domingo, 21 de septiembre de 2025

FERIA DE RIAZA, 2025 (y 2). RASO - CONDE DE LA CORTE: ¿ERAN TOREROS O ERAN NOVILLEROS?

Veníamos de ver seis o siete novilladas en poco tiempo y esta corrida de toros de Riaza nos pareció que la lidiaban novilleros. Un Castaño que sigue siendo un pinchaúvas como tantos novilleros; un Gómez del Pilar que tiró por la  borda la ocasión de salir claramente en hombros como sucede con muchos novilleros y todo un Juan de Castilla, quien fue avergonzado por un toro de Raso, que lo dejó  con el trasero al aire como hubiera hecho con cualquier novillero del montón.



¿Qué hay que exigir a los chavales después de haber visto a estos tres?

Fueron toros del Conde de la Corte contra toros de Raso de Portillo. En presentación ganó el Conde. En la muleta ganó el Raso. En el caballo lo dejamos en empate a cuenta del Colombino del Conde y del Peletita del Raso. En conjunto, el mejor toro fue ese Colombino.



Castaño no tuvo opción en su primero por lo que verán. Luego perdió la oreja en su segundo por fallar a espadas. Es el único a quien medio podríamos salvar de la quema. Los otros dos, entre mal y fatal. Únicamente primero y sexto no dieron opciones. Que nadie los tape criticando al ganado: hubo dos sin opciones, es verdad, primero y sexto, pero a los otros cuatro se les corta la oreja sin tanta mieditis, con más decisión y con algo oficio, .



Había llovido pero el ruedo estaba perfecto. Prácticamente un lleno como se aprecia, con entrada única a 35 euros:



CASTAÑO. Su primero fue este condeso, un toraco playero, gordo y conpoco cuello:



Entre el reserva y el titular lo picaron, con pelea mediocre aunque por lo menos sin pincharlo trasero, ¡gracias, generosos! Se puso trotón en banderillas pero se ve que llevaba una cornada matinal de los corrales y empezó a salirle una porción del intestino, vean:



Era revoltosillo pero de buena condición mas el público empezó a pedir que lo matase porque, claro, pobre animal, ¿no? Está claro que el personal de hogaño no soportaría aquella visión de pesadilla de la época de Bombita con los arenques pisándose las tripas.

Castaño se podría haber dedicado a pinchar puesto que no había opción a trofeo pero héteme aquí que entró la primera vez y dejó esta casi entera que el animal escupió a base de rebrincarse. Eso sí, no se puede alargar más el brazo:



Volvió a entrar y esta vez recetó una entera perpendicular. Para una vez que hunde la espada dos veces consecutivas, no le sirvió de nada:



El cuarto era del Raso, un cárdeno oscuro, salpicado, con caja pero cornicorto. Fue uno de aquellos novillos rechazados el año pasado en Zaragoza, recuerden aquí:




En el primero tardea y huye al hierro. En el segundo cobra trasero en un puyazo musical y encelado del que sale suelto. En el tercero vuelve a tardear y recibe una barrenada en el lomo firmada por Majada pequeño. La sangre, por detrás del brazuelo.

Sánchez estuvo medio bien en el primero y aliviándose en el segundo. Comparen:




Ya se había visto en el segundo tercio que llevaba el morro enarenado, cosa que confirmó inmediatamente, en el tercer pase, que fue éste:



Y después siguió igual por los dos pitones aunque siendo un tanto revoltoso porque sabía que había un hombre ahí detrás. Ese sexto sentido es una de las cosas que a los toreros no les gusta de este hierro.

Castaño estuvo bullidor, como hay que estar en un pueblo para cortar orejas, sin preocuparse por hacer el toreo güeno, aunque todavía se estiró en una tanda al natural:



Pero ahora, cuando necesitaba meter la espada a la primera, nos deleitó con uno de sus sainetes: medio mandoble atravesadísimo, pinchazo arriba, tres más no en mal sitio y una honda muy atravesada por salirse, como acostumbrade un tiempo a esta parte. Tres descabellos y su gozo, al pozo. Observen que en ninguno de sus pinchazos buscó los blandos:



GÓMEZ DEL PILAR. Echó al del Conde por delante por el mal recuerdo que guardaba de la corrida de Tafalla. Era este negro salpicado, cornalón, corniabierto y ajamonado de atrás, cosa que en esta ganadería no terminamos de entender:


Buena prestación en el caballo, con la colaboración del diestro al ponerlo progresivamente más lejos en tres entradas. Acudió siempre al paso pero sin tardear y en la primera se restregó los testículos por la arena riazana:



Aguado salió aplaudido, no sabemos si por primera vez en su vida. Las banderillas cayeron casi en la paletilla por el canguis. Era noble y humillador, un toro de oreja clara pero empezamos a ver a Gómez desconfiado, muy despegado, pensándoselo demasiado con ese vicio que tiene y a causa del cual casi provocó el gazapeo del  animal.



El tal Colombino lo miraba como  diciendo: 'pero ¿por qué no me toreas de una vez?, que soy de dulce, ¿no lo ves?' Pues que si quieres arroz, Catalina. Nadie entendió tanta indecisión y tantas precauciones.



Buena estocada arriba saliendo perseguido:



El quinto era de Raso de Portillo, este negro azabache, gordo y con poca cara para lo que gusta aquí. Salió al paso y husmeando, emplazándose en el platillo sin que nadie se decidiese a salir por él. Menudos profesionales...



Con esa actitud del toro y viniendo Juanma a caballo nos temíamos lo peor pero saltó la sorpresa porque el tal Peletita le pegó un batacazo y volteó después al caballo como una croqueta:




Una señora cercana decía: 'ha sido lo mejor de la tarde' y probablemente tenía razón. El problema para Peletita fue que se dirigió al reserva y ahí lo esperaba Aguado con la recortada. Le perpetró esta lanzada en el espinazo recargando con maldad:



El toro bufaba sonoramente y quizá fue eso lo que volvió a hacer dudar al madrileño. No lo comprendemos porque observen su embestida en la primera tanda:



Al natural lo pasaba con la ayuda, sin confiarse, no sabemos por qué. Miren el morro:



Perdía pasos, andaba premioso... incluso llegó a encararse con un sector protestante que parecía tener alguna cuenta pendiente con él. O que simplemente estaban indignados porque tiraba a la basura otro toro de oreja, dos en la misma tarde. Insistimos, vean ese hocico, ¡por ambos cuernos!



La pena para él es que volvió a matar bien dejando esta estocada contraria, circunstancia que para nosotros nunca será un defecto. Dureza del raso para morir tragándose la sangre:




CASTILLA. Fue el único que echó por delante el de Raso. Era este negro zaíno, alto, bien encornado, en tipo pero protestado como sus hermanos:



Monopuyazo empujando con un cuerno. A Cervantes le hemos visto pares mucho mejores que éste de ayer:



El animal se espabiló. Era muy pronto y Castilla se puso en plan pinturero tal que si estuviese ante un torete comercial al uso. Como además reponía, el diestro empezó a verse sorprendido al principio y desarbolado inmediatamente después.

Tan es así que presentó la dimisión y se fue a buscar el estoque aguantando la silba general por su poco oficio. Un torero a quien hemos visto plantar cara a veraguas, miuras y escolares fue humillado por uno del Raso. Penoso.



Pinchazo con prisas, otro escupido, otro aguantando, una corta tendida sin muerte y esta estocada ladeada y pasada, tapando la cara: 



Atención porque después vimos por primera vez en nuestra vida a un subalterno, Juan Carlos Rey, ponerse detrás del toro para sacar el estoque dos palmos y volverlo a hundir hasta la empuñadura. ¿Será posible tamaña desvergüenza? Claro que lo es porque esta pandilla sabe que goza de total impunidad. Nos hervía la sangre...

El último era este condeso negro, bragado, meano, axiblanco, listón, badanudo, playero, cornalón y muy blando de remos:




Apareció a caballo el hombre que mató a Cigarrero: Teodomiro Caballero. Es un picador que tiene ese nombre de rey ostrogodo y que figura con deshonor como uno de los capitanes de la banda del castoreño. Pegó un monopuyazo español, recargando y barrenando con sevicia, mientras completaba una carioca terrorífica:



Tras semejante paliza el pobre animal se acobardó y se vino a tablas, de donde no volvió a salir. Observen de dónde manaba la sangre. A esto no hay derecho:



Añadan a ello su blandura de manos. Encima Castilla quiso castigarnos con un trasteo en el que cabía un tráiler entre él y el toro. Vean cómo estira el brazo al máximo con riesgo de sufrir un tirón en el hombro:



Nada, una tabarra insufrible. Si el animal quedó para el tinte, que se lo diga al ostrogodo. A nosotros no nos dio ninguna pena el colombiano. Mientras lleve a ese picador de carne, con su pan se lo coma.

Se perfila con donosura en plan Lalanda, con el estoque apuntando al cielo pero es una pose que no engaña a nadie ya que cuando se tira, se escupe como ven más abajo. Media cruzada que basta:





Poca cosa que rascar, ¿no creen? Un buen toro del Conde, el batacazo del de Raso, la desidia de Gómez tirando por la borda un triunfo seguro, el sainete castañero y la dimisión de Castilla al que ese otro del Raso dejó a la altura de un novillero pero de los malos.

Haremos nuestra la frase de Tom Hanks, el teniente de Salvar al soldado Ryan cuando, tras tomar por fin la posición alemana en la playa de Omaha, se sienta, se quita el casco, se mesa los cabellos y dice: 'qué panorama...'

Pues eso lo aplicamos al estado de la fiesta de toros: qué panorama... Menos mal que ya se va acabando la temporada. Y menos mal del corderillo de veinticinco días que nos metimos entre pecho y espalda en inmejorable compañía.

Saludos cordiales desde Almazán. Rafa.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

LOS USUARIOS DE IPHONE PUEDEN ENVIAR SUS COMENTARIOS SIN PROBLEMAS IGUAL QUE LOS DE ANDROID.