"Sobre Roca y Adolfo decirle que estoy convencido de que triunfará. Si sale el adolfo comercial, el peruano quedará sorprendido de hasta qué punto esta ganadería llega a 'colaborar'. Si sale un adolfo correoso, tiene recursos suficientes para saber cómo sacarle partido. Lo veo con más posibilidades que, por ejemplo, las demostradas por Chacón en ese cuarto victorino de la corrida. Y el público estará de su parte, eso no lo dude".
Le salió ese 'Madroñito' comercial que fue un toro de monopuyazo comercial, que embistió pastueño como los toros comerciales y que permitió al diestro echar la pierna atrás y aprovechar su viaje como hace cuando le sale el torito al que está acostumbrado. Al fin y al cabo, él mismo lo dijo al final. Le preguntaban si había notado algo peculiar al torear por primera vez este encaste: 'no, es un toro que si embiste, embiste como los demás'. Cuidado, amigo: embiste como los demás si sale un animal comercial como los demás. Si sale como debiera salir, no es lo mismo ¿eh?
La corrida anduvo justa de casta y nula de poder. Fue muy blanda aunque casi no se protestó dado el hierro que ostentaba. De otras ganaderías que todos tenemos in mente sale un toro que no se sostenía en pie como el primero o que no puede ni con su alma como el segundo y se monta un cirio. Fueron diez veces por el suelo, la mitad que los de Victorino.
La presentación mantuvo una seriedad uniforme a pesar de la disparidad de caras, desde los corniapretados primero y quinto hasta este destartalado cuarto.
En el caballo, poca cosa. La picaron no bien sino no tan mal como la del día anterior pero las peleas fueron perfectamente olvidables. En la muleta el peligro que tuvieron no fue debido a su casta sino, según nuestro entender, a que se defendían por su poca fuerza. El ganadero discrepa de todo esto que decimos. Ésta es su opinión:
"Estoy muy contento con mi corrida. A algún toro le ha faltado vida como al primero pero no se han rajado y han tenido muchas virtudes. Ese primero ha sido soso; el segundo, complicadete; el tercero ha tenido sus virtudes; el cuarto ha sido encastado, pronto y fiero por momentos; el quinto ha tenido un temple extraordinario, ha sido un toro muy serio y bravo en los medios y el sexto ha humillado con temple y lo ha toreado a placer. Estos últimos han sido dos toros muy importantes".
Salta a la vista que el señor Martín vio un festejo diferente del que vimos nosotros. Lees lo que dice y parece una corrida histórica. Se nos antojó la menos interesante de las tres de Albaserrada precisamente por su falta de poder y su flojedad de remos. No tiene duda que Escolar ha pasado la mano por la cara a sus dos rivales.
Y a nosotros, que miramos el toro por encima de todo, no nos duelen prendas en reconocer que los tres toreros estuvieron por encima de los toros, con valentía, con decisión y con muchísima más casta que la de los grises (excepto Roca en su primero, que se afligió). Si antes de la corrida le dicen a usted que saldrán heridos dos de tres, pone fijo en la quiniela a Roca, ¿verdad? Pues no, entregaron su sangre Román y, sobre todo, Escribano, que se llevó una cornada seca en el muslo como les comentaremos a continuación.
ESCRIBANO. Se fue a porta gayola en su primero, algo que siempre anotamos porque nos parece de las cosas más valerosas que puede hacer un torero en el ruedo. Recuerden que se daban cita tres de los más valientes del escalafón:
El toro arrastraba los cuartos traseros de salida pero nadie dijo ni mu. Alguno se dio cuenta ya en banderillas y sonaron cuatro palmitas de protesta. Si lleva otro hierro, se lía. Arrolló sin consecuencias al diestro con el capote:
En banderillas hizo un quiebro por dentro de mérito pero alguien debería avisar al bueno de Escribano de que sus peones deslucen siempre esos pares en tablas echando los capotes desde el callejón, queda fatal:
El toro tomaba la muleta de lujo pero no podía empujar porque los riñones no le respondían dado su quebranto de los cuartos traseros. Duró una tanda y Escribano se puso pesado arrancando pases insulsos.
Desprendida, trasera pegando el telonazo y el toro que rueda sin puntilla. Lo clavó el diestro cuando opinó sobre el toro: 'en esta ganadería, cuando sale un toro con estas hechuras y esa cara, es noblón y facilón, siempre sucede así'. Exacto, noblón y facilón, el diestro fue con menos paños calientes que muchos de los pelotas del ganadero.
Su segundo tenía una cara exagerada. No iba sobrado de poder y por eso tuvo la suerte de que se encontró con Peña, que dosificó el castigo, abrió al toro y no clavó trasero, parecía un milagro. Pelea vulgar del toro y arriesgado tercer par al quiebro por dentro y a una mano, aunque una banderilla se fue al suelo. Nuevamente los peones tiraron capotes desde el callejón pero fue para perjudicar al maestro porque provocaron que el toro se volviera e hiciera por él. Se pasaron de listos y deslucieron el par:
Inició la faena con un valiente cambio en el platillo. El toro era otro noblón y flojo de remos. Escribano se mantuvo al hilo pero tiró bien de él. Tenía tan poco fuelle que duró diez pases y eso que en varas lo habían mimado. El diestro tragó el paquete con mérito pero sin necesidad porque no se lo iban a valorar, la verdad es que ya estaba oyendo protestas por ponerse fuera de cacho. Como el toro no podía, se le quedó debajo y lo enganchó:
FOTO: Julián López |
La cornada resultó de 25 cms. y tuvo mucha suerte porque el toro se ofuscó cuando lo tenía en el suelo a su merced. Hubo un valeroso quite de uno de sus peones estirando al toro por la pala del pitón a cuerpo limpio:
Algunos espectadores se encararon con los protestantes y los comentaristas televisivos no pudieron disimular su enfado con ellos. La situación nos recordó a una cornada muy parecida que sufrió Curro Vázquez mientras desde el siete se pedían toros. El malogrado Bojilla saltó al ruedo y se fue para allá a desafiarles y decirles de todo. Pueden ver la cogida pulsando aquí, Bojilla es el que sale de blanco a hacer un torniquete. Y lean aquí la crónica de Vidal porque se rumoreó entonces que a aquellos toros les habían echado algo.
Román liquidó el toro de Escribano de dos pinchazos sin soltar y trasera habilidosa para salvar las dos velas del adolfo.
ROMÁN. Su primero nos pareció más entrepelado que cárdeno. Otro flojito que se fue al suelo en la primera media y, no contento, el diestro le pega otra consecutiva para terminar de castigarlo. El toro no podía con su alma pero casi no oíamos protestas (fue cuatro veces al suelo).
Se orientó extrañamente en banderillas y, a nuestro modesto entender, el simpático y valiente diestro cometió dos errores. El primero fue un inicio de faena equivocado donde le pegó seis pases seguidos rematados por alto. Quizás lo hizo para que no se cayera pero creemos que dio aire al toro y le subió los humos.
FOTO: Julián López |
Menos mal que el tal 'Madroño' estaba asfixiado porque si no, lo pone en graves apuros. De hecho los tuvo porque, como no podía, se quedaba debajo y buscaba. Lo hacía no por encastado sino por débil. Y ahí llegó el segundo error cuando Román se puso de frente sin venir a cuento. Ahí lo tienen:
El toro se revolvió y le pinchó en el glúteo:
FOTO: Julián López |
Román es un hombre de suerte. Comete errores que no le cuestan cornadas graves como a otros, que no cometen tantos como él pero cobran más duro. Algún día se le acabará esa suerte... Espadazo perpendicular, trasero y atravesado con descabello.
Su segundo era regordío y acapachado. Vino picado del campo y Román lo trató en varas como se trata a un torete comercial. Estuvo fatal Jaén picando y espléndido Raúl Martí con los palos:
Pues ha sido la vez que mejor hemos visto a Román. El toro tenía una embestida sosa y suavona pero, como estaba asfixiado, había que echarle mucho valor para tragar y tirar de él. Por ese motivo, la cosa tuvo la emoción que puso el torero y la que ponía el toro, no por su casta ni bravura sino por su falta de poder, que podía provocar la cornada cuando aún estaba en el recuerdo la de Escribano.
Se pasó de faena el maestro y recetó una buena estocada arriba aguantando, de las mejores que hemos visto hasta ahora en una feria donde todo se va caído o bajo aunque los de televisión repitan '¡en todo lo alto!' cada dos por tres. Mal Román yéndose al platillo a saludar cuando el toro estaba aún vivo y El Sirio fallaba con la puntilla más de lo deseable. Un torero tiene que quedarse al lado del toro hasta que muera.
Oreja que no nos molesta lo más mínimo. El toro no valía gran cosa pero la casta que le faltaba la puso el diestro. Si a eso añadimos la buena estocada, no hay queja.
ROCA. Muchos habían venido a examinar al peruano. Su primero se trastabillaba de salida porque era otro blandito de remos (ya van varios ¿verdad?). Cobró bien en el primer puyazo pero sin tapar la salida. En el segundo le hizo tres agujeros pero sin recargar. Escribano quitó por chicuelinas pero Roca no respondió en contra de su costumbre. Quizás vio que el toro tenía la fuerza menos que justa.
No nos extrañó que durara cinco pases, ni uno más. El maestro anduvo dubitativo y desconfiado, siempre fuera de cacho y silbado con justicia. Nunca enseñó el muslo y menos cuando el toro, que no podía con el rabo, se empezó a quedar debajo. Pinchazo con el toro cortándole y desprendida sin puntilla saliéndose descaradamente de la suerte. No era el Roca habitual sin entrar en quites, con excesivas precauciones y saliéndose al matar, ahí lo ven:
Pero apareció el tal 'Madroñito', un toro fácil y boyante, perfecto para la tauromaquia que despliega el peruano. Suponemos que ustedes estarán de acuerdo en que ese toro fue fácil y boyante, ¿no? Nosotros somos generosos con lo de boyante porque de buena gana lo cambiaríamos por pastueño. Es que les anotamos a continuación una frase de Adolfo Martín que sirve de explicación al titular de la crónica:
"Yo no selecciono el toro fácil y boyante; si sale así es porque se me degenera"
¿Lo ven? Este 'Madroñito' fue un toro degenerado, no es cosa nuestra sino de su propio criador. Para nuestro gusto fue el toro de mejor trapío, eso sí:
Fea carioca en el primero y picotazo caído en el pescuezo en el segundo. Campuzano debió de decir a Roca que ese toro no se comía a nadie y que adelante con los faroles. Así fue: se puso a torear de inicio en los medios, le dio distancia y comprobó que metía la cabeza muy bien y que era blandito como todos sus hermanos.
Le aplicó su destoreo de pierna atrás y aprovechar el viaje componiendo la figura. Así citaba en el primer pase de una tanda, ¿qué me dicen?:
Lo ninguneó como a una ternera comercial y es que, si quitamos el color gris, nosotros no veíamos ninguna diferencia. Observen cómo se ubicaba fuera de cacho:
Le reconocemos el mérito de templar la embestida con su mano firme. Lo entendió perfectamente porque no se distinguió nada del ganado al que él se apunta cada tarde. Culminó la faena con un martinete para terminar de humillar al animal pero se pasó de faena de tan a gusto que estaba.
Lo pagó porque el toro no quería cuadrar. Pinchazo y estocada desprendida. En el palco estaba don Gonzalo de Villa, que volvió a vulnerar el reglamento negando una oreja que, por televisión, se nos antojó mayoritaria. Vamos a ver: si el público pide mayoritariamente la oreja, el presidente debe concederla aunque haya pinchado mil veces porque su labor es contar pañuelos, no pensar. Mal el inspector, que intenta congraciarse con los que piden su dimisión y se sigue equivocando.
Comentábamos al comienzo que si agarra una estocada a la primera, sale a hombros. En los libros hubiese quedado su triunfo con un adolfo pero a nosotros no nos la dio con queso porque lo que tuvo delante fue un adolfo 'degenerado'.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.