sábado, 30 de mayo de 2020

NAVALÓN ORGANIZÓ UNA CORRIDA HISTÓRICA

Bueno, la verdad es que no tuvo lugar en una plaza de toros sino en una de tienta. No fueron toros sino vacas. Y tampoco se cobró entrada. Fue una cosa un tanto sui generis pero con un cartel que es casi el sueño eterno de cualquier aficionado, vean:



Fue el 30 de octubre de 1983 y se montó como un homenaje al recién retirado Manolo Vázquez. Con estos maestros ya pueden suponer que se trató de una apoteosis de la naturalidad. Quizás el menos natural de los cuatro fuese Chenel. Él era más recargado en su toreo, más barroco, pero sin caer nunca en esas extravagancias actuales que nos sacan de quicio. 

Escudero nació en 1918 y le dio la alternativa Manolete a los veintiséis años (Conde de la Corte). 


En Madrid en 1951

Rafael Ortega nació en 1921 y recibió la alternativa de Manolo González a los veintiocho (Felipe Bartolomé). 


En Madrid, 1952

Manolo Vázquez era de 1930 y se la dio su hermano Pepe Luis a los veintiuno (Domingo Ortega). Aquí lo tienen en 1956 el día de su boda con Remedios, la hija de Andrés Gago. Es en la parroquia de san Lorenzo de Sevilla. Entre otros testigos de solera, firmaron Felipe Bartolomé por la novia  y Eduardo Miura por el novio. 



El Cossío dice que Antoñete nació en 1934 pero en otros sitios hemos leído que fue en 1932. Mató su primer toro en Castellón con veinte años, de manos de Julio Aparicio (Curro Chica).


Antoñete cortó la pata a este novillo en Barcelona con 17 años

Sobre lo acontecido en la placita de la finca de El Berrocal en Fuentes de Oñoro, cedemos la palabra a 'El Bicho', como cariñosamente llamaba Alfonso Hortal, Don Lance, a Navalón. Las fotos del festejo son de José Castro. Las que hemos seleccionado nosotros anteriormente son todas de treinta años antes de lo que relatamos a continuación.

MANOLO ESCUDERO. Ya ven en la foto de abajo que salió a torear ataviado con una americana color crema. Fue lo primero que llamó la atención a Navalón:

'Vestía una indumentaria casi ofensiva, con chaqueta de sport, gafas y sombrero. Pero toreó con tan sencilla majestad que ni se le desencajó la solapa ni se le arrugó el traje. Engarzó una faena limpia, saliendo del repertorio archisabido para entrar en las fantasías de los adornos, los medios pases, los andares por la cara... Nadie daba crédito a tanto empaque natural producto del gusto y el amor por un oficio que ha vencido la frontera de los años. Ahí estaba, tieso, chulo, impecable y ceremonioso'



Éste que acaban de leer es un buen ejemplo de la prosa enjundiosa del crítico onubense, ya que nació en Huelva y no en Salamanca. Pero para no decepcionar a la parroquia, lean a continuación al Navalón en estado puro:

'Y conste que Manolo no llegó a ser nada en el toreo. En sus temporadas de éxito no llegó a torear ni la tercera parte que El Soro en cualquiera de las suyas. Lo digo como referencia para esa banda de analfabetos que se atreven a hablar y a escribir de toros sin saber lo que ha sido un torero de tercera fila del que ahora se podría sacar media docena de ésos que hoy llaman figuras'

RAFAEL ORTEGA. El as de espadas, el maestro donde se miraron Antoñete, Ruiz Miguel y tantos otros, el defensor del toreo verdadero, de mojarte con las babas del toro la mano izquierda al matar, de que no ha nacido el toro que aguante veinte pases bien dados porque se rompe. 

Fue uno de los que sufrió cornadas más duras. Hablabas de toros con él y te decía: 'durmiendo sé más que tú de eso'. Torero serio y puro, ensalzado siempre por Navalón, lo cual no es moco de pavo.

'Rafael se vino desde Cádiz a recibir un acto de pública reparación al mucho daño que le hicieron la ambición de los empresarios y la inmoralidad de unos críticos corrompidos que escribían al dictado de los que mandaban en el toreo y en los periódicos'

Los seguidores de nuestro modesto blog saben que Ortega es una de nuestras debilidades. Recuerden esta entrada suya contra el destoreo o ésta sobre cómo hay que entrar a matar o esta otra sobre su terrorífica cornada en Pamplona. Vayan a las etiquetas de la derecha y pulsen sobre su nombre para leer más cosas. Sigue Navalón:

'A Rafael Ortega lo encasillaron como el rey del volapié cuando ha sido el torero que ha toreado con mayor pureza en los últimos treinta años. Estoy harto de decirlo. Un hombre barrigón, cosido a cornadas, que toreaba ya muy mayor por dinero, porque estaba tieso... pero bordaba el toreo'.



En El Berrocal le salió una utrera que pedía el carnet: 'Alfonso, mi alma, ésta va ser mucho pa mí, pa como estoy ahora...' Pero no le perdió la cara ni el compás en ningún momento según el ganadero:

'Bastante supo decir con la muleta para los que entienden de estas cosas. Aplicó la pureza clásica del natural antiguo, cerrando la curva y abriendo luego el pase de pecho. Quedaba perfectamente colocado siempre. Nadie se fijaba en su barriga ni en su pelo blanco. Si este gordo de La Isla saliera ahora, en nuestra época, donde todavía quedan algunos críticos que dicen lo que sienten y saben lo que dicen, nadie le quitaría el sitio de figura'.

ANTOÑETE. 'Antonio, déjala, que te va dar un disgusto'. A Chenel le tocó una graciliana malaje como ella sola pero el maestro, a sus cincuenta años, se picó en lugar de retirarse a la barrera. 'Déjala, hombre... que no merece la pena'. 

Nada, ni caso:

'Esa vaca hubiese vuelto loco al más pintado y Antoñete sacó una rabia y una testarudez que nos dejó atónitos a todos. Fue como una rabieta de novillero. Se empeñaba en poderle por la brava, sólo con el corazón. Era algo inconcebible en un torero de tanta cabeza, un torero de asfalto como él, que ha visto los toros con mucha más facilidad que los toreros de campo. Nunca lo he visto tan valiente, parecía un novillero desesperado...'



MANOLO VÁZQUEZ. Era el homenajeado, recién retirado quince días antes en La Maestranza. Hagan el favor de pulsar aquí e ir al 9'09". Deléitense con su última faena: veintitrés pases que son un prodigio de naturalidad, de distancias perfectas y de temple. ¿Qué me dicen de ese pase cambiado al inicio de la segunda tanda? Un fucilazo sorprendente por inesperado, ajustadísimo y pleno de garbo. 

Tan solo en dos ocasiones le toca el toro la muleta. No verán nada que recuerde los retorcimientos groseros y estrafalarios que sufrimos hogaño ni los cincuenta o sesenta pases cargantes con que nos castigan sin piedad nuestras queridas figuras en sus tardes de triunfo. 

Sobre lo que hizo aquella tarde en la placita de Navalón, el crítico únicamente apuntó estas dos frases:

'La faena de Manolo Vázquez fue de ensueño. Torear soñando a una vaca de ensueño es algo inenarrable'. 



Resultó que uno de los espectadores trajo una cámara de las antiguas y grabó ese trasteo en vídeo. Fueron todos a cenar por la noche y después entraron a un local a tomar unas copas. Allí no se hablaba de otra cosa que de la faena de El Brujo y alguien tuvo la idea de pasar la grabación por la televisión del bar. Esto fue lo que ocurrió:

'Pensábamos que la juventud presente nos iba a dejar solos en cuanto pusiéramos la tele pero en el pueblo ya se habían corrido las voces de que aquella tarde había ocurrido algo maravilloso. Y lejos de marcharse los jóvenes, aún vino más gente de todas partes. Allí estuvimos apretujados entre un mar de cabezas viendo lo que creíamos haber soñado'



Aquel día en la plaza de piedra de El Berrocal hubo un curso de tauromaquia que se siguió en un silencio religioso, 'como si estuviéramos en misa, conteniendo la respiración'. Navalón lo dejaba claro al final: 

'Esos cuatro grandes maestros han toreado hoy como ya no se ve ni pagando mil duros por una barrera en una feria de postín'

Lamentablemente, ya no están entre nosotros ni esos cuatro toreros ni el ganadero. Pero asistió como espectador aquella tarde Curro Vázquez, quien recordará perfectamente lo que hemos contado. El día que Manolo Vázquez tomaba la alternativa, él acababa de cumplir seis meses de edad.

No sabemos si estuvieron las hijas de Navalón. Si por una remota casualidad leen estas líneas, nos lo podrían confirmar en la sección de comentarios.  

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.



lunes, 25 de mayo de 2020

CENTENARIO DE LA MUERTE DE GALLITO (10): ALMOHADILLAS EN MADRID

Fueron dos o tres, no una lluvia de almohadillas. Sin embargo, cayeron las suficientes para que sentaran como cien patadas en la tripa a uno tan orgulloso como Gallito. Luego iremos a la plaza a ver qué pasó exactamente. Pero antes contaremos que el propio maestro se había metido en un callejón sin salida. 

En castellano usamos la palabra malogrado para referirnos a la persona que ha muerto antes de tiempo y por ello no ha podido dar todo lo que se esperaba de ella. En el campo del arte se utiliza a menudo. Artistas malogrados serían Arriaga o Mendelssohn en la música, Rafael o Masaccio en la pintura, Ataúlfo Argenta o Guido Cantelli en la dirección de orquesta y Chéjov o Kafka en la literatura.

En los toros se lo podríamos aplicar a Manolet Granero, a Manolito Bienvenida o a El Yiyo. Guillermo Sureda argumentaba que no podía hablarse de Gallito como torero malogrado porque, si bien había muerto joven, en su oficio ya había dado de sí de forma magistral todo lo que llevaba dentro.


FOTO: Antoni Esplugas (ARXIU NACIONAL DE CATALUNYA,
Departament de Cultura de la Generalitat)

La forma de torear de Gallito culmina brillantemente la técnica del toreo sobre las piernas que había sido básica para dominar un toro fiero. Ahora Belmonte torea con los brazos y el dominio va pasando a segundo término. 


Inauguración de la Monumental de Sevilla. Toro de Contreras, 6 de junio de 1918.
La corrida dejó bastante que desear en presentación, aparte de que dos toros fueron tostados.

Recordemos lo que decía Felipe Sassone, el vecino del piso de arriba de José de quien hablábamos aquí. Al hilo de esto, comentaba lo que sigue:



No olvidemos que el entorno de Gallito, formado por los dos hermanos y Manuel Pineda Magrito, cuando querían fastidiar al jorobeta, obligaban al empresario a anunciarlo con toros que pusiesen en evidencia sus carencias lidiadoras. Así sucedió en una feria de Bilbao cuando la Junta Administrativa terminó harta de las presiones de Pineda porque no quería que los dos Gallos se anunciaran ni con Miura ni con Pablo Romero. Al final cedieron pero con la condición de que se incluyera a Belmonte en esos carteles (lo contábamos aquí).


Belmonte en la feria de Bilbao de 1917. Apuntillando por detrás, ¡como debe ser!

Pero José se daba cuenta de que iba perdiendo la partida. Se quejaba de que 'Juan tiene indulgencia plenaria en Madrid mientras a mí no me pasan ni una... Yo puedo estar diez veces bien pero con una sola que esté él, borra todas las mías'.
 No puede ser más amargo su lamento.

Cayó en la trampa y empezó a influir en la selección del toro para adaptarlo a los nuevos tiempos. No se dio cuenta de que se estaba pegando un tiro en el pie... o en la sien.



Gallito culminó el proceso que había iniciado Guerrita. Los ganaderos habían empezado a dulcificar el toro. 'Ya no hay águilas sino canarios', se decía. A Belmonte esta deriva le iba de cine: 'yo, lo que diga José'

Bleu escribe en la primavera de 1914 su famosa Carta abierta a don José Gómez Ortega, donde le dice esto:

'Su final de temporada anterior fue tan triunfal para usted como sospechoso para mí. Volvió usted tarumba a la afición valenciana matando siete toros de Guadalest que no fueron precisamente toros sino gatos, auténticos mininos (...) Su nombre empieza a andar mezclado en runrunes de componendas, tratos y vetos. Si es cierto que deja de lado ganaderías que no le sirven y que quiere toros hechos a medida, habrá que renunciar a toda esperanza y dejarle a usted por mentiroso, por imposible y por inaguantable (...) ¡Joven Joselito, prodigio de la excelsa estirpe de los Gallos! Conduzca a la tauromaquia por el camino de la gloria imperecedera y no se olvide: ¡monas, no!'

No fue el único que se apercibió de que los de Guadalest eran bichos sin respeto. Ésta fue la falla que le dedicaron seis meses después aunque no son gatos sino caracoles:

Aquellas Fallas en las que Joselito y Belmonte toreaban caracoles

El maestro ve que el toro del futuro es el que viene de Vistahermosa, con especial hincapié en lo derivado de Murube y Parladé. Por ahí iban sus consejos a los ganaderos en la selección. Hoy seguimos en el carril donde él nos puso a circular. La ganadería de la que huía era la de Palha, ya hablaremos de ello en otra ocasión. En los tentaderos marcaba la línea a seguir, exactamente lo mismo que hacen algunas figuras en la actualidad. 


José tentando una vacona en la finca del Duque de Tovar

Pero en el pecado llevó la penitencia porque ante ese nuevo toro, el toreo de dominio de Gallito languidece ya que el público quiere ver las verónicas sin enmendarse de Belmonte en lugar de una lidia sobre las piernas. José se dará cuenta de su error cuando ya no haya vuelta atrás, por eso se planteaba su retirada cuando Bailador lo mató.

¿Cuándo fue consciente de que había caído en la trampa? Posiblemente el 15 de mayo de 1920 en Madrid. Aquel día el público estuvo muy duro con él no por su insultante facilidad como se suele decir sino porque el ganado fue infame. Los toros salieron sin poder, sin fiereza y sin fuerza cuando no directamente inválidos. Ante esos enemigos que no necesitan ser dominados porque dan pena, Gallito es un torero que no interesa. '¡A ver si te atreves con ésta!' le grita aquella espectadora mientras arroja una almohadilla que le golpea en el brazo según unos y en la cara según otros.


Blanquet de matador y Gallito de subalterno en un festival en Valencia

¿Qué pasó aquel día?

Pues que salieron nada menos que nueve reses del toril aunque tendrían que haber salido doce según algún cronista. Los anunciados de Albaserrada se sustituyeron a última hora por murubes de Carmen de Federico. Las malas lenguas decían que el cambio era cosa de Belmonte. Otros, que era cosa de Joselito y él lo sabía porque se ve que pidió a la empresa lidiarla el día 17 ('la he pedido ya que dicen que no se lidia por mí porque los toros son grandes y así verán que no es verdad ni una cosa ni la otra'). Los espadas fueron recibidos con una sonora pitada a cuenta de este baile de corrales (una sana costumbre que ya ha desaparecido).

La incomodidad del público subió de tono cuando el primero se vino al suelo en el recibo capotero de Gallito. Luego lo picaron Serrano y Farnesio y ni siquiera derribó. En banderillas claudicó de nuevo y cuando el maestro cogía los trastos, una señora le gritó '¡toree usted toros!' Debió de escuchar esto claramente porque acto seguido dejó muleta y estoque en la barrera con visibles muestras de desagrado. Parece que algunos oyeron que decía 'yo no toreo eso'. El presidente sacó el verde pero el toro por tres veces se frenó en toriles sin querer seguir a los bueyes. Josele lo apuntilló en la plaza. El sobrero fue uno de Medina Garvey que salió sin divisa, cárdeno bragado, al que mató de una estocada. 


Descabellando sin cruceta

El segundo de Gallito también fue al corral, sustituido por uno de Salas que también salió sin divisa. Se llamó Cacharrero, berrendo en negro y botinero, el último que mataría en Madrid. Éste sí se empleó más en las varas de Carriles y Camero (mató dos caballos). Parearon Cuco y Cantimplas y acabó con él de pinchazo y estocada, mostrando bastante apatía en el trasteo. Él veía claramente que el público le había dado la espalda y no era cosa de un día. A ello se unía que se había caído del cartel del día siguiente para torear con su cuñado en Talavera.

El resto del festejo transcurrió en medio de la rechifla general por el poco poder de los toros. El primero de Belmonte no se sostenía en pie y el segundo fue al corral. Sánchez Mejías fue pitado en los dos por torear movido y matar fatal (no es novedad porque él mismo reconocía que no sabía matar, ya lo hablaremos en otra ocasión).


Belmonte, esa tarde forzando la embestida

En El Imparcial, Barbadillo dice que menos mal que el público se tomó la corrida a cuchufleta porque podría haber habido un motín. Se negó a hacer la crónica como avisó en su titular:



Luego fue durísimo, nada que ver con los paños calientes de los críticos paniaguados que leemos hoy en día:



Llovía sobre mojado con los toros. Incluso Corrochano, que contemporiza bastante con José en su crónica porque estaba reconciliándose con él tras el Pacto de la Estrecha, dice esto en el ABC:



Todas las crónicas inciden en que el problema residía en la bondad que se estaba buscando en los toros por 'instinto de conservación e instinto industrial de ganar dinero' de los maestros. Clarito titula así:



Los toros están sometidos a los toreros, lo ve tan claro como su propio nombre indica:



El enfado con Maravilla se recuerda en aquellos gritos que oyó de '¡que se vaya!' El diario El País tituló así:



En la crónica se avisa a Joselito de que no se vaya, que se quede pero que se arrime y deje de anunciarse con esos toros de chichinabo 'que torea porque quiere, porque los pide y porque los impone, sin darse cuenta de que son los que más disgustos le traen'

Claro, es que Gallito no era torero para toros sin poder. Se había metido él solo en un callejón sin salida del que no podía escapar. Los que sí encontraron la salida fueron Belmonte y Manolete y lo hicieron toreando diferente. José había dado todo lo que sabía, que era mucho, según su forma de entender la tauromaquia. Antes de morir tuvo la deferencia de dejar para la posteridad un toro nuevo para que otros hicieran un toreo nuevo que ya no era el suyo. Lo resumió Clarito en esta frase:



Se acabó el toreo de dominio y entramos en el toreo manierista, el de las posturas, ése que hoy ha degenerado en los retorcimientos grotescos y extravagantes con que nos atosigan el alma cada tarde nuestras queridas figuras.

El toro va a ser a partir de entonces 'una pobre bestia vencida sin ningún interés; por este camino la fiesta se convertirá fatalmente en un espectáculo de circo donde subsistirá la belleza pero sin el elemento dramático y emocionante'. 

¿Saben quién dijo eso años después? Pues don Juan Belmonte. Y esperen, que sigue: 

'El toro ha ido evolucionando, ha aprendido a ser toreado, se fabrica el toro tal como los públicos lo demandan; no se le ha quitado bravura, sigue siendo una fiera potente y bien armada pero sí se le ha quitado nervio porque el público quiere ver el toro toreable'.

Recuerden esta entrada donde citábamos a Bollaín: 'de tanto querer afilar la bravura, el toro ha quedado romo de casta; el actual es medio toro porque lleva dentro media casta'.

Gallito quiso orientar la fiesta hacia el toro toreable. Con ese animal, él no tenía nada que hacer. Por eso no fue un torero malogrado. Se murió justo a tiempo, a tiempo de dejar su leyenda, que se vio inmediatamente engrandecida por la mala conciencia y el remordimiento de los muchos aficionados que le habían vuelto la espalda.

Ya lo avisó el gran sabio Montaigne, de quien hablábamos aquí: "en la vida, todo es acalorarse y en la muerte, todo es amor y cortesía".

El amor y la cortesía que faltaron en muchos momentos en vida de Gallito dieron paso a los constantes panegíricos que se le han dedicado desde hace cien años hasta hoy. Y eso ha sido gracias en buena parte a Bailador.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.

miércoles, 20 de mayo de 2020

¿QUIÉN DICE QUE NO PUEDE HABER CORRIDAS EN MADRID?

El Gobierno propone que en la fase 3, a partir del 11 de junio, haya corridas de toros siempre que cada espectador disponga de 9 metros cuadrados de espacio. Eso es un espacio de tres metros de lado, no una separación de nueve metros entre cada espectador. Se habla de permitir un 30% de aforo máximo en los espectáculos públicos. 

Los taurinos dicen que no hay forma de organizar festejos con las restricciones del covid. Eso es precisamente lo que están deseando los antitaurinos de la Administración, que son legión. Pero ¿seguro que en Las Ventas no podemos montar corridas? Hablamos de mantener la llamita de la afición, no de que empresarios y figuras se llenen los bolsillos de manera ultrajante como vienen haciendo desde hace demasiado tiempo -especialmente las figuras, personajes totalmente insolidarios tanto con sus compañeros como con el espectáculo en general-.



Nosotros creemos que sí se puede montar corridas sobre todo teniendo en cuenta nuestra teoría, repetida habitualmente en este cuaderno: en Madrid tiene más afición el Rayo Vallecano que la tauromaquia. A los partidos del Rayo va una media de 8.241 espectadores (recuerden que lo comentábamos aquí). En cambio, a Las Ventas...

Veamos los datos de 2019:

- Total espectadores de pago en Las Ventas:                 940.852
- Total espectadores sólo en san Isidro y Otoño:            751.118
- Total espectadores sin san Isidro ni Otoño:                  189.734
- Total festejos mayores celebrados:                                         66
- Total festejos mayores celebrados sin san Isidro ni Otoño:   26



Olvidémonos de celebrar ni san Isidro ni Otoño como es lógico. Dividamos los 189.734 espectadores fuera de ambas ferias entre los 26 festejos celebrados. Pues resulta que a Las Ventas acudió en 2019 una media de 7.297 personas de pago por corrida. Esto, sobre un aforo de 23.624 nos da un 30,8% del mismo cubierto, ¡justo lo que la Administración establece como límite!

De esos 7.000 aficionados que acuden de media a cualquier corrida fuera de feria, habrá que descontar los japoneses, que pueden ser mil y pico. Los nipones ya tuvieron bastante en la Segunda Guerra Mundial con sus kamikaze como para venir al país con mayor porcentaje de personal sanitario infectado (dicho sea con nuestro mayor respeto por todos ellos, entre los cuales se cuentan algunos familiares y amigos de quien esto escribe).



Los del clavel tampoco van a venir. Ésos no cuentan. Van a los toros de año en año y sólo a san Isidro. Acuden a la plaza a que los vean y con las medidas de distanciamiento no los va a ver ni el que asó la manteca. 

Señor Casas, piense en que el personal necesario para abrir la plaza se reducirá a la mínima expresión. Sobran taquilleros, porteros, camareros, acomodadores, almohadilleros y demás. Tampoco va a tener que gastar dinero en programas de mano porque no se permitirá repartirlos. Dice usted que abrir la puerta en cada corrida le cuesta 80.000 euros. Descuente bastante de esos miles. 

La cuadra de caballos se esforzará y colaborará con usted. Si quien esto firma fuese monosabio, no le importaría lo más mínimo hacer de arenero entre toro y toro. De la faena de torilero puede encargarse el tercero de la cuadrilla siguiente. ¿Ve cómo vamos recortando gastos?



Monte usted una aplicación de venta de entradas por internet como hacen los auditorios para sus conciertos. En un plano se va viendo sobre la marcha las entradas que están vendidas y las disponibles. ¿Quiere usted decir que no tendrá entre 5 y 6.000 personas dispuestas a ir a cada corrida incluso sin contar japoneses ni claveles?

En la concurso de 2019 no nos hubiéramos contagiado los que estábamos en la grada del 9 porque éramos siete personas. Recuerden nuestra crónica aquí. En aquella corrida hubo 6.619 personas. Mire la foto que hicimos porque aquel festejo se podría haber celebrado perfectamente manteniendo una distancia de seguridad como la que van a imponer:




Dice usted que el año pasado ganó un millón y medio de euros en san Isidro 'pero perdemos con el resto'. ¿Cuánto pierden? Recortando gastos como le proponemos perderá muchísimo menos de lo habitual (que no sabemos tampoco cuánto es). Puede que no pierda nada si todos los implicados colaboran en el empeño.

Cuente con que los toros los va a poder pagar a precio de carne. Incluso le aseguramos que hay más de dos y más de tres ganaderos que le regalarán los suyos con tal de verlos morir en la plaza y no en el matadero. ¿Quiere que le digamos nombres? Floro sabe quiénes son, pregúntele. Sólo tendría que pagar usted el camión y alguno de los ganaderos hasta le regalará los portes. 


Los toreros seguro que van a renunciar a sus exigencias. Es posible que las figuritas no vengan porque aunque bajen un poco de aquellos 240.000 que dice usted que exigen por corrida, no se puede contar con ellos. Si quieren venir por amor a la fiesta y no al dinero, que vengan. Si no, da lo mismo porque a los 6.000 que van a los toros fuera de feria las figuras les importan poco o nada. El resto de maestros seguro que le cogerá el teléfono, llámelos.



Si una corrida de figuras con lleno recauda 480.000 euros, una con 6.000 personas seguro que no estará en torno a las casi 120.000 que serían proporcionales. Está claro que será mucho menos porque se supone que una persona no pagará 150 euros por una barrera con los carteles del covid. 

Pero piense que puede hablar con la televisión ya que es posible que se presten a retransmitir los festejos y contentar a los aficionados que tengan ganas de ver toros y no puedan ir a Madrid. Ahí tiene un ingreso. Igual resulta, como decíamos antes, que no pierde nada aunque tampoco gane pero es que insistimos en que se trata de mantener las brasas, de que no se apague el fuego.



Pero ¿y si alguna figura hace un gesto y colabora con la idea cobrando mínimos? Quién sabe... Por otro lado, estamos convencidos de que los críticos y fotógrafos renunciarán a sus pases de favor y pasarán por taquilla para demostrar su amor a la fiesta en tiempos de crisis. Y lo mismo harán todos ésos que figuran de matute en los burladeros del callejón, seguro que se negarán a entrar gratis para colaborar.

Dado que usted habrá pedido un esfuerzo económico a todas las partes, estará obligado al día siguiente del festejo a presentar públicamente los números. De ese modo quedará claro que todo se habrá hecho por afición. Si las cuentas resultan equilibradas, ya puede organizar la siguiente corrida. Si hay un pequeño superávit, lo puede repartir entre los maestros o donarlo a obras de caridad. Si hay un pequeño déficit, usted decide si lo asume o tira la toalla.

Pónganse en contacto usted, Abellán, Victorino y compañía con el Gobierno para que les confirmen lo del 30% del aforo. Y ya que están, a ver si consiguen que los nueve metros cuadrados de distancia se reduzcan a un poco menos, cosa que quizás logren porque es de lógica. Fuentes de su empresa decían que, con los nueve metros cuadrados, en Las Ventas no entrarían más de 5.000 personas. A nosotros nos salen algunas más pero si les permiten aplicar el 30% del aforo de Las Ventas, hablaríamos de aumentar esa cantidad hasta las 7.087.

Y si se niegan a ceder en reducir el espacio de seguridad, probemos la corrida con esos cinco mil y pico aficionados. No se queden de brazos cruzados lamentándose y muévanse para dar festejos aunque sea en precario. No va a ganar dinero pero tampoco le hablamos de que lo pierda sino de que entre todos hagan un esfuerzo para mantener la llamita de la afición en esta temporada nefasta. Se trata de evitar que sea un año en blanco.



Lo fácil es hacerse la víctima, lo difícil es que demuestren empresarios y toreros que, renunciando a buena parte de lo suyo, se puede hacer que esto no sea el principio del fin. No contamos a la parte más débil, los ganaderos, porque ante la perspectiva del matadero, cualquier solución les va a parecer buena.

No busquen excusas. A ver si al final vamos a tener razón los que pensamos que ustedes los taurinos están en esto para ordeñar la ya escuálida vaca hasta que ya no le quede una gota de leche. Y el que venga detrás, que arree.

¿Verdad que no es así? ¿Verdad que ustedes son unos enamorados de la fiesta y que por eso se van a esforzar en mantener la llamita? 



Ahora bien, si usted pierde su valioso tiempo en montar el primer festejo en esas condiciones tan precarias y acudimos 900 espectadores, eche la persiana y a otra cosa. Al día siguiente enseña los números en rueda de prensa y a esperar tiempos mejores si es que alguna vez llegan. 

Los aficionados a toros tendremos lo que nos merecemos. Ni más ni menos. 

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.

sábado, 16 de mayo de 2020

CENTENARIO DE LA MUERTE DE GALLITO (9): '¡ME HASÉIS DAÑO!...HASERME POQUITO...QUE ME AHOGO...'

Son las 18:19. El doctor Luque atraviesa a paso ligero el patio de arrastre de la plaza de Talavera dejando a su derecha el desolladero. Abre la puerta de la enfermería, pasa por la primera dependencia, una especie de vestíbulo, y espera en la segunda, que tiene un amplio ventanal por donde entra la luz tenue de aquel día que amaneció nublado. Llegan también sus ayudantes, el doctor Ortega, los doctores hermanos Sanguino y el doctor Pajares, médico suplente. Están también el doctor Recasens y su ayudante, el doctor Torroba. 



Luego entrará el doctor Pastor y algún otro médico madrileño que se ha desplazado a ver la corrida y ha bajado del tendido. Por esta puerta abierta irrumpen Blanquet y Cantimplas llevando en volandas a José. 



Viene con los ojos cerrados por efecto del shock. Entran también El Cuco, Farnesio y el mozo de estoques, Paco Botas. Se ve que cuando el maestro se ha alejado un poco de la cara del toro para alisar la muleta, éste se ha arrancado por sorpresa, lo ha volteado y le ha clavado el pitón en el abdomen. Ha sido un derrote seco aprendido seguramente contra los caballos pues venía de matar cuatro.



Tumban a José en la camilla mientras Blanquet le sostiene con mimo la cabeza. Entran el farmacéutico, señor Congregado y los practicantes Morales y Cano. La apariencia del maestro es preocupante porque sólo mueve convulsamente ambos brazos. Al ver su estado, Almendro se ha quedado en el vestíbulo llorando.

Lleva dos cornadas. Una es en el muslo derecho, de cinco centímetros y pronóstico reservado, puede curar sin complicaciones en una semana. La del abdomen es una herida circular de nueve centímetros de diámetro en el lado derecho. Le ha partido el epiplón, ha lesionado el peritoneo y le ha sacado fuera parte del intestino. Llega a interesarle un poco la vejiga pero sin alcanzar a perforarla como se dirá después. Una laparotomía realizada en condiciones adecuadas y no en un estado preagónico podría determinar el alcance exacto de las lesiones internas pero no hay tiempo para ello.


El diestro está bajo los efectos de un fuerte shock traumático. Los médicos se reparten el trabajo. Unos van cortando desde arriba el vestido grana y oro con unas tijeras. Lo había estrenado en Lima. Rasgan la casaquilla y el chaleco desde los hombros y los arrancan. 

Le quitan dos medallas que penden de una cadenita muy fina de oro. Una es de la Virgen de la Esperanza y la otra, de Nuestro Señor del Gran Poder. Además, como siempre, cuelga un minúsculo retrato de su madre ('menos mal que ya no vive la señora Gabriela...' dirá Vicente Pastor). No lleva la faja azul turquí porque se la rasgó el tercer toro y salió ante Bailador sin ella.  Cortan cuidadosamente la taleguilla y el torero queda desnudo sobre esta camilla:




El doctor Torroba se afana en limpiar la herida del vientre, sucia de arena y con riesgo de infección. Otros empiezan a aplicarle inyecciones. Hay que sujetarle bien los brazos. Uno de los doctores Sanguino, que es quien va a inyectar el suero con adrenalina, ordena:

'Que no mueva los brazos, ¡sujetadlo!'

Con el efecto de la inyección, José se reanima ligeramente, lo suficiente para quejarse: 

'¡Suéltame! Que me ahogo...'


A continuación le inyectan suero antitetánico, aceite alcanforado y cafeína. Intentan estimularle para que no sucumba al shock nervioso. El doctor levanta la voz:

¡Sujetadle bien los brazos!

Blanquet lo agarra con firmeza:

'José, ¡quieto! No muevas los brazos o te los parto'

Pero el pobre José no lo oye, se ahoga... en su cerebro el único pensamiento que entra es que le falta el aire:

'¡Blanquet, por tu madre...! ¡Mátame!... ¡Que me ahogo!'

Le dan aire con un sombrero mientras le taponan la herida y le van cosiendo.

Blanquet fue quien llegó primero tras la cogida. Ignacio quitó el toro y el buen subalterno levantó por las axilas a Gallito, que estaba arrodillado mirándose el vientre ('¡me ha sacado las tripas!'). Pedía que llamasen a Mascarell. 

Ya han partido en su busca a bordo de un flamante De Dion Bouton el señor Concustell  acompañado por Darío López y por el empresario de la corrida, Leandro Villar. Precisamente a éste último fue a quien Joselito se dirigió cuando cogía los trastos por última vez:

'El torito éste es el peor de todos. Vamos a ver quién puede más...'

De pronto se abre la puerta y traen conmocionado a Zurito Chico. Es el picador de Ignacio. El sexto toro lo ha derribado y quedó atrapado bajo el caballo. El presidente es el alcalde de Talavera, el señor González de la Rivera. Después de que Ignacio matase a Bailador, ha esperado a ver qué noticias había de la cogida. Alguien procedente de la enfermería le ha indicado por gestos que la cornada de Gallito no parecía grave y por eso ha continuado el festejo. 

El traje no está manchado, no hay sangre por ningún sitio. Quizá por eso en el ruedo Ignacio ha hecho gestos de tranquilidad al público mientras se llevaban a José. Probablemente hay una hemorragia interna pero por fuera, nada. El maestro se sigue quejando pero no se le entiende. Continúan inyectándole, hay momentos en que tiene hasta cuatro agujas clavadas:

'Dejarme... que me haséis daño... dejarme...'

Se intenta sin éxito la respiración artificial. El color lila del rostro de José anuncia lo peor. El pulso es muy débil, se nota que al maestro se le va la vida en un postrero hilo de voz:

 'Haserme poquito... que me ahogo...'

El sacerdote Felipe Vázquez, que se había mantenido en un rincón, se adelanta para darle la extrema unción. José ya no oye nada pero le caen dos lágrimas.


A las 18:45 comprueban que su pulso ha cesado. Han sido veinticinco minutos de agonía y no una hora como algunos dirán después. Se le ha escapado definitivamente la vida 'por entre los alamares'.

Justo en ese momento irrumpe su cuñado tras aliñar al sexto. Ignacio se queda parado al ver que los médicos permanecen inactivos. Se acerca a José, lo mira, le toca la cara y nota que está fría. Balbucea cosas incoherentes:

'José de mi alma... ¡Pobresito! Si pudieras ver dónde estás... ¡Cómo nos dejas a todos! ¿Por qué?' 


José con su sobrino, el hijo de Ignacio

Los que han ido a buscar a Mascarell ya son sabedores antes de llegar a la capital de que la tragedia se ha consumado. A la altura del aeródromo de Cuatrovientos, se cruzan con el automóvil que lleva a Rafael a Talavera junto con su amigo Pepe El Largo. Como El Gallo no tiene la certeza de que sea verdad la muerte de su hermano, deciden subirlo al de Villar para irle previniendo camino de Talavera.

Los doctores Luque y Ortega han redactado el parte médico:



José yace desnudo en la mesa de operaciones. Lo tapan con dos mantas e improvisan una sala de velatorio. Para ello retiran todo el instrumental médico, lo cual dará pie a las insidias que circularán más adelante diciendo que la enfermería estaba en precario. Los médicos madrileños que ofrecieron sus servicios serán testigos de que no hubo tal. 

Unos guardias civiles están en la entrada para evitar que los curiosos accedan a las dependencias:



Por la noche llegan más periodistas y fotógrafos de Madrid. Roberto Domingo toma unos apuntes del cadáver del maestro. Desde el exterior, a través del ventanal, la vista es ésta:



Dentro, la cuadrilla llora en silencio. Ignacio ha pedido que corten la cabeza del toro. Antonio Moreno, Lagartijillo, que es el contratista de la carne de los toros lidiados, se la llevará a Madrid para disecarla: 



Hacia la una de la madrugada llega El Gallo, quien ya es consciente de la desgracia. Cambia de opinión y no se atreve a entrar en la enfermería. Sale Ignacio y ambos hablan. Rafael le pide la coleta de su hermano. Entra Ignacio y dice a Paco que la trence.


Paco Botas

Paco gira delicadamente la cabeza inerte del diestro para trenzarle la coleta. Casi no puede porque revientan las lágrimas en sus ojos y no ve bien:

'Ay, José...pobresillo...es la última vez que te trenzo el pelo...' 


Zurito Chico sostiene la cabeza y Farnesio, que había picado a Bailador, corta la coleta y se la entrega a Ignacio. 


Farnesio

Sale Ignacio con el mechón, se lo da a Rafael y éste vuelve en coche a Madrid. José queda de cuerpo presente en esa enfermería transformada en velatorio, cubierta con paños negros y festones dorados. Seis cirios rodean el cadáver ('maestro, estoy oliendo a cera...'). 

Los toreros que han venido desde la capital son el citado Lagartijillo, el alcarreño Saleri II, Limeño, compañero de Gallito en la cuadrilla de los niños sevillanos, y Regaterín (de los dos hermanos con ese apodo, Victoriano, seguro, quien por entonces iba de peon con Saleri). Ganaderos, salvo error, sólo uno, don Vicente Martínez. 

Las dos cuadrillas se reparten entre el vestíbulo de la enfermería y la sala adyacente para echar una cabezada. Ahí están los picadores Zurito Chico, Farnesio, Ceniza, Carriles, Camero... y los banderilleros Almendro, Blanquet, Bombita IV, Cantimplas, José Rodas y El Cuco, el otro cuñado de José. También está Antonio Parra Parrita, quien seguía a José allá donde toreaba. 

Cuando intentan dormir, los ojos les escuecen de tanto llorar. El único que no pega ojo en toda la noche es Ignacio. Se le ha olvidado el dolor del fuerte varetazo que ha recibido del sexto en la pierna izquierda. Habla con unos y con otros. Al final termina hablando solo:

'José, pobresito... ¿dónde has venido a morirte?' 

Al día siguiente, a las diez de la mañana, los doctores Sanguino son los encargados de embalsamar el cuerpo. Le inyectan formol y cloruro de zinc. Parece recuperar un poco el color en el rostro pero se le hincha el cuello y deciden vendárselo. Tras hora y cuarto de trabajo, lo visten con el traje corto negro que llevaba cuando llegó en tren la mañana del domingo. Lo han traído de esta habitación número 3 del Hotel Europa. Allí había vuelto Fernando, el hermano de José, a quien tranquilizaron en un principio diciendo que todo era un rasguño sin importancia. Un policía lo sacó de su engaño cuando volvía de paisano a la plaza y sufrió un desvanecimiento.



El deseo de todos hubiera sido amortajarlo con la túnica de la Hermandad de la Virgen de la Macarena pero lógicamente no hay tiempo de traerla desde Sevilla . Acabado el proceso, se permite que los talaveranos desfilen ante el cadáver hasta el momento de llevarlo a la estación. 

El ataúd es de caoba y plata. La cuadrilla lo saca en hombros para depositarlo en una carroza blanca:




'Abriendo surcos de flores
al rey de los matadores,
en hombros se lo llevaban'

El día no puede ser más luminoso. Dos guardias civiles a caballo abren paso entre la multitud. Caminan delante tres sacerdotes rezando un responso. Todo el mundo va descubierto acompañando el cortejo fúnebre hasta la estación.





'¿Joselito muerto por un toro? ¡Eso no puede ser verdad! A Belmonte, aún pero a Joselito... ¡no puede ser!'

Sí pudo ser. Sí, era verdad, aunque Rafael Alberti no daba crédito a los que se lo decían:


'Virgen de la Macarena,
mírame tú como vengo,
tan sin sangre que ya tengo
blanca mi color morena'

Virgen de Joselito


Hoy hace cien años que sucedió todo esto que hemos relatado. En un día tan señalado como éste hemos preferido meternos en la enfermería y acompañar al maestro en sus últimos momentos.  Seguiremos ocupándonos de Gallito en la serie que le estamos dedicando desde el uno de enero (recuerden aquí). 

Más de 1.500 toros muertos y casi 700 corridas en ocho años para terminar sus días expirando en la plaza que había inaugurado su padre en 1890. Se nos ponía un nudo en la garganta mientras describíamos su agonía porque nos imaginábamos al otrora invulnerable José desvalido como un niño chico. 

Se quedó sin poder torear el 17 en Madrid y los días 18 y 19 en Badajoz. 

Hemos reconstruido los hechos a partir de la prensa de la época, de los detalles que aporta en 'La última corrida de Joselito' Andrés Hernáiz y de diferentes testimonios en otros textos. Para los datos que resultaban contradictorios, nuestra opción ha sido escoger el que coincidía en más de un sitio. En otros casos hemos elegido simplemente el que nos ofrecía mayor confianza. Los versos son de Alberti. 

Bien entrada la noche habían traído un telegrama a la enfermería. Venía de Sevilla y estaba firmado por una de las hermanas de Gallito: 

'Pepe, ¿qué ha pasado? Dime la verdad'

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.