domingo, 19 de octubre de 2025

UN ESPEJISMO EN JAÉN

Nos fue imposible estar en Madrid como era nuestro deseo para asistir al estreno del documental sobre la ganadería de Dolores Aguirre. Pensarán ustedes que salimos ganando ya que así pudimos asistir a esta corrida histórica en Jaén, ¿verdad? Los tres actuantes en hombros, el ganadero también, doscientas orejas cortadas, dos toros azuleados, los televisivos echando campanas al vuelo y los titulares hoy de los paniaguados, en la misma línea triunfalista. Esto último lo suponemos porque no los pensamos leer.



Pues no, de ninguna manera nos pareció algo memorable. La prueba es que uno se pregunta qué te queda en el recuerdo de tan apoteósica corrida y es nada... o casi nada, ni de toros ni de toreros.

Corrida muy desigual de caras y de caja, con una diferencia de ochenta y dos kilos entre el más pesado y el menos. Comportamiento también desigual, con alguno bobo y algún otro más listo. Ninguna alimaña a pesar de lo que diga Ruiz Miguel, que se hace mayor y ya no se acuerda de cómo eran las alimañas de verdad.



Blandura de patas habitual ya en la ganadería y que nos recuerda a aquellas corridas inválidas de los ochenta pero como nadie dice nada, Victorino sigue a caballo del burro. ¿Hubieran ido varios al corral en Las Ventas ante tan alarmante invalidez? No lo creemos dado que el ganadero tiene bula en Madrid. El caso es que como ya conocen nuestra manía, nos dedicamos a contar las veces que doblaban manos y pies. Nos salió un total de diecinueve, ni más ni menos. Tres veces el primero, cinco el azuleado segundo, cuatro el tercero, tres el azuleado cuarto y cuatro el quinto. El honor lo salvó el sexto, que no se cayó ninguna vez, ¡albricias! Qué suerte tiene de que nadie diga nada sobre esas patitas de alabastro, ¿verdad, jefe?



En el caballo hubo peleas olvidables entre los que simplemente se dejaron y los que empezaron empujando pero dimitieron enseguida. La atenuante es que los pincharon y carioquearon con desvergüenza. 

El presidente podría serlo de la verbena de la Paloma porque lo suyo fue impresentable. Pero ese triunfalismo barato es el que vende titulares al día siguiente en la prensa taurina paniaguada y así todos quedan felices mientras convierten la fiesta en una mojiganga.




DÍAZ. Primero y sexto eran sendos Monerías. Este era un cárdeno albardado, anovillado, rabicorto, bragado y meano, de 500 kilos pisando la báscula. Se astilló enseguida un pitón derecho que parecía reparado para la ocasión:



Vulgaridad en un monopuyazo, tónica sangrienta de la tarde. El toro era pronto y tenía su genio, aunque de alimaña, nada. Díaz debió de lamentar no haberle pegado más en el caballo porque luego su muleta no fue dura como para meterlo en vereda. Dura no pero gigantesca, sin duda, vean:



Además, de tanto echársela al ojo de fuera, el animal terminó por verlo. Telonazo típico en él para dejar una estocada trasera saltando y a capón. Orejilla. Observen el palillo horizontal. Viendo cómo mataron estos tres todavía tiene más valor la gran estocada de Morante a su segundo el otro día:



El cuarto era un cárdeno veleto muy rabicorto, casi rabón, y que había estado en Madrid:



Carioca realmente asquerosa y totalmente previsible tras los apuros pasados en su primer toro. Observen ese rabo con el que nos extraña que fuese aprobado en Las Ventas:



En el último tercio salió el victorino güeno. Vean qué embestida por ambos cuernos, aunque tenía poca gasolina.



 

Díaz estuvo por debajo de tanta bondad. Observen abajo porque eso que ven fue lo que menudeó. Entre él y el toro cabía otro toro:



Metisaca trasero, pinchazo cayéndose en la cara y entera desprendida, todo con telonazo, más descabello. Oreja sentimental y toro azuleado en exceso.





EL CID. Su primero era negro entrepelado, degollado y alto de agujas. Aprovechamos la imagen para que vean lo que es echar la pierna atrás, que es adonde va a ir la izquierda de El Cid:



Muy mal el maestro, sin saber poner el toro en suerte y ordenando la paliza posterior con un monopuyazo español. Todo esto no lo tuvo en cuenta el verbenero presidente al regalarle la segunda oreja.

En el segundo tercio embestía suave y metía la cabeza muy bien, especialmente por el derecho. Inicio inadecuado por alto del diestro, aunque luego no se agobió cuando el toro lo apretó ya que era muy noble. Pero su toreo fue vulgar y el toro, blandengue. Hasta cinco veces se cayó como apuntábamos antes:



Al natural, mal: picando, fuera de cacho y desconfiado. Yerra armándose en la contraria y el toro se le arranca violento para avisarle de que se equivoca. Cambia a la natural y deja una estocada muy defectuosa casi en el lomo (traserilla simplemente para la pizpireta televisiva del callejón). Dos orejas de pueblo le regaló el tan alegre como indocumentado presidente:



¿Y quién es el torero para salir al tercio a pedir ostensiblemente al palco el azul? Aquí ya vale todo.



El quinto era un cárdeno oscuro, acapachado y alto, que desarmó a El Cid de salida:



Vergonzosas dos cariocas, una con dos agujeros en el primero y otra recargando en el segundo. Acabamos la temporada con el mismo asco que nos produce siempre el ver a picadores como Benítez, uno de los más sanguinarios, ¡que ya es decir!



El toro era tardo, otro muy blando y embestía a media altura: pan sin sal. Fíjense en que doblaba las cuatro patas aun dándole salida por arriba:



Honda muy atravesada y caída saliéndose. Oreja incluso más pueblerina que sus dos anteriores:




GALVÁN. Con el tercero nos temíamos lo peor porque se llamaba igual que aquel toro de Escribano en Sevilla que fue empalagoso como crema pastelera: Patatero. Éste era el más pesado con 582, negro mate, levemente bragado y aleonado, muy blando de remos:



Empuja fijo pero dimite al notar en la espalda la barrenada vil. A pesar de que no se mantenía en pie, Galván lo puso otra vez.

Bien Rey, con el toro esperándolo. Casi resultó cogido en este segundo par. En Madrid se ha escaqueado de cuadrar en la cara muchas tardes y en cambio aquí, en Jaén, en la última corrida del año, arriesgó la vida en dos buenos pares. ¿Ustedes lo entienden?



El toro no pasaba pero creemos que era porque no podía. Eso sí, como no era un norit buscaba lo que había ahí al lado. Galván no lo quiso ver. Estocada honda, atravesada y trasera con telonazo. Dos descabellos:



El sexto era el otro Monerías, un cárdeno claro que se tapaba por la cara, cornalón y cornivuelto. Lo recibió echando la pierna atrás sin ganarle ni un solo metro, lanceando en línea pero siendo muy ovacionado:



En el caballo quiere pero no puede al sufrir el monopuyazo. Miedo en banderillas a las dos velas del toro, con los peones mostrando muy poca profesionalidad. 

El toro exigía mano firme y no dudar. Si lo hacías bien, respondía metiendo la cara. Galván no lo hizo y Cañaílla lo vio y se le escapó una mínima crítica. Pero el otro dicharachero locutor para quien todo el mundo es bueno tapó ipso facto su comentario, hasta ahí podríamos llegar.



El toro, en lugar de enfadarse y poner al diestro en evidencia, se desentendió. Galván se dedicó al teatro para no irse de vacío aunque reconoceremos que se tiró con fe a matar. Estocada trasera un poco contraria con bella muerte de Monerías, lo más bonito de la tarde. Dos orejas de risa:




Se acabó la temporada en cuanto a críticas de corridas en nuestro modesto blog. Hemos acabado hartos de cariocas, de piernas atrás, de ratimagos al entrar a matar, de presidentes amantes de la casquería y de comentaristas tan triunfalistas como paniaguados, que bailan el agua a los taurinos.

Para esos taurinos este año habrá sido digno de recuerdo por las grandes entradas habidas en Las Ventas, por todo lo que ha rodeado a Morante, por los innumerables toreros que se han ido en volandas y por la indultitis aguda.

Pues para nosotros quizá el triunfador de la temporada debería ser Albert Serra. Él con su película Tardes de Soledad y todo lo que ha implicado su éxito ha hecho más por la Tauromaquia que toda la pandilla de taurinos, cuyo máximo interés sigue siendo ordeñar la vaca, ya sea con capote y muleta en el ruedo, con el pañuelo en el palco o con la pluma en el pesebre de la crítica domesticada (más domesticada que nunca en los últimos doscientos años).

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.






2 comentarios:

  1. Bonjour Rafa , je n’ai pas vu le 1er toro , j’ai abandonné ( désolé) après le 1er du Cid , la totale , 1 pique , un victorino noble mais faible , une triste prestation du Cid , une estocade dans le dos , 2 oreilles et le bleu demandé par le maestro ......... je n’ai pas eu le cœur pour continuer à regarder cette course . Merci Rafa pour la reseña et pour toute la temporada. Salutations à tous. Miguel de Francia.

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    1. Sí, también me dieron ganas de abandonar tras el segundo toro pero como era la última corrida del año, aguanté hasta el final.

      Saludos y gracias a usted por ser uno de los lectores más fieles.

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