viernes, 31 de mayo de 2024

FERIA DE SAN ISIDRO, 2024 (17). ALCURRUCÉN: NI TRANCO, NI CARBÓN, NI NADA

Una corrida para perder la afición, un fastidio insufrible, plúmbeo, inaguantable. ¡Una tortura que duró dos horas y treinta y cinco minutos! Le rogamos que no siga leyendo porque va a perder el tiempo y al final nos va a coger manía sin que la culpa sea nuestra. La verdad es que en el pecado de tragarnos este serial inacabable llevamos nuestra propia penitencia.

El único interés de la crónica que sigue es para los aficionados a las pintas del toro de lidia ya que algunas de las que verán se prestan a la discusión. 



Los de Alcurrucén y Cortijillo fueron descastados, mansurrones, con pintas variadas, todos accediendo al ruedo al paso, como si en lugar de toros fueran perrillos falderos, abantos, distraídos, sin el célebre tranco de más, sin el carbón de Núñez, sin nada de nada, ni siquiera los colorines. Un páramo. Ah, y los que aseguran que las hechuras no pueden fallar volvieron a quedar con el trasero al aire. 



LUQUE. Su primero era este colorado ojo de perdiz, listón, anteado, jirón, bragado, meano, lavado y veleto. Como siempre, gracias al maestro Moore por las fotos:



Por una vez estuvo justificado taparle la salida porque no quería caballo. Luego embestía a regañadientes y humillando poco. No sacó petróleo Luque porque no había nada que sacar. Le dio por castigarnos con un tedioso arrimón aplaudido igual que en un pueblo talanquero en fiesta mayor.

Media en el lomo a capón y saliéndose.



El cuarto era un castaño oscuro, listón, chorreado en verdugo, ojalado, bocidorado y de 597 kilos:



Empuja a pesar de notar esa herida en el espinazo que ven más abajo. Se fue al reserva a recibir dos varas con sendas cariocas. Luque, como si oyese llover.



Muy mal Iván García, a toro pasado las dos veces. Después fue muy difícil mantenernos despiertos. Nada. Pinchazo y puñalada en el espinazo con esa mano estratosférica, que cae tendidísima, más descabello. 




GALVÁN. Su primero era este colorado encendido, ojo de perdiz, bragado, meano, jirón, calzado de atrás y estrellado, no lucero como dijeron en televisión (suban a la primera imagen):



El torillo quería pero no tenía fuelle. Rey nos despertó con este par:



Luego iba y venía insulsamente, arrastrando los pies mientras Galván adoptaba posturas para la foto. Nada, volvimos a sestear.

Ridículamente teatrero al cuadrar y estocada honda arriba pero trasera, con muerte en los medios. ¡Petición afortunadamente no atendida! Como lo oyen. Parece que este hombre ha caído en gracia a la parroquia matritense.



El quinto fue este retinto con chorreras, bragado y meano, astiblanco, con mazorca muy gruesa:



Manso de carreta en el peto, con lidia tan premiosa como insoportable a pesar de los esfuerzos de Rey, el mejor de la tarde. El único bueno, de hecho.



Las pinturerías de Galván no sirvieron ante las embestidas protestantes del toro. Nada. Bueno, sí, la pesadez de insistir con la matraca. No entendimos tanto aplauso de un respetable demasiado condescendiente con el de La Isla. Pinchazo, corta perdiendo y se echa por su poca casta.




HERNÁNDEZSu primero era negro azabache, ensillado, astinegro y enmorrillado, con borlón fino. Renqueaba de pies y vio el verde:



Confirmó con un sobrero de Criado, negro mate, listón, bien encornado y escarbador:



Empuja de bravo y derriba, con caída al descubierto de De Pedro.




Los monosabios se habían pasado de listos agarrando al caballo por delante y por detrás para evitar el derrumbe.



Pero en el segundo puyazo se distrae y se va suelto, fue un espejismo su supuesta bravura. Toro reservón y escarbador pero cuando pegaba el arreón era franco. Buena voluntad del diestro aunque poniéndose pesado a toro parado. 

Ignora la diferencia entre suerte contraria y natural. Pinchazo y trasera muy tendida más verduguillo.



El último era un toro tostado, bragado, listón, con balano largo y bajo de agujas:



Cabezazos y huídas en el peto. ¿Por qué brindó esto? Inicio absurdo con terrenos equivocados pero Hernández venía con la faena hotelera. Arreones del toro a su libre albedrío. Total, nada que no fuese alargarse indebidamente. 

Estocada entera sin puntilla.




Señores, espectáculos como esta corrida no hay quien los aguante. Ya han visto que hemos intentado ser lo más breves posibles porque la cosa fue infame. 

Algunos de ustedes no nos hacen caso con lo de dejar la lectura tras el primer párrafo y llegan hasta aquí preguntándose a cuento de qué vienen tantas líneas para describir una tarde nefasta. Que sí, que tienen razón, pero recuerden que les avisamos de que no perdieran el tiempo.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa. 


jueves, 30 de mayo de 2024

FERIA DE SAN ISIDRO, 2024 (16). JUAN PEDRO: Y LO DE LAS HECHURAS, ¿QUÉ?

Nos hemos pasado toda nuestra vida de aficionados negando aquel lugar común de que las hechuras de un toro no pueden fallar. Señores, las hechuras fallan como escopeta de feria. Toros con ellas impecables no embisten ni para atrás y otros, cuyas hechuras son para salir corriendo, dan la talla. Ése fue el caso del tal Rebeco, un tren de mercancías por el que nadie daba un duro y que terminó en plan juampedro total, o sea, como dijo su criador: grandioso, con ritmo, con clase, con bravura... 

Festejo para olvidar excepto alguna pincelada suelta: un par de verónicas de Aguado, un par de trincherazos de Aguado, la labor de Juan Sierra de plata... y pare usted de contar. Lo de Talavante lo comentaremos más abajo a ver si coincidimos. Morante, exhibiendo una cara muy dura en su primero y bastante desidia en su segundo. Lo mejor, que la corrida tan sólo duró dos horas.



Encierro cinqueño que no sacó las supuestas virtudes de la edad. Peleas normalitas en el caballo (excepto dos puyazos aislados), desaboríos varios en la muleta, todos apretando para adentro, todos de apariencia muy seria y mención especial para ese quinto que se movió a pesar de su tonelaje. Es que la corrida dio una media de 611,5 kilos.




MORANTE. Su primero era un castaño bragado, listón, bocinegro, ajamonado, rabicorto, de 586 kilos:



Huye al hierro y después Iturralde lo carioquea sin vergüenza y además trasero y recargando. Ahí estaba comenzando la sanguinaria vuelta de 360º:



Bien Ferreira, en la cara y sin clavar trasero:



El toro era un poquito bronco y encima no lo sacó a los medios. La conclusión fue que no lo quiso ni ver. Si a este muchacho no le sale el norit, entrega la cuchara sin vergüenza. Pinchazo, estocada corta, pinchazo hondo, todo siempre a paso de banderillas y verduguillo. Bronca muy torera según Delgado y un toro muy violento según Caballero, ambos haciendo ímprobos esfuerzos por tapar al diestro y liar al aficionado. 



El cuarto era otro castaño, ojinegro, listón, con pelota, muy serio aun siendo corniapretado, de 597 kilos:



Buen empuje en un largo puyazo y sacando al caballo al tercio, ahí lo tienen. Ah, y la vara traserísima, para variar:



En el segundo se deja clavar todavía más atrás, sin más. Ferreira se esforzó por bajarle la cara a ver si se animaba su jefe. Javier se pasó de listo en el primero pero no en éste:



Mal inicio por alto fomentando las cabezadas del toro. Después, a la mediocridad del toro se sumó la abundancia de enganchones y de pases sucios para ser quien es.



Pinchazo delantero y perpendicular más estocada honda caída y atravesada escupiéndose. El del micrófono en el callejón le dio la enhorabuena. Es sonrojante el servilismo, la sumisión, la adulación, el peloteo y la docilidad lacayuna de los periodistas taurinos.




TALAVANTE. Su primero era un negro listón, enmorrillado, cornalón, muy serio, de 578 kilos:



Ni una verónica en el recibo pero sí esta buena media:



Vulgaridad en el caballo, con el toro ya loco por irse a vivir a la madera. Mal Ambel, que se pasó de listo al clavar y se quedó sin toro. A él hay que exigirle la excelencia.

Valiente el maestro caminando de hinojos hacia un toro poco claro al principio. 



Después duró siete pases, que fueron naturales muy despegados. Nada. Pinchazo en los bajos, otro caído y entera ladeada con ese brazo elástico que ven más descabello:



El quinto era el tal Rebeco, un camión de carne justo de cuello que pesaba 672:



Leve romaneo con dimisión rápida al ver que ni con su peso exagerado tenía opciones contra el paquidermo blanco. Los monosabios, enredando desde el callejón:



Talavante puso fe en el toro cuando nadie la tenía. Se dedicó a hacerle el tiovivo con vulgaridad y a mirar al tendido. Ya anotábamos al comienzo que dejó en mal lugar a los que hablan siempre de las hechuras de los toros porque éste las tenía de no moverse y por contra obedeció noble e incansable. Todo en línea juampedresca, claro, la del ritmo y la clase. El personal estaba encantado viendo las ganas del diestro que, comparadas con las de Morante, todavía destacaban más. 



Estocada deficiente por muy baja y además perdiendo la muleta. Oreja indigna de Madrid por ese casi bajonazo. Correcto esta vez Delgado criticando que se diera una oreja tras ese sablazo. Los otros tres permanecían bien calladitos. No obstante, Eutimio no tiene culpa. Si el público chicuelino la pide, qué le vamos a hacer. La primera plaza del mundo, dicen...




AGUADO. Su primero era este negro listón, bragado, aleonado, un poco silleto, de 597 kilos:



¡Por fin, unas verónicas! Tras dieciséis festejos... y sin paso atrás. Gracias, maestro.



Primero de bravo con caída al descubierto. En el segundo se soltó:



Quite bastante enganchado de Morante y muy bien Aguado respondiendo, aunque fuese de frente al costado, lástima. 

Buena brega de Sierra antes de dos trincherazos para el recuerdo:



Toro noble pero muy distraído y rajadete, con toreo templado del diestro pero picoteando en exceso, como pueden comprobar:



Pinchazo desprendido, otro sin soltar y estocada perpendicular y pasada con rueda de peones y dos descabellos:



El último pesó 643 kilos y era este colorado ojo de perdiz, fino de cabos, gacho y levantado de pitones:



Más verónicas pero... esta vez llevó al toro en la punta y no en la panza. Se lo recriminamos por ser vos quien sois:



El toro regateó al caballo y propició la irrupción de los monosabios que nadie critica excepto nosotros en este insignificante cuadernillo, recuerden aquí:



Absurdo el presidente exigiendo una tercera entrada con picotazo. 

Sierra en conjunto fue el mejor peón de la corrida y eso que había mucha competencia:



El animal escarbaba y no podía con el tonelaje que arrastraba. Así, fue imposible remontar. Mal Aguado poniéndose inexplicablemente pesado, ¿por qué? Pinchazo vulgar, corta tendida con mano alta y verduguillo. Ya ven que sigue sin saber qué hacer con la mano izquierda:




Decepción total que para algunos será menos por las campanas echadas al vuelo con ese toreo de Talavante que a nosotros nos dejó indiferentes. Que una tarde de tanto relumbrón como ésta se salde con cuatro pinceladas aisladas es casi indignante. Y qué estocadas más malas, y qué oreja con bajonazo en Madrid, y qué poca vergüenza de Morante, y... ¡qué caras las entradas para ver esto!

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.