En cambio, Fuentes Bejarano apestaba a torero cuando iba paseando por Sevilla hacia sus tres tertulias habituales donde acudía a hablar de toros. Su preferida era la del desaparecido Sport y no hablaba con cualquiera 'porque se oye cada cosa...' Eso decía a Zabala padre en una entrevista.
De paisano iba siempre impecablemente vestido y caminaba con un garbo y un aire torerísimo. De luces, con sus ternos azul celeste, blanco, lila o verde esmeralda, se presentaba perfectamente atildado, que es el adjetivo que certeramente utiliza el Cossío para referirse a su aspecto en el ruedo.
Jamás llevaba abrigo, siempre lució la capa española como se aprecia en esta foto de abajo. Y el sombrero que no falte pero nunca de ala ancha. Se podría decir de él lo mismo que del Guerrita ya retirado, que siempre iba vestido de torero y con paso de torero. Por cierto, recuerden que el califa se llamaba Bejarano de segundo apellido.
Daremos un repaso al personaje y contaremos para ello con la ayuda de nuestro amigo Pepe Luis (recuerden que se lo presentábamos aquí). Camino de sus noventa y cuatro, tiene una memoria privilegiada. Nos cuenta por ejemplo que se encontró con el maestro en el entierro del banderillero Riaño y se dolía del pecho: 'estoy fatal, como si tuviera una angina de pecho, porque unos amigos se empeñaron en que matase un torito para celebrar los ochenta años y me dio un porrazo justo aquí, en el pecho'. Con amigos como ésos... Pero luego duró hasta los noventa y seis.
La verdad es que Luis no es un nombre tan torero como Rafael ni de lejos. En los toros, don Luis siempre fue Mazzantini, incluso el citado Guerrita se dirigía a él de esa guisa. Pero Bejarano hizo bueno aquel reclamo que decía 'aquí hay un don Luis para el que quiera algo de él'. En su caso, el don hacía referencia a su vergüenza torera. Aquí nos ofrece un molinete belmontino. Atención a los pitones:
Fue un torero valiente cuando los toreros valientes no parecían interesar demasiado. Se iba imponiendo el estilismo, el torero artista. Esto comentaba Antonio Vives en 1928:
Entre los toreros podemos encontrar tres características básicas: el valor, el oficio y la calidad artística. Es difícil que se den las tres a la vez pero como mínimo tienen que darse dos. Sólo con valor se cae en el tremendismo. Sólo con la calidad artística hay que esperar a que salga tu toro y sólo con oficio no vas a ningún lado si no tienes valor. En el caso de Bejarano, tenía valor y tenía oficio. Lo meteríamos en el saco de los Sánchez Mejías, Villalta o Lalanda salvando sus diferencias y ubicándonos en su época.
Fue buen lidiador, pundonoroso, trabajador, poco artista y muy correcto matador. Además siempre hizo gala de un gran compañerismo, atento a la lidia y presto en los quites. En la suerte suprema se le achacaba a veces no jugar bien con la mano izquierda al echar la muleta al morro del toro. Eso hacía que los toros en muchas ocasiones le echasen la cara arriba y tuviese dificultades para culminar la suerte.
Esto decía Corrochano también en 1928 transcribiendo el diálogo entre un aficionado antiguo y uno moderno:
Con Bejarano siempre se ve algo decían los aficionados cuando lo leían anunciado en el cartel. También se comentaba que nunca parecía tener miedo excepto cuando toreaba su hermano Manolo. Aquí los vemos en un descanso de un tentadero:
Y aquí el día que Luis (marcado con el uno) organizó una capea para que Manolo (el del dos) matase su primer becerro:
Su hermano fue un torero con bastante gusto, quizá más que él, pero le faltó el valor que al otro le sobraba. Aquí abajo lo ven con el capote:
Cambió el oro por la plata y vestido de plata dejó su vida en la plaza de toros de Vitoria donde su hermano Luis había tomado la alternativa en 1923 con Valencia II (de Valencia contábamos su final trágico fuera de los ruedos aquí). Manuel iba en la cuadrilla de Joaquín Bernadó y un toro lo mató el 18 de julio de 1969.
El toro se llamaba Beato, de Sánchez Arjona (en algún sitio, Bondadoso). La cornada fue cuando hizo por él tras un par de banderillas y se ensañó en tablas contra el infortunado torero propinándole una cornada en el recto y la mortal en el tórax.
Ésta fue la estocada que pegó Luis al toro de aquella alternativa suya en Vitoria tras pinchar tres veces. Es de Antonio Pérez y él iba de celeste y oro:
Y aquí cómo saca el estoque del toro con una banderilla. Apunten su nombre porque no viene ni en el Cossío: se llamó Torrealta. Tomó tres varas, con tres caídas y un caballo muerto. En el brindis a Corrochano le dijo que desde que leía sus crónicas de Joselito y Belmonte su ideal había sido protagonizar él una de ellas:
Prodigó con limpieza la suerte de recibir. Este dibujo es de una estocada a un pablorromero en Barcelona en 1930. Observen que no estira el brazo para darse ventaja pegando la puñalada como vemos hoy tarde tras tarde:
Ésta es en Sevilla. El toro echa la cara arriba no sabemos si por haber manejado mal la mano izquierda como decíamos más arriba:
Nos cuenta Pepe Luis que 'era muy seguro matando, casi tanto como Curro Martín Vázquez, el padre de Pepín... ése tenía un cañón... Cuando se perfilaba, ya estaban abriendo el portón y las mulillas pisaban el albero ¡antes de que entrase a matar!'
Debutó en Madrid el 20 de agosto de 1921 frente a Caprichoso, de Matías Sánchez. Ahí lo tienen:
La tarde de mejor recuerdo para el maestro fue la del 26 de junio de 1930 en Madrid. Se anunciaron toros de Miura para un mano a mano entre él y Fortuna.
La empresa echó mano del veterano Mazquiarán, que había quedado fuera del abono, porque tenía dificultades para completar el cartel con la temida ganadería. Por eso quedó en mano a mano entre el vasco de treinta y cinco años y el madrileño de veintiocho. Los toros dieron una media en la romana de 630 kilos y entraron treinta veces al caballo.
El problema de Bejarano es que tenía la mano dura, hecha para aguantar y reducir a los toros con temperamento. Cuando le salía uno templado, ideal para correr de la mano, no le cogía el pulso. Es lo que le pasó con el cuarto de los miuras y lo que le crítican amargamente en Torerías titulando El camelo bejaranista:
'Otra vez fue agraciado el obrero de la tauromaquia con un magnífico toro que pedía un artista y Bejarano hizo sencillamente el ridículo (...) Los delantales en quites fueron atropellados, sin arte ni conocimiento (...) Es un artista habilidoso en llegar al público con un aire de comediante definitivo. Los capitalistas emborrachados cometieron la herejía de sacarlo por la puerta grande'
También Corrochano dice que perdió la oportunidad de lucirse con ese cuarto que a pesar de su hierro no parecía de Miura por su nobleza:
Clarito no plantea pegas en El Liberal a que sacaran a los dos maestros en hombros tras cosechar ambos oreja y dos vueltas:
Tres años después también en Madrid, el mismo Corrochano se pone en pie con una faena de Bejarano a la antigua usanza ante un toro de Clairac:
En septiembre de 1926 todavía le recordaban en Madrid que se le había ido vivo un toro de Florentino Sotomayor en la inauguración de temporada en marzo. Hoy en día se tocan palmas a los que oyen tres avisos e incluso en Madrid se les obliga a saludar desde el tercio. Sotomayor tenía cruzado Parladé con Miura e iba herrado todo con la actual marca de Prieto de la Cal. Aquel año mató en Madrid además de ésa, una de Miura, dos de Palha, que era la ganadería que rehuían Gallito y Belmonte, y una de Alves do Rio, toros que nadie quería ni ver (eran condesos comprados a la viuda de Tamarón y que luego se quedó Infante da Cámara).
El 15 de abril de 1923 en Sevilla ese toro lo cogió tres veces |
Posiblemente su mejor actuación en la capital fue el 1 de julio de 1929. Corrida bronca y mansa de Esteban Hernández, con poder, gorda y con viento de tragedia en la plaza. Bejarano cortó las dos orejas a su primero:
Le preguntaron una vez qué era para él una figura del toreo y respondió claro y conciso: 'una figura es aquél que puede con todos los toros'. Aquí lo tienen toreando un festival en Alcalá de Guadaira con 60 años:
Sufrió 15 cogidas siendo las dos más graves poniendo banderillas. La que peor recuerdo le dejó fue una en Caracas en la carótida, cuando salvó la vida de milagro. A la salida de un par, un toro de media casta cruzado de Veragua le pegó un gañafón que le dejó una cornada de 15 cms. Iba desde el cuello hasta la mejilla dejando al descubierto la aorta. Fue el 13 de enero de 1929 y el doctor Castillo le desinfectó la herida y lo cosió ¡sin anestesia!
Tuvo otra al rematar un quite de rodillas en Madrid. Fue la típica corrida donde había que tragar paquete, expresión taurina que se aplicaba muchas veces a nuestro protagonista. Observen lo que dijo Corrochano de los toros de Santa Coloma aquel día de abril de 1929. Va en relación a lo que comentábamos en la entrada anterior sobre la épica y la estética:
Bejarano concedió la alternativa al malogrado Pascual Márquez. El suceso tuvo lugar en la corrida del Corpus de Sevilla con toros de Pablo Romero que eran montañas.
El toro que pasa por alto Márquez en la foto se fue a 690 kilos, se llamaba Moruno. Ambos, toro y torero, nacidos en Villamanrique:
La alternativa fue de torero honrado y valiente a otro que tal bailaba. Luego, el pobre Pascual será el primer torero de alternativa muerto en la plaza de Las Ventas (decimos lo de la alternativa porque dos años antes había muerto el novillero Félix Almagro en los cuernos de un novillo de Domingo Ortega). Otro día hablaremos de aquella accidentadísima corrida de 1941, una tarde de viento donde este toro de Concha y Sierra llamado Farolero pegó a Márquez una de las cornadas más espantosas que viera el doctor Guinea. Dicen que por la herida se veía latir el corazón...
Fuentes Bejarano tiene una calle en Sevilla, igual que el pobre Pascual, pero la de éste va paralela a las de Joselito y Belmonte. Seguro que desde el cielo le gustará que lo puntualicemos.
Volviendo a nuestro protagonista, la verdad es que a pesar de sus cornadas no se pudo quejar porque vivió sin apreturas y con bastante buena salud hasta los noventa y seis años. Compró su finca a 17 km de Sevilla, se llamaba El Tardón. Allí tenía un secadero de tabaco y cultivaba lo suficiente para vivir desahogadamente con su mujer, sus tres hijas y sus once nietos. Era íntimo de Juan Guardiola Soto y le aconsejaba en la ganadería, siendo de los pocos toreros que en estos menesteres optaban por el toro encastado.
Era muy amigo de Chicuelo, ambos de la misma quinta, y de Cristina De la Maza. Cuando iba al bar Sport, se bebía las manzanillas como ustedes y yo los vasos de agua. Aquí lo ven con uno de Albaserrada en Madrid. Le gustaban los desplantes pero eran recibidos con división de opiniones porque algunos le achacaban dedicarse demasiado a la galería:
Entonces la calle Tetuán no era peatonal y en el bar de Pepe se citaban Ordóñez, Puerta, Romero y Pepe Luis. Guerrita y el Algabeño ya se habían muerto pero también iban por allí. Era un bar de gente rica a quienes gustaba tener a su vera los toreros de fama. También iba el padre de Caracol, el cantaor. Hoy hay una joyería pero esos azulejos con el Studebaker fueron toda la vida un símbolo del bar Sport:
Pepe Luis nos cuenta que Bejarano aún sorprendía a más de uno cuando recordaba su nacimiento en Madrid a pesar del acento andaluz 'que lo tengo porque estoy mu rozao'. Lo recuerda en la playa de Sanlúcar con su americana blanca, su corbata y su sombrero paseando bajo un sol de justicia.
Tentaba, entre muchos otros sitios, en El Toruño lo de Guardiola, en Los Arenales lo del conde 'de la guasa', en Las Navas lo que partió el conde y se quedó Cristina con reses de Juan Belmonte y en La Corchuela de don Luis Ramos Paúl, puro Villamarta por su esposa Ángela Dávila, hija del marqués.
Era muy querido por los aficionados, que se daban cita con ganas cuando sabían que acudía Bejarano. El maestro miraba la tapia y decía '¡venga, ustedes, numerarse!' Y en cuanto había ocasión, iba diciendo los números y acababan toreando siempre todos.
Seguimos hablando con Pepe Luis, de cuya memoria no paran de salir recuerdos. 'Bejarano ha sido uno de los que más ha chanelado (entendido) de toros y de campo'. Se acuerda de aquella vez en lo de Cristina 'cuando me pasó a recoger para tentar unas becerritas y al llegar a los corrales había 31 vacas, gordas como cochinos y tan astifinas que cuando las vimos me dijo: "Pepe Luis, vamos al coche a buscar los zahones porque vaya con las becerritas de Cristina..." Aunque él siempre decía que se andaba mejor con los toros sin afeitar 'porque hacen menos extraños'. ¿Qué pensaría de la manipulación de las fundas?
'Me lo encontré una noche en la plaza Nueva. Estaba allí, solo, esperando un taxi. Me acerqué y olía a manzanilla más que las bodegas de Sanlúcar. El maestro me dijo...'
Y sigue nuestra conversación donde sale Arruza, y Manolete, y Pepín Martín Vázquez, 'que se picaba con todos hasta toreando de salón', y la cogida tan fea que sufrió su padre en el recto 'cuando tuvieron que ponerle un tubo de plata', y la caída del caballo de Cristina de la Maza, 'que quedó coja porque el caballo la arrastró'...
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.
En la parte del cossio q escribe Álvaro domecq, sobre el toro bravo, se recoge parte de una carta de bejarano criticando lo q estaban haciendo con el toro. Casi es lo mejor de esas páginas. Saludos, enhorabuena por la entrada. Si lo encuentra le gustará.
ResponderEliminarMe alegro de que le haya gustado. A ver si encuentro eso que comenta.
EliminarMuy bonita entrada.
ResponderEliminarSaludos desde una Pamplona en la que algunos no pierden la esperanza de que haya toros este año.
Gracias. A ver si al final este año habrá toros en varias plazas de Navarra...excepto en Pamplona. Al tiempo.
Eliminar¡Qué hermoso es leer estas historias tan taurinas! De sabor y sentido clásico. Asismismo, bellísimas imágenes de arte e impacto. MIL gracias, Dn. Rafa, por el estupendo trabajo de investigación y comentario. Enhorabuena. // Atte., Torotino
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegro haya pasado un rato agradable leyendo el texto.
EliminarSaludos.
A D . Luis lo conocí cuando vivía en el Hotel Amerca Palace , frente a los jardines de Murillo.p
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