miércoles, 31 de mayo de 2023

FERIA DE SAN ISIDRO, 2023 (15). LO DE ROBLEÑO

El toro se llamaba Aviador, como el que cogió dos veces a Ángel Sánchez en otoño y que a nosotros nos gustó porque era muy listo. Pueden recordar lo que sucedió pulsando aquí. Éste era largo y bien encornado, de 530 kilos. Tenía dos curiosidades en su encaste: un morrillo notable y un perfil un tanto acarnerado:



El de Sánchez en otoño fue este otro, con esos ojos más saltones donde quizá se notaba su mayor listeza:



El de Robleño perdió las manos dos veces en el recibo capotero pero no se oyó ni una protesta. 

Lo pone bien en suerte en el primero pero el toro tardea y se lo piensa más de la cuenta aunque como venimos de la corrida de Baltasar en Vic nos creemos que todo el monte es orégano. La lanzada trasera es la habitual de cada tarde y la pelea del toro, muy vulgar.

Pierde las manos tres veces más y ahora por fin se oyen unas palmitas aisladas de protesta. Caballero dijo que se caía por su propio ímpetu, repitiendo esa sandez que está poniendo de moda Rincón. Nosotros creemos que la caída de un toro por su ímpetu es circunstancial y tiene un carácter muy diferente pero éstos nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino.

En el segundo la pelea es totalmente olvidable, incluso llegan a quitarle la vara antes de que se vaya suelto y vuelva a caerse por su propia debilidad dejando en penosa evidencia el comentario anterior.

Fernando Sánchez acalló las protestas con un gran par de banderillas, el quinto mejor de la feria tras Navazo, Neiro y dos de Javier. Tras él el toro volvió a claudicar y ya iban siete veces. Por fin arreció la protesta que en otras ganaderías adquiriría a estas alturas un nivel de escándalo público.


FOTO: Luis Sánchez Olmedo

Robleño se echó la mano a la izquierda de inicio, cosa de agradecer, y recibió una ovación de gala por su toreo cuando a nosotros nos pareció que llevaba al toro muy por fuera y muy con el pico.




La segunda tanda también es al natural y le sale un poco más embarullada. Lo mejor es el pase de la firma con que remata, mientras el toro dobla las cuatro patas porque las tenía de cristal:



La siguiente tanda con la derecha demuestra que el toro por ese pitón era más pegajoso y Robleño escucha otra gran ovación a pesar de ser desarmado en el remate.

Vuelve a la izquierda pero el toro está muy aplomado. Le arranca tres pases ya muy deslucidos, con otro desarme y a pesar de ello una nueva ovación. El mejor pase que dio fue éste:





En un momento dado, el diestro remata y el tal Aviador se queda tan despistado que tiene que pegarle una palmada en la grupa para que se gire y no lo desaire como suelen hacer los toros comerciales:



Por cierto, esta forma de citar picando que ven abajo en otros se recrimina a las primeras de cambio. No obstante, casi siempre se colocó bien, no destoreó escondiendo la pierna, eso hay que reconocerlo:



Otra vez dobla las manos mientras intenta cuadrarlo. Al final habrán sido nueve veces. Creemos que acierta en la suerte natural pero pincha tapando la cara del toro. Cambia a la suerte contraria y ahora deja una estocada arriba volviendo a tapar la cara:




El toro nos pareció muy mediocre, con un juego en varas perfectamente olvidable, una falta de poder total y una blandura de remos alarmante. La listeza o simplemente la casta brillaron por su ausencia. Fue un animal completamente anodino.

Lo de valorar la labor del maestro en función de lo que tenga delante ya está definitivamente olvidado en Madrid. Lo decimos porque llegó a  verse una petición que no era mayoritaria pero el simple hecho de hacerse presente nos sorprendió.

Con don Eutimio en el palco podía pasar cualquier cosa pero aquí no sacó la ropa al tendedor con la facilidad de otras veces.

Lo de las dos vueltas al ruedo nos parece un despropósito monumental. Los comentaristas aprovecharon para pasar factura a los protestantes de los pañuelos verdes diciendo que ahora eran los que más aplaudían.



Hemos dicho muchas veces por aquí que el tendido siete de Madrid nunca ha arrastrado al resto de la plaza en sus protestas. En cambio, sí lo ha hecho siempre con sus vítores y aplausos. Algo de eso debió de pasar aquí porque la verdad es que viendo la faena por televisión nos hemos quedado igual que antes, dicho sea con todo el respeto que nos merece un torero honrado como Robleño, que ha matado todos los encastes habidos y por haber.

Pero el nuestro es el Robleño Napoleón ante toros de verdad y no el Robleño  Talleyrand que hemos visto aquí ante un torete del montón.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.




martes, 30 de mayo de 2023

FERIA DE VIC-FEZENSAC, 2023 (6). BALTASAR IBÁN: CON LA PIEL DE GALLINA

Vaya por delante nuestro reconocimiento a la torería de Morenito de Aranda. En el primero de la tarde se fue a porta gayola en la plaza donde esta suerte resulta más complicada. De hecho, en todos los años que llevamos viniendo aquí solo hemos visto hacer lo mismo a Gómez del Pilar ante un toro de Aguirre y a Peseiro ante un novillo de Raso.

Se arrodilló a casi treinta metros de la puerta de chiqueros y el toro lo arrolló causandole una cornada grave de un palmo en la axila derecha.

Con semejante herida siguió toreando y además lo hizo muy bien, cortando una oreja, tras lo cual fue evacuado a Burdeos. Reiteramos nuestro inmenso respeto por él y más cuando hay muchos aficionados que piensan que arrodillarse a porta gayola es un puro trámite. Recuerden ustedes esta entrada donde afirmábamos que para nosotros es la máxima demostración de valor de un torero. En estos diez años que les llevamos contando la feria de Vic sólo ha habido dos veces en que la foto de apertura ha sido para un torero y no para un toro: Lamelas contra Cantinillo y ahora don Jesús Martínez Barrios, Morenito de Aranda:



La piel de gallina nos la puso el comportamiento en el tercio de varas de Provechito. Ya les avanzamos que les cambiamos a ustedes toda la feria de San Isidro entera hasta el viernes pasado por ese tercio que después detallaremos.

Los toros estuvieron correctamente presentados, fueron todos carpinteros, ofrecieron buenas peleas, no tardearon y dos se encelaron en el peto de forma espectacular. Es verdad que cuatro de ellos se pararon en la muleta pero qué más da. Incluso lo damos por bien empleado ya que así nos ahorramos una sobredosis muy nociva de pegasismo.



El cartel fue muy discutido desde su anuncio pero estamos seguros de que Morenito hubiera salido a hombros tal como apuntaba. Da la impresión de que el Club Vicois no quiso repetir con otros maestros ya vistos como Serrano, Castaño o Rafaelillo. Si descontamos los que dijeron que ibanes ni en pintura, la apuesta se decantó por los dos jóvenes hispanoamericanos. Luego no terminaron de dar la talla, especialmente Valadez, que estuvo muy mal.




MORENITO DE ARANDA. Su primero era este castaño anteado al que fue a recibir de rodillas como acabamos de comentar:



Vimos al diestro muy predispuesto, no sólo con el detalle de la porta gayola sino también con su interés por lucir el toro en el caballo y dosificar el castigo tras el formidable susto. Ese cuerno derecho perfectamente se podría haber clavado en la garganta del maestro aunque sólo con el golpe de un toro en carrera, tela marinera:



Suponemos que al principio el dolor no era tan intenso. Vean que aún levanta el brazo lanceando:



Este primer ibán empujó con la cara alta y un solo pitón en el primero. En los dos siguientes se vino desde la otra punta de la plaza para que lo señalasen.

Este Morenito de hoy no era el de la galbana de otras veces sino que salió a torear sin prejuicios, como si la B del hierro no fuese la de Ibán sino la de Bohórquez. El inicio fue muy torero y se puso enseguida al natural en el platillo. 



El toro respondió sin problemas y el público estaba claramente a favor del diestro. Lo que no pudo conseguir fue retenerlo ya que quería irse a vivir a tablas y la faena acabó en chiqueros. Ese deseo del tal Pardal por entablerarse invalida las peticiones de azul que menudearon tras su muerte.



Lo mata de una casi entera trasera con el telón y corta una oreja que no nos molesta en absoluto, al contrario, tiene más valor que cualquiera de las de San Isidro con la posible excepción de la de Román. La paseó con la mano izquierda porque el brazo derecho tenía que llevarlo pegado al cuerpo, suponemos que soportando un gran dolor. ¿Cómo pudo entrar a matar con ese mismo brazo herido? Reiteramos nuestro agradecimiento por su actitud y nuestro reconocimiento como Torero. Aquí estuvimos ante un héroe, señores.




VALADEZ. Mató tres por la cogida de Morenito. Tenía el crédito ganado en la corrida de San Isidro y en este festejo lo perdió sin paliativos. Su primero era negro zaíno, bien encornado:



Lo del caballo fue una auténtica vergüenza que se desarrolló mientras el maestro sufría un agudo ataque de autismo. Vimos barrenadas de cárcel sin venir a cuento. El cuento es el que tenía el mexicano ordenando esta carnicería.

Pues el toro todavía respondió tras esta paliza. Nosotros estábamos de parte del animal ya que no perdonábamos al maestro su actitud anterior. Nos fríó  pegando pases y encima bajaba las manos quejándose cuando el toro iba ya en reserva sin acordarse de lo sucedido en el caballo por su culpa. Miren en la imagen que no se fiaba ni un pelo:



Como hay Dios se hizo justicia y acabó silbado por pegar un bajonazo, un pinchazo y una estocada trasera y caída con telonazo, más seis descabellos. Quede para la posteridad internáutica su infamante bajonazo:



Su segundo era este negro astifino, que tenía un par de lunares:



Se dio una situación insólita cuando tras una buena pelea en el primero el toro se quedó encelado. 



Parecía que era porque se había enganchado un pitón que Sandoval liberó:



Pero de eso nada porque siguió hipnotizado allí abajo y empujando durante más de seis minutos sin que hubiera manera de sacarlo. Nos recordó lo que hizo un toro de San Martín en una concurso aquí hace muchos años, con la diferencia de que aquél estaba quieto en el peto y el de Ibán, en cuanto Sandoval movía el caballo para abrir la salida, se crecía y empujaba aún más. Miren dónde lo sacó tras pasearlo de un lado a otro: 



Y el coleo no sirvió de nada.



En el segundo se vino galopando desde la otra punta y Plácido acertó esta vez excelentemente en el morrillo, ya era hora. Otra vez se enceló y el presidente Amestoy, que estuvo muy mal toda la tarde, decidió cambiar el tercio aún no sabemos por qué. Es urgente su jubilación fulminante como figurón en el palco.

Rafa González clavó uno bien y otro mal cuando debería clavar siempre bien como aquí:



El toro tenía gran fijeza y hacía un surco en la arena pero se había quedado sin gasolina.



Valadez pegó dos cortas horrorosas, con telonazo, mano alta y escupiéndose. Ambas fueron verdaderas cuchilladas. Otros tantos descabellos y listo. ¡Ahí va!



El último era este negro cornidelantero, apretado de carnes y serio:



Por cierto, hablábamos al final con algunos buenos aficionados que nos preguntaban que dónde estaba la cabeza de camada de Baltasar Ibán dado que estos seis no lo parecían.

Salvo error, le queda otra corrida en el campo pendiente de destino y esa hipotética cabeza de camada o se guarda para el año que viene en Madrid o está ya vendida para las calles, sacando por este concepto más dinero que lidiando en la capital. Un toro suyo va seguro a Coria y allí pagan auténticas barbaridades. Ya nos enteraremos del precio. 

En el primer puyazo protagonizó un gran derribo al acudir como una centella:





Luego se quedó con el caballo dándole vueltas por la arena como quien reboza una croqueta. Es la foto de la introducción que repetimos aquí:



Pero es que en el segundo volvió a correr al galope siendo señalado en el lomo. En el tercero tardeó un poquito y fue el único de los seis que tuvo el feo detalle de escarbar dos veces pero terminó yendo, también al galope, no al trote, y peleando sin salir suelto, ojo.

González se dedicó a dar la paliza al diestro desde el callejón aunque con un buen consejo, que fue que cerrara al toro. El problema consistió en que en la muñeca del mexicano no había mando y el toro empezó a molestarse y a pegar la tarascada.

Valadez colocó bien sus piernas pero no le funcionó la mano. Tengan en cuenta el detalle de que el toro acabó embistiendo peor que al principio de la faena, no hay más que añadir. 



Estocada corta, trasera y desprendida más dos descabellos y fin de fiesta, nunca mejor dicho porque doblaba el sexto y había que sacar a saludar a Domingo:




COLOMBO. Su primero fue el ya alabado Provechito, un negro listón cuya forma un poco ensillada nos debería retrotraer según un buen aficionado helmántico afincado en Valencia a lo de Pedraza de Yeltes:



Recuerden esta entrada a cuenta de una corrida hace años en esta misma plaza discutiendo sobre ello. No obstante, una fuente bien informada procedente de la ganadería y cuyo nombre no empieza por D nos dice que el culo de los ibanes es el que denota una procedencia u otra, mucho más que el carácter silleto, que también puede darse en lo que no viene de Pedraza.

Pero volvamos a la plaza porque la emoción cundió en el ruedo con el memorable tercio de varas que vivimos, en el cual De Pedro tuvo la mejor actuación que se le recuerda.



En el primero el piquero clava y decide acto seguido aguantarlo  con el palo levantado sin dar al túrmix pero con la mala suerte de que el toro nota que el castigo ha disminuido, se viene arriba y lo derriba.

En el segundo acude de lejos a la carrera y en el tremendo choque le parte la vara con un chasquido que se oyó desde Mont-de-Marsan y que casi hace salir volando al picador por encima del toro. Sin el dolor de la puya romaneó bien a gusto. De Pedro va sin vara intentando mantener el equilibrio:



En el tercero Colombo lo puso muy lejos y se vino al galope sin dudar, ¡daba gusto verlo venir con el bramido de la plaza de fondo! Pero es que empujó sin salir suelto. Hubo una gran bronca al nefasto palco cuando cambió el tercio y tuvo que ser el propio Colombo el que solicitara una cuarta entrada que se le concedió. Amestoy, jubílese.

Ahí fue donde se nos puso la piel de gallina porque el toro se vino con gran alegría desde la otra punta del ruedo para pegar el topetazo y empujar mientras sonaba la música y toda la plaza estaba en pie aplaudiendo. Ese momento no lo olvidaremos nunca y es de los más intensos que hemos vivido no sólo en la plaza de Vic sino en cualquier otra.

Puso banderillas el maestro con esa violencia característica suya pero destacaremos este segundo par, con los pies en el suelo, algo nada habitual en él. Los tendidos se volvieron a poner de pie y estaba todo preparado para el corte de oreja.



El diestro lo dejaba respirar pero el toro acusaba el gran esfuerzo realizado, quería pero le pesaban las patas. Nos quedará la duda de si la faena que planteó en el platillo y que no fue a ningún sitio hubiera sido diferente en caso de provocar más movilidad en el toro cerrándolo en la raya.



A la hora de entrar a matar pegó su puñetazo habitual dejando una estocada trasera hasta la tela.

Hubo petición que rondaba la mayoría pero de nuevo Amestoy dio una lección de torpeza. Lo decimos porque podría haber sido una oreja educativa dando el ejemplo a los toreros de que en esta plaza, si se ve vela por el primer tercio, aunque el toro se te pare puedes cortar una oreja. Se perdió una excelente ocasión de haber hecho una pedagogía necesaria en Vic aunque absolutamente incomprensible para el público clavelista, los críticos paniaguados y los taurinos fulleros.

El quinto se llamaba Santanero y era un castaño bragado, meano y axiblanco:




Buscaba petróleo con el hocico de salida tal como se aprecia en la imagen:



Este fue otro toro al que la presidencia cambió con dos puyazos sin otra explicación que las ganas que tenían de irse a casa porque si no, no lo entendemos.



También se enceló aunque fue 'solamente' durante un minuto:



En banderillas el diestro pegó este recorte para burlar la apabullante embestida del toro y luego puso el buen par que ven abajo. Igual ha sido el mejor de su vida porque no suele clavar en la cara:




Quizá Colombo debería haber insistido en poner el toro al caballo un par de veces más ya que llegó perfectamente entero a la muleta, mostrándose codicioso y repetidor.



El maestro tuvo que capear el temporal y lo hizo malamente quedando muy por debajo del toro. Escuchó quejas sobre el uso del pico y su deficiente colocación, quejas que esperamos se hayan reproducido el lunes cuando Chaves haga exactamente lo mismo como acostumbra. Atención al hocico confirmando lo que se había visto de salida en la capa:



El venezolano dio no menos de cuarenta y cinco pases y ni uno bueno para terminar con otro puñetazo que se tradujo en una estocada trasera y caída con el toro patas al cielo:



Nuestros amigos leyentes saben que nosotros somos de natural muy cartesiano y nos cuesta un mundo emocionarnos en una plaza de toros. Pues tendremos que hacer memoria para recordar que alguna vez se nos pusiera la piel de gallina por la emoción como sucedió al ver ese tercio de varas que hemos relatado.

Lo de Réhabi en Guadalix fue diferente. Se trató entonces de una alegría interna, una especie de gran satisfacción al ver las cosas bien hechas por el protagonista, que era el hombre. Pero aquí el protagonista fue el toro y la diferencia entre una emoción y la otra nos resulta difícil de explicar. Fue mayor la de Vic con este gran Provechito:



Sabemos que algunos nos dirán que a ellos la piel de la gallina se la pone ver el rabo de Morante. Perfecto, cada uno en su casa y Dios en la de todos. Pero nuestra opción está clara y bastante pena tenemos con que esta emoción nos embargue tan raramente y siempre tenga que ser cuando hay un toro en el ruedo y no una ternera.

Después de la completísima corrida del año pasado que pueden recordar aquí parecía imposible que volviera a saludar el mayoral y el milagro se produjo.

Por cosas como ésta hay que seguir viniendo a Vic ya que si no, vaya usted a saber dónde estaría a estas horas nuestra maltrecha afición. Si a eso añadimos los ratos tan buenos de tertulia que hemos pasado con aficionados franceses y españoles, nos ha caído la miel en la sopa.

Ya estamos descontando los días que quedan para la Feria del año que viene porque no nos quedamos al mano a mano del lunes. 

Pero oigan, dos preguntas antes de irnos: la primera es qué hubiera pasado si esta corrida se retransmite por televisión. Nos referimos a que los comentaristas se habrían encargado de echar litros de agua al vino hablando, por ejemplo, de que no se puede exprimir los toros en el caballo de esa manera, de que en Vic todo es el primer tercio y el último no existe, de que el pobre torero no tiene ocasión de lucirse, etc. Hubieran convencido a los espectadores de que aquello había sido un vulgar tentadero.

La segunda pregunta es qué hubiera pasado con estos mismos seis toros lidiados en cualquier plaza de España con la posible excepción de Cenicientos. Pues la respuesta está clarísima: se les habría pegado el monopuyazo español del que hubieran salido renqueando para posteriormente dedicarse los tres maestros anunciados a pegar pases igual que quien pica piedra. Ni uno solo se habría venido de lejos galopando sin dudar como hicieron en Vic porque los habrían colocado bajo el peto. Nos habrían robado el espectáculo vilmente. Jamás hubiéramos visto arrancadas como ésta en una tercera entrada al caballo:



Y hablamos de los mismos animales, para que se den cuenta de la diferencia entre ver toros en un sitio o en otro. Los pegapasistas los tenemos cada día en todas partes, incluso en corridas de cartel rematao, aunque luego muchos nos hablen de arte.

Pero lo que nos indigna es que los mismos toros puedan desarrollar un comportamiento tan diferente dependiendo de la decisión de quienes se ponen delante. O de la filosofía de la plaza, que obliga a los profesionales a actuar de una determinada manera.

Corridas como ésta inyectan afición siempre que usted comulgue con nuestra forma de entender la fiesta de toros. Lo de la clase, la profundidad, el descuelgue y el gatear al embestir para expresar lo que llevo dentro es para nosotros otro mundo que no nos interesa.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.

El que irá a Coria, de nombre ilustre: Espantavivos