VILLAMARTA Y LOS PEGAPASES

Nunca hubiéramos visto esta corrida con ese cartel si no llega a ser por el reclamo del ganado. Es que nos dejó buen sabor de boca el toro Riojanero de Villamarta en la concurso de Vic en 2023, a pesar de la nefasta lidia de De Torres (recuerden aquí). Por cierto, la vacada repite este año con otro ejemplar. 

FOTO: Philippe Gil Mir

Los villamartas de Zaragoza estuvieron todos por encima de los diestros, ¡pero todos! A esta corrida en condiciones normales se le podría haber cortado un total de tres o cuatro orejas. En el caballo más de uno quiso pero no pudo con esos catafractos. Además estos tres maestros son de los que más se caracterizan por su exasperante desprecio hacia el primer tercio. Se piensan que estamos deseando que expresen lo que llevan dentro muleta en mano. En nuestro caso no sólo no lo deseamos sino que lo tememos.

Presentación correcta vista por televisión. No supimos apreciar ese plus que algunos lectores de nuestro modesto blog ven siempre en los cinqueños.

FOTO: Philippe Gil Mir

UREÑA. Su primero era negro zaíno, escarbador, con poco cuello pero con papada, con morrillo y con jamones atrás:

Desconcertante en varas, donde empuja de bravo pero se suelta y mansea. En la muleta blandeó y quería madera. Porfió Ureña para justificarse. Lo injustificable fue la puñalada que pegó, con telonazo, escupiéndose con miedo y dejando una media tan atravesada y baja que daba grima verla.

El cuarto era un castaño ojinegro, bociblanco, bragado corrido, meano, axiblanco y albardado:

Venía picadito del campo y a pesar de ello metió el riñón con fe, desgastándose mucho con su empuje, mientras Ureña sufría un ataque de autismo. ¿No ves que te vas a quedar sin toro, hombre?

Se dolió de los palos. Nobleza del toro con algún cabeceo no por malaje sino por ir ya en reserva. Eso fue culpa de la desidia del maestro en el primer tercio, o sea que con su pan se lo coma. 

Ah, y se puso pesadísimo pegando pases de una vulgaridad alarmante. Horroroso pinchazo en el espinazo y estocada caída y trasera. Ojo que todas las veces que entró fue saliéndose de la suerte con un miedo indisimulado. Ignoramos a qué viene esa jindama pero no se la va a quitar fácilmente. Al tiempo:

ADRIÁN. Debutaba en Zaragoza. Su primero era un colorado ojo de perdiz, lavado de patas, albardado y alto de agujas. Por supuesto que no era castaño como dijeron en televisión, observen:

Se fue al relance y Sandoval pequeño lo señaló trasero. En el segundo aún lo pinchó más atrás y eso que lo tenía parado ahí delante, para que luego digan que no pinchan trasero deliberadamente. Adrián lo había colocado fatal, justo debajo, porque le da igual el primer tercio. Y que no falte taparle la salida. Vean qué mal:

Con el poco castigo recibido el toro fue resultón en la muleta, de manera que Adrián no tuvo problemas para pegar pases. No nos dio la impresión de que el toro anduviese toreado en ningún momento:

Se perfila fuera de la cuna para dejar un pinchazo escupido, montar después un teatrillo, clavar una entera muy trasera y despreciar finalmente al toro yéndose a mendigar la casquería sin esperar a su muerte. Por este último detalle nos alegramos de que se fuese de vacío. Bien por el presidente.

El quinto era un castaño claro, blando de remos, cornialto, cornilevantado, ojinegro y con cara de toro antiguo:

Simulacro en varas, con una nueva demostración de que a Fernandito le importa un pimiento este tercio. Luego ordenó capotes al cielo porque prefería torear un ironside. Los toreros siempre prefieren mantener un inválido en el ruedo, aun con el público de uñas, antes que jugársela a que salga un sobrero con pies. Prieto puso el mejor par de la tarde porque el de Villamarta arreó por sorpresa:

Adrián quería dársela con queso a los aficionados aragoneses trasteando a media altura al pobre animal pero no tragaron. Los televisivos sí le rieron las gracias, faltaría más (mala suerte, decían cuando rodaba por los suelos, hay que ser desahogados). Pinchazo escupido y entera tendida y trasera siempre con ese telonazo que ven. En la entrevista jabonosa del callejón dijo que le había dado rabia no poder expresar lo que llevaba dentro. Ni falta que hace, hijo, mejor así.

MARÍN. Su primero debía de ser de lo que metieron procedente de Manolo González. Para nosotros, un berrendo en cárdeno, capirote, ojalado, caribello, botinero y, curiosamente, mosqueado a la vez que alunarado. Muy bien encornado. Recordaba al Atrevido de Antoñete:

Marín es de los que ordena zurrar siempre a sus toros y aquí no fue una excepción: tápale la salida y dale en el espinazo, así, muy bien:

El torito fue chirle y no parecía desconcertado por el terno pistacho y plata de tan dudoso gusto que vestía el maestro. Ubicación fuera de cacho y pierna atrás. Nada:

Se equivoca entrando en la suerte contraria pero pega su telonazo habitual y deja una estocada honda, pasada y desprendida.

El último era negro mulato, listón, cornalón, bajo, justito de cuello, amplio de badana y escarbador:

Cuando desarmó al maestro con el capote ya nos temíamos que su padre a caballo iba a partir el toro por la mitad. Es que estamos ante uno de los capitanes de la banda del castoreño. Pero el de Villamarta lo sabía y se fue al reserva. Luego, en el segundo, ya lo cogió Marín senior y le tapó la salida bien a gusto barrenando con su sevicia habitual. El hijo mira la carnicería como quien espera a que la lavadora acabe de centrifugar:

Buen par al sesgo de Del Pozo:

Toro pronto y con codicia, al que había que marcar muy bien el viaje para llevarlo correctamente toreado. Fue el de más interés en la muleta pero se dio de bruces contra el pegapasismo marinesco, que junto al de sus colegas había contaminado ya insoportablemente la plaza de Zaragoza. Estocada trasera y desprendida pero ejecutada con lentitud y patas arriba.

Vimos un público sorprendentemente serio, que protestó cuándo los toros no se pusieron bien en suerte a caballo. Además no pidieron orejas que en otras plazas hubiesen caído sin remisión. Y muy bien al censurar la actitud de Adrián en el quinto. Estarían en el tendido los cabales, que en Zaragoza son más de dos. El personal orejil del Pilar debió de quedarse en casa. Retransmisión pedestre en la televisión aragonesa y banda de música cargante. La presidencia, en su sitio.

Oiga, que estos tres suman seis puertas grandes en Madrid, ¿eh? Dicho sea salvo error porque contarlas a día de hoy no tiene ninguna importancia dada la irrelevancia de Las Ventas en ese aspecto. Eso sí, pegando pases son de los mejores, en Cesaraugusta lo demostraron. 

A ver si coincide nuestra crónica con lo que lean ustedes por ahí. Seguramente llegarán a la conclusión de que alguien miente.

NOTA: sobre la cogida de Leal en Madrid al entrar a matar, nada que añadir a lo que decíamos aquí hace ya seis años. De allí entresacamos esto:

"Habrá que rezar para no asistir a una desgracia ya que el tercer espada es Juan Leal. Lo decimos porque tiene el problema grave de que se tira a matar a lo loco y sin cruzar. Suele salir trompicado y está cercano el día en que se llevará una cornada fea en esta suerte"

Pero es un hombre con baraka... hasta que se le acabe.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.