FERIA DE SAN FERMÍN, 1950:
LE DAN LA EXTREMA UNCIÓN A RAFAEL ORTEGA
Tras el lamentable paréntesis por el atentado en Céret de nuestra entrada anterior, volvemos a recrearnos en el ambiente sanferminero para recordar al torero de La Isla. Y es que Rafael Ortega recibió la que probablemente ha sido la cornada más grave sufrida en la plaza de Pamplona.
Ahí tienen a la gran promesa gaditana estirándose a la verónica en Sevilla unos meses antes de la terrorífica cogida que nos ocupa (la foto podría corresponder a la tarde de la alternativa de Manolo Carmona, donde hizo de testigo, pero no lo podemos confirmar):
¿Saben ustedes lo que pasó en la plaza de Barcelona en 1954? Pues que Ortega dominó de tal manera a un samuel toreando de capa que le tocaron la música y hubo de dar la vuelta al ruedo antes de que saliesen los picadores ¿Qué les parece?
En esa foto venía Rafael de tomar la alternativa de manos de Manolo González el 2 de octubre del año anterior en Madrid con el portugués Dos Santos como testigo. Ese mismo cartel fue el que se repitió en la segunda de feria de San Fermín en 1950. Los toros esta vez eran de Fermín Bohórquez (los de la alternativa, de Felipe Bartolomé).
Lógicamente, Ortega era el tercero del cartel y empezó toreando al sexto en redondo de esta guisa, con empaque y naturalidad, sin retorcerse grotescamente como nuestras figuras actuales - y con las muletas de antes, no esas gigantescas y horribles de ahora-:
Se llamaba 'Trocador', número 105. Al insistir al natural y meterse en terreno del toro 'Trocador' lo derribó. Esta es la secuencia del momento (en la segunda foto se observa la primera cornada en la pierna derecha):
El drama sobrevino cuando el toro hizo por él en el suelo y lo volvió a levantar corneándole feamente por el recto. Observen:
Todo el mundo se percató de la gravedad de la cogida. Ortega quedó en el suelo y sus últimas palabras antes de perder el conocimiento fueron 'he notado la cornada en el cielo de la boca...es de muerte...'
Manolo González despachó al toro mientras se llevaban a Rafael a la enfermería ya sin conocimiento. Allí lo esperaba el doctor Juaristi que le operó durante dos horas (una según otros testimonios). Venía ya de camino el doctor Jiménez Guinea desde Madrid (el mismo que dijo a Manolete en Linares que cerrara los ojos para que no le molestase la luz y resultaron las últimas palabras que oyó).
Había dos cornadas. Una en la pierna que le afectaba el peroné y otra la que le hirió en el recto alcanzándole la vejiga urinaria y provocando graves destrozos en la cavidad abdominal.
Durante la intervención casi llegó a desaparecerle el pulso y fue entonces cuando se le administraron los santos sacramentos porque nadie daba un duro por su vida.
Se recuperó con sorprendente rapidez porque, como decía un amigo suyo que fue a verle al hospital 'este es un hombre, no como esos que están todos los días por los cabarets'. Su padre decía que igual perdía dieciséis corridas pero al final fueron sólo diez. Aquí lo tienen ya en el sanatorio de toreros de Madrid con sus padres:
Rafael Ortega Domínguez fue duramente castigado por los toros. Era un hombre recio de constitución y cada cornada suponía mucho más destrozo que en un torero más liviano.
Aquí, en Pamplona, salvó la vida de milagro (y se dice que algunos litros de sangre de las transfusiones que se le practicaron pertenecían a uno de los espontáneos que se tiró en esa misma feria y que resultó herido también de gravedad). Podría ser este de abajo:
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.
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