Muy interesante la novillada de Gallardo. Fue maltratada en el caballo, para variar, y es que estamos en San Isidro. También es cierto que excepto las de cuarto y sexto, el resto fueron peleas mediocres. En la muleta sacaron picante y no regalaron nada. La mayoría de ellos estuvieron por encima de los toreros excepto el último. También quiso mandar él, no se crean, pero Jarocho no lo permitió y lo desorejó. Ese sexto deparó una buena prestación. ¿Fue bravo? Al final lo comentamos.
ALEJANDRO PEÑARANDA. El primero era un castaño claro, bocidorado y ojinegro:
Buen empuje en el primero y simulacro en el segundo, con Majada pequeño clavando traserísimo. De casta le viene al galgo ser rabilargo.
A Peñaranda lo vimos toreando académicamente y eso es sinónimo de frialdad, teniendo delante un novillo relativamente fácil. No era lanar ni tampoco muy encastado, a medio camino, ideal para meterlo en el canasto, pero insistimos en esa frigidez del trasteo.
Entra a matar fatal, saltando y con telonazo. Así, pinchazo y desprendida que basta.
El cuarto era un jabonero astifino:
En el caballo quiso pero rápidamente dimitió porque se apercibió de que no podía mover el T-34.
El jabonero tenía gasolina y había que mandarlo. De pronto se le coló y lo volteó con violencia dejándolo aturdido:
Al final victoria del novillo a los puntos antes de una delantera, desprendida y haciendo de saltimbanqui otra vez. Oreja. Como se equivocó entrando en la suerte contraria, sucedió esto:
ISMAEL MARTÍN. El segundo era negro, aleonado y blandito:
Pelea olvidable en el caballo. Muy mal el diestro con los palos, a toro completamente pasado siendo merecidamente pitado. Se pensó que esto era un pueblo en fiestas.
Novillo revoltosillo y novillero de paso atrás. Como además no había mando en la muleta, se le subió totalmente a las barbas.
Le da igual la natural que la contraria. Estocada caída clavando a capón y tapando la cara:
El quinto era negro mate, rabicorto y con un cuello largo como día sin pan:
Mansea con descaro y pasa sin castigo. Martín estuvo un poco mejor con los palos aunque no mucho.
Inicio curioso con un farol de rodillas. El novillo se ceñía y lo miraba. Este diestro seguro que dará el pego con el norit pero con estos dos ymbros lo vimos un poco aperreado.
Se tiró encima del toro para hundir la espada, desprendida y con patas al cielo. Oreja con protestas.
JAROCHO. Su primero era negro y con carita infantil. Vio el verde porque no se aguantaba en pie.
Sobrero de Villanueva, antiguo Valdeolivas, negro listón, cornidelantero y de mazorca gruesa. Se comía el capote de salida, algo que cada vez se ve menos:
Buen galope al peto pero se va de naja.
El novillo estaba entero pero le dio igual y se echó de rodillas muy sereno. Luego nos gustó su afán por torear con naturalidad, sin retorcimientos. El de Villanueva embestía desordenado y hacia afuera, con lo cual no terminó de haber lucimiento.
Estocada honda, no corta como dijeron en televisión, con derrame y con bonita muerte. Bien el presidente no atendiendo una petición minoritaria:
El último era un castaño bocidorado, carifosco y ojalado al que recibió de rodillas en tablas:
Le tapan miserablemente la salida pero no ceja en la pelea. En el segundo, carioca trasera en el espinazo de la que se suelta el novillo con toda lógica. Fue una vergüenza porque el novillo quería pero no le dejó ese carnicero vestido inmerecidamente de dorado:
Arreó en banderillas y Jarocho padre supo ganarle la acción, cosa que no era fácil. El novillo galopaba, tenía codicia y era espabilado.
Como no lo llevó bien tapado tuvo un par de sustos feos. El ymbro había llegado a tocarle el cuerpo y ya no perdía de vista al muñeco. Sin embargo, no se arredró Jarocho y demostró decisión y valor, además de correr bien la mano izquierda.
Se equivoca ultrajando a un novillo como éste entrando en la contraria pero a pesar de ello deja una entera arriba perdiendo la muleta, con el toro que tira hacia su salida natural.
Dos orejas de las cuales nos molesta la segunda por la desidia en el primer tercio y por la pérdida de los avíos en la estocada.
¿Fue bravo ese novillo? Creemos que sí a pesar de ser vilmente maltratado en varas. Después no fue nada tonto y sólo se entregó cuando se dio cuenta de que el que tenía delante estaba dispuesto a ganarle la partida.
Buena impresión la que nos causó Jarocho porque no parecía un torero al uso: no echó la pierna atrás, se mantuvo natural, sin esos retorcimientos grotescos de las figuras, con la cabeza fría, valor no temerario y encima demostrando buen gusto con la mano izquierda. Y delante no tuvo una ternera. Pueden deducir que el resultado final no está nada mal.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.