FERIA DE SEVILLA, 2025 (2): LA SUERTE DE VICTORINO

Se repitió la historia. Ha habido muchas tardes grises de Victorino que han sido salvadas por un toro o por un torero. Lo de Sevilla nos recordó vivamente a lo que vimos en Las Ventas en 2002. La de Victorino en aquella feria de otoño salió muy mala por descastada. La tarde iba en barrena con abundantes gritos en contra del ganadero, quizá por primera vez en Madrid. Además la presentación dejaba mucho que desear. Pero Robleño cortó las dos orejas al quinto, salió en hombros y tapó el desaguisado. Luego Victorino hijo diría: 'estamos muy agradecidos a Robleño porque ha salvado una tarde muy difícil para el ganadero'. Lo mismo podría repetir de Escribano ayer.

Si conocen al diestro o al ganadero les recuerdan esto que hemos contado. El toro de Robleño se llamó Molesto y el de Escribano Mosquetón. Para Robleño fue una de las tardes de mejor recuerdo en su extensa carrera. Ya que estamos, miren cómo mató a aquel toro, fíjense en dónde está el cuerno:

No obstante lo dicho, quede constancia de que la victorinada sevillana nos resultó muy interesante precisamente porque fue todo lo contrario a lo que esperan los taurinos. Ellos quieren patateros y nosotros, albaserradas serios de comportamiento, aunque no lo sean de presencia, como éstos de Sevilla.

La corrida no fue brava ni de lejos y las peleas en el caballo fueron todas muy mediocres, incluida la del toro azuleado. Pero salieron todos con codicia, sin venir picados del campo, desarrollando problemas y pidiendo carnets, con alguno rozando el descastamiento. Atención porque ese comportamiento díscolo pudo deberse en alguna medida a lo pésimamente picada y banderilleada que fue toda la corrida. Estamos seguros de que Victorino compartirá esta opinión aunque jamás lo dirá en público ya que está dentro del sistema, igual que los comentaristas televisivos.

El tal Mosquetón eclipsó a sus hermanos como veremos. Ah, y sobre la presentación insistimos en que dejó mucho que desear, con un par de toros sin trapío y otros rozando lo mínimo exigible en una plaza de primera.

Su juego fue éste: primero, orientado y listo; segundo, sin trapío y reservón; tercero, reclamando mucha decisión en el trasteo, hubiera sido de triunfo gordo; cuarto, exigente; quinto, codicioso y exageradamente azuleado; sexto, justo de presencia, rajado y enterado.

EL CID. Su primero tenía la encornadura que gusta a los taurinos, con perfil, tocaíto arriba y ofensivo pero que no abra:

Salió enterándose, escarbando, pegando arreones, ignorando el caballo... Pero luego se desgastó mucho en dos puyazos largos en el lomo como ven, con carioca y la sangre manando tras el brazuelo:

Toro probón y espabilado. El Cid deambuló por allí quedándose en terreno de nadie: ni castigó al toro como se merecía, ni le sacó ningún pase. Tres pinchazos con mucha precaución y estocada pasada:

El cuarto se tapaba por veleto, 505 kilos pisando la báscula:

La noticia es que Espartaco no mató el toro, que salió suelto del peto las dos veces. Muy bien Sierra toda la tarde:

El toro sacó geniecillo y El Cid se echó la mano a la izquierda de inicio con valentía, queriendo encauzar una embestida que no regalaba nada:

No hubo naturales marca de la casa pero en nuestra opinión ganó la pelea. Tres pinchazos malos, otro hondo y descabello.

ESCRIBANO. Su primero era un negro entrepelado, alto, de poco respeto con sus 507 kilos, indigno de una plaza de primera:

Mal Escribano al ponerlo en suerte, mal el toro en una pelea mediocre y mal el piquero clavando ahí:

El animalillo no estaba para lucirse en banderillas pero Escribano insistió sin demasiada brillantez.

Muleta enorme, toro incierto, revoltoso y escarbador, encima soplando un aire molesto. El guiso quedó insípido con esos ingredientes a pesar de la voluntad del diestro por arrancar pases. Pinchazo dos palmos atrás y entera en el lomo, siempre con telonazo y dándose ventaja con el brazo estirado. Murió en el tercio:

Al quinto  lo recibió a porta gayola, era el tal Mosquetón, un cárdeno oscuro de 510 kilos pero más rematado. 

Peña tiene bula porque en el primero le hizo dos agujeros y en el segundo marró y luego le tapó la salida. Ovación de gala demencial. Qué público más... bueno, pongan aquí lo que quieran:

La pelea del toro no fue nada del otro mundo y tardeó exasperantemente. Apunten eso por el azulete que enseñó la presidente. Escribano arriesgó por dentro:

El toro siguió demostrando la misma codicia y prontitud que había tenido de salida con el capote y se encontró con un torero que podía sacar partido de ello. Se le iba subiendo a las barbas aunque Escribano no se arredró y la cosa quedó en tablas, que no es poco ante uno de Victorino como éste. 

Aún tenía faena cuando sonó el aviso antes de armarse. Estocada muy deficiente por tendida y muy trasera. 

Al toro se le ha hecho de noche con ese monumental telonazo que le pega:

La primera oreja había que darla por la petición pero la segunda, ni de broma. Y de azul, nada de nada, Macarena.

LUQUE. El tercero era rabicorto y asaltillado, de los victorinos que meten el morro abajo:

Imitó a Morante a una mano con la capa y volvió a enloquecer al tendido de manera totalmente inconcebible para nosotros. No sabemos a qué se debe esta epidemia.

Huye al hierro , cobra en el lomo dos veces y sale suelto. La sangre, por detrás del brazuelo, vean qué mal. Y los palos posteriores, más cerca del rabo que del testuz:

Había que obligarlo a repetir sin que tocase la tela y así tragaría dando emoción. Pero Luque anduvo con demasiadas pausas, dubitativo, y eso fue fatal. A toros como éste Cañaílla los desorejaba montándose encima de ellos. A Luque se le fue. Observen el morro:

Sablazo muy defectuoso en el lomo:

El último era playerito, alto de agujas y muy justo de presencia:

Cobra trasero y se suelta. En el segundo tardea y se repucha. Ya ven, una pelea muy mediocre, denominador común de todo el encierro tal como les hemos relatado:

Contreras se escaqueó en el primer par pero no en este segundo a toro rajado:

Mal Luque pegando de inicio pases por alto. Sólo faltaba eso a un toro enterado y protestante, con peligro sordo. Sablazo en el lomo, tal como se aprecia, más dos descabellos:

Corrida que debió de seguir con interés el aficionado y no tanto el público chicuelino. La suerte sonrió una vez más a Victorino. Dicen que sonríe a los audaces y es posible que Martín García lo sea. Si lee estas líneas, que sepa que la corrida nos entretuvo aunque los aficionados a quienes unos toros como éstos les resultan tan interesantes como a nosotros se cuentan con los dedos de las manos. Y no llenamos una portátil.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.