domingo, 29 de junio de 2025

MIURAS EN ALGECIRAS: SI EL GALLO LEVANTASE LA CABEZA...

En esta localidad sufrió Rafael El Gallo la peor cornada de su vida. Un toro le perforó el pecho el 14 de junio de 1914 y estuvo a punto de perder la vida. No fue de Miura sino de Moreno Santamaría pero si el maestro llega a ver la corrida de ayer no da crédito a la bondad que demostraron los toros.

El propio Eduardito Miura lo dijo: 'han sido muy nobles, muy suaves y se han dejado...' O sea, todo lo contrario a lo que debería ser un miura, ¿no creen?

No tuvieron ni mala ni buena idea, tampoco tuvieron poder, la casta fue reducidísma, los remos muy flojos, la fuerza menos que justa pero eso sí, la nobleza, por arrobas. El bueno de Rafael ve esto y baja a torearlos con setenta años (y por supuesto que lo hace mejor que cualquiera de los tres acartelados). Lean esto.

Su juego: primero, flojucho y muy noble; segundo, maltratado en la lidia y muy obediente; tercero, rebrincadillo pero fijo; cuarto, pronto y noble; quinto, inválido y sexto, descompuesto e incierto pero sin maldad.



En el palco, el comisario Fernández no desentonó con el ganado y fue también muy suave y muy verbenero, regalando casquería y haciendo el juego a la empresa de Carmelo al no devolver el quinto. Los televisivos de Canal Sur, pesadísimos con sus cargantes 'bieeen' y su indignante comprensión con lo incomprensible. 

Fueron casi tres horas de festejo en general insoportable. No sigan leyendo porque no tuvo ningún interés y ustedes tienen cosas mejores que hacer en un domingo.


EL CID. Su primero pesaba 586 kilos y venía con el hierro arriba de Alvareda. Era cárdeno claro, bragado, meano corrido, axiblanco, caribello y bocinegro:



El Cid tenía premeditado desde la furgoneta pegar al toro aunque luego hubiera visto con la capa que venía picado del campo. Carioca recargando sin vergüenza en el primero y todavía lo puso otra vez para machacarlo más. Quedó para el tinte. Así también nos apuntamos nosotros a las corridas duras.

El animal quería pero no podía. Embestía como un perrillo, con una nobleza de juampedro. El Cid, mal, sin confiarse, dándole al pico y toreando despegado, siempre mediatizado por el hierro.



Pinchazo nefasto, otro sin ganas, estocada trasera y desprendida sin cruzar, como se ve, más dos descabellos. 



El cuarto pesaba 640 kilos, un cárdeno bragado, meano, axiblanco, hierro abajo, pobre de cara. Obligó al diestro a tomar el olivo en el recibo, con lo cual se aseguró ser masacrado en varas. Los toritos tienen que portarse bien, hombre.



Ojalá acertáramos igual en las quinielas: puyazo en el espinazo como ven abajo y paliza en el segundo ordenada por el maestro de la que el pobre toro se zafa con toda lógica. ¿Eso es ser manso o ser listo? Vean qué asco:



Su subalterno le enseñó que el toro obedecía pastueño si se lo trataba con suavidad. El Cid se dio cuenta de que estos miuras no se comían a nadie y se puso a torear pero es ya un Cid vulgar, del montón. Las muecas, que no falten, como si tuviera delante un barrabás:



Sin la ayuda anduvo medroso. Pinchazo sin cruzar y entera trasera con el toro duro para morir. Petición pobre y orejica pueblerina.




ESAÚ. Su primero pesó 612 kilos, un cárdeno ordinario con hierro abajo de Cabrera y con pitones... pobres. Lo recibió de rodillas.




Empujó con la cara alta y recibió la carioca de turno. El segundo fue un puyazo asesino por trasero, bajo y contrario. Y luego estuvo impresentable el peón de Esaú estrellándolo contra el burladero. ¿Se puede lidiar peor?

El pobre renqueaba de pies en la muleta y la punteaba. El diestro se colocó como ven pero tiró del toro aprovechando su cortito viaje.



Al encuentro, estocada trasera, caída, con telonazo, alargando el brazo y con posterior muerte en el tercio. Orejilla:



El quinto pesaba 636 kilos y también se fue a porta gayola. Era otro cárdeno oscuro, jirón, nevado, caribello, zancudo, degollado y veleto, con el hierro arriba:




Puyazo caído, que quizá lesionó al pobre animal, y señal de donde salió yéndose al suelo con las cuatro patas. El presidente hizo el juego a la empresa y se negó a devolver al inválido a pesar de las ruidosas protestas. Tampoco entendimos por qué no forzó Esaú el verde teniendo la oportunidad de salir por la puerta grande. Bueno, sí, lo entendimos después cuando tras una faena soporífera, a los cuatro pañuelos respondió el comisario de la tómbola enseñando la ropa en el tendedor.

Nada, setenta pases le pegó Esaú en una tauromaquia de enfermería. Choteo del personal al perfilarse con gritos de ¡no lo mates! Desprendida, mal ejecutada como la anterior, gesticulación de futbolista indigna de un torero y el presidente Fernández que regala otra oreja de manera patética (¿serán familia?).




FORTES. Debutaba en la plaza. Su primero pesaba 587 kilos, hierro arriba, bajo, gordo, cárdeno, nevado, rabicano y caribello:



Carioca traserísima y recargando en el primero y otra carioca en el segundo, aunque esta vez sólo dándole al túrmix, ¡gracias, Antoñito!



Aseado Raúl Ruiz, con el toro recortando:



Su ligero rebrinque no molestaba pero echaba la cara arriba al final. Fortes llevó la mano a media altura ya que las patitas eran de alabastro:



Pinchazo escupido, dos más malos, media tendida en el lomo y descabello. Este sainete con la espada lo superó con creces en el otro:



El sexto pesó 590 kilos, cárdeno bragado, meano, axiblanco, flojo de remos y regordío, con el hierro arriba. En el primero el caballo perdió pie y el propio toro se quedó sorprendido. En el segundo le hace un doble agujero.



El toro embestía descompuesto, topón e incierto pero obedeciendo la tela. Poca cosa. Pinchazo a la carrera, otro sin fe, dos hondos, dos más, trasera contraria y se echa fundamentalmente para que no lo pinchen más. 




Ya conocen el sino de esta vacada: si salen marrajos, debería ir todo al matadero y si salen como éstos de Algeciras, es que Miura ya no es lo que era. En los últimos años los que llevan razón son los segundos porque aquellos toros que pensaban más que el torero, que miraban, que se enteraban de todo, que no perdonaban fallos y que complicaban la vida al más pintado parecen cosa de la historia.

Hace cien años el público pedía miuras porque sabían que daban miedo a los toreros. Después, a mediados de siglo XX hubo décadas en que no se comían a nadie y parece que ahora estamos en esa misma línea de bondad y colaboración. 

No llegamos a los extremos de los toros lacayunos de Álvaro Núñez pero todo se andará. Estábamos pensando que si lo de Miura conserva un remanente mínimo de casta navarra, los hermanos podrían ceder a Reta alguno de sus sementales para que repasase sus vacas. Seguro que les bajaba los humos y convertía sus hijos en ursulinas como las de Algeciras. Pero del ganadero navarro hablaremos en nuestra próxima entrega.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.

2 comentarios:

  1. Tarde sin ningun interés . Miura quien te ha visto y quien te ve ! Que pena esa pobre imagen que nos dan hoy . Toreros como el Cid que se queden en casa por favor . Esaù Fernández la vulgaridad extrema y por si fuera poco los comentarios ridicules y insoportables . La suerte que he tenido en Francia es que al finalizar esa corrida hemos visto la final del campeonato de rugby pero verdaderamente grandiosa!!!

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    1. Oiga, si usted o algún otro lector tienen el enlace para ver ese partido en diferido sin que se anuncie el resultado, me lo apuntan por aquí.

      Saludos

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