El titular viene a cuento porque Talavante fue herido por 'Nenito' en san Isidro. Ayer, Ureña fue volteado por su segundo y Adame casi sufre un serio percance en el cuello también en su segundo. Los tres incidentes han sido culpa clara de los toreros, pero eso a pocos importa. El problema para el ganadero hubiera sido asociar el nombre de su hierro a tres cogidas que podrían haber sido muy graves.
La de Talavante ya la analizamos en su momento (pulsen aquí). La de Adame es culpa suya porque se pone de rodillas de inicio ante un toro que venía rebrincado. En el segundo pase le pega un gañafón que no le coge el cuello de milagro. El diestro se pone de pie como movido por un resorte después de ese alarde no de valor sino de temeridad. Éste es el instante (todas las fotos en que no indicamos nada son de Julián López):
Recordemos que no tiene nada que ver la valentía con la temeridad, lo razonábamos aquí.
Ureña sufre una fea voltereta también por su culpa en su segundo. Pueden ver la secuencia en el 2'14'' de este vídeo. Le da un pase de pecho con los pies juntos:
De vuelta, intenta ligar con un natural sin enmendarse citando mal. Se ha quedado en el terreno del toro, observen:
Lógicamente, el toro no puede por menos que engancharle la pierna derecha:
Y lo termina volteando de manera muy fea pero sin consecuencias graves:
Ya que estamos, algo similar le pasó a Román el día anterior (pulsen aquí a partir del 1'22''). Ahí lo tienen: acaba de dar un derechazo y se cambia la muleta de mano por la espalda quedándose en el terreno del toro:
Lógicamente, el cite es fatal y, al estar en el terreno del toro, éste se va a por él y no mira el trapo:
El pitón roza al abdomen y Román tiene bastante suerte de llevarse sólo magulladuras:
Aquí se ve que el toro lo ha encunado sin hacer carne:
Lo dicho, culpa de los tres diestros al confiarse con toros que han pasado de puntillas por el caballo y que luego se vienen arriba. Con esos toros ¿no estaremos a medio camino entre lo que pedimos nosotros y lo que nos ofrecen los ganaderos? Nos explicaremos pero los partidarios de la fiereza no hace falta que sigan leyendo porque vamos a discutir de otra cosa. Y, para entendernos, hablaremos de ganaderías duras y ganaderías comerciales.
Las ganaderías duras no buscan en teoría el toro colaborador sino el encastado. Por eso, les pegan a conciencia en el caballo y luego en la muleta su juego es regular o directamente malo. Las ganaderías comerciales buscan la colaboración del toro y en la muleta la mayoría de las veces su juego termina siendo tan penoso que el torero parece un domador de circo (recuerden aquí).
Pero sucede a veces que el toro de la ganadería comercial pasa sin picar, se viene arriba y embiste encastado en la muleta. Ha sido el caso de los cuvillos de Talavante en san Isidro, el segundo de Ureña ayer o el mejor de la corrida, el primero de Adame. En esos casos, nos quedamos sin las varas pero en el último tercio el toro embiste con codicia y temperamento.
Eso va en la línea de la idea moderna de los ganaderos 'comerciales': la bravura del toro se ve en la muleta, cuando dobla la cerviz y se crece doblándola aún más cuando el torero lo sigue obligando. Se crece al humillar y no en el caballo. El mismo Álvaro Núñez lo afirma sin ambajes:
"La bravura es crecerse al castigo. Ahora bien, ¿qué es lo que más castiga al toro? La muleta. No hay mayor castigo para un toro que la sumisión, que le obliguen en la muleta sometiéndole".
Ya saben que nosotros no estamos de acuerdo y nos moriremos midiendo la bravura del toro en el caballo. El auténtico castigo es la puya siempre que se realice bien la suerte, claro. Por eso, nuestra duda es ¿cómo embestirían en el último tercio los toros de las ganaderías duras si pasasen con los picotazos de las comerciales?
A eso no se arriesgan los diestros porque el fondo de casta que atesoran podría aflorar al venirse arriba el toro por el castigo insuficiente. El maestro quedaría claramente en evidencia. Pero ojo porque uno de Cuvillo que pase sin picar como los citados, puede dejar también con el trasero al aire a más de uno.
Otra pregunta: ¿qué hubieran hecho figuras como Tomás o El Juli con cuvillos codiciosos como éstos? No nos cabe duda de que los hubieran encauzado en la muleta y habrían canalizado ese temperamento incluso llegando a convertir en pastueño un toro como ese primero de Adame:
Bueno, y Ureña ¿qué? En el haber, su entrega, su valor, su buena colocación en algunos pases -no todos- y el rematarlos bien -tampoco todos-. Precisamente aquí remata bien este natural a pies juntos:
El problema es que es imposible dar la misma hondura a un pase a pies juntos que cuando se carga la suerte. Corrochano debió de estar ayer en el tendido de Las Ventas sin que nadie lo detectara porque lean lo que escribe:
Ureña va siempre demasiado forzado para nuestro gusto, como crispado. Debería tranquilizarse. Y tiene un vicio que nos desagrada. Consiste en sacar la tripa al paso del toro componiendo una figura muy poco natural:
En el debe, dos estocadas donde se quedó en la cara de manera lamentable. El mismo error en ambas, la primera:
Y la segunda:
Su valor hace que termine enterrando el estoque pero casi le cuestan un serio disgusto, las pueden ver en el 1'04'' y en el 2'32'' pulsando aquí.
No ha leído a Rafael Ortega:
"si te quedas en la cara al entrar a matar es cuando te cogen los toros".
Ureña debe corregir esto porque tendrá una cogida grave. Por lo menos, ha corregido bastante el vicio de aliviarse tirando la muleta (como la tiró Román con el de Fuente Ymbro y pasó las de Caín cuando el animal hizo hilo con él por media plaza).
Insistimos, ¿seguro que ninguno de los presentes vio a Corrochano en el tendido? Es que seguimos leyendo lo que dice y ya me dirán ustedes:
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.
(No les dejamos con la duda: los textos de don Gregorio son de junio de 1928).