Esa frase la dijo el que quizá sea el mejor banderillero que ha visto quien esto escribe, al final desvelaremos el misterio a ver si es el mismo que están pensando ustedes. Si son habituales de este modesto blog, nos habrán leído en más de una ocasión que, para nosotros, lo esencial de una corrida de toros son seis cosas: la visión del animal íntegro, la suerte de varas bien hecha, la verónica, un buen par de banderillas, el natural y una estocada a ley. Nada más. El resto, como decía aquél, son pamplinas.
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Fernando Sánchez con uno de Raso de Portillo en Céret (2017) |
No esperen un tratado técnico sobre el segundo tercio. Ustedes están al cabo de la calle de cómo hay que poner las banderillas. Nos entretendremos únicamente en aclarar algunos conceptos que suelen estar confusos entre los aficionados. Para abrir boca, aquí tienen a Carlos Arruza, sin saltar:
¿Se han fijado en que que los tres pares han quedado reunidos en el espacio de una moneda de un euro?
Más adelante iremos con nuestra propuesta con los mejores banderilleros de todos los tiempos donde son todos los que están. Por ejemplo, este otro, Pepe Bienvenida, de quien hablábamos en la entrada anterior. Sin saltar:
Ese par anterior es en Barcelona, tarde de no hay billetes con toros de Arturo Sánchez Cobaleda en 1946. Aquel día se picó con Arruza pero cuidado porque en aquella corrida se anunció un tercero en discordia que fue también excelente rehiletero, Morenito de Talavera. Miren, ¿qué me dicen?
Nuevo pique de Bienvenida y Arruza en Valencia en 1945. A la izquierda, Pepe y a la derecha, Carlos:
No dejamos al mexicano sin mostrarles esta foto de la corrida del Montepío de 1946 ante uno de Felipe Bartolomé:
Las banderillas se ponen de dos maneras básicas: al cuarteo o al quiebro. El quiebro debe denominarse así y no al cambio. Cambiar al toro es darle la salida por un lugar diferente del que se le marcó de inicio. En un quiebro el toro se desvía del cuerpo del diestro pero por el sitio donde le ha marcado éste. Todos ustedes recordarán que lo hacía muy bien Morenito de Maracay. En la foto queda claro que no hay tal cambio ya que el diestro indica al toro la salida por su izquierda y por allí se irá:
Hay dos variantes que no dejan de ser quiebros normales y corrientes: el que se realiza en una silla y el de Calafia en homenaje a la plaza de Mexicali donde El Pana lo popularizó (pulsen aquí). Sería más bonito denominarlo 'el par de la reina Calafia', que es de donde procede el nombre.
Hablando de quiebros, recordaremos que en
Salamanca la tarde iba en barrena para Bomba y Machaco. El primero medio se congració con el respetable tras la lidia del quinto. Machaquito era quien iba a quedar bastante mal pero salió el sexto, que se movía más que los demás. El maestro aprovechó para ponerle tres pares al quiebro con los que se ganó sendas ovaciones. Sucedió que después de cada par, Bombita le pedía permiso para clavar también él pero por tres veces se lo negó el cordobés haciendo igual que san Pedro a la puerta del sanedrín. A raíz de esa negación, intentaron enemistarlos por diferentes medios pero no lo consiguieron. Éste es Bombita:
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FOTO: ABC |
Antiguamente se ponían banderillas a topacarnero, que era una especie de antecedente del quiebro porque se engañaba al toro con una inclinación del torso pero sin mover los pies del suelo. Paquiro decía que sólo debía hacerse 'si el toro es boyante y levantado porque es el non plus ultra de poner banderillas'. Nosotros no lo hemos visto nunca. Algunos como Amós Salvador dicen que a topacarnero es cuando vas andando al toro de frente como para topar con él. No estamos de acuerdo, eso sería un cuarteo de frente. En este dibujo se hacen una idea de lo que realmente sería a topacarnero:
Hubo un diestro que sí realizaba una especie de topacarnero obligado porque clavaba las banderillas con la boca. Era Juan Martín Marín, Platerito de Cádiz. Mordía una pieza de madera recubierta de plástico en la boca y así sujetaba las banderillas con los dientes. Lógicamente no podía cuartear y lo que hacía era ponerse en tablas desde donde llamaba al toro. Cuando se le venía, hacía un movimiento con el torso como en el topacarnero para clavar las banderillas con la boca y empujar el toro para darse impulso y salir de la suerte. No podía quebrar porque el toro se le iba demasiado lejos y con la boca no alcanzaba a consumar la suerte.
La cosa le costó más de un revolcón y la pérdida de bastantes piezas dentales. Lo bueno es que Platerito sólo ponía los garapullos o con la boca o al quiebro. Le preguntaron una vez y dijo 'es que no sé ponerlas de otra manera'. Ahí está:
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FOTO: Espinosa |
En una novillada del conde de la Maza en Utrera en 1975, el presidente no le concedió la segunda oreja en su primero. Pues ni corto ni perezoso Platerito subió al palco a pedir explicaciones de manera airada. No sabemos qué le dijo pero debió de ser muy convincente porque en su segundo cortó las dos y el rabo.
La otra variante básica es el cuarteo a no ser que estemos ante pares de recurso (que serían al relance, de sobaquillo, a la media vuelta o al sesgo). El cuarteo podrá ser al natural, de frente -donde se reduce el cuarteo al mínimo- o de poder a poder. Esta última modalidad suele dar lugar a equívocos incluso entre buenos aficionados. Antes de explicar en qué consiste, vean a Antonio Fuentes poniendo un par prácticamente de frente porque el toro no quiere hacer por él:
Y ahora observen este gran par de Maera, ¿es de poder a poder?
¿Y éste de Esplá?
¿Y éste de Gallito?
Pues no hay forma de saberlo, señores. Incluso El Cossío se equivoca en la página 957 de nuestra edición de 1981. Se ve a Joselito clavando y dice el pie de foto que es un par de poder a poder. No se puede saber si sólo nos enseñan el embroque. Éste otro de Maravilla, tampoco:
Para calificar un cuarteo de poder a poder tenemos que ver el inicio del movimiento. Sólo lo será si el toro arranca antes que el diestro y además embiste con brío, 'con gran velocidad', 'con fuerza' o, como decía Sassone, 'de repente':
Si el toro hace eso, se está adelantando al maestro y éste tiene que adaptarse sobre la marcha, lo cual supone un plus de peligrosidad y riesgo porque ya no es él quien lleva la iniciativa. En un cuarteo normal en que el banderillero provoca la embestida del toro, el hombre controla la situación. En un par de poder a poder tiene que controlarla obligado por la embestida del animal. Tiene mucho más valor que un cuarteo natural, por eso los habituales del blog habrán comprobado que cuando en una corrida lo vemos, siempre lo destacamos en nuestra crónica.
Luego se cuadrará en la cara o no, el par quedará más o menos reunido y el maestro saldrá más o menos airoso pero eso son cosas que no afectan al inicio del movimiento que es donde está la clave del poder a poder. Y, por supuesto, insistimos en que la arrancada del toro tiene que ser veloz, impetuosa, no sirve que dé dos o tres pasitos hacia el rehiletero porque eso no obliga al diestro a adaptarse a algo inesperado. Fíjense en este sensacional par que puso Raúl Cervantes a un guardiola de Santa Teresa en Tafalla, ¿es de poder a poder?
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FOTO: Diario de Navarra |
No. Pero no por la foto sino porque estuvimos presentes y vimos que fue un cuarteo natural.
Podría darse una segunda modalidad del poder a poder. Consiste en que el diestro espere a que embista el toro para empezar su carrera. En ese caso no se ve sorprendido por el toro porque él espera su reacción pero eso no quita la complicación que supone adaptarse a esa embestida aunque sea esperada. Por tanto, también sería de poder a poder.
Un maestro en hacer eso que acabamos de describir es Fernando Sánchez. Cuando lo vean, fíjense en que casi nunca empieza a correr antes que el toro, siempre lo provoca andando con torería. En este vídeo el realizador es tan torpe y tan ignorante que enfoca la cara del diestro en lugar del conjunto, con lo cual nos quedamos sin confirmar que el par sea de poder a poder ya que no vemos el momento de la arrancada del animal.
Poner banderillas de poder a poder es sólo para diestros con muchas piernas y mucha vista. Amós decía que únicamente era 'para toreros verdaderos'. Esa improvisación o adaptación del hombre al toro en esta suerte equivaldría a lo que sería una estocada a un tiempo (no al encuentro).
Maestros de consumada facilidad como Esplá o El Fandi a veces ven cómo el toro se les arranca de improviso y prefieren recortarlo para volver a colocarse y tomar la iniciativa ellos en el cuarteo. Esplá hacía un fantástico recorte saltando en la cara del toro y dando una vuelta sobre sí mismo en el aire con los brazos levantados. El Fandi fue capaz de recortar a Zahareño cuando se le vino encima por sorpresa mientras brindaba al presidente. Si improvisó aquel sensacional recorte con la montera, la muleta y el estoque sin despeinarse, imaginen lo que puede ser capaz de hacer cuando tiene tiempo para preparar el embroque:
Hablando de recortes, El Cossío se refiere a un par de banderillas al recorte, que nosotros no recordamos haber visto nunca. Imaginen a uno de los grandes campeones de los concursos de recortadores que, justo tras el embroque, inclinase un poco el torso para dejar un par de sobaquillo. Ése sería un par de banderillas al recorte, como si el recortador de esta foto clavase las banderillas medio girándose hacia el toro:
Dependiendo de dónde esté el toro, el cuarteo será por dentro, de dentro afuera, de fuera a adentro o al sesgo, el cual, como decíamos antes, en un recurso para toros aquerenciados en tablas.
Piensen que la suerte de banderillas sigue siendo, en
esencia, la misma que en tiempos de Lagartijo o incluso antes. No sucede eso con ninguna otra excepto con la estocada. Ni la verónica es la misma, ni
la suerte de varas, ni el natural… Tiene la ventaja de que es una suerte que se realiza en movimiento pero con el gran riesgo de que cualquier cornada suele ser grave. El citado Antonio Fuentes sufrió una tremenda cogida en la ingle en 1912 en Santander al salir del embroque. En cambio, a éste de abajo jamás lo rozó ningún toro al poner banderillas:
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Pepe Dominguín en 1945 |
Para la familia Dominguín el segundo tercio no tuvo secretos pero el mejor de todos fue Pepe, a quien vemos de nuevo abajo clavando ante la mirada de Luis Miguel:
La foto pertenece a la corrida del 15 de mayo de 1948. El tercero del cartel era Rafael Ortega Gómez, Gallito, de quien tenemos pendiente hablar en nuestra serie sobre el centenario de la muerte de su tío. Había máxima expectación con alguno arriesgando la vida por las paredes:
La corrida terminó con salida a hombros de Luis Miguel a quien acompañó Pepe por las banderillas que puso, no por haber cortado orejas ya que mató mal. Aquel día Luis Miguel hizo un quite de frente por detrás que culminó poniendo la montera en el testuz del toro con la plaza dividida entre los que lo silbaban y los que lo ovacionaban. Éste fue el instante:
Volviendo al segundo tercio, el matador debe banderillear cuando entienda que
puede lucirse y que va a hacerlo mejor que sus subalternos. Y es que hay diestros que llevan en su cuadrilla banderilleros mejores que él. Lo que no puede ser es que el maestro salga obligado o a desgana con los palos y se dedique a clavar como quien va a
la oficina un lunes.
Es lo que hizo Paquito Esplá con uno del Conde de la Corte en Las Ventas en 1997. No quería clavar pero desde el tendido protestan y él, con visible disgusto, coge los palos. Mientras va hacia el toro hace un gesto de resignación dirigido al respetable abriendo los brazos y negando con la cabeza, vean:
Y luego pone tres pares muy deficientes, todos a toro pasado. Aquí ven una imagen que hemos capturado de uno de ellos:
Lo pueden comprobar en el minuto 6'46'' pulsando aquí. Ese tercio es indigno de Esplá. Pero es que los grandes banderilleros tienen tanta habilidad que son capaces de escoger entre clavar en la cara, en la pala o a toro totalmente pasado. Como además saben que se les aplaude igual, no les da ninguna vergüenza el aliviarse. Pero en el vídeo comprobarán que cuando termina Esplá, se oyen palmas de tango de los aficionados a quienes no se la ha dado con queso (Antoñete dice 'están protestando...' pero no aclara por qué mientras Molés, que sí sabe la razón, hace como que no lo oye y calla como... bueno, dejémoslo).
Y de los saltos atrabiliarios al clavar banderillas, ¿qué me dicen ustedes? Todas las fotos que han visto hasta ahora las hemos seleccionado porque son pares excelentes. Aquí tienen alguno más donde se ve claramente que el diestro mantiene los pies en el suelo, como tiene que ser porque el torero no es un saltimbanqui sino un torero, que es algo muy serio:
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Pepe Dominguín en Colmenar a uno del Marqués de Albayda (1949) |
Podemos disculpar un saltito mínimo como éste de César Girón a un pablorromero en Valencia en 1954:
O este del mismo Pepe Dominguín a uno de Prieto de la Cal en Barcelona en 1951:
Despegan los pies, cosa que no deberían hacer, pero es menos de un palmo. En cambio éste a quien ven desde fuera de la plaza, ¿quién es?
Ferrera. ¿Y éste otro de abajo que tal baila?
El Fandi. Con todos los respetos, eso no puede ser, las acrobacias deben quedar para el circo, no al poner banderillas.
Vamos con nuestro personal enumeración de los mejores banderilleros de la historia. Les damos la opción de que nos propongan añadir algún otro nombre a la lista pero con una condición: tendrán que indicarnos a quién quitamos para sustituirlo por su candidato.
Dividiremos en cuatro épocas:
- Del siglo XIX ponemos a Juan León, Gordito, Lagartijo, Guerrita y Antonio Fuentes.
- Del XX antes de la guerra a Maera, Magritas, Joselito, Gaona, El papa negro,
Sánchez Mejías, Manolito y Pepe Bienvenida y Rafael Ponce Rafaelillo.
Éste de abajo es Luis Suárez, Magritas, que siempre entraba por el pitón izquierdo. Más de dos mil doscientas corridas en las cuadrillas de algunos de los más grandes, desde Gallito y Belmonte a Pepe Luis y Antonio Bienvenida pasando por Pastor, Domingo Ortega o Chicuelo:
Falta uno de esos años a quien ya han echado en falta algunos de ustedes, Enrique Berenguer, Blanquet. Le ponemos de comer aparte por la frase de El Gallo cuando le preguntaron por el segundo tercio: ‘para mí, en banderillas sólo existe Blanquet’.
No podemos dejar de incluir el celebérrimo par de Gaona en Pamplona captado por Rodero. El diestro decía que el ángulo de la foto producía un efecto que no era real. Sucede algo parecido en la imagen que han visto antes de Raúl Cervantes en Tafalla.
- De después de la guerra, Pepe Bienvenida, Arruza, Pepe
Dominguín, Miguelín y César Girón.
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Arruza en Barcelona (1944) |
- De los recientes, Esplá,
Mendes, Paco Honrubia, El Formidable (pulsen aquí los más jóvenes), Sánchez, Cervantes, Juan Contreras, Chacón, Raúl Martí, Otero...
Al clavar hay que mostrar una imagen de fragilidad, como decía Esplá. El aficionado debe disfrutar con el contraste entre la fuerza bruta del animal en su ciega embestida y la debilidad de la figura del maestro, que burla esa fogosidad a cuerpo limpio cuando deja los palos. Por eso no son de nuestro gusto los banderilleros que clavan como si quisieran partir el toro por la mitad. Las banderillas hay que 'depositarlas' en el toro más que clavarlas. Ese contraste entre ímpetu ciego y gracilidad es el que transmite este par de Paco Honrubia (salvo error):
Afortunadamente, la cuadrilla de Castaño dignificó un segundo tercio que sumaba lustros en horas bajas porque los peones tenían miedo de hurtar aplausos a su jefe. Lo habían convertido en un insufrible trámite y a partir de entonces se reivindicó. Esperemos que algún día se dignifique también el tercio de varas, aunque no tiene pinta.
¿Y qué hacemos con El
Fandi? ¿Lo incluimos en la lista de los mejores? Siempre que no salte al clavar y cuadre en la cara, sí, aunque el problema es que eso ocurre pocas veces. Cuando quiere, está claro que sabe hacerlo muy bien:
Ha clavado con los pies en el suelo, como tiene que ser. Igual que Juan Contreras aquí:
Falta uno de los recientes, ¿verdad? Efectivamente, es que se trata del autor de la frase del título, el mejor banderillero que ha visto quien esto firma, insistimos:
Don Manuel Montoliú, de quien hablábamos en nuestro blog a cuenta de aquellos dos atanasios que mataron a dos toreros como él y el hermano de Camino (pulsen aquí).
Preguntaron a Montoliú cómo había que poner banderillas y dijo esto que nos sirve de colofón a la entrada:
"Debes empezar a sentir la suerte en cuanto tienes los palos en la
mano. A partir de entonces hay que empezar a crear belleza. El sentimiento
acaba cuando en la barrera vuelves a coger el capote. En medio hay que añadir la
torería, el valor para dejarse ver sin excentricidades, el cuadrar en la
cara con los pies juntos y sin saltar y el salir con garbo del embroque, a ser posible, andando"
Aquí lo pueden ver en acción. Él era quien decía que 'las banderillas son la prolongación de mi corazón'. Vuelvan a leer sus palabras con esas referencias a sentir la suerte, crear belleza y mostrar torería sin pasarse de rosca porque son las de un Torero que siente su profesión. Montoliú fue un hombre con afición, un Torero con mayúsculas, tal como hemos escrito las dos veces para que no haya lugar a dudas.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.