lunes, 26 de septiembre de 2022

EL JUAMPILLO SALVÓ LA CONCURSO DE MADRID

Nos fuimos a Madrid a ver la corrida concurso, que había sido ninguneada por muchos aficionados desde su anuncio.

Decían unos que estas ganaderías no eran las apropiadas para una concurso. Anda, entonces ¿cuáles son las adecuadas? Esas vacadas presuntamente toristas no garantizan absolutamente nada en un festejo como éste y a las pruebas nos remitimos.

Una torerista como la de Justo Hernández podría haber echado en una concurso un toro como el Farolero que mató De Justo y hubiera pasado la mano por la cara a cualquier hierro (recuerden aquí).

Sostenían otros que una concurso a estas alturas de la temporada sólo podía ser una limpieza de corrales. A ésos les hacemos la siguiente pregunta: ¿cuándo una corrida concurso no es una limpieza de corrales? Aquel Farolero era un toraco feo, de 623 kilos y a punto de cumplir seis años. Como ven, perfecto para limpiar el corral.

Dicho de otro modo, los ganaderos que se anuncian ¿miran las reatas con preocupación por el aficionado y orgullo por quedar bien o colocan el toro que no entra en ningún lote? Como todos ustedes han leído el libro de Fernández Salcedo, no insistiremos más en el tema.

Pues el gato al agua se lo llevó al final un toro mezcla de Juan Pedro y Núñez del Cuvillo (de ahí el titular). Que los de la religión torista aten esa mosca por el rabo. Ahí lo tienen:



Por consiguiente, y como todos sabemos lo que hay, la principal exigencia en un evento de este tipo es la buena presentación del ganado. En ese aspecto no hubo ninguna queja por nuestra parte excepto un poco por el de Pallarés. También remarcaremos que los caballos nos parecieron más livianos que los habituales aqui. El resto...vamos a verlo.

La entrada fue paupérrima para nuestro gusto:



1. GAÑANITO, de Fraile, 576 kilos. Era negro zaíno, bien encornado, astifino y manseando de salida. Muchas gracias al maestro Moore por su ayuda:


En la primera entrada fue al galope y se dejó pegar con la noticia de que Martín no barrenó. Fue el único que no lo hizo en toda la tarde. En la segunda cobró trasero con una pelea vulgar de la que salió changado y se cambió el tercio a pesar de ser una concurso. Ese caballo concretamente no era el típico monstruo de Madrid:


En banderillas hubo un sainete donde Ferreira estuvo valiente pero las banderillas eran de los chinos y no se clavaban:


Hubo once pasadas para dejar al final tres palos, con lo que el toro sabía ya leer y escribir cuando Castaño cogió la muleta. Pegaba la tarascada y buscaba lo que había detrás de la tela con lo cual el diestro anduvo por allí delante poco rato y decidió darle matarile:


Estocada corta, atravesada y una entera, pescuecera, sin puntilla, ambas saliéndose de la suerte y perfilándose fuera de la cuna:


Ya ven que no quiso humillar porque se habia enterado de toda la película. Señores, si este toro y el de la concurso de Cenicientos son lo mejor que tenía Juan Luis Fraile en el campo para competir con otras ganaderías, va bueno.


2. REDUCIDO, de Bohórquez, 556 kilos. Era negro mulato, carifosco, cornigacho y corniapretado, en la línea de Murube, y además gordo, serio y hondo:


En el primero metió el riñón con celo mientras cobraba en el lomo como ven en la foto. Al segundo no quiere ir y lo dejan debajo para que vuelva a cobrar trasero y se vaya suelto. En el tercero lo dejó Pinar lejos para que se parase a media acometida y luego cabecease mientras le levantaban el palo. Al pobre le caía la sangre por detrás del brazuelo. Y la salida, bien tapada, faltaría más, ¡qué desastre!


Bien Juan Sierra en sus dos pares:


El toro metía la cara de cine en la muleta pero como tenía poca fuerza, a mitad de viaje ya no empujaba. Pinar le fue arrancando pases con interés por su parte pero con desinterés en el tendido excepto para sus partidarios, que eran más que otras veces:


¿Se han fijado en cómo metía la cara? Quedó claro que el de Bohórquez era un torillo que con un simple picotazo hubiera propiciado unas embestidas nobles y resultonas pero para una concurso no valía.


En la suerte contraria dejó una buena estocada de efecto fulminante por la que fue bastante aplaudido:



3. PANTERA, de Pallarés, 490 kilos. Era cárdeno degollado pero tenía carita de niño por lo que fue levemente protestado:


Se estiró bien a la verónica Gómez pero culminó con tres medias y una larga que fueron muy aplaudidas pero contaron como un puyazo para el pobre bicho. El madrileño demostró su egoísmo sin darse cuenta de que esto era una concurso y había que cuidar un poco al toro. Pulsen aquí  para ver cómo lo maltrató sin piedad crujiéndole el espinazo. Qué mal... ¡y lo aplaudían!


En el primero va pero le levantan enseguida el palo y no pelea mientras que en el segundo se viene de largo al tran tran y le pegan un pinchazo en las costillas y otro en el lomo. Con un mínimo de tres agujeros se cambió el tercio. Observen en la foto el chorro de sangre que le manaba de las costillas y que probablemente fue el causante de que al final de la faena de muleta se echase. Ay, Sangüesa... hubieras matado a Jaquetón.


Muy bien con los palos tanto Otero, a quien ven en la foto, como Cebadera:


El pobre animal iba dejando charcos de sangre como pueden ver abajo, donde se aprecian cuatro de los siete que antes del primer pase de muleta se contaban en la arena:


El pobre toro no podía con su alma y Gómez porfió hasta ponerse bastante pesado.


Era otro toro que con un monopicotazo hubiera regalado las dos orejas en bandeja y más tras la entera perpendicular y arriba que dejó el maestro para terminar de matar al toro, labor que había comenzado con aquellas tres medias consecutivas y asesinas:


Aplausos al toro un poco exagerados.


4. MINERITO, de Escolar, de 587 kilos. Era un cárdeno ordinario, muy serio y con leña por lo que fue ovacionado de salida:


Se mostró celoso en el capote hasta desarmar al diestro. El picador vio los apuros de Castaño y en el primero le pegó una carioca con una barrenada infamante mientras el toro todavía empujaba más de lo reglamentario.

En el segundo le hizo otro agujero diferente en el lomo del que lógicamente se repuchó y se fue, cosa que repitió en la tercera entrada porque esta vez cobró una lanzada traserísima. Observen la saña con que le pega ¡y dónde!


Castaño se había asustado y quería ponerlo para un cuarto puyazo pero el presidente le hizo la pascua y cambió el tercio. Se aprecia claramente la masacre. Y el maestro aún quería darle más cera:


Galán también fue desarmado en la brega y cundió el pavor, con el toro rebañando siempre pero especialmente por el pitón izquierdo.


En la muleta era muy listo y no quería pasar. Estamos seguros de que el Castaño de otra época le planta cara y se pelea con él pero el de esta tarde no lo quiso ni ver entre las palmas de unos y los pitos de otros:


Espadazo trasero y atravesado a paso de banderillas. Dio un sainete para descabellar porque se le notaba el miedo y la poca fuerza en el brazo. Fueron diez golpes antes de la previsible y merecida bronca con gritos de ¡fuerafuera! Su hermano, que estaba en el tendido, tuvo que pasar un mal rato.


Hubo una bonita división de opiniones en el arrastre del toro, con el 7 aplaudiendo a gusto y el resto de la plaza silbando. Nosotros nos mantuvimos en silencio porque la pelea del toro en varas, a pesar de la masacre que sufrió, no fue para tocarle palmas a no ser que la intención fuese molestar al diestro.


5. BRASERO, de La Palmosilla, de 560 kilos. Era negro mulato, listón y badanudo:


En la primera entrada derribó porque le fallaron las manos y cuando estaba caído debajo del peto, levantó el caballo por el pecho y lo tiró. Fue un batacazo que en nuestra opinión no merecía aplausos:



En el segundo escarbó pero en el peto repitió la misma genuflexión romaneando al levantarse. Puchano anduvo muy hábil y evitó la caída abriendo el caballo:


En el tercero lo ponen lejos pero se va y cuando vuelven a colocarlo otra vez, se arrodilla de nuevo y vuelve a romanear al levantarse pero sale suelto clamorosamente. Vean dónde ha puesto la cabeza y cómo Puchano no lo castiga y consigue mantener el equilibrio. Parece la misma foto de antes pero es del tercer puyazo:


Estuvo bien Sierra con el capote enseñando a Pinar que el toro era un caramelo aunque iba ya con la lengua fuera.


El de La Palmosilla repetía con mucho interés mientras Pinar lo freía, a él y a nosotros, a derechazos, todos por debajo de la bondad del toro. Con la izquierda anduvo perfilero y picando a base de bien mientras el juampillo seguía comiéndose la muleta y labrando el ruedo con el morro:


En el tendido se mezclaban los aplausos con las protestas, especialmente cuando echaba descaradamente la pierna atrás. Nosotros no protestábamos pero estábamos con los protestantes. 


La cosa terminó con una tendida contraria hasta la tela y el toro muriendo en los medios:



Ovación en el arrastre para el de Domecq. Nos gustaría saber qué dijo Dávila a Pinar cuando se retiró al callejón. Le había tocado la lotería con ese toro y encima en Madrid pero no había sido capaz de cobrar el premio.


6. CEBADITO, de Sobral, de 520 kilos. Era berrendo y capirote en cárdeno remendado, llorón, botinero y con un lunar en el hocico:


Una pintura. Ahí se aprecia lo de remendado y que estaba bien armado:


En la primera entrada recibió un pinchazo casi en la penca del rabo y huyó al hierro con bastante motivo. En el segundo empujó con un solo pitón recibiendo una barrenada de cárcel por parte de Aguado. Vaya dos picadores lleva Gómez del Pilar... En el tercero le hizo dos agujeros sin que el toro pelease porque ya le faltaba el aire. Aquí se ve cómo le tapa la salida el barrenador:


Otero lo fue dejando respirar durante la brega con muy buen criterio. Después, al diestro le molestó primero el aire y después que el toro se parase enseguida. Es que el bonito ejemplar portugués, con un monopuyacito como sus hermanos de Tafalla hubiera regalado su oreja sin problemas ya que arrastraba el morro por el suelo:


Pero se había quedado sin fuelle demostrándonos que esta ganadería es para ir al caballo de visita. Estuvo muy mal el madrileño con la espada perpetrando tres pinchazos feos y malos, sin fe y escupiéndose. Por fin pegó un mandoble trasero, caído y atravesado más feo todavía.



El concurso se lo llevó el de La Palmosilla, que empujó y se empleó en el caballo pero al que no pegaron ni la mitad que a otros, especialmente el de Escolar.

Aparentemente, un batacazo y dos romaneos es un balance muy llamativo pero ya hemos hablado de esa curiosa genuflexión que repitió el toro las tres veces y que al levantarse provocó el espectáculo y los aplausos del tendido. Tuvo poder para levantar al caballo las tres veces, eso es innegable, pero al meterse debajo de él jugó con ventaja para hacer palanca.

Relacionado con lo que decíamos al principio de los que se quejaban de estas ganaderías afirmando que no eran propias de un desafío en Madrid, diremos que visto el resultado, a ver si el año que viene organizan una concurso únicamente de encaste Domecq.

Les sugerimos nuestro elenco ganadero: El Torero, Garcigrande, Torrestrella, La Palmosilla, Cebada Gago y Condessa de Sobral. ¿Qué les parece?

Saludos cordiales desde Madrid. Rafa. 

La foto de cierre es de Nicanor, como ven. Nos hizo compañía en la pared de Casa Salvador mientras saboreábamos su merluza y su rabo de toro. Observen el toque con la izquierda, la ausencia de telonazo y al maestro mirando al morrillo.



miércoles, 21 de septiembre de 2022

¿CÓMO SE REMATA UNA TANDA?

Vaya pregunta, dirán ustedes, eso lo sabe todo el mundo. Bueno, quizá sí que lo sepa todo el mundo... menos algunos toreros. Queremos comentarlo a cuenta de la faena que hizo Daniel Luque a uno de Garcigrande en El Puerto de Santa María.

Nos referiremos al último tercio, no al capote. Por cierto, hemos repetido mil veces que nos parece una vergüenza de muy mala idea quebrantar al toro rematando una serie de lances con tres medias verónicas. Pues precisamente es lo que hace Luque con el toro que nos ocupa. Lo pueden ver pulsando aquí yendo al -4'26'' del vídeo.

Los toreros actuales se piensan que el toro es una maquinita de embestir que se mueve para tu lucimiento y no es así. En la media verónica, las vértebras del toro crujen como las teclas de un piano. Pegarle tres es no tener piedad ni respeto por este animal.

Afortunadamente, estamos ante un garcigrande que viene picado del campo pero que no es tonto y en la última pasa simplemente yéndose suelto. No le da la gana de someterse a la tortura de romperse el espinazo por tercera vez y nos parece muy bien. Ahí lo tienen despreciando al maestro:



Hecha esta salvedad, respondamos a la pregunta del titular: ¿cómo rematar una tanda de pases con la muleta? Fácil: si son pases en redondo, con uno por alto. Si son naturales, con uno de pecho. Si en cualquiera de los dos casos no se quiere que el toro levante la cabeza, con un trincherazo. Y si se tiene prevención, por no decir miedo, ante los pases de pecho o por alto como dicen que tenían Manolete o Curro, pues con un airoso pase de la firma. Para variar, se podría hacer un ayudado por bajo o ese derivado que es el kikiriquí de Gallito (recuerden que lo explicábamos aquí). En el caso de tener delante una ternerica asfixiada que se te queda debajo al final de la tanda porque no puede con su alma se puede rematar la cosa con un molinete al paso.

Volvemos al vídeo de Luque aquí a partir del -4'03'' para seguir su faena y constatar los problemas que tiene al rematar las tandas y siempre es por culpa suya.

No negaremos que es uno de los diestros que hace mejores inicios de faena. Cuando lo vemos torear, es lo que más nos interesa de él. Aquí no hace nada del otro mundo porque el torillo casi no puede ni con el rabo: cuatro pases sin enmendarse ni presionar al animal, que remata con este pase por alto bien diseñado pero...



Pero en lugar de recoger la ovación, se equivoca al querer volver a rematar lo ya rematado. Vean cómo se pone fuera de cacho y cita al toro con la derecha sin que le haga caso. Tiene que pegar hasta tres zapatillazos:



Por fin el toro se arranca y de vuelta quiere pegar uno de pecho en que el toro le pisa la muleta y convierte el pase en un desastre. ¡Qué forma más absurda de dilapidar un buen inicio por insistir en rematar lo ya rematado!



Viene a continuación una tanda en redondo con el maestro citando con la cadera a pesar de que nos lo quieren vender como un torero puro. Vean:



Y además su muleta es XXL, ya lo ven. Tras cuatro pases, remata con uno de pecho que es casi de 360º, más éste de la firma mirando al tendido que quizá sobraba pero lo aceptamos:



Ya saben que Luque es de la ultraderecha, o sea que insiste con esta mano. Tira del toro con suavidad porque como escarba y se reserva, al tratarlo bien logra con acierto que no le presente problemas. Cinco pases todos fuera de cacho con cambio de mano al final para dar este de pecho. Aquí no nos quejamos del remate sino de todo lo anterior:



Por fin, al natural. Cinco pases donde al toro lo vemos ya asfixiado. Entonces, como en el remate, que tendría que ser de pecho, el toro no pasa, Luque parece que termina con un molinete al paso:



Si el toro está ya moribundo, recoja usted los aplausos y no insista más. Pero su contumacia le lleva a rematar el remate con éste de pecho en que el toro pasa a regañadientes ya que le falta el aire:



Y dale que te pego. Insiste en equivocarse queriendo requeterrematar el remate. Inicia un pase de la firma pero el toro está muerto y se le queda debajo dándole un susto y desluciendo todo lo anterior, observen:



Sale del apuro con otro molinete que es ya el tercer remate que sobraba. ¿Por qué no remató únicamente con el primer molinete?



Luego intentó montar el tiovivo pero el de Garcigrande ya hemos dicho que no es tonto del todo y no se lo permite, cosa de la que nos alegramos por el ganadero, dado que eso supondría una humillación para él (aunque creemos que a Hernández le da igual):



El toro se ha ido a los adentros porque ya está harto. Luque vuelve con su tabarra derechista citando de esta guisa, ¿qué les parece?



La cosa termina por fin con cuatro naturales perfileros entremezclados con un arrimón, disciplina a la que es muy aficionado. No en vano cortó una oreja absolutamente pueblerina en Madrid con un arrimón igual de pueblerino (recuerden nuestra crónica aquí porque estábamos presentes).

Decíamos en otra entrada que Luque se nos antoja un producto resultante de mezclar a Juli y Perera. Pues en la estocada se ve mejor que en ningún sitio. Se perfila fuera de la suerte y gira el estaquillador para pegar el telonazo en el último instante. Eso lo ha aprendido de Julián:



¿Se han fijado en lo atentos que están al fondo los del callejón en el momento supremo? Acto seguido, con la mano alta pega el puñetazo y entierra la espada casi en el lomo. Lo hace a capón, eso lo ha aprendido de Miguel Ángel:



Observen dónde ha ido a parar esa estocada tendida y mal ejecutada:



Pero todos los inconvenientes reseñados dan igual: dos orejas, salida a hombros y a leer al día siguiente los tan inevitables como insoportables panegíricos de los críticos paniaguados.

Lo que queríamos comentar con ustedes en esta entrada era esa manía de no rematar las tandas con un pase. Nos saca de quicio la costumbre de pegar dos o incluso tres pases de pecho. Ya no decimos nada de las tres medias verónicas consecutivas pero es que aquí Luque ha dado un recital de lo que no debería hacerse.

¿Saben por qué los toreros abusan de estos requeterremates? Porque ven al toro simplemente como una maquinita de embestir, ya lo decíamos al principio. En el fondo, llegamos a pensar que lo desprecian y por eso lo maltratan de esa manera. Todo se resume en la poca afición de los maestros y el poco respeto que demuestran por el toro, que es quien les da de comer.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.