Lo venimos diciendo desde que lo conocimos de novillero. Ha tenido varios percances que se han saldado con lesiones leves porque se le ha aparecido la Virgen en el momento del embroque. Es la misma Virgen que se le aparece cuando entierra el estoque y sale ileso. Pero habrá un día en que no se le aparezca para bien y entonces lamentaremos una desgracia.
Ustedes dirán que nos ponemos melodramáticos pero comparen estas dos imágenes:
La primera es de Aguado en Gijón cuando resultó cogido al entrar a matar como comentaremos ahora. La segunda es del malogrado Víctor Barrio con el toro de Los Maños que le quitó la vida. Vuelvan a verlas, ¿qué me dicen? Un amigo lector del blog, médico de profesión, nos explicaba que ese tipo de cornadas son peligrosísimas porque el toro tiene el tope del suelo para clavar el pitón. Aquí pueden ver de nuevo a Barrio cuando lo derriba el toro y lo busca en la arena:
Y aquí, a Aguado en Gijón donde el toro también lo busca pero no lo encuentra:
El problema de Aguado es que se queda en la cara del toro porque no sabe o no se atreve a cruzar. Cuando los chavales entrenan para ser toreros y simulan la suerte suprema, les dicen que toquen el morrillo y después sigan el viaje con el brazo hasta tocar la penca del rabo. Aguado no ha debido de hacer eso nunca. Ahí lo tienen yendo hacia el toro con la mano por las nubes y tapándole la cara:
El Juli en la misma corrida hace lo propio pero observen que su pierna izquierda indica que va a dar su saltito hacia el lateral para escaquearse y salirse de la suerte. La mano también va por encima de la cabeza, por eso siempre clava trasero (recuerden lo explicado aquí):
Pero es que Aguado no sabe o no quiere salirse de la suerte y se tira encima del toro sin intención de cruzar:
Como es lógico, el toro se lo lleva por delante:
Lo derriba y se va por él:
Y entonces viene ese momento escalofriante en que intenta herirlo en el suelo pero la Virgen hace el quite a Aguado:
La cosa se saldó con una lesión en el tendón supraespinoso del hombro que le hizo perder algún contrato. Eso sí, mejor perder contratos que perder la vida.
La lección gratis que le dio Morante en la misma corrida de Gijón es ésta que vemos a continuación. Se perfila a la distancia correcta, con la mano en la barbilla:
A partir de esa posición, un torero podrá aliviarse alargando el brazo para pegar la puñalada y también tapando la cara al animal. Nada de eso hará el maestro. De momento, El Juli ya nos muestra sus intenciones estirando el brazo. La muleta la girará cuando avance hacia el toro, todavía no:
Morante no se alivia de ningún modo. El codo sigue encogido para no darse ventaja y el estaquillador apunta al morro del toro:
En cambio, López lleva el brazo alargado, la mano por encima de la cabeza y ya ha girado la muleta para cegar al toro con el telonazo. Encima fíjense en sus pies dispuestos a salirse de la suerte. Comparen con los de Morante antes:
El Juli pega su atrabiliario salto clavando fuera del embroque y con el toro ciego:
En cambio Morante no ha girado la muleta y sale limpiamente por el costillar sin saltar. Podría tocar la penca del rabo:
Esa estocada del de La Puebla es excelente. Que luego la espada quede desprendida o pasada, poco nos importa siempre que no sea un bajonazo. Cuando se ejecuta con esa pureza, si no cae exactamente en el hoyo de las agujas puede ser cuestión de suerte. Vayan a este vídeo a comprobar lo que hemos dicho: la de Aguado la tienen en el 5'18'', la de El Juli en el 9'22'' y la magnífica de Morante en el 8'04''.
Rafael Ortega, el as de espadas, decía que lo más peligroso a la hora de matar era quedarse en la cara: 'si te quedas en la cara, es cuando te cogen los toros' (recuerden aquí). Los toreros que se quedan en la cara o es por miedo a cruzar o porque nunca han cruzado y no saben hacerlo.
El caso de Aguado no es el único. Tenemos a Ureña, que no sale por el costillar ni por equivocación. Cortó cuatro orejas en Bilbao matando de manera grotesca. Ahí lo tienen con la mano por las nubes aunque sin girar el palillo:
Se tira encima del toro. Es temerario y sólo le preocupa enterrar el acero aunque el toro lo coja. Observen ese brazo arqueado clavando espantosamente a capón:
Como era previsible, el toro lo coge. Tiene mucha suerte porque lo encuna sin conseguir clavarle los pitones ni en el abdomen primero ni en el perineo después:
FOTO: Arjona |
Luego lo voltea y se lo monta encima. El murciano sale milagrosamente ileso una vez más, ¿hasta cuándo?
FOTO: Arjona |
Cayetano es otro que tal baila. Ahí lo tienen con el brazo elástico y sin ninguna intención de cruzar para salir airoso de la suerte. Saldrá trompicado, como es habitual en él hasta que un toro lo coja y lo lesione de gravedad:
FOTO: Arjona |
Leal es otro ejemplo más de diestro que se queda en la cara y resulta golpeado siempre por el toro cuando entra a matar:
Vienen por detrás novilleros como Cervera, Orozco, Joselete, etc. que también se quedan en la cara. ¿Quién aconseja a estos hombres? ¿No se dan cuenta sus mentores y sus amigos de que tarde o temprano van a hacerse daño de verdad?
Hay que salir de la suerte 'con todos los pies', como escribe Paquiro en su Tauromaquia, por eso se denominó 'volapié'. Nunca debes quedarte en la cara. El problema es que los críticos vendidos no orientan a la afición. Cuando un diestro sale peligrosamente prendido por haber ejecutado mal la suerte, escriben cosas como que 'se tiró a matar o morir', 'dejó un estoconazo jugándose el todo por el todo', 'fue a chocar con el toro' o 'entró con mucha verdad'. El culmen del despropósito es que alguna estocada mal ejecutada porque el torero no tenía intención de cruzar ha obtenido incluso premios de prestigio. Fue el caso de ésta de Bolívar en el san Isidro de 2018. Es absolutamente demencial tirarse así, no merece premio sino censura porque es una locura:
FOTO: Julián López |
¿Habrá aprendido algo Aguado de la lección de Morante? Mucho nos tememos que no. Insistimos en que su caso nos resulta especialmente preocupante porque de todos los citados es a quien vemos con más posibilidades de sufrir un disgusto serio. Lo de menos es que pierda docenas de orejas por no saber matar. Lo grave es que más pronto que tarde vamos a lamentar una desgracia gorda. Al tiempo.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.