domingo, 30 de abril de 2023

COPA CHENEL, 2023 (8): EL VELLOSINO - ARAÚZ DE ROBLES

FONSECA CANTÓ LA GALLINA

Tarde para el olvido. Para todos excepto para Fonseca, que se encontró con dos toros que le plantearon ciertos problemas que no supo resolver. Esperamos que se diese cuenta de lo que le pasó y que también lo viese Cancela desde el callejón. Los alardes de valentía casi temeraria del maestro los hemos alabado desde aquí pero ante un toro dificultoso contra el cual no valen otras historias que no sean enseñarle quién manda y dominarlo, Fonseca demostró sus carencias. El diestro no olvidará la bonita Plaza Mayor de Colmenar de Oreja:



Lo de El Vellosino estuvo muy mal presentado y con un comportamiento olvidable excepto el que se subió a las barbas del mexica, más por demérito suyo que por la casta del toro. Los pitones ya los verán. Si lo mejor que tiene Núñez en la finca para traer al escaparate de la Chenel es esto, apaga y vámonos. 

Los de Araúz sacaron cierto geniecillo y en cuanto a presentación hicieron caer la cara de vergüenza al propietario de Vellosino. Perera y Fonseca no pudieron con sus dos enemigos y lo de Plaza lo dejaremos en unas generosas tablas.



Los tres diestros salieron con esas taleguillas misteriosas a través de las que se intuía una ropa interior que no creemos que lleven por las bajas temperaturas. Ésta es la de Plaza con esos pliegues bajo los glúteos:




MANUEL PERERA. Su primero era de El Vellosino y venía curiosamente calificado como bociclaro, algo que no existe y además ya ven que el morro era más negro que el carbón. Estábamos simplemente ante un negro zaíno, alto de agujas y de pitones blandos:



El picador le echó el caballo encima para hacerle dos agujeros, de los cuales como mínimo el primero fue un asesinato por trasero, contrario y caído, pinchando cerca del costillar. Vean cómo tapa la salida mientras se levanta sobre la montura para recargar sin piedad:



Insistimos en nuestra manía de las taleguillas. Provocan unos pliegues indicativos de que debajo hay algo escondido. ¿Será una moda y no nos hemos enterado?



El toro no valió nada por aquerenciado y parado pero en su descargo recordaremos que quien ejerció como matador fue el de a caballo y no el de a pie. Todo fue perfectamente olvidable y terminó con una entera, perpendicular y desprendida:



Su segundo fue de Araúz, negro bragado, enmorrillado y cornilevantado:



Majada clavó casi en la penca del rabo y luego levantó la vara pero dándole al túrmix con desfachatez. Vean dónde ha pinchado, menos mal que los toros de Reta no estaban viendo la corrida porque si no, se niegan a embarcar:



El toro parecía embestir a oleadas. Había que bajarle la mano con muñeca muy firme y Perera no la tuvo. La consecuencia fue que el toro se dedicó a pegar gañafones mostrándose cada vez más farruco, con el diestro deambulando por allí.



Pinchazo caído y casi media perpendicular que el toro no acusa. Perera no quiso volver a entrar y descabelló. Hasta Encabo dijo que estaba para volver a entrar. Se marchó de la Copa sin pena ni gloria.




ISAAC FONSECA. Su primero era un toro anovillado de El Vellosino, con las pezuñas bastas como pueden ver:




Saltó la sorpresa cuando Leiro pegó un puyazo que no cayó trasero. Levantó enseguida la mano porque el torete venía picado del campo. Excelente el segundo par de Rey:



Inicio de rodillas pero el toro lo desarma en el segundo pase. Después el animal iba y venía aparentemente sin novedad pero a Fonseca lo vimos con la mano blanda y el toro se soliviantó por momentos al ver que lo conducían de cualquier manera.



Se le subió a las barbas y quedó sin torear. Paso atrás claro del de Michoacán frente a este Aguilera. Pinchazo malo y espadazo trasero y caído perdiendo la muleta. Al armarse, el toro lo miraba diciéndole que había perdido:



El quinto era de Araúz, negro bragado, meano, corrido, axiblanco, colín y bien encornado. El mayoral dijo que era hijo de un semental de Sorando. Como sacó más genio del esperado, apuntó rápidamente que lo tenían a prueba porque seguro que con ese padre no buscaban precisamente echar pimienta al estofado. Fonseca le pegó dos largas de rodillas en tablas.



Se arrancó alegre al caballo y empujó bien pero aflojando enseguida. Cuando pensábamos que Fonseca lo había colocado de largo una segunda vez, se desmonteró para pedir el cambio. Por un instante se nos había olvidado que estábamos en la Chenel.

Inicio muy embarullado de faena a base de mantazos y el toro que lo desarma en el primer pase de la primera tanda quejándose del maltrato recibido. Se echó la mano a la izquierda pero el de Araúz ya se había hecho el amo. El diestro anduvo a la deriva y volvió a ser desarmado al poco. Miren al tal Chistorrón diciéndole al mexicano: ¡aquí estoy yo!



Observen que el toro al final de la faena llevaba la cabeza más alta que cuando salió: 



Tuvo mérito que Fonseca dejase una estocada honda arriba perdiendo la muleta porque el toro se fue por él:



Con valentía volvió a entrar, no como Perera. Dejó ahora una corta también perdiendo la muleta y también con el toro chulesco yéndose al muñeco. En la tercera entrada a matar clavó una entera tirando la muleta pero aguantando al salirse el tornillazo formidable de Chistorrón. Decimos bien lo de tirar la muleta porque es lo que hizo literalmente:



Estuvo mal Fonseca demostrando que no está preparado para poder dominar toros como estos dos que, sin ser dos marrajos, lo dejaron claramente en evidencia.


FERNANDO PLAZA. Su primero era de El Vellosino, negro, terciado, feo, silleto, sin trapío, muy basto de pezuñas y con esos pitones raros:



Lanzada trasera recargando pero afortunadamente breve de la que el toro sale suelto. Los de televisión decían que había sido un picotazo... 



Acto seguido, una lidia plúmbea con doscientos capotazos, cinco pasadas y el toro loco por irse a oler la madera. 

Se empeñó Plaza en un absurdo inicio tomasista que no venía a cuento por la condición abanta del toro. Cuando hizo lo que tenía que hacer, el animal se centró y el diestro corrió la mano con gusto. Además no sacó la faena del hotel sino que se echó la muleta a la izquierda. Ahí se aprecian los pliegues extraños de su taleguilla:



En el debe pondremos su colocación fuera de cacho:



No sabe jugar adecuadamente las dos manos a la hora de entrar a matar y por eso pinchó tres veces. Encima gira la cara con miedo al clavar. A la cuarta dejó una casi entera muy trasera, muy tendida y muy defectuosa más tres descabellos.

El sexto fue de Araúz, un pavo aleonado y badanudo:



Cabeceó en el peto pero el portugués Neves no le pegó trasero. En la misma tarde vimos dos picadores que no clavaron atrás, lo cual es noticia cuando debería ser lo normal. Fíjense en la imagen anterior dónde mana la sangre del puyazo.

Igual que en su toro anterior, la cuadrilla estuvo regular en el segundo tercio. El toro creemos que necesitaba una cierta distancia pero Plaza se echó encima de inicio. Alguien desde el callejón debió de advertirle de su error.



La cosa languideció entre perfilerías. Se reprodujeron sus graves problemas con el estoque. Pinchazo malo y entera muy trasera y tendida girando la cara para no mirar el morrillo. Ahí pueden ver donde cayó:




Como decíamos al principio, festejo para olvidar donde ninguno de los tres actuantes se hizo acreedor a anunciarse en la final. Dijimos en una entrada anterior que Borja Jiménez estaba a años luz de todos los demás toreros de esta Copa excepto Fonseca por su valor. Pues ha quedado claro que el chaval mexicano tiene todavía mucho que trabajar en cuanto a técnica y oficio.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.



jueves, 27 de abril de 2023

EL RABO DE MORANTE

En Sevilla se formó la tormenta perfecta. Los ingredientes fueron: un ambiente predispuesto de antemano a saborear el arte y el tronío; un público orejil y facilón deseando asistir a una tarde histórica; Luque Teruel en el palco, lo cual es una garantía si no de triunfo sí de triunfalismo; y por último, lo más importante, un toro llamado Ligerito de Domingo Hernández que se sumó a la fiesta. Era astifino y ofensivo, cerrando un poco como gusta a los toreros. 



Fue sobre todo un colaborador de dulce, un animal bobalicón hasta decir basta y además con pilas duracel que hicieron que no se cansase de embestir, aunque siempre al paso. Un verdadero toro patatero. Se tragó más de cuarenta lances y sesenta pases como sumaremos al final:



Como es nuestra costumbre, no hemos leído absolutamente nada de lo publicado al respecto de este festejo. Pasamos a analizar lo sucedido desde nuestro peculiar punto de vista.

De salida se vio que venía bien picado del campo y asistimos a una cosa que no habíamos visto nunca y es un recibo por faroles:



Las verónicas siguientes fueron jaleadas con avaricia pero nosotros consideramos que Morante las ha dado mucho mejores y el maestro del micrófono, lo mismo. Curiosamente bajó bastante las manos cuando su teoría es que dar verónicas con manos bajas es como sacudir la alfombra, recuerden que lo decía aquí. Observen:



El toro ya claudica y eso que acaba de salir. El diestro se dará cuenta ipso facto y tras la media de remate despide al animal con una revolera para que no cruja su espinazo:



Cuando conduce el toro al caballo, vemos la mejor verónica que dio con muchísima diferencia. Lleva al toro con la panza y no con la punta, ha echado la pierna adelante y no le abre la puerta en el remate. Es buenísima, aquí la tienen. Fíjense en que ya levanta el brazo de salida para aliviar al toro ¡que está aún sin picar!




Veintiún lances suma ya antes de ir al peto. En el caballo vemos un primer puyazo donde se deja pegar sosamente y sale suelto. En el segundo le señalan sin más. Pelea, como ven, de una alarmante mediocridad por no decir insignificante. Recuérdenla porque Luque enseñará el azul.

Vuelve José Antonio a quitar y tenemos la suerte de asistir a los mejores lances por tafalleras que hemos visto nunca. No hay que decir nada más. Bueno, sí, que el toro vuelve a caerse:



Luego sale Urdiales y nos indigna con unas verónicas de paso atrás que no merecen ningún comentario. La primera media es buena, la tienen abajo. Pero pega una segunda que no viene a cuento y menos no siendo suyo el toro, que ya demostraba una fuerza menos que justa:



Responde Morante de frente por detrás, lance que demuestra valentía porque tienes el vientre al descubierto pero que impide llevar bien toreado al animal al tener los brazos por la espalda. A Curro no le gustaba nada, recuerden que lo contábamos aquí (la que verán allí es a pies juntos pero el de La Puebla cargó la suerte):



Antes del clarín que marca el segundo tercio, Ligerito se ha tragado ya cuarenta y siete lances. En el segundo tercio, Lili se asusta por el pitón izquierdo y suponemos que el maestro en el callejón le diría: 'pero, quillo, ¿qué le pasa al toro por ese pitón? Si es un alma cándida...'

Como Morante ha visto desde el primer farol que el torete es un amigo suyo de la infancia, le hace un inicio muy bueno por ayudados que remata siempre por alto para no quebrantarlo y que así le dure. De esos siete pases, en el único en que lleva la mano baja envía al toro al suelo (tercera caída):



Para nuestro maniático gusto esos ayudados de inicio son lo mejor que hizo con la muleta. Después, la primera tanda es deslucida. Deja respirar al toro con perspicacia pero no puede evitar que en el pase número diecisiete se vuelva a caer.

Se va templando la cosa con la derecha y en el pase veintitrés empieza al natural. Todo transcurre con mucho gusto, bien colocado y con el toro a la velocidad de una tortuga, permitiendo que el maestro abra su alma por dentro. Hombre, ya que lo que tiene delante es un amiguete, le pediríamos que cogiera el palillo por el centro. Adrián de Torres lo hizo ante aquel de Cuadri en Madrid que, comparado con éste, era un saco de maldades:



Vuelve a la derecha en el pase treinta y cuatro, siempre dejando que el toro recupere el aliento. Ojo porque ahí decide hacer un tiovivo que no nos gusta nada. Se coloca en la oreja y cita de esta guisa. A pesar de todo, el público maestrante enloquece por momentos:



En el pase treinta y nueve vuelve a la izquierda pero esta vez abre la puerta al toro para que le dure un poquito más. Son naturales sin la hondura de los anteriores pero entran dentro de la habilidad del maestro para alargar la faena y preparar el terreno al triunfo. Como ya va terminando, diremos, con perdón de la parroquia morantista, que con la muleta se nos antoja más puro el toreo de Ortega que el suyo. Es que en esa tanda descompone la figura igual que El Juli, vean:



El desplante es un homenaje a Curro, presente en el tendido:




Coge la espada y al volver se ayuda por alto en unos pases de telón menos meritorios que los del inicio de faena:



Se pone a pies juntos para finiquitar la obra, estamos ante el pase que hace cincuenta y cuatro. El toro pierde las manos por cuarta vez pero sigue empapado en el trapo. No ha hecho ni un mal gesto, ni una mirada, ni una duda, siempre al tran-tran... el sueño eterno de cualquier torero:



Tras el pase sesenta da tres más para cuadrar al toro que no los contamos, insistiendo en ponerlo en la suerte natural, como debe ser. Si hemos sumado bien, a estos sesenta pases hay que añadir los cuarenta y siete lances del primer tercio, con lo que nos vamos a ciento siete sin tener en cuenta los de Trujillo en banderillas. Se oyen protestas cuando se dispone a armarse. Algún amigo lector que estuviera presente nos podrá confirmar si esas protestas eran porque querían seguir viendo pases o porque hubiera algún desaprensivo que pidiera el indulto. Es que todo podría ser en aquel manicomio.



La estocada al encuentro es excelente y a final de año será una de las mejores que hayamos visto. Observen que avanza sin alargar el brazo aunque el palillo no apunta al morro, ahí tiene que aprender de Roca:



La espada cae un poco pasada y tendida pero la ejecución es muy buena: sin pegar el telonazo, sin escupirse, sin alargar el brazo para darse ventaja y saliendo por el costillar. No apreciamos ningún ratimago. No negaremos que esa estocada para nosotros puede valer una oreja:



Y sobre la segunda, vayamos a consultar el reglamento andaluz en su artículo 82.2:

La segunda oreja de una misma res será de la exclusiva competencia del Presidente, que tendrá en cuenta la petición del público, las condiciones de la res, la buena dirección de la lidia en todos sus tercios, la faena realizada tanto con el capote como con la muleta y, fundamentalmente, la estocada.

Coherencia del presidente al haber enseñado el azul, señal de que para él el toro tenía una entidad de la cual para nosotros adolece. Es verdad que en Sevilla este toro que permite el toreo al ralentí es el que gusta ¡y no hay más que hablar!, como nos dijo un aficionado sevillano el año pasado en ese mismo tendido.

Nos preguntarán qué hubiéramos hecho en el palco, ¿enseñamos la segunda? Hombre, la verdad es que la casta del toro falla como escopeta de feria pero no lo es menos que si no sacamos el segundo pañuelo, cada vez que saliéramos por Sevilla a comprar el pan tendríamos que llamar a la guardia urbana para que acordonase la zona.



Y el rabo, ¿qué? Por favor, señores, sin comentarios. Aquí habría que decir lo de El Tigre Clemenceau: 'monsieurs, il faut être serieux...' Luque sacó toda la ropa al tendedor pero nosotros con los dos primeros pañuelos habríamos tenido más que suficiente.



Damas y caballeros, lo visto en Sevilla nos recordó lo que sería un partido de fútbol entre un equipo de hombres de primera división contra el campeón de Europa femenino. La superioridad masculina sería irrefragable en los desmarques, las cargas, el juego por alto, la rapidez por la banda... Y cada córner sería un gol. El resultado podría ser 35-0 dicho sea con permiso de la ministra de Igualdad. ¿Eso sería un buen partido?

Alguno nos dirá que ante esas féminas habría que marcar los 35 goles, que otros equipos masculinos se quedarían en 15 ó 20. Ya, es lo mismo que nos repiten siempre con Morante: 'a otros les sale este torillo y sólo saben pegar pases'. Hay verdad en ello, pero eso no tiene nada que ver con lo que estamos hablando.

Los amigos leyentes que también son aficionados prácticos no me negarán que viendo las imágenes les entran ganas de bajar a pegar una verónica o un derechazo a ese toro de mazapán. Pues si tenemos esa sensación, la tauromaquia está muerta.



Nos ponemos la venda antes de la herida de nuevo porque otros saldrán a decir que no podemos valorar los intangibles que sólo se sienten en caso de haber vivido eso en la plaza. Hombre, respecto a esto, nuestro cartesianismo de nacimiento siempre nos ha impedido dejarnos llevar por la euforia en situaciones parecidas cuando estábamos presentes. Seguramente es una desgracia pero a estas alturas ya no podemos cambiar.

En resumen, la cosa se salió de madre. Como máximo las dos orejas y la salida a hombros. Eso debería haber sido todo en nuestra discutible opinión. Total, los panegíricos de la crítica paniaguada hubieran sido los mismos.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.