lunes, 7 de octubre de 2024

LA COGIDA DE ROCA NOS DIO LA RAZÓN

Los leyentes más fieles recordarán que hace un año dedicábamos un capítulo de nuestra serie Las verdades del toreo de verdad al peligro que supone siempre la ejecución del pase de pecho.

Suele pasar desapercibido porque en caso de una tanda buena el público está enardecido y el remate por alto da la impresión de ser un trámite. No lo era para Manolete, que tenía mucha prevención con este pase. Los que lo conocían aseguraban que no le gustaba absolutamente nada.

Lo contábamos en aquella entrada que pueden releer pulsando aquí. Con perdón por la autocita, apuntamos a continuación lo que les proponíamos allí que hiciesen ustedes en su casa:

Hagan ustedes el favor de dejar la lectura un momento y pónganse en el comedor de su casa a torear de salón. Compongan la figura para empezar a embarcar al toro en un pase de pecho. Imaginen que en lugar de la mesa camilla están ante un cinqueño con toda la barba. Pues fíjense en que en esa posición cualquier extraño que haga el toro los va a coger a ustedes con muy poca defensa o, como decimos en Cataluña, con la orina en el vientre. 

Observen que Roca se ha quedado quieto pero en una postura poco académica porque teme que el toro lo vea y haga por él. Por eso estira al máximo el brazo:



No sabemos si el peruano sabe quién fue El Niño de Villalpando pero le hace caso y no se mueve, a pesar de que el toro, cómo él preveía, lo ha visto:



Esto era lo que decía el bueno de Andrés Vázquez:

'Cuando se ha dado el natural, la muleta debe quedar colocada para enganchar la repetición del toro y el torero no debe retirarla ni esconderla en su cuerpo para echársela otra vez delante. No se puede rectificar la postura cuando un momento antes te has jugado la vida en cuatro o cinco naturales sino que hay que exponerse o a que el toro te coja o a que te salga el pase de pecho'



Lo de Roca no habían sido naturales sino cuatro derechazos, con cambio de mano para el de pecho. Curiosamente los tres primeros fueron de pierna atrás pero el último, de pierna adelante. Eso no afecta a su posición en el momento de la cogida porque ahí manda la pierna izquierda, que no mueve demostrando mucho valor ante un toro incierto. Si hubiera dado un pasito hacia el ojo de afuera, se alivia y seguramente no le coge pero se arriesgó y cobró. Ahí va otra autocita, con perdón:

Es que el diestro corre más peligro ahí al lado sin enmendarse que dando el pasito para ubicarse en la zona ciega y encima echar la muleta al ojo contrario para que así el toro embista hacia afuera. El de Villalpando hablaba de que se solía pegar en los pases de pecho o por alto un toque con la punta de la muleta a ese ojo contrario para desplazar al toro.

El de Fuente Ymbro le levanta los pies del suelo y lo alza hasta una altura de más de dos metros desde la que caerá a plomo:




La caída es muy fea pero la amortigua un poco con el hombro derecho antes de golpear con la cabeza en la arena:



Dado que el toro no es un norit como el que cogió a Morante también en un pase de pecho, no se le queda mirando sino que busca al diestro en el suelo. Lo engancha por la hombrera de mala manera:



Observen en la imagen de abajo que luego le perfora la manga de la chaquetilla con el gañafón. Piensen que si llega a acertarle en el hígado lo podría haber enviado al otro barrio aunque estemos en la plaza con la mejor enfermería de España:



Otro toro también de Gallardo lo cogió peligrosamente toreando de rodillas en Pamplona hace ocho años pero tuvo suerte y el pitón le rozó el cuello sin hacer carne. Lo pueden recordar en estas dos fotos de Fernando Pidal:




Roca y Perera son las dos únicas figuras que quedan con ganas de apuntarse a lo de Fuente Ymbro. Después de la corrida de ayer en Madrid, Gallardo permanecerá en la lista negra por los siglos de los siglos. Y el son de la primera frase ya pueden ir cambiándolo por un eran.

Podemos decir que lo del peruano se ha saldado con fortuna para el maestro ya que sólo lleva una cornada en la parte superior trasera del muslo derecho, aunque le afecta al nervio ciático y eso tiene que ser muy doloroso.

No obstante, se puede dar con un canto en los dientes porque Morante terminó con una costilla rota y Javier Cortés perdió un ojo. Ambos estaban dando el mismo pase de pecho que Roca... el pase que daba miedo a Manolete.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa. 


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