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lunes, 28 de agosto de 2023

COLMENAR: SI SALCEDO LEVANTASE LA CABEZA...

El que fuera aficionado más insigne de Colmenar se hubiera quedado de piedra viendo la repugnante aplicación del monopuyazo español que se perpetró durante toda la tarde en su ciudad natal.

Pensábamos que en esta tierra, donde se criaron los temibles toros colmenareños, habría un mínimo de decencia y de interés por el primer tercio pero esto es ya una batalla perdida en cualquier sitio de España.

Después de lo que ustedes ya conocen de la prevista corrida de Cuadri, se solucionó la cosa con un desafío entre Peñajara y San Martín. Lo de llamarlo desafío es una estupidez que habrá que eliminar de los carteles porque en teoría implicaría una competición en la suerte de varas y, como eso nunca se da, no tiene sentido anunciar así estas corridas de dos ganaderías.



De los tres de Peñajara dos fueron perfectamente olvidables mientras que el tercero, el de la foto anterior, sacó un cierto genio, suficiente para hacer naufragar a Ángel Sánchez, quien dio la impresión toda la tarde de ser un alma en pena. Nos sorprendió la tranquilidad de Rubio ya que no se movió en ningún momento del burladero del callejón.



Los de San Martín podrían haber hablado con Cicerón en el latín más clásico porque sacaron muy malas ideas. Los seguidores habituales saben que nos cuesta mucho utilizar por aquí la palabra descastados pero quizá sería aplicable a estos tres santacolomas.



Conste que entre una ternera bobalicona y un toro problemático siempre preferiremos a este último. De hecho, es posible que estos tres nos salvasen la tarde con su aviesa actitud y los apuros que hicieron pasar a los diestros.

Apenas hubo un tercio de entrada, con la sombra a 40 euros.



MIGUEL DE PABLO. El colmenareño se presentó con un terno muy bonito, purísima y azabache con el chalequillo en oro. Su primero era de Peñajara, un castaño salpicado bocidorado, bizco del derecho, un poco escurrido y en puntas:



Lo recibió con verónicas de paso atrás antes de que el toro se diera media vuelta y huyera cuando lo pusieron en suerte al caballo. Se fue al reserva para recibir el monopuyazo español en la puerta de toriles, el primero de la tarde:



Rus clavó de sobaquillo y Herrera mucho mejor como ven:



En la muleta el toro era probón y un poco pegajoso pero estaba siempre pendiente de la tela:



De Pablo se colocó siempre bien y lo vimos con soltura, como si torease cada día. Estocada trasera hasta el pomo pegando el telonazo con la inevitable oreja del paisanaje:



Su segundo era un negro entrepelado, enmorrillado, nevado, gordo y veleto de San Martín al que recibió con dos largas en tablas.




El tal Taconero no sabía que Sangüesa lo estaba esperando para echarle el caballo encima y machacarlo con vileza y sin piedad. La sangre le caía al pobre por detrás del brazuelo:



Las banderillas no se clavaban, no por defecto de fábrica sino por las excesivas precauciones de los peones:



Como siempre decimos, son tan buenos que saben cuándo aliviarse y cuándo no. Observen la diferencia entre el primer par de Vicente Herrera y el que puso después al sesgo:




Está claro, ¿no? Nadie esperaba que el toro sacase malas pulgas pero lo hizo y empezó a repartir tarascadas como defensa ante su poca fuerza.



Seguimos todo el trasteo mirando por el objetivo de la cámara a pesar de la incomodidad que supone porque nos temíamos que en cualquier momento iba a levantar los pies del suelo al maestro. Afortunadamente no fue así y la cosa terminó con dos pinchazos y media tendida y trasera pegando siempre el telonazo.




BORJA JIMÉNEZ. Debutaba en Colmenar. Su primero fue un negro salpicado y ojalado de Peñajara que cumplía seis años en diciembre pero que tenía cara de niño y por ello se escucharon protestas aisladas desde el 5 alto:



Monopuyazo consistente primero en una barrenada infecta y después en la asquerosa batidora, todo penoso. Salvo error fue Borrero quien puso un gran segundo par después.

El toro era soso por paradete y topón. Jiménez estuvo quieto ahí, arrancando pases con voluntad hasta terminar poniéndose un poquito pesado:



Mató de esta estocada trasera un pelín contraria y sin puntilla:



Su segundo se llamaba Taurino y no hizo honor al nombre porque sacó ideas de marrajo. Era un negro entrepelado, bragado, meano de San Martín, con dos agujas:



Jiménez le hizo un gran recibo con la capa encelándolo sin contemplaciones hasta rematar en la boca de riego porque el toro se quería reír de él. Lo mejor de la tarde.

Se vino de lejos al relance y partió la vara del piquero pero como se quedó al lado de la barrera bajo el caballo sin empujar, le dieron otro palo desde el callejón al de la banda del castoreño y sin vergüenza le pinchó a placer, convirtiéndose en un vulgar picador de carne.

El tal Taurino era guasón, mirón, recortante, distraído y gazapón, o sea, una auténtica prenda. Como Domingo Ortega  está muerto y Manili retirado, nadie puede hoy con un toro así. Jiménez no hizo nada. Observen la actitud del toro ignorando al maestro:



Tuvo suerte de cazarlo con una entera trasera y encima fue duro para morir:




ÁNGEL SÁNCHEZ. Nos cuesta recordar a un torero que anduviese tan a merced de sus enemigos. Su primero era de Peñajara, un colorado ojo de perdiz, listón, anteado y axiblanco, de 473 kilos:



Todos sabemos que a Sánchez el primer tercio le importa un pimiento y lo demostró una vez más dejando al toro de cualquier manera. No peleó y salió suelto.

Luego vimos una excelente brega de Moli y dos buenos pares de Rey, como es habitual en él:




Moli había enseñado que el pitón bueno era el derecho y que por el izquierdo el toro rebañaba. Pero Sánchez salió con la faena del hotel, sin imponerse y el tal Adivinanza se le subió a las barbas de inicio poniéndose cada vez más violento:



Anduvo a la deriva, totalmente desarbolado y acabó arrojando el estoque de mentira con violencia al callejón, suponemos que enfadado consigo mismo por su ineficacia.

Cuando estaba perfilado el toro se le arrancó, como hacen siempre los que han ganado la batalla. Sablazo en el lomo y nosotros tocamos palmas al de Peñajara en el arrastre más que nada para fastidiar al maestro.



El sexto era de San Martín, un negro bragado, axiblanco que salió a cien por hora pero debió de lesionarse en la carrera porque al poco empezó a rodar por el suelo y fue al corral:



La parada de cabestros era preciosa, como no podía ser menos en esta tierra:



Salió el sobrero, también de San Martín. Era este berrendo en cárdeno, careto, coletero corniabierto y astifino:



Monopuyazo español, el sexto de la tarde para variar, y posterior canguis en banderillas.

Sánchez vino a Colmenar mal dormido o mal despierto ya que no sabía dónde meterse. Le crecieron alas en los pies mientras el berrendo se preguntaba qué hacía aquel hombre deambulando por delante de él. El madrileño no quiso ni verlo.



Le pegó esta entera caída con degüello y suponemos que se fue a casa muy preocupado por su paupérrima actuación. Tuvo suerte al retirarse porque los abundantes pitos con que se lo despedía quedaron silenciados por una mascletà que prendieron en el tendido.




No perdimos la tarde porque esas malas ideas que sacaron los de San Martín nos hicieron evitar la siesta. En cambio lo de Rubio ya han visto que fue poca cosa.

¿Hubiera sido una tarde memorable en caso de haberse lidiado los de Cuadri? Nunca lo sabremos. 

Saludos cordiales desde Madrid. Rafa.

lunes, 19 de junio de 2023

COPA CHENEL, 2023 (10). PALHA - MONTEALTO - MORENO: FONSECA SE COMIÓ LOS SEIS

La corrida quedó marcada nada más empezar por la grave cogida que sufrió Del Álamo y que dejó seis toros a disposición de Fonseca. El mexicano resolvió la papeleta con mucha dignidad. Lo de menos para nosotros fueron las tres orejas.



Ya sabrán que hubo polémica con los dos finalistas por la reclamación de Borja Jiménez a raíz del aviso que le mandó el presidente justo antes del descabello definitivo de uno de sus toros.

Resultó que a la hora de medir el tiempo de la faena de Del Álamo el reloj de Chema Costales era el de madera. Por contra, al sevillano lo controló con un reloj suizo.



Ésta fue la queja del maestro a los organizadores:



Lo bueno es que Jiménez se ofrecía a matar en una hipotética final a tres los dos toros portugueses, que en teoría iban a ser los más incómodos.

La respuesta fue que el partido ya se había jugado y no se movía a los dos finalistas. Es muy posible que tanto el mexicano como el salmantino hubieran aceptado que entrase el sevillano y cargase con los dos animales de Palha. Pero la organización respondió de esta guisa:


En caso de presidir nosotros, diríamos a los diestros algo como esto:

'Señores, en el momento en que suene el clarín del cambio de tercio pongo en marcha el cronómetro. En cuanto se cumplan 10 minutos justos sonará el primer aviso y sólo me retrasaré en el caso de que en ese instante ya esté usted perfilado para entrar a matar. Lo mismo vale para los siguientes'

Asimismo les recomendaríamos que el mozo de espadas llevase otro cronómetro para ponerlo en marcha justo en el mismo instante y poder avisar al diestro de cómo va el tiempo.

Ojo porque los dos únicos reglamentos correctos a nuestro entender son el nacional y el de Navarra ya que el reloj corre a partir del clarín que marca el último tercio. En los demás se cuenta en unos a partir del primer pase de muleta, como son el vasco y el andaluz, y en el resto a partir del inicio de la faena, que viene a ser lo mismo.

Dado lo pesados que se ponen los diestros en sus interminables trasteos, optaríamos por que todo ese tiempo que pierden brindando o caminando de aquí para allá antes de dar el primer pase de muleta contase para el aviso. Sería una manera de hacer más llevadero el festejo a los sufridos espectadores.

Nosotros solamente aceptaríamos cronometrar a partir del primer pase de muleta con la condición de rebajar el tiempo del primer aviso a ocho minutos.

De todas formas, mucho peor nos parece no haber sancionado duramente a los participantes en esta Copa por su general desprecio a la suerte de varas. Este certamen ha mejorado en general por lo que a presentación del ganado se refiere pero ese primer tercio continúa siendo la asignatura pendiente. Si los diestros se desentienden bastante del problema de los avisos, imaginen lo que harán con el caballo, que es una disciplina que a nadie interesa, casi diríamos que ni a los propios ganaderos.

Vamos ya con lo que sucedió en Colmenar.




DEL ÁLAMO. Su primero era este colorado ojo de perdiz de Montealto, listón y con la cara chorreada, que se lesionó y fue al corral:



Salió el sobrero de Ángel Luis Peña, un castaño oscuro, listón:



Nada en varas. Acto seguido el diestro se echó el capote a la espalda y el toro lo arrolló pegándole una cornada en la parte posterior del muslo con contusión en las cervicales por la fea caída.



El pitón bueno era el izquierdo y Fonseca lo vio al vuelo. Lo que pasaba es que al final pegaba la cabezada. Como por el derecho era complicado, el mexicano cortó y se armó para dejar un pinchazo pescuecero que escupió más este descabello.




FONSECA. Tras matar ese primero le quedaban cinco más en chiqueros. Ojalá situaciones como ésta hagan reflexionar a todos los organizadores y no sólo a los de esta Copa para que se olviden de la pesadez de los mano a mano.

El segundo era de Zacarías Moreno, un negro salpicado, ofensivo por delante aunque bizco del izquierdo. Lo recibió de rodillas en tablas:



Quiso pelear en el caballo pero presentó la dimisión en seguida. Después demostraba un rebrinque a causa de su poca fuerza, no de ninguna maldad. Anduvo todo bastante deslucido ya que los pases le salieron todos sucios y el toro iba siempre a su aire. Fonseca sufría una molesta herida en el labio a causa de un puntazo del primero:



Buena estocada arriba tirándose con gran fe pero perdiendo la muleta. Orejica.



Observen dónde clavó porque en ese sitio no hemos visto ni una sola estocada en todo el serial isidril:



El tercero era de Zacarías Moreno, un castaño albardado, terciado y cornidelantero que se astilló ambos pitones:



Simulacro en varas con el toro ya en reserva. Arriesgó poniéndose de rodillas y el viento casi le juega una mala pasada.



Después el toro repetía con fijeza y con bondad. Por el izquierdo le sacó un par de naturales buenos, uno de los cuales fue éste:



No venía a cuento rematar el trasteo con unas bernadinas sin el estoque, en la primera de las cuales el toro le golpeó en una pierna. Luego se vio que llevaba un puntazo que se sumaba al dolor en sitio tan sensible en la zona de la rótula y a lo anterior en la boca:



Pinchazo saliendo perseguido, otro siendo prendido sin consecuencias  como ven abajo, un tercero perdiendo la muleta y estocada arriba un poco cruzada, también perdiendo la muleta.



El cuarto era de Montealto, otro castaño albardado, bragado y un poco pasado de romana:



Manseó de salida pero luego metió los riñones en la única entrada al peto (la corrida se saldó con seis varas). Estaba loco por irse a vivir a tablas mientras el personal protestaba una supuesta blandura. Costales enseñó el verde de forma para nosotros incomprensible. Otras tardes ha mantenido en el ruedo animales manifiestamente minusválidos y ahora le dio por enviar éste al corral de manera sorprendente. ¿Dónde está el criterio?

El segundo sobrero era de Manuel Sanz de la Morena, de Los Eulogios. Era negro listón, con una carita muy cómoda estilo Buendía:



El pobre animal aún empujó más de lo reglamentario a pesar de los dos agujeros en el lomo que le hicieron en su única entrada. Álvaro de la Calle hizo un quite preparando su próxima comparecencia en Céret. Lo mejor de toda la tarde con la capa fue su media:



El toro se había puesto un poco tonto en banderillas y ahora frente a Fonseca tardeaba y probaba. La verdad es que el de Michoacán no supo cómo meterle mano. Cancela veía con preocupación lo mismo que nosotros mientras sonaba absurdamente la música:



Con el toro amorcillado en tablas, Fonseca pegó dos pinchazos, una corta trasera y descabello.

Justo llevábamos dos horas de festejo y todavía quedaban los dos toros de Palha. El quinto era negro zaíno, alto de agujas y con feos crotales:



Muy mal Antonio Cama sin saber poner el toro en suerte ya que al maestro se le veía mermado físicamente. El toro no empujó como debería pero las órdenes de Cancela eran darle cera, tal como cumplió a rajatabla el picador tapando la salida:



El toro quería enterarse de la película en el segundo tercio. Observen que llevaba la cabeza por las nubes. Luego cuando embestía lo hacía sin casta, como por obligación.



Puso más ganas el torero que el toro hasta el punto de ponerse muy pesado. Estocada hasta el arriaz un poco desprendida y perdiendo la muleta pero tirándose a por todas. Oreja.



El sexto era el otro de Palha, que saltaba al ruedo a las dos horas y media de corrida. Era un toro negro zaíno, ensillado, rabicorto y cornidelantero. En la primera imagen se aprecia la silla y el rabito y en la segunda sus pitones un tanto raros...




Viendo que el anterior no había valido gran cosa la orden esta vez fue no pegarle en el caballo. Tito y Rey protagonizaron el mejor tercio de banderillas de la tarde:



Con la salida a hombros garantizada quiso volver a arriesgar cambiando por la espalda. Luego se vio que el toro era un bomboncillo, con más nobleza que casta, con lo cual la ganadería portuguesa confirmó nuestra desilusión, en la misma línea de lo que sucedió en la pasada feria de Céret y que pueden recordar aquí.



Esa bondad de este último toro fue el premio que mereció el mexicano por su esfuerzo. Pudo sentirse a gusto y olvidarse de los golpes que llevaba en la boca y en la rodilla además de su muñeca maltrecha y la fatiga y tensión acumuladas.

Dos pinchazos en buen sitio y entera arriba un poco pasada saliendo cogido por tirarse encima del toro, que murió en los medios. Oreja.



Seguramente Fonseca lleva ya dos días sin dormir bien por los golpes y el estrés pero lo dará por bien empleado ya que salió muy airoso de una encerrona que se podría haber vuelto contra él.

El de la izquierda, que ya sabe de qué va la cosa, lo felicitó a la muerte del sexto:



El mexicano suple con arrojo y decisión sus carencias técnicas pero es que ya nos hubiera gustado ver a más de dos toreros con años de alternativa en un brete como éste, a ver qué hacían.

Además se tiró a matar con verdad a pesar de perder la muleta más de la cuenta (hasta en cuatro ocasiones y eso no puede ser). Pero ni una sola vez se le fue la mano a los blandos, quiso clavar siempre arriba. Por consiguiente, no encontrarán en nuestra crónica ninguna reclamación sobre su actuación. Los que tengan alguna, que dediquen diez segundos a pensar a cuántos toreros actualmente en activo soportarían matando seis toros. 

Nosotros, a ninguno.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.