsando aquí:



Lo del caballo fue menos que un simulacro y pasó sin picar. Por fin Colombo colocó un par cuadrando en la cara que fue éste:



Como el animalillo estaba sin picar empezó galopando y si sumamos a ello su nobleza tontuna, concluiremos que ofrecía las dos orejas en bandeja. Pero el trasteo de Colombo dejó mucho que desear ante ese bombón.



Le pegó no menos de cuarenta pases y ni uno bueno para terminar con un bajonazo a capón con derrame y ejecutado a un tiempo, pegando su habitual puñetazo:



Oreja pueblerina tras la bella muerte del toro, que fue lo mejor que hicieron los seis resinas lidiados. Bueno, la verdad es que fue lo único bueno y ya pueden imaginarse que tragarse dos corridas de este hierro, como hemos hecho nosotros en menos de quince días, para sacar en claro la dócil embestida de uno que no parecía de esta vacada en Cenicientos y la bella muerte de éste en Cuéllar es un bagaje muy triste. Y las hechuras ya las han visto.

Mención aparte merece esa presencia anovillada que tenían todos excepto un poquito menos el primero. Si la empresa de Cuéllar fue en invierno a reservar estos toros no nos podemos ni imaginar qué aspecto tendrían entonces porque se aproximaría bastante al de unos erales infantiles.

Sobre el presidente no vamos a volver a insistir porque ya está dicho lo que hubo. Y conste que hemos escrito sobre él con el freno de mano para no decir alguna auténtica barbaridad.

Afortunadamente echamos el día junto a unos amigos segovianos de nuestro modesto blog con quienes compartimos mesa y mantel. El cordero que asó uno de ellos vale por las cuatro corridas a las que hemos peregrinado y de las cuales bien pocas satisfacciones hemos recibido.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.





lunes, 28 de agosto de 2023

COLMENAR: SI SALCEDO LEVANTASE LA CABEZA...

El que fuera aficionado más insigne de Colmenar se hubiera quedado de piedra viendo la repugnante aplicación del monopuyazo español que se perpetró durante toda la tarde en su ciudad natal.

Pensábamos que en esta tierra, donde se criaron los temibles toros colmenareños, habría un mínimo de decencia y de interés por el primer tercio pero esto es ya una batalla perdida en cualquier sitio de España.

Después de lo que ustedes ya conocen de la prevista corrida de Cuadri, se solucionó la cosa con un desafío entre Peñajara y San Martín. Lo de llamarlo desafío es una estupidez que habrá que eliminar de los carteles porque en teoría implicaría una competición en la suerte de varas y, como eso nunca se da, no tiene sentido anunciar así estas corridas de dos ganaderías.



De los tres de Peñajara dos fueron perfectamente olvidables mientras que el tercero, el de la foto anterior, sacó un cierto genio, suficiente para hacer naufragar a Ángel Sánchez, quien dio la impresión toda la tarde de ser un alma en pena. Nos sorprendió la tranquilidad de Rubio ya que no se movió en ningún momento del burladero del callejón.



Los de San Martín podrían haber hablado con Cicerón en el latín más clásico porque sacaron muy malas ideas. Los seguidores habituales saben que nos cuesta mucho utilizar por aquí la palabra descastados pero quizá sería aplicable a estos tres santacolomas.



Conste que entre una ternera bobalicona y un toro problemático siempre preferiremos a este último. De hecho, es posible que estos tres nos salvasen la tarde con su aviesa actitud y los apuros que hicieron pasar a los diestros.

Apenas hubo un tercio de entrada, con la sombra a 40 euros.



MIGUEL DE PABLO. El colmenareño se presentó con un terno muy bonito, purísima y azabache con el chalequillo en oro. Su primero era de Peñajara, un castaño salpicado bocidorado, bizco del derecho, un poco escurrido y en puntas:



Lo recibió con verónicas de paso atrás antes de que el toro se diera media vuelta y huyera cuando lo pusieron en suerte al caballo. Se fue al reserva para recibir el monopuyazo español en la puerta de toriles, el primero de la tarde:



Rus clavó de sobaquillo y Herrera mucho mejor como ven:



En la muleta el toro era probón y un poco pegajoso pero estaba siempre pendiente de la tela:



De Pablo se colocó siempre bien y lo vimos con soltura, como si torease cada día. Estocada trasera hasta el pomo pegando el telonazo con la inevitable oreja del paisanaje:



Su segundo era un negro entrepelado, enmorrillado, nevado, gordo y veleto de San Martín al que recibió con dos largas en tablas.




El tal Taconero no sabía que Sangüesa lo estaba esperando para echarle el caballo encima y machacarlo con vileza y sin piedad. La sangre le caía al pobre por detrás del brazuelo:



Las banderillas no se clavaban, no por defecto de fábrica sino por las excesivas precauciones de los peones:



Como siempre decimos, son tan buenos que saben cuándo aliviarse y cuándo no. Observen la diferencia entre el primer par de Vicente Herrera y el que puso después al sesgo:




Está claro, ¿no? Nadie esperaba que el toro sacase malas pulgas pero lo hizo y empezó a repartir tarascadas como defensa ante su poca fuerza.



Seguimos todo el trasteo mirando por el objetivo de la cámara a pesar de la incomodidad que supone porque nos temíamos que en cualquier momento iba a levantar los pies del suelo al maestro. Afortunadamente no fue así y la cosa terminó con dos pinchazos y media tendida y trasera pegando siempre el telonazo.




BORJA JIMÉNEZ. Debutaba en Colmenar. Su primero fue un negro salpicado y ojalado de Peñajara que cumplía seis años en diciembre pero que tenía cara de niño y por ello se escucharon protestas aisladas desde el 5 alto:



Monopuyazo consistente primero en una barrenada infecta y después en la asquerosa batidora, todo penoso. Salvo error fue Borrero quien puso un gran segundo par después.

El toro era soso por paradete y topón. Jiménez estuvo quieto ahí, arrancando pases con voluntad hasta terminar poniéndose un poquito pesado:



Mató de esta estocada trasera un pelín contraria y sin puntilla:



Su segundo se llamaba Taurino y no hizo honor al nombre porque sacó ideas de marrajo. Era un negro entrepelado, bragado, meano de San Martín, con dos agujas:



Jiménez le hizo un gran recibo con la capa encelándolo sin contemplaciones hasta rematar en la boca de riego porque el toro se quería reír de él. Lo mejor de la tarde.

Se vino de lejos al relance y partió la vara del piquero pero como se quedó al lado de la barrera bajo el caballo sin empujar, le dieron otro palo desde el callejón al de la banda del castoreño y sin vergüenza le pinchó a placer, convirtiéndose en un vulgar picador de carne.

El tal Taurino era guasón, mirón, recortante, distraído y gazapón, o sea, una auténtica prenda. Como Domingo Ortega  está muerto y Manili retirado, nadie puede hoy con un toro así. Jiménez no hizo nada. Observen la actitud del toro ignorando al maestro:



Tuvo suerte de cazarlo con una entera trasera y encima fue duro para morir:




ÁNGEL SÁNCHEZ. Nos cuesta recordar a un torero que anduviese tan a merced de sus enemigos. Su primero era de Peñajara, un colorado ojo de perdiz, listón, anteado y axiblanco, de 473 kilos:



Todos sabemos que a Sánchez el primer tercio le importa un pimiento y lo demostró una vez más dejando al toro de cualquier manera. No peleó y salió suelto.

Luego vimos una excelente brega de Moli y dos buenos pares de Rey, como es habitual en él:




Moli había enseñado que el pitón bueno era el derecho y que por el izquierdo el toro rebañaba. Pero Sánchez salió con la faena del hotel, sin imponerse y el tal Adivinanza se le subió a las barbas de inicio poniéndose cada vez más violento:



Anduvo a la deriva, totalmente desarbolado y acabó arrojando el estoque de mentira con violencia al callejón, suponemos que enfadado consigo mismo por su ineficacia.

Cuando estaba perfilado el toro se le arrancó, como hacen siempre los que han ganado la batalla. Sablazo en el lomo y nosotros tocamos palmas al de Peñajara en el arrastre más que nada para fastidiar al maestro.



El sexto era de San Martín, un negro bragado, axiblanco que salió a cien por hora pero debió de lesionarse en la carrera porque al poco empezó a rodar por el suelo y fue al corral:



La parada de cabestros era preciosa, como no podía ser menos en esta tierra:



Salió el sobrero, también de San Martín. Era este berrendo en cárdeno, careto, coletero corniabierto y astifino:



Monopuyazo español, el sexto de la tarde para variar, y posterior canguis en banderillas.

Sánchez vino a Colmenar mal dormido o mal despierto ya que no sabía dónde meterse. Le crecieron alas en los pies mientras el berrendo se preguntaba qué hacía aquel hombre deambulando por delante de él. El madrileño no quiso ni verlo.



Le pegó esta entera caída con degüello y suponemos que se fue a casa muy preocupado por su paupérrima actuación. Tuvo suerte al retirarse porque los abundantes pitos con que se lo despedía quedaron silenciados por una mascletà que prendieron en el tendido.




No perdimos la tarde porque esas malas ideas que sacaron los de San Martín nos hicieron evitar la siesta. En cambio lo de Rubio ya han visto que fue poca cosa.

¿Hubiera sido una tarde memorable en caso de haberse lidiado los de Cuadri? Nunca lo sabremos. 

Saludos cordiales desde Madrid. Rafa.