Tras una vida tan agitada como la suya, Jaime Ostos murió mientras dormía.
FOTO: Arjona |
Hemos hablado ya de él en nuestro modesto blog en su faceta de excelente matador, que es lo que tiene que ser, por encima de todo, un matador de toros. Esto que acabamos de escribir no lo entendería nunca alguien ajeno a la fiesta pero con ustedes no hay problema.
Recuerden que le dedicábamos esta entrada donde explicaba las tres cosas básicas para él a la hora de matar un toro. Lo que decía es TODO LO CONTRARIO a lo que vemos hoy en día, especialmente en nuestras grandes y queridas figuras. Hagamos un repaso.
1. Llevar siempre la espada de verdad. ¿Quién la lleva hoy en día? No hay más preguntas. Es que pesa mucho... Pero un alfeñique como Belmonte la llevaba siempre excepto aquel día en que una lesión le hizo inventar el estoque simulado mucho antes que Manolete (recuerden que lo contábamos aquí)
2. Echar la muleta al hocico con el estaquillador entre los pitones. Hoy lo que prima es el alivio vergonzoso del telonazo que censuramos por aquí constantemente. Ignoramos si hay algún otro sitio donde se critique esa moda juliesca de dejar ciego al toro. Llevan el palillo horizontal sin hacer caso a la orden de Ostos, recuerden esta entrada.
3. Atacar con lentitud sobre el morrillo. Hoy van casi todos a la carrera. Un gran esprinter es López Simón. Otros suman a las prisas el salto de longitud, como Ureña, Juli, Perera, Cayetano o Bolívar. Y a este último tuvieron la desfachatez de darle un premio a la mejor estocada de San Isidro por esta barbaridad. Lo criticábamos aquí, observen el despropósito:
FOTO: Julián López |
Para no ensañarnos con los toreros en activo, veamos unos ejemplos de dos grandes aliviándose de mala manera a la hora de matar. Luego les decimos quiénes son, a ver si antes lo adivinan.
El primero alarga el brazo para pegar la puñalada con alevosa intención de salirse de la suerte. Lo de matar el toro con el pecho no rige para él al menos en esta instantánea de 1966:
El segundo no es que se escupa, es que está más cerca de Ronda que del toro. La muleta la presenta de cualquier manera y está loco por que el trance termine lo antes posible. Se adivinan las prisas con que ha ejecutado más que la suerte este desaguisado. La única atenuante podría ser que da la impresión de que el toro está bastante entero:
El primero era Antonio Bienvenida y el segundo, Antonio Ordóñez.
Dado que el mejor escribano echa un borrón, Jaime Ostos se dejó un toro vivo el día que confirmaba su alternativa en la Plaza México el 19 de diciembre de 1965. En nueve años de profesión, sólo había llegado a oír dos avisos una vez en Madrid antes de ese baldón.
Por supuesto que somos totalmente ajenos a los cotilleos que generó su figura después de su retirada. No nos interesan en absoluto. Sí nos hicimos eco de su actitud contra los trincones del toreo en esta entrada, hagan el favor de revisarla.
Como ustedes ya estarán al cabo de la calle de su vida y milagros sólo destacaremos algunas curiosidades.
Primero, la infausta cornada de Tarazona que casi le cuesta la vida. El toro era de Ramón Matías y Hermanos, de Salamanca. La procedencia venía de Urcola. Luego pasaron a Andrés Ramos Plaza y hoy se anuncian a nombre de los herederos. Llevan un hierro diferente al de la foto y son de El Raboso. En el segundo natural que dio, el viento lo descubrió y fue empitonado por el muslo cerca de la ingle derecha:
La famosa foto es del diario Arriba, igual eso no lo ha puesto nadie... |
Angel Peralta taponó el río de sangre antes de llegar a la enfermería. Lo hizo con el puño y no con un torniquete como leerán por ahí. Seguramente Jaime le debe la vida a él en primer lugar. El toro le había roto la vena ilíaca y don Leopoldo, el cura de Tarazona, le dio la extrema unción. Muchos años después, ya retirado, decía que 'los médicos no querían mancharse las manos de sangre, preferían dejarme morir'.
Era su tercera cornada en el mismo año, que empalmaba con la de Zaragoza el anterior. Toda España estuvo pendiente de su evolución. Nadie daba un duro por que volviera a torear, ni siquiera por que no quedase cojo.
Los aficionados pamploneses más talluditos recordarán que estaba anunciado cuatro tardes en la feria de 1960. En la primera se fue a brindar a la solanera y, cuando levantaba la montera de espaldas al toro, el de Pablo Romero se arrancó, lo volteó y lo mandó de cabeza al callejón.
Su canto del cisne será en la Maestranza durante la feria de San Miguel de 1972 con toros de Cuadri:
Estuvo muy valiente en su primero, con el público pidiendo que matase de una vez a un toro de aviesa intención. Al segundo le cortó la que sería, salvo error, su última oreja en Sevilla.
Fue otro de los que denunció el afeitado criticando la bajada de pantalones de los ganaderos tragando con el fraude:
Había empezado su carrera de forma similar a como la finiquitó. Su primera novillada con caballos fue en la bonita plaza de Osuna el año 1953. A los dos novillos de Arturo Pérez, de Carmona, les cortó cuatro orejas y dos rabos.
Su despedida definitiva fue en su ciudad natal, la sartén de España, con toros de Carlos Núñez. Lo acompañan un Tomás Campuzano de veintitrés años y Mario Triana. Dos orejas en el primero y dos y el rabo en el segundo tras sendas estocadas.
El círculo de su vida como matador se cerrará cuando aquella tarde salga al ruedo Bartolomé Jiménez a cortarle la coleta. Vuelvan a la imagen de su debut en Osuna y verán que era el otro ecijano del cartel.
Néstor Luján resumió su figura así: 'torero de gran honradez a la hora de matar'. Hoy no prima la honradez en la suerte suprema sino la fullería, la truhanería, la picaresca y el ratimago.
Navalón afirmaba que 'Ostos expone con esa generosa entrega de los toreros que salen a justificar lo que ganan'. El maestro de Écija nunca hubiera firmado la frase que soltó el otro maestro de La Puebla una vez en la Maestranza, ¿la recuerdan? Morante dijo: 'este público de Sevilla se merece que yo haga un esfuerzo especial'. ¡Anda! ¿Y los demás por qué no, querido? Para Ostos todos los públicos eran iguales porque todos pasaban por taquilla. Eso lo decía también Manolete, otro con vergüenza torera.
No nos vamos sin aclararles su frase del titular. La dijo cuando fueron a entrevistarle en una de aquellas tardes en que El Cid había perdido la puerta grande de Madrid por pinchaúvas. El entrevistador abordó a Ostos yendo con los paños calientes de la mala suerte del de Salteras pero el de Écija respondió seco y cortante que no era cuestión de mala suerte sino de que... vuelvan al titular con la expresión que hemos usado para homenajearle.
Es una de las mejores frases que hemos oído o leído nunca no de Ostos sino de cualquier torero: los toros no se matan con el brazo sino con el pecho. Pero es que para eso hay que ser muy valiente. El Cid se retiró sin enterarse. Como tantos otros...
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa. En nuestra ciudad Ostos hizo muchos paseíllos. Fíjense qué cartel en 1966.
Hermoso homenaje a un auténtico maestro del arte del acero; gracias por los respectivos enlaces y referencias. Ciertamente, ¡qué pena que la mayoría de los matadores y novilleros no presten la debida atención para acatar lo del pecho, no sólo físico (valiente)... sino el de la entrega, el de a entereza humana y profesional!
ResponderEliminarSinceras condolencias a los familiares por la enorme pérdida. // Atte., Torotino
En su última época ya escuchó más avisos de lo que había sido su norma pero es una lástima no haberlo puesto ante vídeos de estocadas actuales y que comentase todos los alivios y trampas que sufrimos hogaño. Se podría haber pixelado la cara del matador y dejar hablar a Ostos ya que era uno que no tenía pelos en la lengua. Pero lo fácil es decir que todo está bien porque el diestro enterró el acero y que hoy se torea mejor que nunca.
EliminarSaludos.
Buenas Rafa.
ResponderEliminarEres de los pocos que siempre tienes la deferencia de homenajear a los que por edad van dejando este mundo. Me ha resultado curioso el porqué se instauró el estoque simulado en las faenas de muleta. Me ha recordado a Morenito de Maracay cuando decía que el empezó a banderillear quebrando porque el día anterior había tenido una cogida que lo dejó baldado y no podía apenas correr, al final la necesidad hace el ingenio.
En uno de esos enlaces que pones comentas que el mayoral de Clairac te afeó la conducta de manera agria, ¿qué paso para eso?
Saludos
Hombreee, don Jesús Maza, ya jubilado. Es un castellano recio, serio, mayoral de los de antes. No es que nunca lo viera reír, ¡es que ni sonreír!
EliminarLa Moral de Castro era una de las fincas a las que yo solía ir para hacer fotos a los toros y guardármelas en mi archivo personal porque aún no existía ni siquiera Internet.
Una de las veces me presente a mediodía (tampoco había móviles...ni fundas). Don Jesús me dijo que en ese momento no me podía atender y que a ver si podía volver por la tarde a las seis. Le dije que no había ningún problema y que de momento se quedase con lo que le traía, que eran unas botellas de vino para que se lo bebiera a mi salud. No las quería coger porque me insistía en que no hacía falta que yo llevara nada.
Volví por la tarde y cuando me recibió, le di una caja de polvorones para que merendasen sus nietos y entonces fue cuando se puso muy serio, con esa seriedad auténticamente castellana, y me dijo: "si sigue usted trayendo cosas no va a venir nunca más por aquí".
¡Qué grande! Era la época en que Domingo Hernández les compró el hierro del círculo. Le gustaba el toro encastado y huía de las monsergas del toro colaborador.
Saludos.
Magnifica entrada, Rafa. No se si lo tiene pensado, pero le animo a hacerlo: recoja las mejores en un libro. Los aficionados se lo agradeceremos, y los que no son aficionados podrian empezar a serlo si se leyeran sus apuntes. Son una joya.
ResponderEliminar¿Sabe que más de una vez me ha rondado por la cabeza esa idea? Y es por la preocupación que tengo de que la corriente animalista haga que un día blogger elimine de un plumazo todo el contenido del cual no tengo ninguna copia.
EliminarPero hay dos problemas fundamentales: el primero es que el aficionado a toros sí lee en el móvil porque es muy cómodo pero le cuesta adquirir un libro. El segundo y fundamental es que me encuentre usted una editorial a la cual le guste la idea.
Miré también la posibilidad de autoeditarlo pero me pareció un poco complicada y la olvidé.
Saludos
Un extracto de una entrevista que le hicieron en la razón , un tipo duro .. buen homenaje la entrada !! Ya han pasado 48 años del percance. ¿Recuerda aquel día con nitidez?
ResponderEliminar-Totalmente. como si lo estuviera viviendo ahora mismo. Esas cosas no se olvidan nunca. Además, tengo una cicatriz enorme que se encarga de recordármelo constantemente.
-¿En qué parte del cuerpo fue la cornada?
-En la ingle, me partió la ilíaca. Estuve muchos días desahuciado, casi un mes, me pusieron doce litros y medio de sangre «al jeringazo» porque no había equipo de transfusión.
-¿Qué es eso de «al jeringazo»?
-Como le digo, la enfermería no tenía nada, tuvieron que ir a Tudela por las agujas para coserme, un desastre. Así que pidieron sangre en el pueblo y a la gente que venía a donar se la sacaban con una jeringuilla y luego me pinchaban a mí en la vena con la misma, directamente.
-¿Estuvo a punto de morir?
-No, estuve muerto. De hecho, tres médicos, alguno muy reconocido que bajó de la grada cuando vio la cornada, comenzaron a redactar el acta de defunción porque decían que no tenía pulso, las pupilas estaban dilatadas, la piel cerúlea y la nariz perfilada. A mí me salvó Ángel Peralta que fue el que mientras ellos se apartaban para escribir el acta me taponó la herida y se encargó de pedir sangre. Todo se lo debo a él.
Un saludo , Iván !!!
Pues muchas gracias por el extracto porque no había leído esa entrevista y me alegro de coincidir con lo que yo sabía de Ángel Peralta. Además no habla de torniquete porque no lo hubo como digo en la entrada. Sé que se formó una cola de voluntarios a la puerta de la enfermería que tenían sangre universal pero desconocía lo rudimentario del procedimiento de transfusión.
EliminarSaludos Y gracias de nuevo.
Sr. Rafa.
ResponderEliminarTuve la oportunidad de ver a Jaime Ostos numerosas veces en Barcelona que era entonces “mi” Plaza.
Era un torero que captaba tu atención desde que se abrìa de capa.No tenia que pegar saltos ni voces ni carreritas para llamar la atencion de nadie.La tenía toda de antemano por su sinceridad y su verdad.
Me cuesta mucho trabajo creer que esto que hoy día se sigue llamando Fiesta de Toros se pueda enmendar.
Confiemos que en este año 2022 se empiece a producir el millagro.
Saludo cordial a toda la buena gente que aquí se asoma.
Vaya...es usted casi tan pesimista como yo. Casi. Si hay que creer en milagros, ya me contará.
EliminarSaludos.