lunes, 15 de abril de 2024

FERIA DE SEVILLA, 2024 (2). VICTORINO: ESCRIBANO CONTRA EL BUENISMO

Manuel Escribano hizo de Alonso Quijano, como si se tratara de un caballero andante surgido de la máquina del tiempo. Ofreció una imagen totalmente alejada del fastidioso buenismo social imperante. Cuidado porque ese buenismo ya hace tiempo que invade también la tauromaquia con la complacencia de los medios apesebrados. No obstante, de vez en cuando salta la liebre y asistimos a gestos como el del maestro, de quien los seguidores más fieles saben que lo hemos colocado siempre entre los cinco más valientes que hemos visto en directo.




ESCRIBANO. Se fue a porta gayola en su primero escuchando una ovación que nos recordó el velatorio con que se acompañó a Valadez el otro día en la misma suerte. Aguantó de rodillas el desaire del toro:



Cuando se levantó, el toro lo enganchó con el cuerno en una verónica y le dejó una cornada de 10 cms. en el muslo derecho. No podemos decir que la causara un error del diestro a no ser que entendamos por tal el estar ubicado a favor de la querencia del toro:



Lo retiraron a la enfermería donde fue cosido con anestesia local y a las dos horas salió a matar el sexto yéndose de nuevo a porta gayola y esperando genuflexo casi dos minutos mientras el toro estaba encelado en la manga:



Ahí ya tenía una oreja cortada entre gritos de ¡torero! Después puso dos pares aliviándose un poco, cosa comprensible dada su lesión:



El sexto de Victorino resultó ser el único que hizo cierto honor al hierro. Escribano no le volvió la cara y a pesar de estar mermado se esforzó por torearlo. 

Estocada trasera, en la adecuada suerte natural pero con su feo estilo de alargar el brazo y pegar el telonazo. Muerte rápida del toro y dos orejas con petición de rabo. Si una ya era por haber salido de la enfermería e irse otra vez a toriles, la segunda no la vamos a discutir, por una vez y sin que sirva de precedente. La petición de rabo sí que estaba fuera de lugar. Ahí, el temible buenismo social inundó inevitablemente los tendidos.



Moreno Silva siempre se queja de que en ningún sitio se empiezan las crónicas hablando de los toros, siempre de los toreros. Hombre, el de Saltillo no conoce nuestro modesto blog porque si no, sabría que aquí empezamos todas con los toros excepto en situaciones totalmente excepcionales como la que nos ocupa, donde Escribano se ha llevado con merecimiento todos los honores.

La victorinada fue para olvidar, con toros bien presentados, rematadores todos en los burladeros, discretísimos en varas, sin malas ideas y, sobre todo, muy blandos de remos. 

Oigan, ¿por qué sólo nosotros destacamos y afeamos esa blandura de patas en los toros de Victorino? En ningún sitio se hacen eco. Nadie cuenta las veces que doblan las manos y a veces hasta los pies. En esta corrida rodaron por el suelo un total de veinticinco veces. Eso está en la línea de aquellas inválidas corridas de los años setenta y ochenta cuando de tanto echar agua al vino lo que servían los ganaderos en aquella sazón era aguachirle.

Nosotros no se lo perdonamos a esta vacada porque el paleto fue quien dio la batalla contra aquellos ganaderos de toros minusválidos -o discapacitados-. Él insistía cientos de veces diciendo lo de que 'si se cae el toro, se cae la fiesta'. La frase la ha cambiado la familia convirtiéndola en un ridículo 'si cae el toro, cae la fiesta'. Pero ni a nosotros ni a ninguno de los que conocieron al abuelo nos la dan con queso. En Sevilla se cayeron los toros, o sea, que se cayó la fiesta, ¿verdad, Victorino? No responda usted, la pregunta era para su padre.



El primero fue muy blandito (se cayó cuatro veces) y pasaba por ahí con muy poco aire. Cuando los de televisión dijeron que había sido muy exigente, Ruiz Miguel en su casa y Andrés Vázquez en el cielo soltaron una carcajada.

El segundo tenía las patitas de cristal, no se aguantaba en pie a pesar de que le echaban los capotes al cielo sevillano (se cayó cinco veces). Embestida insípida tapada por el color de su piel.

El tercero fue escarbador, blandengue (se cayó cuatro veces), noblón y duro para morir.

El cuarto era cárdeno astracanado, revoltosillo pero también blando y sin fuelle (se cayó cinco veces).

El quinto fue el que mejor empujó el caballo aunque sólo en el primer puyazo. Después, escarbador, sin fuerza y topón (se cayó tres veces).

El sexto ya decíamos que fue el único medio salvable. Sufrió dos cariocas de Peña en sendas entradas y además en la primera le clavó en la paletilla. Tuvo galope alegre y mal genio en la muleta, con mirada aviesa pero también con blandura (se cayó cuatro veces).




BORJA JIMÉNEZ. La faena a su primero fue toda con la izquierda, cosa que siempre destacaremos porque el 90% de los diestros se sienten desnudos sin la ayuda. Anduvo voluntarioso y con ganas, matando de esta rinconera a capón y con gran telonazo:



En el segundo estuvo perfilero pero por encima del toro, al que humilló pegándole pases mirando al tendido:



Media tendida y trasera perdiendo la muleta y oreja de oferta.

En el tercero que mató se encontró ante un animal malaje pero no por malvado sino por su poca fuerza. Topaba en la tela y Jiménez no se fio. No le enseñó el muslo ni una vez, abusó del picoteo y encima todo fue de ultraderecha ya que con éste prefirió no soltar la ayuda.



Estocada tendida y pasada cegando de nuevo al toro.




ROCA. Su primero se le quedaba debajo por su irritante flojera:



Trasteo primero titubeante y después pesadito, con estocada caída saliéndose de la suerte, cosa que no suele hacer.



Su segundo lo brindó a Campuzano, sin recordarle el monumental enfado que cogió como apoderado cuando le echaba en cara haberse prestado a entrar en aquel sorteo donde le tocaron albaserradas de Adolfo (recuerden aquella corrida). Con las vueltas de la vida, aquí le brindó precisamente uno del mismo encaste que le costó aquella bronca.

Sin problemas, siempre por encima del toro, que a otro igual se le sube a las barbas. Nos llamó la atención su esfuerzo por rematar los pases sin abrir la puerta, algo que celebramos ya que no nos tiene acostumbrados.



¿Se habrá fijado en Juan Ortega? Le falta mantener el torso erguido sin retorcerse. A ver qué hace en San Isidro porque aquí, las pocas veces que echó la pierna atrás escuchó pitos. No sabemos si eran del público indígena o de la Brigada Paracaidista con sede al norte de Despeñaperros.

Rinconera esta vez sin salirse, sin telonazo, descubriendo perfectamente la muerte con valentía y acabando por el costillar aunque con el brazo elástico (recuerden lo comentado aquí y también aquí).



Al final, poca cosa, como ven. Si no es por lo de Escribano, la tarde naufraga sin pena ni gloria aunque nos quieran vender mulas ciegas. Ah, y los cinqueñistas poco tienen que rascar una vez más. Aquí hubo cinco y nadie notó nada.

El otro día se caía Vingegaard junto a otros ciclistas en la Vuelta al País Vasco y tanto las redes como la UCI se quejaban de que había que haber censurado las imágenes de los hombres caídos que se veían desde un helicóptero. Entonces, ¿qué habría que hacer en las retransmisiones de corridas de toros cuando se puede llegar a ver sangre humana? Es ese buenismo estomagante de nuestra sociedad cuyo tufo nos asfixia. Afortunadamente actuaciones como la de don Manuel Escribano hacen que entre un poco de aire puro en un ambiente tan viciado.

No nos vamos sin hacer una pequeña referencia a los comentaristas. López Chaves resultó empalagoso en su corporativismo con los toreros y no aportó gran cosa. Delgado dijo tres cosas que nos llamaron la atención. La primera, que 'los victorinos no regalan embestidas nunca'. Hombre, maestro, no tiene más que recordar el triste Patatero de Escribano el año pasado así como tantas decenas de victorinos que parecen llevar agua en las venas. La segunda, que 'no es normal que estos toros pasen desapercibidos en el caballo como está sucediendo en esta corrida'. Pues sí que es lamentablemente habitual desde hace mucho tiempo. Por eso hay aficionados jóvenes que han crecido con la idea de que lo del caballo no es lo que hay que mirar en esta vacada. Sí hay que mirarlo porque antiguamente daban mucho mejor juego.

Y por último dijo que 'toreando fuera de cacho hay más riesgo porque te ven los toros'. Eso sí que no lo entendemos de ninguna manera. Tendría que traerse una pizarra a la próxima corrida para explicárnoslo, a ver si nos convence. López Chaves estaba a su lado y escuchó claramente esa sorprendente afirmación pero permaneció callado...

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.

sábado, 13 de abril de 2024

FERIA DE SEVILLA, 2024 (1). SANTIAGO DOMECQ: ANTOLOGÍA DEL TORO POSMODERNO

Los toros santiagueños lidiados en Sevilla fueron una delicia para los adoradores de los toros posmodernos, ésos cuyo juego en el caballo no se mira. Queremos decir que en la muleta fueron nobles pero con gas, no terneriles, de galope alegre, humilladores, sin una mala idea, con sendos cortijos en las orejas, en suma, ideales para hacer el toreo güeno. Pero ese toreo lo saben hacer muy pocos.

Se los humilló al no colocarlos de lejos en la segunda vara, sólo Garrido lo hizo en su segundo. De doce entradas, solamente en una y a eso no hay derecho. Por una vez coincidimos con las leves quejas que emitieron los televisivos por este robo a mano armada de ese buen espectáculo en el primer tercio que estamos seguros de que nos hubiera brindado este ganado.



Ojo porque después, bajo el peto, salieron sueltos casi todos. Por cierto, en el tendido se encontraba Fernando Cuadri viendo a su paisano. Seguro que se estaba preguntando cómo habrían llegado a la muleta estos mismos toros si se les apaliza vilmente como a los suyos en Madrid hace unos días. Seguro que no tienen los casi trescientos pases que tuvieron los de Santiago, vamos, es que ni la mitad de la mitad. Y ésa no es una cifra que hemos escrito al azar, ya verán.

Está clarísimo que los seis eran de entrar a matar en la suerte natural. La pena es que los tres diestros anunciados, como la mayoría, no tienen ni idea de qué va eso. Se equivocaron gravemente y tanto De Miranda como Valadez pudieron terminar en el hospital por ello. Es igual, seguirán equivocándose porque nadie les explica que les puede ir la vida si continúan tomando la decisión errónea. 

Ni que decir tiene que, como iremos viendo, los toreros estuvieron por debajo de los toros. Ah, y de éstos el que menos nos gustó fue el tan alabado quinto, vulgarísimo en varas y demasiado colaborador en la muleta. Fue el que más se acercó al norit de los seis lidiados.

Nos preguntarán si fueron fáciles y si fueron bravos, ¿verdad? Al final lo hablamos. 




1. SALEROSO, 512 kilos, negro bragado corrido, con pies, recibido a porta gayola por Garrido (los tres diestros lucían unas taleguillas aparentemente reforzadas).



Se va al caballo como una flecha pero empuja con el costillar y se va suelto, el primero que lo hizo, vean:



Se pega una voltereta, va sin tardear desde la segunda raya y vuelve a salir suelto a pesar de que en televisión dicen que ha hecho una buena pelea en el caballo (?). Para nosotros, bastante vulgar. 

En banderillas está atento a todo y es pronto. Merecía que alguno de los tres pares hubiera sido cuadrando en la cara pero los dos profesionales se aliviaron con avaricia.

Siete primeros pases donde confirma en la muleta de Garrido que tiene nobleza y buen tranco. Está claro que a Garrido le acaba de tocar la lotería en El Gato Negro de Sevilla.



No obstante, su toreo es el que es y para nosotros resulta indiscutible que estuvo por debajo del animal. Dio ocho naturales y ni uno bueno, observen cómo se esconde y estira el brazo:



Por supuesto que no compartimos ninguno de los panegíricos de los televisivos. Termina la faena descuidando al toro, sin delicadeza, pegándole unos latigazos secos que demostraron muy poco agradecimiento a la bondad del tal Saleroso.

Tras unas mondeñinas finales con los pies separados, sumó cuarenta y ocho pases.

No se aclara al cuadrar el toro y por fin le clava una rinconera a capón que basta. Oreja y aplausos al toro quizá porque se habían olvidado de que salió suelto del peto las dos veces. Fíjense en que ha hundido la espada... ¡antes de llegar a la cara del toro!




2. DIESTRO, 529 kilos, negro mate, listón y corniapretado. Era el prototipo del torito sevillano.



De Miranda tiene una buena verónica pero prefiere pegar delantales, ¡qué le vamos a hacer!

Escarba y lo pone fatal en suerte. Cabecea y se va suelto, van tres de tres. 



En el segundo lo deja ahí cerca porque para el triguereño, el primer tercio es una molestia. Empuja en el pecho del caballo pero se vuelve a ir de naja tras cobrar contrario y muy bajo, cuatro de cuatro. En favor del animal diremos que su pelea podría haber sido bien bonita, con un galope alegre de lejos, si De Miranda tuviera un poco de afición pero no podemos pedir uvas a la higuera.

Muy mal Fernando Sánchez. Su pinturería no tapó que clavó a toro escandalosamente pasado y lo sabe. Bah, lo aplaudieron igual, a nadie le importa si se alivia y estamos ante uno a quien hay que exigirle lo máximo porque es muy bueno. Observen su desfachatez:



Buen inicio con ocho pases rodilla en tierra y el toro obediente y encima con gas. Otro décimo premiado. 



Once pases más dándole distancia con el torito ciego tras la tela. Llega a agobiar al diestro por momentos ya que no se siente toreado. Quince pases con la izquierda un poco a tirones, nada destacables.

El final es roquista, echándose encima del toro con un amago de tiovivo, que es lo contrario al toreo de verdad pero que a este público sevillano le gusta muchísimo para nuestra sorpresa e indignación.



Ha sido el toro de Duracel, se ha tragado cincuenta y un pases y todavía le quedaban más en la recámara.

Buena estocada arriba y sin telonazo más siete descabellos. Quizá entró ladeada y por eso no fue todo lo letal que debería haber sido. 




3. LISTILLO, 510 kilos, colorado ojo de perdiz, anteado, chorreado en verdugo por la cara y muy escarbador:



Lo recibió a porta gayola con el mismo ambiente que en un cementerio. 

Escarba antes de galopar con alegría, recibir dos señales e irse suelto. Muy mal Valadez al ponerlo debajo en suerte pero les da todo igual. Se va sin mediar capotes, sigan sumando.



El toro se mostraba en banderillas un poco reservón y rebrincadillo mientras Vivas intentaba dulcificarlo con suaves capotazos. 

Once pases iniciales tratando bien al animal porque era noble aunque levemente díscolo. De pronto empezó a retroceder mientras no perdía su costumbre de escarbar. Bueno, Cobradiezmos hizo lo mismo en este mismo albero y se fue vivo.



Dieciséis pases con la izquierda pero todos sucios y de perfil. Sufrió una voltereta en un descuido. Menos mal que cayó primero con el hombro y no con las cervicales. A De Miranda al ver el percance le debió de recorrer un sudor frío por la espalda:



Sumó un total de cuarenta y tres pases. Muy mal escogiendo la suerte contraria porque no se fija. El toro lógicamente lo corta y de milagro no lo cala en el vientre: 



El sablazo que dejó con el apuro fue un golletazo. ¡De cuántas cornadas se salvan los toreros a pesar de su monumental desconocimiento de las suertes natural y contraria! ¿Quién les aconseja?


4. CORONADO, 530 kilos, negro mulato, enmorrillado, astinegro y carpintero:



Va embistiendo de trámite, sin ganas. En varas, aplausos al piquero... ¡por taparle la salida! Lo suyo en esa imagen de abajo sería abrirlo a ver si sigue peleando o se va pero lo encerró otra vez en tablas. Qué poca vergüenza, mientras los televisivos hablaban de extraordinario puyazo. Ahí tienen esa mano izquierda asesina:



Por fin, tras casi hora y media de corrida puso Garrido un toro largo, ¡fue el único! Insistimos en que a eso no hay derecho. Tardeó, escarbó pero finalmente saltó ignorando que lo iban a carioquear de nuevo hiriéndolo vilmente en el espinazo. Y la barrenada no faltó. Pobre toro, nos dio pena a nosotros o sea que imagínense al ganadero. Empujó con ganas pero con esa manera de picar es difícil evaluar su comportamiento:




Demencial ovación al picador al retirarse. El toro abrió la boca, el primero aunque también el más castigado en varas. Observen la carnicería:



A nuestro modesto entender, Garrido yerra iniciando la faena con catorce pases en dos tandas por dentro, ubicado entre la primera y la segunda raya. Estamos convencidos de que en terreno abierto el toro le hubiera respondido mucho mejor.

Allí embistió un poco amontonado, como diría Justo Hernández. Además no había mando en la muleta de Garrido y el animal transitaba a su aire pero miren qué humillación:



Cincuenta pases se contaban hasta ese instante y todos de ultraderecha. Luego decían que por el ojo izquierdo no veía... En total fueron sesenta y uno antes de pinchar, perpetrar un bajonazo alargando el brazo más un sablazo feísimo atrás, caído y atravesado. Otro toro por encima del torero, ya iban cuatro.




5. TABARRO, 535 kilos, negro zaíno, con cara bonita para el torero:



Dio De Miranda una buena verónica, ésta, que pasó desapercibida. Si la dan otros...



El toro mostraba humillación máxima y galope feliz. En el primero se deja pegar sin que lo aprieten nada y en el segundo lo barrenan miserablemente saliendo suelto las dos veces con claridad. ¿Cuántos van?



También abrió la boca, como el sexto, aunque es algo que reseñamos sin darle tanta importancia como otros. Nueva ovación para Fernando Sánchez tras volverse a pasar de listo como ven. ¿A ustedes los aplauden en su trabajo cuando se alivian?



Escarba y se traga al comienzo ocho pases con tal fijeza que el de Trigueros le pegó ya entonces una arrucina. Si nosotros fuésemos ganaderos, nos sabría a cuerno quemado que a toros nuestros les pegasen arrucinas sin que levantasen al torero del suelo.

Cinco pases más con el tal Tabarro empapado, tan franco como sus hermanos pero mas dócil. Mal el maestro en unos derechazos de pierna atrás y mal el de Santiago escarbando.

Lo mejor que hizo De Miranda fue unos naturales a pies juntos donde hubo temple y buen gusto. Miren el toro:



Luego vino un tiovivo de siete pases que enloqueció al facilón público maestrante de una manera que nos cuesta entender:



Mientras, El Juli en el tendido veía este ganado e iba descontando los días para reaparecer. Nosotros apostamos por que será en torno a 2027:



En ese momento ya se oyó por los micrófonos a un fulano gritando el melodramático ¡no lo mates! Así empezó lo de Cobradiezmos cuando ni entonces ni ahora había habido ningún runrún previo. El animal estaba aculado en tablas escarbando, lo que para Parladé, el duque de Veragua o Felipe de Pablo-Romero lo invalidaría hasta para el azulete. Vean:



Aunque la verdad es que ellos nunca vieron que a un toro se le diesen los cincuenta y dos pases que alcanzábamos con De Miranda en un ambiente manicómico. El numerito de los isidros sevillanos ya nos estaba cansando igual que al toro, que huyó a tablas al oler la raya:



Muy bien el presidente indicando que se dejara de historias y lo matase:



Y que nadie nos hable de que tendrían que haber sacado el caballo. Ni falta que hacía tras la mediocre pelea en varas que había protagonizado. De Miranda se equivoca ultrajando al toro al darle la salida hacia adentro. Pincha la primera vez pero arriba y sin taparle la cara. Se aprecia que además se ha tirado con fe, o sea que no se lo tenemos en cuenta:



Y la segunda vez, nuevo error con peligrosa contumacia dado que ahora el toro lo corta y de milagro no acaba en el quirófano:



Dos orejas exageradas, que Luque justificó diciendo que sí lo era y que encima quería evitar un posible altercado, además siendo el chaval un torero cercano, casi local, de aquí de Huelva, que lo necesita (¡sic!). En cambio, muy bien al no enseñar el azul.

Asistimos a un memorable enfado de los televisivos, capitaneado por un Caballero convertido casi en un auténtico hooligan: ¡¡No puede ser, esto no se puede consentir, es que este toro se merece la vuelta al ruedo, es de cajón!!


6. DORMIDITO, 555, kilos, negro zaíno, vareado y astillano:



Nefastos primero Valadez, poniéndolo debajo del peto, y luego Sandoval pequeño, carioqueando sin piedad dándole dos vueltas. En el segundo puyazo, señal y se sale.

Ya ven que, en conjunto, la pelea en varas de los seis no fue nada del otro mundo a pesar de que de las doce entradas, sólo en una hubo distancia, cosa que el público agradeció. Antes en Sevilla eso por lo menos se hacía el lunes de resaca con los pedrajas pero ahora ya no se hace nunca, todo da igual.

Fue el toro que menos hilo hizo con los banderilleros. Valladar puso el mejor par de la tarde, éste:



Se oyeron unas ligeras palmitas tras esta imagen que han visto. Pero... ¡si parece el par de Gaona! Valladar no leerá estas líneas pero que sepa que en Tarragona hubo uno que lo aplaudió desde casa. La verdad es que no entendemos a este público maestrante tan caprichoso.

El sexto fue otro toro de Duracel, sin una mala idea y siguiendo la tela con incansable hipnosis. Hubo bastante menos calidad en el de dos patas que en el de cuatro. Al final, tras cuarenta y dos pases, el toro estaba tan aburrido como nosotros.



Estocada honda atrás, de nuevo equivocándose entrando en la contraria, más descabello. 


Al día siguiente, el presidente Luque Teruel dijo que el quinto toro salió solo del caballo, suponemos que se refiere a suelto. Afirmó que lo ideal para premiar un toro es que sea de comportamiento excepcional tanto en el caballo como en la muleta a pesar de que yo he dado premios a toros valorándolos sólo en la muleta. Atención, señoría, porque el acusado acaba de reconocer que más de una vez ha incumplido el reglamento de Andalucía saltándose esto que dice el artículo 59.3:



¡Excepcional bravura durante la lidia completa, no solamente en la muleta! No hay más preguntas, esperemos que el jurado declare culpable al acusado Luque Teruel.

Afirma que si se mira la muleta, el toro debe ir a más, tener casta, fondo, que se crezca en el castigo pero éste se rajó, se vino abajo, fue un toro magnífico pero no duró, tendría que haber durado más... Hombre, jefe, fueron cincuenta y dos pases, ¿cuánto quiere que dure? 

Dejemos las curiosas explicaciones del presidente y volvamos a la corrida para responder a la pregunta de si fueron toros fáciles. Pues no, fueron toros de los que dejan en evidencia al torero, de los que son un examen que pocos superan porque lo que suele suceder es que el diestro esté por debajo de ellos, que es precisamente lo que aconteció en este festejo.



Si se han entretenido en sumar los pases que se les dieron verán que fueron doscientos noventa y siete. No hay duda de que los que amortizan la entrada con la cantidad de pases vistos se fueron muy contentos. Pero pases realmente buenos, ¿cuántos hubo?

Y otra pregunta: ¿fueron bravos? Hombre, si hablamos de esa bravura posmoderna donde únicamente se mira la muleta quizá sí. Pero para nuestro gusto faltó un componente de listeza en los toros para demostrar una bravura... de toro bravo, de ésa de vender cara la vida, que es la que nos gusta. De la que apabulla al diestro, que termina con dolor de garganta por falta de saliva. Además, estarán ustedes de acuerdo con nosotros en que de brava en el caballo, nada de nada.



Eso sí, demostraron las cinco cosas que gustan a su criador y que le hemos escuchado enumerar en su lenguaje taurino: franqueza, nobleza, humillación, clase y talento al embestir. Pero no tuvieron lo que a nosotros nos hubiera gustado y es lo que él llama disparo. Sin embargo, no duden de que si a alguna de las ganaderías de la parroquia torista que ustedes tienen ahora mismo en mente le sale un encierro que embiste como éste, las campanas sonarían durante toda la temporada. 

Nuestro problema es que tenemos el corazón parado, por eso no insistimos más en las demasiadas veces que salieron sueltos del caballo. Ustedes mismos.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.