sábado, 30 de octubre de 2021

COPA CHENEL (y 6): ADOLFO MARTÍN - JOSÉ VÁZQUEZ

MULAS CIEGAS

Las que nos querían vender los comentaristas televisivos durante esta corrida. A nosotros nos resultó anodina pero para ellos era algo extraordinario, con toros bravos y toreros extraordinarios. En el fútbol es raro que los aficionados vean dos partidos diferentes pero en los toros, con el triunfalismo rampante, suele ser lo habitual. Argumentaremos nuestra impresión y, si vieron el festejo, nos dan o quitan la razón.

Los toros fueron muy desiguales de presencia, unos de su padre y otros de su madre. Los tres de Adolfo pasaron con un puyazo aunque al tercero se le añadió una señal en el segundo encuentro. En la muleta, el primero era listo pero los otros dos, nada del otro mundo. El vaticinio de Apaolaza tras el paseíllo de que esperábamos 'altos niveles de bravura y de casta' falló como una escopeta de feria.


Los de Vázquez acudieron seis veces aunque de ellas la mitad se saldaron con picotazo y huída. En la muleta se mostraron colaboradores a más no poder. Con decirles que los televisivos no paraban de hablar de clase, está dicho todo. En nuestra discutible forma de entender los toros, la clase es siempre sinónimo de siesta.

ROBLEÑO. Su primero era casi seiseño, veleto y tan cornalón como blandito:


En el único puyazo empieza empujando bien pero en seco se aflige, se deja pegar y termina sobando el peto con el costillar.

Se fue orientando en banderillas especialmente por el derecho y puso a Robleño ante un dilema: o bajarle la mano para que tragase con la seguridad de que se derrumbaría o torearlo a media altura con el riesgo que ello supondría.


Nosotros hubiéramos optado por lo primero y que quede en evidencia el ganadero pero el madrileño jugó a favor de la res y prefirió la segunda opción. Ello lo obligó a tragar algo de saliva porque lógicamente el de Adolfo empezó a dárselas de espabilado.

Conforme el viaje del toro se iba diluyendo por su poquísima fuerza, nos planteábamos qué hubiera pasado con este Pecador en caso de ir tres veces al caballo. Conste que Robleño se lo pasó más lejos de lo reglamentario:


Estocada desprendida y corta porque el toro pierde las manos en el embroque, observen:


Era la sexta vez que se iba al suelo en toda la lidia. Descabello y oreja.



El de Vázquez que le tocó era cornilevantado y corniapretado de cara y aleonado y basto de pezuñas de cuerpo:


Nada en varas mientras este subalterno resabiado le enseñaba hasta tres veces el capote en el burladero para intentar que derrotase contra el canto:


Al final lo consiguió y es algo que figura en el artículo 73.3 del reglamento como merecedor de multa:


Por fin asistimos a un pique en quites: saltilleras de Adrián contra chicuelinas de Robleño. Es que en esa copilla Chenel, como sólo ha solido haber un puyazo, los quites han brillado por su ausencia.

El toro tenía la carita agradable, se mostraba obediente y era ideal para gustarse. Y Robleño se gustó. Nuestro problema es que el Robleño que se gusta no nos gusta nada pero con esos bueyes teníamos que arar.


Como era previsible dada su condición borreguil, el de Vázquez estaba loco por rajarse, vean:


Tres pinchazos tapando la cara y estocada baja, trasera y perpendicular más cinco descabellos con el toro barbeando tablas y dos avisos que pusieron nervioso al diestro.



FERNANDO ADRIÁN. Su primero era un cárdeno oscuro de Adolfo y no negro entrepelado como dijeron. Tenía una bizquera en el izquierdo que quizás lo hacía acreedor a haberse lidiado como novillo:


Muy bien Adrián de salida corriendo suavemente los brazos con la capa al percibir que el toro venía picado del campo. Por cierto, nos hemos enterado de que algún ganadero nos critica por usar esta expresión diciendo que 'nosotros no picamos los toros en el campo'. Hombre, por favor, ¿no se dan cuenta de que es una figura retórica? Ustedes los pican en el campo no con la puya sino con la selección.

Idéntico comportamiento en varas que su hermano: empieza bien pero se aflige y se recuesta.  Este es el instante del prometedor inicio de su pelea:


Bien en la brega Molina y muy bien Aguado con los palos:


El adolfo era escarbador pero noblote y suavón, o sea, todo lo contrario de lo que esperamos de esta vacada. Los televisivos hablaban de su 'gran calidad y clase', de manera que ya nos íbamos tapando con la mantita para echar una cabezada.

Adrián se puso a vivir en la pala y tiró de él con gusto a la vez que hacía muecas con la cara y posturitas con la barriga:


Para los comentaristas, aquello era 'un toreo de gran dimensión' (?). Llegó a perder la muleta por tratar al toro como a Norit aunque una vez más los televisivos acudieron al quite para afirmar que la había perdido 'por su entrega al torear'. ¿Se dan cuenta de lo que decíamos al principio de las mulas ciegas y de ver corridas distintas?


Para nosotros, aburrimiento supino que afortunadamente finalizó con un pinchazo y esta entera trasera tras la que el toro dobló escarbando:


Oreja que no pudo negar el presidente pero aguantó bien sin dar la segunda.

El quinto, de Vázquez, era un castaño serio, bien encornado y que trotaba a saltitos. Iba de salida al bulto, como si no viese bien:


Fue el de mejor pelea en el caballo aunque el piquero se le tiró encima. Cuando estuvo en el peto empujó con celo y fijeza a pesar de la lanzada que notaba en la espalda:


Buen segundo par de Molina. Se veía que el toro tenía nobleza por arrobas y hacía surcos con el morro pero estaba ahogado por su desgaste en el caballo:


En el debe de Adrián, esas posturas grotescas que prodiga y que son todo lo contrario a la naturalidad que nos gustaría. En el haber, que coge bien la muleta y no por el extremo del palillo, vean:


Pinchazo y entera tendida y trasera con sendos telonazos alevosos como se aprecia abajo. Ahora el presidente nos defraudó porque le concedió las dos orejas de las cuales sobraba... ¡las dos!



COLOMBO. Echó por delante el de Vázquez, un cinqueño negro, acapachado y feo que parecía el camión de la carne:


Tras escarbar y dudar se arrancó al caballo y partió la puya antes de salir huyendo. Éste es el instante en que coinciden la rotura y la huída:


Dos veces más fue al peto y en todas huyó al hierro. Mal el maestro en el segundo tercio clavando a toro pasadísimo sin que en televisión dijesen ni mu. No obstante, cuando terminó se tuvo que oír las palmas de tango de los aficionados  a quienes no había dado gato por liebre:


Las embestidas eran arrancadas de manso con tan mala fortuna que en la segunda tanda se lesionó en una mano y se rindió. El toreo de Colombo no tuvo ningún interés, por hacerlo en permanente y contumaz fuera de cacho.


El americano ignora que el toreo consiste en ponerte donde te pueda coger el toro pero evitando que te coja. Resultó una auténtica pesadez que terminó con una rinconera tras la que el toro sorprendió a la concurrencia muriendo casi en el platillo, cosas veredes...


El presidente de Cadalso concedió la oreja a regañadientes sacando el pañuelo con violencia, casi con desprecio porque veía que no podía negarse a la petición a pesar de ese toreo tan adocenado. Se nos antojó un buen aficionado a pesar del borrón de la segunda oreja regalada a Adrián.

Y el último fue de Adolfo, un cárdeno oscuro terciadito, degollado y sin morrillo:


Tras unas verónicas de claro paso atrás, sufrió un puyazo en el lomo al relance y una señal. Lo del lomo es tal cual, observen:


El maestro se esmeró más en el segundo tercio y no se alivió tanto como es su costumbre. Clavó con excesiva violencia, que parece que es lo que le gusta y se equivoca.


En la muleta sacó cierta castita y no hacía malos gestos mientras Colombo nos confirmaba que es de la hermandad del paso atrás:


Como estaba pegando mantazos, el adolfo se incomodó y, si llega a tener más fuelle, pone en un brete al venezolano porque no se sintió toreado en ningún momento.

Intentó recibir poniéndose largo como se colocaba Esplá, erróneamente para nuestro gusto (y para el de Rafael Ortega):


Pinchó y optó por ir a lo seguro que fue tapar la cara al toro como ven aquí abajo y enterrar la espada en el rincón al encuentro:


Nos llamó la atención la comprensión, cuando no el enaltecimiento, de los comentaristas hacia Colombo. Ni lo entendimos ni, por supuesto, lo compartimos.

Esa venta de mulas ciegas a que nos referíamos en el titular se hace extensiva a la valoración que hicieron los televisivos de esta copita Chenel. Para ellos, todo un acierto en cuanto a toreros y en cuanto a toros ('cuánto trapío y cuánta bravura hemos visto...').

Discrepamos radicalmente en lo de los toros, que quizá era lo más importante en esta copa que se nos vendía como la de los encastes duros. Respecto a la presentación, muy discutible, llegando a verse pitones aplatanados. Parece mentira que habiendo tantos toros en el campo a causa de los pocos festejos, no hayamos visto toros mejor presentados. Y lo de la bravura, ¡qué les vamos a decir! Un puyacito al noventa por ciento de los animales. Ni más ni menos que a cualquier corrida comercial al uso. No recordamos ni un toro con verdadero poder. Sí recordamos uno bravo, el Suareño de Rehuelga aun sin un tercer puyazo.

La idea del certamen es buena, no vamos a negar el pan y la sal. El trabajo que está haciendo la Fundación, también. Pero la verdad es que nosotros deseábamos mucho más de esta copa y no esperábamos ni de broma tanto triunfalismo barato.

Victorino ya anuncia una segunda edición para el año que viene. A ver si mejora la cosa y nos venden una mula buena, de las que salen fieles, listas y entregadas. La que nos han vendido en la copita Chenel de este año estaba ciega y resabiada.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.



4 comentarios:

  1. Cadavezmasdesencantado30 de octubre de 2021, 23:06

    A ver lo que tardan en llamarle reventaor de la Fiesta!.

    Siga adelante y no nos deje caer en las tinieblas.

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    1. Que me llame reventador cualquier taurino paniaguado no es preocupante. Si me lo llamase Victorino me gustaría que lo hiciera en persona y entonces argumentaríamos cada uno a ver qué razones mostramos. Él asegurará que en los tiempos que corren sobran las quejas y tiene que menudear el triunfalismo. Yo le respondería que eso es ponerse una venda en los ojos y no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana.

      Pero hay una cosa que el presidente de la Fundación no podrá negar y es que la gran expectación que se creó entre la afición cuando se anunciaron las ganaderías de esta copa ha quedado al final ampliamente defraudada.

      Saludos y muchas gracias por los ánimos que siempre animan a seguir cuando cunde el desaliento.

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  2. El objetivo de está copa no era echar toros como los de Cenicientos, sino dar oportunidades a toreros olvidados. ( Viendo además variedad de encastes)
    En mi opinión un éxito.

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    1. Correcto pero eso no quita que al ver la prometedora variedad de encastes uno esperase bastante más de la cabaña brava española especialmente por lo que se refiere a encastes también olvidados y supuestamente duros.

      Saludos

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