FERIA DE SAN ISIDRO, 2025 (6). PEDRAZA: DOS DESMENTIDOS

La tauromaquia está repleta de lugares comunes que todo el mundo repite desde hace décadas. De vez en cuando surgen desmentidos en diferentes corridas pero nadie hace caso y se continúa repitiendo lo mismo de siempre. Que si el toro tiene que sangrar en el caballo, que si lo de Cuadri no se puede banderillear, que si los toros sin cuello no embisten bien... y muchos otros postulados similares a los cuales dedicaremos algún día una entrada en nuestro modesto blog para criticarlos.

En esta corrida se desmintieron dos: que los toros acusan el gran diámetro de Las Ventas especialmente en ganaderías como la de Pedraza y que animales con más de 600 kilos no se mueven. Ambas afirmaciones quedaron en entredicho.

El ganadero txuri urdin tenía que borrar la infumable imagen que dejó su corrida de San Isidro del año pasado (recuérdenla aquí leyendo los comentarios, donde hay una interesante discusión sobre el toreo ligado). No hay duda de que la borró porque el encierro resultó muy interesante.

Tras las medias cárnicas que estaban sacando las corridas isidriles este año, con la llegada de Pedraza nos temíamos lo que sucedió: dieron una media de 622 kilos. Pero esto no supuso ninguna merma para los animales. Y no vimos acochinamiento, que conste eso también. Lo podrán comprobar en el bonito álbum del maestro Moore.

Teóricamente no hubo ninguno de la G, a no ser que hayan cambiado la costumbre de añadir esa letra a lo que viene del semental de Garcigrande. Es que para qué vas a meter toreabilidad en tu vacada si nunca las figuras se apuntarán a esto... a no ser que hayan visto ese sexto de ayer.

Hubo uno poderoso aunque quisiera rajarse (el primero de Román), dos de oreja (ambos desperdiciados por Colombo), otro que vendió cara su vida (el primero de Fonseca) y el premio gordo del sexto, que tocó al mexicano y que fue justamente premiado. Es este que ven, con esa cara de alma cándida, como pidiendo por favor que le corten las orejas:

Desgranamos su juego como sigue: primero, entero y rajadillo pero con poder; segundo, desaprovechado en varas y luego en la muleta por Colombo; tercero, maltratado en varas y bronco; cuarto, afligido en el caballo y bobo en la muleta, el garbanzo negro; quinto, encelado en el caballo y codicioso después y sexto, humillador ya de salida, bravo en el caballo, noble en la muleta, empapado y azuleado.

Ya veremos cuántas corridas de este San Isidro superan este balance. Hay que agradecer a los tres diestros su disposición a lucirlos en el primer tercio aunque fueran horrorosamente picados después. Pero eso es el pan nuestro de cada tarde como verán.

ROMÁN. Su primero era un toraco de 630 kilos bien llevados, colorado ojo de perdiz, anteado y acaramelado:

En el primero emula a Santillana y huye. En el segundo metió el riñón pero para soltarse enseguida. Se agradece que Román quisiera lucirlo más de lo que merecía.

El toro había quedado entero, como quería el diestro. Estuvo muy bien cortando por lo sano la estúpida manía de los peones de querer cerrar el toro. Nunca entenderemos por qué esa absurda insistencia.

Lo desarmó con violencia en el tercer pase por el izquierdo y a pesar de ello nos extrañó que optase por los naturales luchando contra sus ganas de rajarse por ese pitón:

Con la derecha se confirmó que era claramente mejor pero ya había perdido un tiempo precioso. Pinchazo muy malo atrás y entera trasera arriba más dos descabellos:

El cuarto era otro colorado, bocidorado, vareado y muy bien encornado:

El pobre quería mover el T-34 pero era imposible. Qué pena da ver esa impotencia de los toros cuando quieren pero no pueden por culpa de los catafractos. Román paró el castigo trasero porque veía el desgaste. Recuerden que ese desgaste viene dado por su empuje y no por los litros de sangre que les extraigan los de la banda del castoreño. Esto que acabamos de decir lo desconoce el 90% de los piqueros.

Todos sabemos que las banderillas no le gustan a Gómez Escorial pero que no se preocupe ya que su escaqueo no llamó atención en esta feria de listos:

En la muleta mostraba una bobería notable y eso iba contra Román, quien ante toros como éstos no tiene interés. Observamos que cada vez se retuerce más. Nos despertamos para ver cuatro pinchazos malos, una media atravesada y baja, siempre saliéndose y con miedo indisimulado, más seis descabellos.

COLOMBO. Su primero era un colorado oscuro, astracanado, aleonado y corniapretado. Parecía tener problemas para mover su tonelaje de casi 600 kilos pero no fue así a pesar de que lo esperaba Israel a caballo, que iba a zurrarlo como pueden suponer:

De Pedro lo pincha en el lomo mientras empuja de lateral. En el segundo lo ponen lejísimos y se arranca, empuja abajo y cobra contrario. ¿Por qué no ponerlo una tercera vez? La excusa era que Colombo iba a parear y el toro se desgastaría, excusa muy barata. Es que además preferimos ver un galope de largo al caballo que cien pares de banderillas del venezolano.

Aclararemos que lo de puyazo contrario que usamos por aquí realmente sólo tiene sentido en la estocada, cuando hay un lado natural del toro y otro contrario según entra el matador. Para el picador los dos lados son iguales pero lo utilizamos para entendernos a la primera. Si decimos que un puyazo ha sido contrario y caído, todos ustedes tienen en la cabeza que fue como este segundo de De Pedro:

Muy mal con los palos Colombo, aliviándose con descaro aunque esto fue calificado como un par espectacular por Encabo. Y eso que él banderilleaba...

Toro pronto, repetidor y muy toreable al que Colombo manteó, desordenando su embestida. La taleguilla, bien recauchutada:

Esperábamos su puñetazo con la espada y no nos defraudó: hasta el pomo, un poco desprendida y patas arriba. Nosotros no alcanzamos a ver a Nicanor pero debía de hacer algo parecido:

El quinto era un negro listón, ensillado, con un leve chorreo, rabicastaño, de 624 kilos:

Puyazo asesino donde ven, con mano izquierda asesina también. Empujó y se enceló a pesar de la masacre. En el segundo tardea y luego cabecea pero vuelve a encelarse. Eso hizo que se pidiera una tercera entrada. El problema era que si va otra vez, sale de cuerpo presente. Vean:

Colombo se volvió a burlar del respetable escuchando justas protestas por su descaro. Ahí lo tienen. Solamente engaña a Encabo:

El toro seguía la muleta con codicia pero el venezolano se dedicó a pegar banderazos como si estuviera en un portaviones. Eso le vale en Pamplona pero no aquí. Entera caída y segundo toro totalmente aprovechable que Colombo tiró a la basura, ¡y en Madrid!

FONSECA. Su primero era un negro zaíno, acarnerado, astracanado, con poco cuello, astifino y veleto:

Dos agujeros en cualquier sitio y huye coceando. Largo en el segundo, se arranca y cobra una carioca asquerosa con la firma de la famiglia Vicente:

Bien Raúl Ruiz porque el toro se le paró y arriesgó. Con el aguacero más el viento, el toro encima era bronco. Lo de ¡puesta! era muy fácil decirlo desde el callejón.

No pudo Fonseca con él pero estamos dispuestos a entenderlo dados los elementos. Sablazo bajo y atravesado entrando con el delantal y desde demasiado lejos:

El sexto pesaba 667 kilos y era colorado, albardado, enmorrillado, apretado de carnes, badanudo, largo y hondo. Se comía el capote por abajo de salida. La duda era si aguantaría su tonelaje durante toda la lidia:

Dos vueltas le dio Lorente. Dirá que el toro se carioqueó solo porque él no le tapaba la salida. Es verdad pero nos fijamos en que iba picando con la espuela para que el caballo girase. En este caso no fue la mano izquierda asesina sino su espuela criminal. No nos engañó. En el segundo galopa de largo y cobra contrario en el costillar, lo que decíamos antes. Es un milagro que embistiese tras esto:

Cancela le dijo que lo pusiera largo otra vez y se vino al galope con ovación de gala. Discrepamos con los aplausos a Borja por lo dicho anteriormente. Miren qué salto pegó desde esa distancia:

Rey sigue sin dejarnos contentos aunque lo aplaudan. Es tan bueno que sabe darla con queso tomándose ese medio metro de alivio. Vean su primer y segundo par:

El tal Brigadier se rebozaba con el morro por la arena olvidándose de los kilos. La pena fue que Fonseca abrió el compás, se retorció y le dio al pico a base de bien, siempre muy por debajo del toro.

Cancela le iba radiando la faena dando consejos con criterio. Es igual, él vio lo mismo que nosotros aunque nunca lo reconocerá. Pincha dándose un golpe en la frente por girar la cara y luego hunde la espada desprendida volviendo a girar la cara y cerrando los ojos como ven:

Oreja por una faena vulgar y azul merecido a este buen toro. Comparado con otros azuletes que vemos a cualquier norit que pasa en varas con el picotazo y luego embiste de manera lanar, lo de Brigadier fue justo y necesario.  Además nuestra teoría ya saben que consiste en que en Madrid jamás debería verse un azul si no hay tres entradas al caballo y aquí las hubo. Acertó el presidente Rodríguez, por cierto, el único comisario sensu stricto del equipo del palco venteño. Sabemos que los que demandan fiereza lo discutirán con razón pero a un toro como éste hay que saber torearlo bien y eso sólo está al alcance de los toreros buenos.

Veníamos del desierto de Alcurrucén y esto de Pedraza nos pareció agua de mayo. No fue una corrida memorable excepto ese sexto pero todos menos el cuarto tuvieron su interés para el aficionado. Seguro que no lo tuvieron tanto para los del clavel pero ésos con los gintónics ya están entretenidos.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.