Todos los aficionados saben que el picador Miguel Atienza ha pasado a la historia por ser el inventor de la carioca. Marcial Lalanda afirmaba siempre que esa suerte, por denominarla así, surgió cuando Atienza picaba a sus órdenes. Además, el picador de Trebujena siempre decía que Marcial había sido quien le había enseñado a picar. De hecho, cuando estuvo a sus órdenes intentó ficharlo Belmonte y se negó a abandonar a su maestro más querido.
Pero ¿qué día exactamente puso en marcha ese remolino asesino que es la carioca? Teóricamente deberíamos fiarnos de lo que nos dijeran ambos, Atienza y Lalanda, ¿no creen? Ello nos llevaría al festejo exacto donde se perpetró por vez primera. Es lo que hemos hecho nosotros pero resulta que nos encontramos con cosas contradictorias que vamos a compartir con ustedes con el único objetivo de echar un rato hablando de toros (y así nos abstraemos durante tres minutos de la zozobrosa actualidad).
Lo primero a tener en cuenta es que tuvo que ser con un caballo protegido con el peto, o sea, a partir de 1928. Sin peto, es imposible hacer la carioca porque si el toro aprieta cuando le tapas la salida, vas al suelo indefectiblemente. Habría que ver los años en que Atienza picó con peto en la cuadrilla de Lalanda y tendríamos la solución: fueron las temporadas que van de 1931 a 1934, ambas inclusive.
Lo que pasa es que Atienza siempre dijo que el primer toro al que carioqueó fue uno de Aleas. Pues bien, Lalanda mató siete corridas de Aleas en su larga vida como matador: Almagro, Segovia, La Coruña, Manzanares, Nimes, Gerona y Casteljaloux, una localidad del sudoeste francés, donde fue de los primeros sitios en dar toros junto a Mont-de-Marsan y Vic-Fezensac. Descartaríamos de esta lista todos los festejos anteriores a que Atienza fichase con Lalanda. Sólo nos quedarían la corrida de Gerona y la francesa, pero si hubiera sido en Francia, seguro que ambos protagonistas hubieran hecho hincapié. A ver si resultará que la carioca se inventó en Cataluña para las fiestas de San Narciso, en la plaza de Santa Eugenia de Gerona que había inaugurado Mazzantini...
Vamos a ver qué nos cuenta Lalanda. Él no comenta nada ni de Aleas ni de Gerona. Habla de que fue en una corrida de la Prensa que toreó antes de la guerra. El maestro se anunció nueve veces en la célebre corrida. Hemos buscado en cuál de ellas mató toros de Aleas y no hubo ninguna. Le cedemos la palabra:
'Recuerdo bien cómo empezó lo de la carioca. Fue en una corrida de la Prensa, antes de la guerra, y me tocó un toro manso muy fuerte. Ordené a Atienza que lo picase como fuese: 'tápale la salida, crúzate con él, lo que sea, pero no lo dejes ir'. Comenzó a darle vueltas y vueltas y así logró picar un toro que era muy difícil'
Pero Atienza insiste en que aplicó la carioca por primera vez a un toro de Aleas y recuerda que se llamó Vinagre. Efectivamente, él pico ese sobrero que salió sustituyendo el octavo de Palha casi de noche cuando llevaban tres horas de corrida. Tenía el número 36, era negro y se lidió en esa corrida de Palha que tuvo lugar en Madrid el 15 de julio de 1928. Ese toro mató al banderillero Zoquito, ¡pero aquel día no estaba Lalanda!
El cartel lo compusieron Manuel Álvarez, Luis Freg, José Roger y Carnicerito de Málaga. El pobre Zoquito comparecía sustituyendo en mala hora a El Cuco. De salida, el toro huyó de todos los capotes, incluso de los que le enseñaron desde el callejón. Zoquito salió a los medios pensando que el toro huiría también de él pero inopinadamente se le arrancó con furia. Cuando Vinagre lo embistió por su derecha, el peón se lió con el capote, se lo tiró para aliviarse pero el toro lo vio y lo empitonó por el vientre. El reguero de sangre fue impresionante y la propia enfermería quedó anegada. Allí mismo murió mientras en el ruedo era Atienza quien picaba al toro. Nos cuenta esto:
'No me tocaba picar ese toro pero metió al compañero de turno en la enfermería y la policía me obligó a salir. Montaba un caballo tordo muy flaco. Llamé al toro y aquello no era un toro sino un tren expreso. Cogió mi caballo y me estrelló contra las tablas pero lo aguanté. En el segundo puyazo le acerté en el mismo agujero y le metí el palo hasta el corazón. Fue el delirio en el tendido pero yo no creí que hubiera sido para tanto. Luego la carioca la fui perfeccionando a lo largo del tiempo, especialmente cuando estuve a las órdenes de Lalanda'
Esto de Vinagre fue en 1928 y coincide con la primera temporada completa con peto y sin banderillas de fuego, que se sustituyeron por poner cuatro pares y una caperuza negra en la cabeza del toro durante el arrastre para que pasase vergüenza el ganadero (el quinto de Palha aquella tarde se fue al desolladero con ella).
Ya ven que para conocer el origen exacto de la carioca deberíamos hacer una mezcla con el testimonio de Atienza y el de Marcial. El picador habría comprobado con Vinagre que podía cerrar al toro sin ser derribado y el maestro le pediría más adelante que hiciese lo propio ante toros que tenía que matar él. Quién sabe si le diría más de una vez: 'a éste pegale como al de Aleas'. Después Lalanda se lamentaba:
'Lo que era un procedimiento excepcional para poder castigar un toro que no se dejaba picar y que lo necesitaba se convirtió en una fórmula habitual para picar todos los toros... Antes los buenos picadores eran grandes caballistas y conocían su oficio y al toro. Hoy, con esa muralla donde van subidos, ya no necesitan saber nada. La única solución sería que el público estimara su labor, que supiera apreciarla para bien y para mal. Y por supuesto, reformar la suerte de varas, claro.'
En cambio, el picador tiempo después la defendía. Sostenía que una vez que se había eliminado cualquier lucimiento en la suerte de varas, dado que lo único que quería el público era muleta, la carioca servía para dejar los toros bien ahormados y así propiciar el triunfo del diestro en el último tercio.
Atienza fue el único picador de la época que se hizo rico y si no le coge la guerra, aún gana más dinero. Pertenecía a una dinastía que inauguró su padre Pepe, el mayoral de Graciliano, a quien vemos aquí dando la vuelta al ruedo en Barcelona junto a Félix Rodríguez:
Pepe se casó dos veces y tuvo hijos picadores por todas partes: unos, los Atienza Caro y otros, los Atienza Ruiz (pulsen aquí). Los que nos interesan son los Atienza Caro, que fueron Miguel, Floro, Ramón, Juan y el más pequeño, José. Ramón picó a Islero el día de autos haciéndole la carioca y dándole a duro por peseta según testigos presenciales. Juan y Miguel pusieron cuatro varas al último toro que se lidió en la antigua plaza de la carretera de Aragón, de nombre Reolino. También estaba anunciado José. Éste es el cartel, donde se leen sus nombres:
Atienza nació en 1902 y por tanto actuó sin y con peto. Su carrera empezó picando cinco toros en una corrida y la terminó picando cinco novillos en un festival. La corrida iniciática se celebró en Cáceres, organizada por el empresario Ildefonso Gómez. Estaban Paco Madrid, Fortuna, Maera y Nacional II. Fueron miuras con estas pintas: tres castaños, tres negros, un chorreado y uno cárdeno. Enviaron a la enfermería a todos los picadores y Atienza se la echó toda a la espalda siendo reserva. ¡Quién le iba a decir aquel día que acabaría picando más de cuatro mil toros!
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6 toros de AP para Rafael Ortega en la del Montepío (1954) |
En aquella época había en cada corrida seis picadores como mínimo más dos reservas y un aspirante. Cuando te habías anunciado diez veces como aspirante, el Sindicato de Picadores te inscribía como reserva. La figura estaba contemplada en el reglamento de 1962 pero desapareció en el de 1992. Vean el artículo 90 donde se hablaba de ellos:
Atienza fue el picador mejor pagado quizá porque era quien pegaba más duro. Domingo Ortega, que en teoría podía con todos los toros excepto con el murube Tapabocas en 1934, le daba una propina de 500 pesetas cada tarde, cantidad muy sabrosa para la época. Seguro que no era por cuidar los toros, ¿no les parece? Ojo porque reconocía haber matado cinco con la puya. Lo multaron un montón de veces pero él lo recordaba con gracejo una vez retirado: 'el matador paga y yo pego...' A nosotros como espectadores no nos hubiera hecho ninguna gracia. Lo de las multas siempre se hablaba con el maestro antes de la temporada para aclarar quién iba a pagarlas. Hoy no hace falta porque prácticamente no hay multas excepto alguna esporádica en Navarra.
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Batacazo en Zaragoza yendo con Aparicio de novillero (1950) |
Cossío recordaba haberle visto recorrer media plaza carioqueando, lo cual nos parece una absoluta vergüenza. Como suele pasar en España, el tiempo convierte a todos en buenos y Atienza ha pasado a la historia como un gran picador cuando quizá fue un gran carnicero.
Picó por última vez cinco novillos de AP y de Montalvo en el festival de homenaje a El Gallo en Madrid en 1957:
De luces se había vestido por última vez el día anterior en Jaén, donde le hicieron esta instantánea:
¿Cómo identificar la carioca en el ruedo? Pues siempre que usted vea que el toro está orientado hacia el platillo y no hacia los adentros mientras empuja el peto, es que le están dando la vuelta. Aquí tienen un ejemplo de este año en Cenicientos: el matarife está ensañándose mientras el toro mira hacia los medios. Se desprendió la puya, que está en el suelo, y el piquero siguió zurrando la badana. Si es Atienza, le mete medio metro de palo:
Ojo porque pudiera darse el caso excepcional de que el toro tenga tanto poder y tanta fuerza que haya sacado al picador a pasear por los medios sin mediar carioca. Eso da gusto verlo pero sucede poquísimas veces. En esos casos el picador lo que hace es defenderse como buenamente puede en lugar de recargar a placer con vileza como en la carioca habitual. Recordamos esta situación de abajo en Vic cuando uno de La Quinta de nombre Matablanca se llevó en volandas a Tito Sandoval empujando hacia el platillo. Ni siquiera el experimentado piquero salmantino pudo evitar la caída al descubierto:
No hagan caso a los taurinos ni a sus corifeos de la televisión cuando dicen que a veces el toro empuja de una manera que hay que taparle la salida sin querer. ¡Mentira! Puede ser que te apriete contra las tablas como hizo Vinagre con Atienza. Entonces está claro que tendrás que darle a las riendas hacia afuera para salir de ahí pero eso no implica que tengas que seguir cerrando al toro dándole la vuelta cuando hayas salido de dentro, que es lo que hacen aprovechándose del apuro.
¿Y el nombre de carioca? Seguramente viene de un baile que se puso de moda antes de la guerra y en el cual las parejas movían brazos y piernas con las frentes pegadas. La canción tenía una letra que firmarían hoy todos los picadores y por supuesto todos los maestros que ordenan bailar de esa guisa para machacar al toro que dicen amar tanto:
Y mañana descubriréis
que os encanta la carioca,
con los brazos alrededor
y los labios que suspiran...
¡Soñaréis con la carioca!
Efectivamente, los aficionados no es que soñemos con ella sino que viéndola cada tarde, se ha convertido en una insoportable pesadilla.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.