FOTO: Antoni Esplugas (ARXIU NACIONAL DE CATALUNYA, Departament de Cultura de la Generalitat) |
La verdad es que los toros no fueron chicos sino monas, cabras, chotos o lo que ustedes quieran poner como sinónimos. Fue un ganado despreciable (Corrochano). Eran de Murube y su presencia hasta el quinto se recibió sin muchas protestas por el complaciente público malagueño, cuya paciencia fue equivalente a la de los públicos taurinos de hogaño. En El Heraldo de Madrid, aún son más despectivos con las reses:
La viñeta se mofa de ambos:
Algunos de los turiferarios actuales de la pareja de fenómenos sostienen que los toros chicos de entonces tenían más presencia que los grandes de ahora. No hagan caso, son ganas de justificar lo injustificable. Éste fue uno de los de Gallito:
Los dos maestros ya se habían visto las caras en el ruedo con anterioridad. La primera vez había sido en Cádiz de novilleros. Luego, antes de este primer mano a mano, habían compartido cartel veintiséis veces, salvo error. En la propaganda pone: '¿quién deja de ver el tan reñido y emocionante cartel solicitado en toda España?'
Ahí van, camino de la plaza. José, de azul y Juan, de blanco:
La expectación era grande. En unas crónicas nos dicen que se agotaron los billetes y en otras que había localidades disponibles, ¿a quién tenemos que creer? En La Mañana afirman que no hay billetes:
En Palmas y Pitos, niegan el lleno:
Pero en El Globo insisten en el pleno:
La cuestión es que el mano a mano va a ser un hecho por fin, aunque sea con cabras:
La meteorología acompaña, recordemos que estamos a 28 de febrero de 1915, domingo. Lo que no acompañan son los precios, con 12 pesetas la más cara (unos 240 euros actuales si hemos calculado bien). En esta descripción del ambiente que hace Don Modesto en El Liberal parece que relate una corrida de José Tomás:
La bondadosa predisposición del público malacitano salta a la vista en cuanto se inicia el paseíllo:
Luego, sobre la arena, la cosa empieza mal y terminará peor. Y eso que los maestros debieron de embolsarse las habituales 7.000 pesetas por barba (siguiendo el cálculo anterior, unos 140.000 euros). Las fotos que verán son todas de aquella tarde y se publicaron en Mundo Gráfico.
El primero, para José, era negro, flaco, pequeñito, insignificante, sin bravura y sin poder, una cucaracha (sic en una crónica). Tres verónicas buenas, cinco naturales, varios pases de rodillas y estocada corta sin puntilla y 'sin levantar la mano', vicio del que hablaremos en otra ocasión. En El País dicen que fue media, torcida y pasada. Oreja.
En el segundo, Belmonte dio no más de seis muletazos junto a dos molinetes y alguno de pecho que se ovacionan. El toro era un buey que obedecía al nombre de Chirigota. Estocada corta, descabello y oreja.
Al tercero, Gallito no lo quiso ver porque la verdad es que no valía ni para carne. A pesar de ello, se jaleó algún natural con el becerro, como apunta algún cronista. Se nota que el público aún tenía esperanzas de divertirse a pesar del ganado. Pinchazo tendido y estocada también tendida y pasada.
Salta el cuarto, segundo de Belmonte. Aburrimiento por el poco juego del choto, de nombre León y de hechuras poco recomendables (sic). En los caballos 'se comportó como un cordero' (también sic) pero luego pegó un revolcón al diestro sin consecuencias.
Atención a la estocada para que vean cómo se escribían las crónicas hace cien años. En El Liberal ponen pinchazo arriba y estocada atravesada. En El País, estocada corta, pinchazo hondo y entera sin puntilla. En The Kon Leche dicen que las pasó moradas para pasaportar al animalejo con dos pinchazos arqueando el brazo y una atravesada. Para los de Palmas y Pitos hubo una atravesadilla, un pinchazo y un gran volapié. ¿Ustedes entienden algo?
El quinto, último de José, era una mona (según Don Modesto) o un bicho ilidiable por su indecorosa pequeñez (para El País) o una hormiga (The Kon Leche) o, en fin, un bichito derrengado, chiquito e impropio de una corrida de este precio (El Imparcial). Se iba al suelo si le soplabas y encima se lastimó una mano. Lo vemos en la viñeta de Mullor:
Protestas del benevolente público ante el inválido cabritillo (sic). Si llega a haber sobrero, lo tiran para atrás pero no había. José ofrece los palos a Juan, que niega con la cabeza porque aún resuenan las protestas desde el tendido. Gallito renuncia también a clavar. Nada reseñable como no sea que se reaviva el descontento ruidosamente cuando Maravilla intenta ponerse bonito ante semejante merengue (de nuevo sic). Pinchazo y descabello.
El último se llamaba Chaparrito y era la gran esperanza porque desde la ganadería habían ordenado ponerlo en un corral aparte dada su ferocidad. Pues resultó que no se acercaba a los caballos ni a tiros, razón por la cual fue tostado entre el pitorreo general (más sic).
Deducirán que en el tendido la guasa era mayúscula, con todo el mundo deseando que acabase de una vez aquella tomadura de pelo. Terremoto deja una estocada honda y perpendicular echándose fuera que finiquita la corrida con una brevedad que agradecen todos los presentes.
El personal salía riendo por no llorar... o por no tomar medidas más drásticas:
Así acabó la 'fenomenal chotada murubeña' como la califican en The Kon Leche haciendo honor a los dos fenómenos. Si hoy nos vendiesen a bombo y platillo el primer mano a mano entre dos de nuestras queridas figuras y el ganado fuese así, ¿qué diríamos?
De hecho, en la misma Málaga hubo en 2014 otro entre El Juli y Morante. Era Domingo de Resurrección.
Cada uno se trajo toros de sus fincas favoritas hasta completar seis ganaderías diferentes más un sobrero de Victoriano que sustituyó a un inválido de Zalduendo. La corrida terminó sin nada que recordar y encima con día desapacible y lluvioso:
FOTO: Joserra Lozano |
La diferencia es que antiguamente la crítica taurina no estaba tan domesticada y paniaguada como actualmente. No se tenía piedad de ningún torero por fenómeno que fuese. Ahora todo el mundo es bueno, como explicábamos aquí, ¿recuerdan? Hoy somos más felices.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.
Muchas gracias, Rafa, por seguir hablando de toros y ayudar a pasar este invierno tan largo...
ResponderEliminarPor lo que veo, yo, aspirante a aficionado, no hay tantas diferencias entre lo de antes y lo de ahora, ¿no? Aparte de lo que comentas de los críticos de antaño y de hogaño...
Tengo una pregunta tal vez un poco pueril....El aura y la imagen de "mejor torero" de siempre de Joselito, ¿no se debe un poco a su muerte prematura en Talavera? ¿No tiene más que ver con su mitificación que con su toreo?
De nuevo, muchísimas gracias.
Manuel
¡Ay! No me chafe usted la serie sobre Gallito porque lo de la mitificación llegará en su momento (estoy absolutamente convencido de ello, ya se lo adelanto).
EliminarPor supuesto que no hay diferencias. Todo el mundo tiende a la comodidad en su trabajo, es algo lógico. Pero el torero, por su aura de héroe, debería si no resistirse, por lo menos dejar siempre un recodo para esa heroicidad que se espera de él.
Hoy en día las figuritas han llegado a unos límites de acomodo casi diría que insultantes para el aficionado. Comentaba con otro amigo del blog que en el fondo lo de hoy quizá no sea más que un reflejo del hedonismo social imperante.
Saludos.
Gracias Rafa por estos post. Se agradecen en esta prisión.
ResponderEliminarOjalá pudiera ir a la corrida mohicana.
Espero que nos encontremos allá Dios mediante. Además este año casi se puede empalmar Vic con Céret. En ocho días se ven las dos ferias.
EliminarY la prisión no es cadena perpetua... aunque un preso sabe el día de salida y nosotros de momento no. A malas se puede tirar del archivo del blog e ir pasando el rato.
Saludos.