Nada. Lo hizo todo perfecto salvo que no hemos visto la lidia completa de ese toro y no sabemos si la suerte natural era la correcta. No obstante, es la apropiada para más del 75% de los toros, o sea que le otorgaremos el beneficio de la duda. Además, el de Cebada no se vence descaradamente, lo cual nos reafirma en que debió de escoger bien.
Diosleguarde nos llamó la atención de novillero por su excelente forma de entrar a matar. Lo comentábamos en aquella novillada de Algemesí que pueden recordar aquí. Precisamente en ese festejo de hace tres años mató magníficamente dos cebaditas.
Observen la estocada que pegó al primero. El palillo apunta al morro sin pegar el telonazo. Ahí el toro te ve, no como cuando vas con el delantal a cegarlo. Después la mano clava cerca del pecho y de la cabeza, no con el brazo elástico:
Y vean la segunda porque quizá nos da la clave de lo que ocurrió en Cuéllar. De nuevo no ha tapado tramposamente la cara del toro. Otra vez clava con la cabeza al lado del morrillo, sin alargar el brazo para pegar la puñalada ni dar ningún salto circense y grotesco:
Pero fíjense en ese pitón derecho del toro. Como no se escupe de la suerte, salvará la cornada por centímetros. ¿Por qué la mayoría de toreros se salen de la suerte al matar? Está claro, ¿no? Un movimiento inesperado de la res hacia afuera, aun escogiendo bien la suerte, puede hacer que tras una estocada tan excelentemente ejecutada como ésta acabes en el hospital.
En Madrid no mató bien en su última tarde allí como novillero pero en Cuéllar volvió a matar un toro con toda la dignidad que merece este animal. A Gallito lo golpeó un murube en el pecho en Bilbao en 1914 y el Nene decía después:
'me cogió porque entré muy despacio a matar; quise recrearme porque quería matar ese animal como de verdad se merecía'
La mala suerte se cebó en Diosleguarde porque ese pitón que en Algemesí pasó rozando su pierna, en Cuéllar se hundió en su muslo.
Veamos la secuencia que tienen completa pulsando aquí. Se perfila a la distancia correcta, no como cuando Damián Castaño o López Simón se colocan a ocho metros. Jaime Ostos aún le diría que se pusiera más cerca, que casi puedas tocar con la punta del estaquillador el morro del toro:
Avanza sin intención de pegar el telonazo. Tampoco lleva el brazo estirado para pegar la puñalada ni va con la mano por las nubes.
No tiene nada que ver esa admirable forma de avanzar con lo que vemos más abajo y que ponemos para comparar. Gloria para quien la merece y miseria para los tramposos (por orden, Juli, Rufo, Marín y Urdiales):
Ha descubierto perfectamente la muerte del toro con el toque de su mano izquierda. No ha puesto el palillo horizontal y viene despacio, dejándose ver, como decía Gallito, arrastrando los pies:
No mira los pitones y clava dando salida al toro sin cegarlo:
Pero ese pitón derecho le engancha por el muslo también derecho. Es la cornada de Manolete justo el mismo día en que se cumplían los setenta y cinco años de Islero:
En Algemesí el cuerno le pasó rozando pero aquí Dios quiso que sufriese el navajazo. Lo lógico al matar es que si resultas prendido sea en tu pierna derecha, no en la izquierda de manera demencial, recuerden a Gonzalo Caballero, como comentábamos aquí. El toro lo ha calado y lo levanta del suelo:
Le da la vuelta en el aire con el pitón asesino como eje:
Lo pone cabeza abajo y da la impresión de que ahí va a acabar todo:
Pero no. Pega otro gañafón y ahonda en la herida. Fue en el triángulo de Scarpa afectándole safena y femoral (sufrirá una operación de seis horas tras la vital y decisiva atención que recibió en la enfermería de la plaza, pulsen aquí):
Con el cornalón, pasa desapercibido que cae en malísima posición como ven. Y con el cuerno todavía clavado:
Ojo porque el toro va ciego y no lo deja sino que pega su tercer tornillazo:
Por fin lo suelta y el maestro se da cuenta perfectamente del destrozo:
Volvemos al titular: ¿qué ha hecho mal? Pues nada, insistimos. Igual que tampoco se quiso aliviar Manuel Perera en Vistalegre y salió corneado en el vientre (recuerden aquí).
Lo que ha pasado con Diosleguarde es que ha ejecutado la suerte suprema al encuentro de la manera que JAMÁS han realizado ni Juli, ni Manzanares, ni Perera, ni López Simón, ni Rufo, ni Luque, ni San Pedro Bendito que baje del cielo. Y sumen ustedes todas las puertas grandes que tengan los citados, nos da igual.
No es lo mismo la trampa y el alivio que la verdad y la hondura. En nuestro modesto blog nos esforzamos por destacar las estocadas que se ejecutan con pureza porque suponen jugarse la vida auténticamente. Diosleguarde se la jugó. Los otros...
Pero ¿quién más valora esto? Escuchábamos en dos corridas de Bilbao que tanto Muñoz como Dávila alababan 'ese buen toque abajo que ha dado con la mano izquierda al entrar a matar'. Y se referían a sendos telonazos vulgares y tramposos de Juli y de Rufo. ¿Qué va a pensar el televidente?
Nos imaginamos a los banderilleros resabiados que rodean a los toreros jóvenes y a los novilleros. Les enseñarán el vídeo de la cornada de Diosleguarde y les dirán:
'¿Has visto? No tapa la cara del toro sino que quiere matarlo como Dios manda y ya ves dónde ha acabado. A ti ni se te ocurra tirarte con el palillo apuntando al morro. Tú, como El Juli, Manzanares y Perera: pegas el telonazo y te sales de la suerte, ¿has entendido? Estos tres llevan toda la vida pegando puñaladas así y están ricos. Total, nadie te va a valorar si lo haces bien y hay muchísimo más riesgo. Esos tienen su finca. Pues tú, como ellos... Espera, que te vuelvo a poner la cornada de Diosleguarde...¡métetela en la cabeza!'
Y en ésas estamos. Si por lo menos hubiera algún crítico paniaguado que nos secundase en nuestra cruzada... Pero alabar al pobre Diosleguarde supondría censurar agriamente a los demás tramposos, como hacemos nosotros en esta entrada que leerán cuatro. Dado que los paniaguados viven de esto, deben ir con pies de plomo y no molestar. Nadie enseña al aficionado a saber apreciar la gran diferencia entre la verdad y la mentira en el toreo.
Y mientras tanto, tenemos al novillero salmantino en el lecho del dolor por querer comportarse como un verdadero matador y no como un vulgar y grosero asesino de toros.
Aunque no le servirá de mucho porque ni llegará a leer esto, vaya desde aquí todo nuestro respeto por él.
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.