¿MORANTE U ORTEGA?

Estábamos al margen de la feria de san Miguel hasta que nos avisaron de las verónicas de Juan Ortega a las cuales dedicábamos nuestra entrada anterior. Recordarán que lo primero que anotábamos era que se las dio a un jandillita que calificamos como un amiguete.

Nos avisa hoy un gentil lector de que Morante la lió ayer y hemos tenido la curiosidad de ver el resumen del vídeo aquí. Pues antes de seguir habremos de convenir en que, si el jandillita era un amigo, éstos de Juan Pedro son más tiernos y bondadosos que el abuelito de Heidi:

Siempre hemos mantenido en nuestro modesto blog que a la emoción en los toros se puede llegar por la estética o por la épica. No hay duda de qué tipo de emoción preferimos nosotros. El problema es que si delante tienes al borreguito de Norit, la posible emoción estética se convierte en indignación ética.

Hecha esta salvedad, en el vídeo observamos algunos pases de Ortega casi perfectos de ejecución y otros de Morante que, en nuestra opinión, quedan por debajo a pesar de todos los ditirambos que lean ustedes.

Ahí tienen al ingeniero ante su choto trazando impecablemente y rematando atrás, no se retuerce y el muletazo se alarga a lo que da el brazo, comme il faut:

Y aquí al de La Puebla ante su oveja sintiéndose muy profundo:

Ya han visto que en el inicio del pase Morante no termina de atreverse a cargar la suerte y además tuerce el torso. En ambas circunstancias le saca ventaja Ortega. Por contra, los dos rematan bien porque lo de ellos no tiene nada que ver con la apertura de puertas de nuestras queridas figuras, entre ellas, el rey inca.

El toro lo pasea por la atmósfera cuando el diestro intenta no perder la muleta en este enganchón:

Se queda en el terreno del toro y se libra de milagro de una cornada en el recto que podría haber sido muy grave. Además cae a plomo salvando las cervicales por poco:

FOTO: Maurice Berho

Los feligreses morantistas se enfadarán con nosotros por hablar del ganado ovino cuando el maestro podría estar ahora herido grave en un hospital. Señores, una cosa no quita la otra y el toro más pacífico al que das de comer con la mano te puede pegar un viaje y hacerte mucho daño.

Para nosotros, lo más notable de la faena de José Antonio es la estocada, aunque no sea de las mejores que le hemos visto. Ya saben que lo consideramos uno de los estoqueadores más puros de la actualidad... sólo cuando quiere, que es muy pocas veces.

Observen que se perfila a la distancia correcta:

Avanza sin alargar el brazo como hacen los que pegan la puñalada trapera:

El estaquillador apunta abajo sin intención de pegar el telonazo:

El toque que pega para descubrir la muerte no es comparable al de Roca porque lo del peruano es una mano izquierda letal. Para hacer esto que ven abajo, hay que tener mucho valor, un valor inversamente proporcional al que demuestran los del telonazo:

Volvemos a Morante porque ahí se ven los dos pitones del toro abrazando la muleta. Clava sin saltar y la espada se va al rincón:

Deducimos que entre la emoción de la cogida y el entierro del estoque homenajeando a Ordóñez, el indulgente y magnánimo público maestrante concedió las dos orejas en medio de un triunfalismo que se había olvidado de lo que tenía delante:

Hablando de emociones, y volviendo a lo de la épica y la estética, nuestro corazón sí se puso a 160 pulsaciones cuando Sánchez Vara arrancó unos pases en redondo al Rabioso de Reta:

Viendo a estos dos ante esas fieras, no pasa de 38 por más que nos esforcemos en intentar acelerarlo. ¡Qué le vamos a hacer!

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.