Era una corrida cuyo cartel de toreros satisfacía bastante al común del aficionado venteño. El precio a pagar, además de la entrada, era tragarse los toros de Valdefresno. En nuestro caso, como estábamos por Segovia, no nos importó acercarnos a Madrid a ver en qué quedaba la cosa. Si llegamos a estar un poco más lejos, lógicamente no vamos. ¿Acertamos viniendo?
Pues únicamente por ver la memorable actuación de Cervantes en el sexto. Dirán ustedes que es muy poco pero más vale poco que nada... como padecemos la mayoría de tardes. Tendrán que leer hasta el final para para ver qué sucedió pero de momento aquí tienen un aperitivo:
Lo de Valdefresno dio una media de 594 kilos. Toros mansurrones, dóciles, sin ideas, ni buenas ni malas, animales de encefalograma plano. Olvidables en varas y resultones en la muleta, yendo y viniendo, excepto el parado quinto.
La corrida se celebró, con temperatura muy agradable, en familia. Eso sí, en el callejón no se cabía:
Avisamos a los aficionados al arte de que estuvimos en la Real Academia de Artes de San Fernando donde pueden ver una exposición con las planchas originales de La Tauromaquia de Goya. Están restauradas y lucen impecables al lado de los grabados correspondientes. Ahí tienen a Juanito Apiñani:
MORENITO. Venía de triunfar en Vic con la de Los Maños pero llevaba más de dos años de ausencia en Madrid. Y eso que es torero mucho mejor que otros aunque sólo cuando quiere, que es pocas veces.
El primero pesó 626 kilos y lo recibió a portagayola.
Era negro astifinísimo y claramente pasado de romana. Le pegó verónicas de paso atrás y un par de medias consecutivas de manos muy bajas que contaron como un puyazo. Desde nuestra localidad se oyó el crujir de las vértebras. Moreno, ¿para qué tanto castigo si antes del caballo ya se veía que el toro no podía con su alma?
Después de no hacer nada en varas, el toro estaba ya para el tinte cuando sonó el clarín. Sumen a ello doce capotazos en banderillas y una voltereta en el segundo pase de muleta.
Resultó ser un toro pronto pero estaba asfixiado. Moreno anduvo moviendo las caderas y cruzándose pero todo en un ambiente de velatorio.
Con la mano alta y tapando la cara, pegó un pinchazo, una corta que escupe y este bajonazo más cuatro descabellos:
El cuarto tenía cuatro años recién cumplidos. Negro bragado, meano y axiblanco, bien encornado y astifinísimo. Resultó más abanto que Zatopek:
Ésta fue la mejor verónica que pegó y la media es marca de la casa, sin retorcerse como en la anterior que han visto y con las manos en la cadera:
Trámite en varas. Brindó al poder fáctico (Abellán). Se equivocó en el primer pase dando salida al toro hacia toriles adonde corrió a refugiarse como era previsible si le enseñabas la querencia. Luego debía corregir el rebrinque ya que el animal era franco por los dos lados, vean:
Pero se quedó sin fuelle enseguida. Con una trincherilla lo mandó al suelo. Recuerden que a Cobradiezmos le pegó una media que lo derribó con las cuatro patas.
Se puso pesado antes de este volapié caído de efecto fulminante y donde sobran el salto y el despatarre. El presidente aguantó bien sin conceder una oreja estival:
ESPADA. Hablábamos de que el de Aranda llevaba más de dos años sin torear en Madrid y Espada, en cambio, tres veces sólo en éste. Aten esa mosca por el rabo. Su primero era uno negro mate, de 592 pero vareado y muy protestado:
Simulacro en varas siendo después de comportamiento bondadoso y con un trotecillo agradable. Solamente con estas dos características ya se nos antojó mejor la prestación del de cuatro patas que la del de dos. Y eso a pesar de que Espada oyó bastantes aplausos.
Media corta y pasada saliéndose descaradamente, con degüello y con vuelta al ruedo por su cuenta aprovechando las palmas del turisteo.
El quinto era un negro salpicado, de 610, con dos dagas. Los que hablaron de bolita en este festejo nos lo tendrán que explicar porque a nosotros casi nos pareció todo lo contrario (y no seguimos por este camino):
Vulgaridad en el peto con repuche antes de sumirnos todos en un insufrible sopor a toro aplomado y encima con Espada dándonos la tabarra sin piedad:
Este hombre es de los que no siente ninguna vergüenza cuando le pitan para que abrevie y sigue picando piedra. No sabe matar: tres pinchazos huyendo sin cruzar y contraria que basta. Observen en la foto que se ve clara su intención de no cruzar sino de escupirse ¡antes de llegar a la cara!
JUAN DE CASTILLA. Su primero era un toro negro, cornalón, casi playero. Como se ve que el personal quería ver al sobrero de El Montecillo, arreciaron las protestas cuando blandeó:
Castilla lo puso largo para lucirlo pero sólo hubo dos señales con ese equifante que ven:
Inicio de rodillas en los medios comprobando rápido que el torete era mansurrón pero obediente. Fíjense en que se alivia haciendo que el toro embista un poco a su aire:
Castilla pegó pases de paso atrás. Daba dos y en el tercero adelantaba la pierna. Se ve que se acordaba de que estaba en Madrid. Poca cosa aunque nos lo vendan como una esperanza blanca.
Lo mató de una perpendicular contraria y ladeada, que era entera pero que el animal terminó escupiendo, seguida por esta trasera, arriba, más descabello:
Se habrán fijado en que aunque sólo se le señaló, la sangre cae por donde debería caer siempre y no por detrás del brazuelo, que es lo habitual tras las lanzadas traseras de cada corrida.
El sexto también acababa de cumplir la edad. Era este negro astracanado, salpicado, rabicano y protestado por su poca plaza. Ni de broma nos creímos la tablilla con los 598 kilos anunciados :
Fue bonito ver cómo se arrancó de lejos al caballo aunque saliera suelto:
Salió Moreno a hacer su segundo quite de la tarde con su séptima media. En esa suerte es de los mejores pero a veces se relame demasiado y eso es delito de lesa naturalidad. Vean su cadera retorcida de manera artificiosa:
Y acto seguido apareció Cervantes. Puso ese primer par que vimos y que volvemos a ver, saliendo dando pasos hacia atrás, chulesco y torero. La ovación de la tarde:
Esperábamos que se superase en el segundo. Así lo hizo, arriesgando como ven:
Quiso salir de nuevo toreramente pero no pudo porque como se aprecia en la foto, la mano izquierda no consiguió clavar y no tuvo punto de apoyo. El toro lo derribó pisoteándolo:
Sus posteriores saludos tuvieron más valor que todos los del pasado San Isidro. Parece ser que se mantuvo en el ruedo hasta el final con la muñeca izquierda y varias costillas rotas, tela... Eso es peor que una cornada menos grave.
En el haber de Castilla, ubicarse en el platillo sin miedo al aire:
En el debe, su toreo juliesco, arrastrando la muleta y escondiendo la pierna:
A toro rajado se le aplaudió mucho el arrimón. Pinchazo arriba, otro malo y esta honda muy perpendicular, siempre con el toro acostado en tablas:
El barbeo hasta chiqueros del tal Joyas certificó el suspenso sin paliativos de Fraile.
Bah, da igual. Estamos en época de dar notas a los alumnos y las instrucciones de la administración educativa son claras: aprobar a todo quisqui ya que repetir curso es tabú.
Pues con Valdefresno sucede lo mismo. Pasa de curso año tras año con todo suspendido... y no es el único. Ya les decíamos al comienzo que ni de broma hubiéramos hecho más de cien kilómetros para ver seis toros de esta vacada. Como no hemos leído nada acerca de esta corrida, no nos servirá que el ganadero haya dicho que se hubiera podido cortar tres orejas como mínimo. La casquería no tiene valor ante nuestro tribunal.
Pero por lo menos vimos a don Raúl Cervantes. Ése si que sacó matrícula de honor.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa. No perdonamos un cordero de 22 días criado, sacrificado y asado por nuestros amigos segovianos del blog. Un manjar, señoras y señores. Ahí pueden ver una parte del festín: