LOS TAURINOS DOMECQUISTAS NO DESCANSAN

Esto viene a cuento de un editorial de Mundotoro que nos ha enviado un amable lector del blog y que a nosotros nos habría pasado desapercibido por no seguir la actualidad. Se titula Haciendo trampas al solitario y comentan la corrida del Domingo de Ramos en Madrid (aquí lo tienen).

Los del portal comercial sostienen tres hipótesis apodícticas a las que nosotros contrapondremos las nuestras. La Academia define apodíctico como aquello incondicionalmente cierto, que encierra una verdad tan concluyente que no deja lugar a duda o discusión. Como verán, lo que afirman a continuación deja lugar a mucha duda y a abundante discusión. Vamos a desglosarlo.

1. Afirman que lo de encastes minoritarios no tiene futuro porque choca contra el peso y el tamaño del toro que se exige en Madrid. Sacan a relucir los animales de Los Maños que fueron para atrás. No sabemos lo que hubo en los despachos. Sí sabemos de buena tinta que quienes vieron esos toros en el campo afirman que tenían trapío para Madrid y más comparándolo con los de Pallarés que fueron aprobados. A eso se añade que si el veedor de la empresa dio el placet, señal de que no había inconveniente. ¿Qué pasaría en la plaza con los veterinarios? Este de Los Maños se lidió el año pasado:

Que en Madrid se prefiere el toro grande ande o no ande está claro. Que además tiene que tener perfil y a ser posible dos velas, también. El problema es el distinto rasero a la hora de valorar a unos y a otros. Antes don Florencio Fernández tenía mucha mano para que saltasen al ruedo toros que bordeaban el trapío exigido. Ahora no sabemos cómo está la cosa. Dejemos este primer punto en tablas sin ahondar dado nuestro desconocimiento de los tejemanejes internos.

2. Del primero de Pallarés, los de Mundotoro dicen esto:

La bravura de clase del primero no se tuvo en cuenta y sólo fue pasto de la norma de los puyazos, de ese espectáculo para ponerlo de largo, de los mil capotazos, de la puya y del caballo gigantes e hirientes. Todo contra el toro a la vez que se dice y se afirma que se va a favor del toro

Oiga, cuando critican la norma de los puyazos ¿quieren decir que con el monopuyazo son felices? Lo de los mil capotazos es culpa de la mala lidia. La puya hiriente tiene una solución en la innovada que hemos comentado por aquí pero los picadores se niegan en redondo a utilizarla. Lo del caballo gigante también tendría la solución de un pesaje público antes de cada festejo. Efectivamente, va todo contra el toro pero ni el toro tiene la culpa ni la tienen los aficionados que desearían ver un primer tercio en condiciones.

3. De los de Cuadri dicen lo que sigue:

Toros de bravura grande en el primer tercio, acudiendo de lejos y pronto al caballo sin rehusar o irse al sentir el hierro nunca. Pero, a partir de ahí, toros sin un pase. Y aquí volvemos a hacernos trampas al solitario. Hay una minoría de público que acepta ese tercio como suficiente para su afición y satisfacción. Pero no la gran mayoría

No hay duda de que los que quieren ver un espectáculo completo sin que se les robe el primer tercio son una minoría en la cual no se incluye a ninguno de los críticos paniaguados. Nuestra opinión personal ya la saben: preferimos una suerte de varas vibrante, bien realizada y con el toro recargando encastadamente antes que el pegapasismo que vendrá acto seguido con la muleta. 

Piensen en lo acontecido en la Copa Chenel hasta ahora. Excepto Jiménez con el berrendo de Quintas y el valor de Fonseca, les regalamos todas las faenas que se han hecho... o se las cambiamos por lo que no se ha visto ni por asomo en ninguno de los treinta y seis toros lidiados, esto es, un primer tercio como Dios manda. Y conste que no somos partidarios del pegapuyacismo. Si el toro en la segunda entrada tardea, escarba, no pelea y se va suelto, clarín y a otra cosa. Ponerlo una tercera vez cuando está visto es hacer perder el tiempo al sufrido espectador.

Los domecquistas como el firmante de ese editorial insistirán en que con tres puyazos cualquier toro se para. Eso es porque se lo ha masacrado sin compasión. Nuestra propuesta de convertir el puyazo en un muletazo la explicábamos aquí. Si se hiciera así, se contentaría tanto al aficionado al caballo como al de la muleta. Con su permiso, copiamos lo que proponíamos allí y que hizo sobre la arena Jorge Torres, picador de Galván:

Consiste en que vaya el toro tres veces al caballo colocándolo a distancia progresiva. El picador echará la vara por delante para señalar simplemente, sin apretar, y dejar que el toro se desgaste empujando el peto. Mientras, le irá abriendo la salida para que lo saquen rápidamente de allí. ¿Recibirá castigo el toro? Recuerden que el quebranto real se produce cuando empuja y no con la sangre que vierte. ¿No creen ustedes que podría ser ese justo medio donde poner de acuerdo a todos? Quedaríamos contentos los que queremos ver el toro tres veces viniendo de largo y también los que quieren ver faena de muleta sin que el toro esté agotado. No creemos que el ganadero torista esté en contra de esta propuesta y el torerista, tampoco. Pero el problema es doble: el picador tiene que ser valiente para aguantar la embestida simplemente señalando y el maestro, diligente a la hora de sacarlo. Además, lo cómodo es el monopuyazo, costumbre difícil de erradicar porque la propuesta de señalar y abrir implica más trabajo en el ruedo para dignificar el primer tercio y satisfacer a los aficionados, tanto al que mira el toro como al que está esperando la muleta. Y tampoco olviden que según qué hierro lleve el animal, la orden del maestro siempre es machacarlo, con lo que lo del puyazo en forma de muletazo no querrían ni plantearlo.

Observen cómo hizo esto mismo en la concurso de Zaragoza el picador citado:

3. Insisten los del portal en que esos encastes minoritarios no se adecuan al toreo que se exige hoy en día. Observen:

Los tres toros de Cuadri tienen sentido completo si frente a su condición anacrónica en la muleta, se admite un toreo a su justa medida. No el toreo escolástico actual de distancia, sitio, altura, toque…sino el toreo sobre las piernas y sobre los brazos, el de quitarse y ponerse de forma gallarda, el de machetear, el de andarles… el toreo que ya nadie admite. Un toreo descatalogado de las escuelas, descatalogado del ADN del aficionado y de los públicos

Discrepamos abiertamente. Quienes han descatalogado ese toreo son los taurinos en el peor sentido de la palabra y lo han hecho secundados por los críticos paniaguados que comen en su mano porque dependen de los favores y de la publicidad de empresas y diestros para asegurar sus lentejas. ¿Por qué ya no se valora ese toreo? ¿Dónde está la labor didáctica de esos críticos lacayunos?

Es como si en el fútbol se nos quisiera convencer de que el único juego admisible es el del gilitoque. Muchos futboleros no han tragado con esa falacia porque hay periodistas deportivos que, también por sus oscuros intereses, han dado la batalla. En los toros nadie se sale de la línea que marcan los taurinos porque afuera hace mucho frío. Si quieres vivir de ello, tienes que bajarte el pantalón.

Es que hemos llegado a escuchar varias veces a los comentaristas televisivos aquello de que 'este toro es ilidiable', o 'este toro no embiste bien', o 'si el toro no pasa, no se puede hacer el toreo'. Incluso cuando salen animales respondones en lugar del choto tontuelo, dicen que 'esto no es agradable de ver aunque haya aficionados que no lo vean así' (recuerden aquella novillada de Monteviejo aquí).

4. El estrambote del editorial que comentamos es éste:

Las contradicciones anteriores hacen que las propuestas de cierto tipo de espectáculos en Las Ventas y en donde sea, carezcan de la grandeza, el interés y la medida justa que merecen. Si no se cambian estas cuestiones, seguiremos llamando encastes minoritarios a los que embisten y bien, Los Maños, y al toro de nula condición estética en la muleta. Los igualamos sin ser iguales. Y si uno no pasa el reconocimiento y el otro no sirve para el toreo, no es que sean encastes minoritarios. Es que no son nada

Sólo les falta decir lo que los antiguos escolásticos al final de sus silogismos: quod erat demonstrandum, o sea, llegamos a lo que queríamos demostrar. Y lo que parece que quieran demostrar es que el toro de Domecq es el que pasa el reconocimiento, el que sirve para el toreo que exige el público, el que tiene condición estética para la muleta y el que permite el toreo catalogado en las escuelas, que es el imprimido en el ADN del aficionado actual. Da igual que pase por el caballo de visita porque lo que importa es la muleta.

Ponen una vela a Dios y otra al diablo ya que dicen que estos toros de esos encastes minoritarios merecerían mejor suerte pero tal como están las cosas hoy en día, es mejor que tiren la toalla. Es eso, ¿no?

Y ¿por qué nadie dice nada? En primer lugar por lo que decía Fermín Murillo ¡en 1970!: la fiesta está monopolizada, unos cuantos señores la dirigen y excluyen cualquier competencia lícita (recuerden aquí). En segundo lugar por lo que afirmaba Bernadó ¡en 1983!: los empresarios hacen y deshacen más que nunca en la historia del toreo; si hablas, no vuelves a torear (recuerden aquí). Donde dice torear pongan ustedes lidiar y así entran en el mismo saco matadores y ganaderos. Por lo menos en aquella época había algunos críticos que decían si no la verdad por lo menos su verdad. Hoy no se sale ninguno del redil y las crónicas parecen redactadas por empresarios o apoderados.

Pues a esos planteamientos apodícticos de los redactores de Mundotoro, es decir, incondicionalmente ciertos y que no dejan lugar a la discusión oponemos los nuestros: 

1. Que se acaben los tejemanejes con veedores, veterinarios, empresarios y toreros respecto a los toros a lidiar. No vendría mal un poco de luz y taquígrafos en este submundo de omertà casi mafiosa.

2. Se podría llevar a cabo una suerte de varas brillante si los implicados pusiesen de su parte. Son pocos los aficionados que la valoran pero serían más si los profesionales en el ruedo y también en los papeles se preocuparan por reivindicarla.

3. El toreo del pegapasismo haciendo posturas ante la ternera bobalicona no es el único aceptable. Si los críticos paniaguados honrasen su profesión, el público orejil abriría su mente a descubrir lo que seguramente puede tener incluso más valor por la entidad del enemigo. A los críticos añadan ustedes los matadores retirados que pululan por las televisiones y para los cuales tampoco hay otro toreo que no sea el posmoderno.

4. Los pocos ganaderos que siguen pensando que la bravura está en el caballo sí son algo. ¿Qué es eso de que hay toros que no sirven para el toreo? ¿Para qué toreo? ¿Qué es eso de que esas ganaderías no son nada? Las convierten en nada los profesionales que en el ruedo matan sus reses en el peto a como dé lugar no vaya a ser que el fondo de casta que atesoran, aunque esté muy en el fondo, salga a relucir y les deje con el trasero al aire. Y de nuevo tenemos a los inevitables comentaristas y críticos, convertidos en esbirros del taurineo, prestos a tapar estos desaguisados y siempre echando la culpa de todo al pobre toro.

Ya ven que lo comentado en esta entrada ni de lejos es algo que no se preste a discusión. El contraste de pareceres queda circunscrito a nuestro modesto blog y sus selectos lectores. Por otros lares rige el citado pensamiento único. Sabemos que aquí jugamos en casa y por eso hemos hecho esta entrada. Como aterrice algún paracaidista no entenderá esta forma de ir contracorriente. Pero es que si permitimos que los taurinos domecquistas se queden con la verdad, entonces sí que no seremos nada.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.