Muchos venían con la escopeta cargada al ver el hierro anunciado. Lo comprendemos porque el historial de los juampedros en los últimos años está a la altura del betún. Pero los grandes artistas anunciados siguen pidiendo estos toros porque con ellos pueden construir su obra de arte y abrir su alma expresando lo que llevan dentro... sin sudar demasiado.
Pero nos negamos a echar toda la culpa al ganado a pesar de que se oyesen gritos de ¡toros, toros! en algunos momentos. Señores, esos gritos se podrían haber voceado en otras corridas que hemos sufrido estos días y que no tenían nada que ver con Juan Pedro. Ni de broma esta corrida fue mucho peor que otras que hemos soportado estoicamente en este serial.
Incluso hubo un toro al que hubiéramos tocado palmas en el arrastre en caso de estar presentes. Nos referimos al salpicado tercero, que se burló de Aguado. El tuerto en país de ciegos, ciertamente, pero que nos recordó aquella célebre crónica de Vidal titulada ¿Qué querrán? donde se lamentaba de los diestros que por una cosa u otra, nunca tenían delante un toro de su gusto.
MORANTE. El diestro se ponía la venda antes de la herida cuando a las diez de la mañana mostraba su malestar por el estado del ruedo. Ya saben: lo de su nivel más elevado, sus inclinaciones y sus zarandajas. Le cedemos la palabra para que no se diga
"La cuesta del ruedo la notas cuando estás de frente, desde arriba parece que no hay cuesta; yo siempre me peleé mucho con la empresa para que se aliviara ese desnivel porque molestaba mucho a los toros, sobre todo cuando salían del caballo ya que perdían mucha adherencia y además se tropezaban yendo hacia arriba; aquello se solucionó y creo que la plaza ya está bastante bien, han echado una arenilla distinta que se ve muy bonita aunque se notan más las pisadas; pero si la cuesta es para favorecer que se vaya el agua cuando llueve, pues no pasaría nada por suspender la corrida, toda la vida se han suspendido"
Su primero era un negro muy agradable de cara, alto, chorreado en morcillo, de 592 kilos pero muy vareado:
Inevitable la doble lanzada en el lomo de Aurelio Cruz con el toro todavía llegando a romanear a pesar de la infamia del carnicero a caballo. Vean dónde ha clavado. Hace lo mismo cada tarde:
El toro iba y venía de forma desaboría y todo el mundo estaba pendiente de si al maestro le gustaría cómo movía las orejas. Pues no le gustó cuando a la primera de cambio lo desarmó. Hizo gestos de que le molestaba el aire mirando las banderas y se fue por la espada:
Doble pinchazo malo sin soltar y estocada honda a paso de banderillas más descabello. Pocos pitos oyó del comprensivo público madrileño.
Su segundo se llamaba Pontífice y era ancho de pitones, acapachado y cornidelantero:
Ni por bien quedar se estiró Morante a la verónica sino que se limitó a echarle el capote arriba no sabemos por qué, como no fuese para descomponer su embestida.
Estaba claro que el toro tampoco le gustaba y por eso mostró un desprecio total por el primer tercio, ordenando a su picador que le pegase una paliza vergonzosa. Observen cómo se tiró encima del toro para pincharlo antes de que acometiese. Luego recargó abyectamente con el gran maestro ausente:
Con la muleta se dedicó a quitar las moscas al toro por ambos pitones intentando engañar al personal como mostrando que el toro no valía. Fue el mismo Morante de El Puerto de Santa María frente a aquellos toros de Prieto de la Cal que no eran peores que éste.
Había salido con el estoque de verdad porque no tenía intención más que de cobrar al final de la corrida. Así, dejó dos pinchazos y una media arriba pero siempre a paso de banderillas. Igual que en El Puerto. Si un gran maestro por lo que sea está mal con el toro, lo único que le pedimos es que mate con dignidad a su enemigo. Pues ni eso:
¿Dónde está ese honor que quiere rendir a la tauromaquia antigua? Bah, se queda en su montera y sus medias blancas, poco más. Lo que tendría que haber sido una bronca que se oyese en Guadalajara se transformó en un leve abucheo con cuatro pitos, al menos por lo que escuchamos en el sonido ambiente televisivo.
ORTEGA. Su primero era un castaño oscuro, albardado, bocidorado y corniapretado:
Ortega dio las tres mejores verónicas de la feria. Fue lo único bueno en las dos horas de festejo. Supieron a gloria cuando ha habido tardes enteras en que no se ha visto ni una:
Tocó un poco de música en el caballo con bastante vulgaridad. Buen criterio del diestro al quitar por delantales para no quebrantar más a un toro que iba ya en reserva.
Fatal El Algabeño palitroqueando y muy bien Morante atento en un quite, lo único decente que hizo en toda la tarde. El toro tenía la misma fuerza que un cordero lechal y eso hizo que el trasteo de Ortega se convirtiese en algo insoportable, además con el toro cabeceando feamente por su nulo empuje.
Pinchazo que escupe y luego pierde la muleta en una estocada honda y delantera, algo muy raro de ver en estos tiempos donde los maestros entran con la mano por las nubes y por eso clavan en el lomo:
El quinto se tapaba por la cara pero algunos espectadores no tragaron y lo protestaron:
El toro se arrancó alegre y empujó pero desesperándose enseguida ante el monstruo equino. Aguado realizó un quite de frente al costado rematado con lo mejor que hizo en toda la tarde, esta media. Bagaje paupérrimo, ¿no creen?
Inicio por ayudados enganchados pero viendo el maestro enseguida que el toro era un amigo. Un pequeño calamocheo deslucía el toreo que quería dibujar el diestro pero le salió algún pase aislado con sabor.
No obstante, la faena transcurrió desangelada y fría por la nula entidad del de Juan Pedro. Pinchazo y esta rinconera bien ejecutada:
AGUADO. Su primero era una pintura de toro, negro salpicado, ojalado, botinero y bien encornado. Atención a la foto del maestro Moore porque es de dos orejas y rabo:
Verónicas de Aguado muy inferiores a las anteriores de Ortega.
Se arranca alegre en los dos puyazos pero se arrepintió de ello al llegar al peto porque Benítez le pegó como si le debiera dinero. No nos cabe ninguna duda de que fue por orden del maestro. Estamos ante un toro que bien lucido en el primer tercio hubiera dejado contento al aficionado. Pero pedir eso a Aguado es como pedir uvas a la higuera:
Vimos tres fenomenales pares de García y de Mellinas:
El toro embestia con nobleza y regularidad sin ser tontuelo del todo pero Aguado se dedicó a vivir fuera de cacho permanentemente. Ahí lo tienen:
Al natural se limitó a pegar tres mantazos y nuestra opinión es que quedó muy por debajo del toro. Bastantes espectadores compartían nuestra opinión porque se oyeron protestas. Incluso hubo un intempestivo grito de '¡Aguado, vete a Sevilla!'
Pinchazo que escupe, estocada corta y tres descabellos con pitos aislados al diestro del nuevamente muy comprensivo público venteño. Nosotros hubiéramos tocado palmas al toro porque fue el más decente y fundamentalmente para fastidiar al diestro.
El último era un toro hondo, bajo y serio para nuestro gusto pero fue protestado de salida con los citados gritos de ¡toros, toros! Esperemos que no ponga una denuncia el cantante porque el animal obedecía al nombre de Loquillo:
Doble carioca trasera de Sánchez como para ponerlo a pan y agua. Es lo habitual en él y su hermano, a quienes cariñosamente denominamos los hermanos Dalton:
García mimó al toro con una brega de terciopelo.
Tras un bonito inicio por abajo nos dio la impresión de que Aguado no se aclaró con el toro y eso que desde casa nos parecía que no era nada del otro mundo. Se dedicó a dar pases aislados y deslavazados rectificando permanentemente el terreno. Aburrió a propios y extraños llegando a ponerse muy pesado.
Tres pinchazos sin cruzar y horroroso medio espadazo atravesado y muy trasero alargando el brazo para pegar semejante puñalada:
Terminó el festejo en un clima de decepción total en el que hasta los televisivos nos sorprendieron cargando duramente contra el ganado. Por supuesto que también cargaron sin piedad contra los quejosos: ha habido muchos que han venido esta tarde deseando que la corrida fuese un fracaso y se van contentos porque realmente ha sido un desastre (Máximo) o esos que protestan cada tarde ya se ponen muy pesados (Muñoz).
Pues señores, nosotros, que no somos sospechosos de juampedrismo, tenemos que decir que la corrida no fue peor que otras que hemos sufrido en esta feria. Ni mucho menos.
Que algunos tengan manía a Juan Pedro por ser vos quien sois no es nuestro problema. Saben ustedes de sobra que si la corrida llega a ser verdaderamente infumable no tendríamos ningún problema en decirlo, ya nos conocen.
Lo que vimos fue a un Morante sin ganas de trabajar pero con muchas de cobrar, a un Ortega que hizo lo poco que pudo y a un Aguado que estuvo por debajo del tercero y limitándose a pegar pases en el último.
Que cada palo aguante su vela y aquí las culpas habrá que repartirlas entre los de cuatro patas y los de dos.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.