Nuestro amigo Joan ya nos avisaba de que no pensaba ver esta corrida y que iba a dedicarse a la concienzuda elaboración de croquetas. Acertó de pleno. Por supuesto que nosotros jamás la hubiéramos visto si no es por la obligación que nos hemos impuesto de comentar todo el serial para ustedes en nuestro modesto blog.
Lo de El Parralejo fue un desfile de cinqueños tontos y entrados en carnes, con una media de 582 kilos. Gran vulgaridad en el caballo, sosería por arrobas en la muleta y ausencia general de casta, de poder, de bravura y de todo lo que quieran ustedes añadir. Fue un castigo que no estamos seguros de merecer. Ni siquiera los triunfalistas televisivos pudieron tapar este insoportable caliqueño.
PERERA. Su primero era negro bragado, meano, alto, cornialto y venía picadito del campo. Las fotos son del maestro Moore a quien agradeceremos personalmente su colaboración este sábado en Vic:
Marronazo del que huye y después muy torpe Perera provocando que el toro se fuera al reserva al hacer un quite malo.
Toro chirle, que iba y venía embistiendo por obligación. Ante ese material nos costó mantenernos despiertos.
Por fin terminó el inaguantable sopor con una estocada baja a capón justamente protestada:
El cuarto era castaño aldinegro, bien encornado y anteado en la albarda como se aprecia:
Rivas marró por tres veces y el animal huyó de allí antes de que lo convirtiera en un colador. En el segundo, sin castigo. No podemos entender que si el toro estaba visto y el diestro pedía el cambio, el presidente obligara a otra estúpida entrada.
Bien Fini porque el toro lo esperó:
Inicio valiente de rodillas en el platillo. Fíjense en el overbooking de figurones en el callejón. Ninguno de ésos ha pagado:
Con el toro reservón y escarbando, Perera demostró su habilidad para que no viera otra cosa que la tela roja. Sacó petróleo de un toro con poco dentro aunque se protestaron debidamente sus ubicaciones fuera de cacho.
Pinchazo chalequero y estocada muy baja a capón, el codo lo delata:
UREÑA. Su primero fue protestado de salida. Negro zaíno, de pezuña basta, con cara adolescente y la penca despeinada:
La sorpresa saltó cuando en el primero estuvo mejor el piquero que el toro ya que Romero clavó en buen sitio, no tapó y no barrenó. En cambio, en el segundo nos devolvió a la triste realidad señalando en un sitio horroroso.
Toro blando, sin aire, que se derrumbó y hubo que colearlo. Nada. Pinchazo muy malo y corta que basta ejecutada a la carrera, estirando el brazo, con la mano por la andanada y con telonazo, o sea, marca de la casa:
El quinto era este castaño albardado, listón, lavado de cara, veleto, astinegro, ajamonado de atrás, de 602 kilos y parado ya de salida:
Empuje de bravo con la puya en el espinazo, vean abajo. En el segundo fue alegre a topar sin más:
Toro doliente, mugidor, noble y cabeceador. Ureña puso más ganas que su enemigo pero no fue suficiente para evitar el sesteo del respetable.
Mandoble nefasto por muy bajo, trasero y con hemorragia:
FERMÍN. Confirmó con este toraco feo, con poco cuello, astinegro, husmeador y escarbador:
Huye al hierro, luego empuja cobrando muy caído y se deja sin más en un tercero obligado por el palco. Cuando hay que poner los toros más veces porque lo merecen, cambian el tercio y en esta corrida, que era absurdo, obligan a que siga la tabarra. Observen el catafracto equigárcico. El toro es gordo pero el caballo, más:
Resultó un animal soso, flojo, sin sal. Lo mismo cabe decir del trasteo plúmbeo de Fermín.
Se perfiló a la distancia correcta pero fue lo único bueno que hizo: pinchazo malo sin cruzar y bajonazo trasero muy desagradable.
El sexto era el camión de la carne, con 628 kilos, negro bragado, axiblanco, aleonado, cornalón, astinegro y renqueante de pies sin que se oyesen protestas porque todo el mundo estaba ya cansado:
Se deja barrenar trasero con mediocridad aunque en televisión decían que el piquero se había agarrado bien (?).
Embestida ramplona y blandura de remos. La tarde terminaba con más somnolencia si cabe y encima Fermín echaba la pierna atrás. Confirmó que no sabe matar: pinchazo feo, otro hondo muy bajo y esta puñalada atravesada, baja y trasera:
A estas alturas el público asistente ya estaba harto de los toros, de los toreros, del fresco reinante y hasta del santo patrón.
Menuda tarde inaguantable. De cinco que llevamos, tres han sido pesadísimas. Y lo que nos queda... Suponemos que lo único bueno serían las croquetas de Joan pero no llegaremos a tiempo de probarlas y su testimonio no tiene valor ante este tribunal.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.