miércoles, 8 de noviembre de 2017

A VUELTAS CON LOS PUYAZOS TRASEROS

'La ignominia del puyazo trasero'. Así titulaba Luis Fernández Salcedo un artículo suyo en la revista 'Agricultura' de hace treinta y cinco años. En principio, el artículo lo tenía pensado para comentar las caídas de los toros pero como una de las causas que se barajaban en aquel entonces era los puyazos traseros, terminó refiriéndose a lo que comentaremos aquí. Ilustraremos la entrada con fotos de algunos bonitos puyazos traseros como éste a un pobre toro de Dolores Aguirre:



Por cierto, decía Salcedo en 1982 que las caídas de los toros podrían deberse a la excesiva estrechez de los cajones, la velocidad de los camiones de transporte, el poco descanso en los corrales, la falta de ejercicio del toro en el campo, la poca superficie de las fincas, la mala alimentación...o los puyazos traseros. Terminaba asegurando que seguirían cayéndose los toros hasta 2025. Ya hemos comprobado que no es así con lo que se deduce que la clave de aquellas caídas fue la selección que hicieron los ganaderos buscando el animal claudicante.

Actualmente nos quejamos del monoencaste, de la bobaliconería, de la falta de casta... Pero es que quizás hemos olvidado aquellos infaustos años ochenta y noventa en que de seis toros se caían los seis en una misma corrida ¿recuerdan?

Es curioso leer cómo Salcedo se lamenta de que 'hoy en día el primer tercio se salda con un terrible puyazo único y dos picotazos simulados' Bueno, eso sería en los años ochenta porque ahora se salda con un monopuyazo y a otra cosa.


Un pablorromero en Corella romaneando a pesar del infame picador

Ilustra el artículo con este dibujo que ven a continuación. Lo hizo Arturo Sanabria Vega, aficionado y veterinario del Colegio de Badajoz. Fue autor de un texto titulado 'Consideraciones sobre la suerte de varas' que no hemos podido encontrar. Si su hijo Arturo, también veterinario, lee estas líneas, a ver si nos puede indicar dónde conseguirlo. Lo que sí sabemos es que su padre dio conferencias al respecto en las que defendía su teoría acerca de dónde hay que picar. Vean el esquema:

El morrillo también se denomina cerviguillo porque deriva de cerviz. Su explicación es ésta que plasmaba el ABC de Sevilla cuando Sanabria fue a dar una conferencia allí en 1975:



Hay otros autores que alertan sobre el peligro de descomponer al toro si se le pica donde dice el veterinario pacense. Por ejemplo, lean lo que comenta Antonio Fernández Heredia (escribe en 1904,  cuando la puya era de limoncillo sin tope). Afirma que picar delantero



En una cosa coinciden los dos: la garrocha debería usarse para detener. Aquí tienen el comentario de Sanabria al respecto:



Y aquí el de Fernández Heredia. Recordemos que cuando escribe, el caballo no llevaba peto:



Cuando no había peto, se consideraba mérito del picador que el caballo fuese herido de la cincha para atrás porque eso quería decir que había intentado abrirlo para librarlo de la cornada sin dejar que enganchara.

Volviendo a Sanabria, planteaba controlar la duración de los puyazos con las multas consiguientes. Nos viene de nuevo la idea de un buen aficionado amigo nuestro que consistiría en dotar al presidente de un silbato. Cuando lo hiciera sonar, habría que sacar el caballo del peto y, si no se obedece, multa al canto por cada segundo de dilación. 


Un urcola de Galache en Sangüesa aún mete los riñones a pesar de sufrir ese puyazo ultrajante

Las otras reformas que proponía Sanabria son las habituales:



Junto a su compañero de Colegio Veterinario, Ángel Robles Doblado, se fueron a tres corridas con el cronómetro. Su conclusión la vemos en este recuadro que adjuntamos:



Antonio Fernández Heredia también presenta un dibujo esquemático en su tratado taurómaco. Aquí lo tienen. Él dice que hay que picar donde indica el rectángulo punteado. No obstante, creemos que se le ha ido un poco la mano en el punteo porque en el texto dice que no hay que irse nunca más atrás de la segunda vértebra dorsal, marcada con el número 2. Si seguimos esta indicación, nos circunscribimos de nuevo al morrillo, igual que Sanabria en el dibujo anterior:



Escribe en 1904 y ya censura que los picadores dejen que los toros 'enganchen' la cabalgadura para castigar a placer (Guerrita ordenaba a sus picadores: '¡déjalo que enganche!'). Sucedía entonces, como ahora, que el picador era un asalariado del maestro y a éste lo único que le interesaba entonces, igual que hoy, era 'apurar de remos y facultades el cornúpeto'. O sea, machacar el toro a como dé lugar. Aquí tienen su explicación:



Está escrito hace ciento trece años, insistimos, pero aún hay más:



Antiguamente se podía saber dónde se encontraban los picadores después de una corrida por el olor a linimento. Las cosas ya iban cambiando:



Algunos sostienen que picar en el morrillo no se puede porque la puya no se agarra allí cuando el toro se viene al caballo. Nos parecen excusas de mal pagador. Observen la foto y díganme si no habría posibilidad de agarrarse en el morrillo de éste de Dolores Aguirre:



Es que además estamos hartos de ver picadores que marran y que cuando clavan a placer con el toro encelado debajo del estribo ¡lo hacen en el lomo! Eso no es torpeza sino ser malvado con avaricia. Se lo hicieron en Céret a este toro de Escolar:



Y los picadores de la tarde de Rehuelga en san Isidro dieron un recital de clavar vergonzosamente trasero toda la tarde. Fue un escándalo tolerado con excesiva resignación por el bondadoso público madrileño (recuerden aquí)



La teoría ya la sabemos todos: si el toro tiene tendencia a echar la cara arriba, se pica delantero y si es al revés, un poco más atrás pero siempre sin rebasar esa segunda vértebra cervical que nos indicaba Heredia en su dibujo. Este novillo de Prieto de la Cal fue picado adecuadamente en ese sitio en Andorra, no hay queja:



Podría darse el caso de que se descompusiera la cabeza de un toro por haberlo picado muy delantero pero lo que no puede ser es que cada tarde se pique trasero o directamente en el lomo. Nosotros estamos de acuerdo con lo que se explicaba en el célebre artículo de los señores Barona y Cuesta que pueden leer completo pulsando aquí:



No son los únicos. Los veterinarios de la Unión, Villalón y Fernández Sanz, tienen un exhaustivo estudio sobre las lesiones en la suerte de varas para concluir lo mismo (pulsen aquí):



Algunos amigos del blog nos aseguran que hay picadores buenos... En algún sitio los habrá, pero nosotros tenemos la mala suerte de toparnos siempre con los malos. La prueba es que no nos ha costado nada encontrar en nuestro archivo fotos de puyazos asesinos como los que han ido viendo o como éste a uno de Ibán en Vic:



O este otro en la misma corrida:



A ver qué les parece éste a uno de Dolores Aguirre ¡en Céret!


En cambio, no tenemos ni una foto de un puyazo delantero. Todos los picadores desprecian 'ese almohadón del morrillo a pesar de que por su presencia y situación parece que induce a clavar allí la pica'como decía el citado Salcedo en su artículo. Lo único que les podemos enseñar es un dibujo, el que veían en la entrada anterior, que corresponde a una corrida madrileña en abril de 1928. Con él nos despedimos.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.



viernes, 3 de noviembre de 2017

LAS VERDADES DEL TOREO DE VERDAD (11): LAS VERDADES DEL DUQUE DE VERAGUA

Reanudamos nuestra serie sobre las verdades del toreo auténtico que dejábamos el invierno pasado aquí con Cañabate. Pueden rastrearlas en el archivo del blog a la derecha a partir de esta primera.

En el título nos referimos al Excelentísimo señor don Cristóbal Colón de Toledo de la Cerda y Gante, XIV Duque de Veragua, nacido en 1837 y muerto en 1910. Dos años antes de morir dejó escrito lo que comentaremos en esta entrada.

Poco después, en octubre de 1912, se lidió este 'Ciervo' de su ganadería, un jabonero claro, astracanado y carifosco, con el que Gallito confirmó la alternativa en Madrid a manos de Rafael:



El toro resultó muy deslucido y la faena de 'Maravilla' fue de ocho pases y estocada. En aquella corrida hubo ocho toros ya que también confirmó Manuel Martín 'Vázquez II' a manos de Vicente Pastor. Cuatro años después Manuel Martín se convertiría en cuñado de los Gallos al casarse con Trinidad Gómez, aquí tienen la foto de tan señalada fecha (El Gallo, detrás de la novia y Gallito, el que está sentado a la derecha):



Como curiosidad, lean lo que decía Vicente Pastor en una entrevista:




Lo que nos contará el duque de Veragua en esta entrada es de hace noventa años pero algunas cosas son de total actualidad. Por ejemplo, ya conocen nuestra manía sobre la forma correcta de coger el capote: las manos tienen que ir cerca de la esclavina (recuerden que hablábamos de ello aquí). Pepe Luis Vázquez padre las llevaba muy separadas, como Morante. En cambio, Curro y Paula, perfectos, en la línea de lo que dice el Duque:

"Dejo aparte la forma grosera de agarrar el capote a puñados, que es lo que se estila ahora, y aludo a la distancia a que deben colocarse las manos en relación al cuello de la capa. Si esta distancia es muy grande, al tropezar la mano de adentro con el cuerpo del torero impide a la de fuera dar toda la longitud de que son susceptibles los vuelos y disminuye la conveniente salida que requiere la índole de muchas reses".

Por supuesto que el remate de los lances por aquel entonces era muy diferente de ahora pero eso no quita que los brazos tengan que ir más juntos de lo que vemos habitualmente. Observen aquí a 'Maravilla' con uno de Veragua en Madrid (1918):



Distingue entre el toro boyante y el codicioso. Él considera que el toro auténticamente bravo no debe conformarse con la boyantía sino demostrar un celo que otorgue más mérito a lo que haga el diestro con él:

"Pudiera conducir a error afirmar que los toros boyantes tienen la mayor cantidad de bravura que pudiera imaginarse (...) Hay inferior lucimiento con ellos que cuando se ejecutan las suertes con toros codiciosos. No se debe confundir el boyante con el codicioso: la diferencia principal consiste en la manera de ceñirse y rematar las suertes con los codiciosos. Por eso se hace preciso al torearlos acentuar los medios de defensa que concede el arte según el movimiento de brazos acompañado de la posición y giro de los pies para que el diestro no sea desalojado de su terreno en ningún momento por la fiera"


Gaona en Aranjuez banderilleando un
berrendo aparejado y facado de Veragua (1915)

Es curioso que utiliza el término 'abanto' para referirse a los que ahora denominamos 'huidizos'. Actualmente lo de abanto se usa sólo al inicio de la lidia porque si el toro luego rehúye la pelea ya lo calificamos de huidizo. Dice lo que sigue:

"El toro abanto parte no con la intención de coger sino con la de quitarse de delante los estorbos que le impiden la salida. Su bravura es escasa y su lidia es deslucida y a veces arriesgada por lo incierta"


Saleri II en la misma corrida de Aranjuez

Hoy decimos que un toro es 'duro' cuando se resiste a doblar. En nuestro blog solemos precisar que han sido 'duros a la hora de morir' para que no haya duda. Otra opción sería 'duro de patas' en contraposición a 'blando'. El Duque de Veragua usa el término 'duro' para el toro que se crece con el castigo, o sea que para él sería un atributo fundamental del toro bravo:

"La característica distintiva del toro duro es no ceder al castigo sino, por el contrario, aumentar su coraje cuando se sienten heridos con la puya, las banderillas o el estoque"



El busto del Duque que hizo Benlliure


Cuando habla de la muleta, se refiere al pase de la firma. Dice que se trata de una especie de quiebro al toro:

"Toreando a pie se hace el quiebro retirando la muleta un instante antes de meter el toro la cabeza, llevándola hacia atrás en la misma línea en que se va a darle la salida. Se vuelve de nuevo a dejarle llegar a la ropa y se remata allí la suerte"

Lo que ocurre es que para muchos autores antiguos eso no es torear porque no se lleva conducido al toro. Es lo que comentábamos aquí en el caso de la chicuelina. Curro Díaz, que cada vez torea peor, mantiene el mejor pase de la firma que hemos visto en muchos años:



Conocen ustedes nuestra debilidad respecto a la colocación de los pies de los toreros. Ya sabemos que muchos aficionados actuales piensan que el toreo ha cambiado y que hay que adaptarse a los nuevos tiempos. Nosotros no lo acabamos de ver claro y somos de la escuela de Corrochano cuando decía: "yo miro los pies, que es lo más interesante del torero". El Duque insiste en lo mismo:

"La posición de los pies es una cosa en que se fijan poco los que pasan por más inteligentes aficionados y que pretenden imponer su autoridad, muy discutible. Ese detalle, que parece nimio, contribuye de modo decisivo a la seguridad del toreo, a la corrección y elegancia de las suertes"


Gallito, en mangas de camisa, perfilándose para matar un veragua en 1916

También sabemos que muchos ganaderos y aficionados actuales afirman que la bravura del toro reside en la muleta y que el caballo sólo está para ahormar la embestida. Lógicamente, no estamos nada de acuerdo. El primer tercio debería ser el del toro igual que el último es el del torero. En el caballo se verá la bravura del toro siempre que la suerte se haga bien y acuda por lo menos tres veces (recuerden aquí nuestra reflexión sobre la suerte de varas).

Como no podía ser menos, el Duque está de acuerdo con nosotros, si nos perdonan la petulancia:

"Reconozco que en el primer tercio han cambiado mucho los gustos y las ideas pero todavía hay un gran número de aficionados, entre los que me cuento, para quienes la suerte de picar representa la piedra de toque donde se aquilatan las condiciones de los toros"



Recordemos que escribe en 1908 para decir que la suerte de varas ya se realizaba mal, lean:

"La suerte de picar es la que viene desnaturalizándose más profundamente. Actualmente, ni el picador se propone ni el público exige que se detenga el toro con la garrocha sino que se le castiga hasta el grado que permita la fuerza del jinete auxiliado por la fuerza destructora de la garrocha, que se ha convertido en instrumento de muerte (...) El picador no permite hoy que el toro salga por delante del caballo sino que se le tapa la salida cerrando el caballo en la cabeza del toro"


Manuel Rodríguez de Guzmán, 'Suerte de varas' (Museo de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla)

¿Dónde hay que picar? En nuestra crónica de la corrida de Rehuelga en san Isidro, poníamos esta imagen para denunciar la forma vergonzosa en que se picó aquella tarde:



Un lector nos censuraba en los comentarios que no se pica donde indicábamos con nuestra flecha de la izquierda. Pues resulta que el Duque de Veragua coincide con nosotros, ahí lo tienen:

"El sitio para colocar la puya es lo alto del morrillo y no la cruz o las agujas como ahora se recomienda. La razón es que la masa carnosa del morrillo es la indicada para soportar los puyazos sin afectar órganos vitales del animal"

Y critica amargamente que se pique:

"por el sitio en que se le da la estocada con objeto de que la puya entre más fácilmente en la cavidad"

Debería ser como en este apunte de Marín en Madrid. Es 1928 y el picador es 'El Tigre':



Respecto a las estocadas, las divide solamente en dos tipos: recibiendo o arrancando. Dependerá únicamente de la intención del torero según espere al toro o tenga pensado ir hacia él. Para el Duque, las que denominamos al encuentro o aguantando son ambas pertenecientes al segundo tipo, el de arrancando, ya que:

"Todas las suertes en que el matador va en busca del toro para herirlo con el estoque entran en el calificativo de 'arrancando'"

No obstante, precisa que la quietud de los pies en la estocada recibiendo no puede ser total. Insiste en que la cuestión es la intención del diestro de no ir hacia el toro sino esperar que venga. Lean:

"La quietud de los pies en la suerte de recibir no hay que exagerarla hasta el punto de creer que sea algo parecido a la suerte de don Tancredo"


Fortuna matando un veragua en Barcelona (1920)

Termina don Cristóbal Colón con un triste epílogo. Ya me dirán ustedes si no es de absoluta actualidad:

"La figura legendaria del lidiador taurino va desvaneciéndose (...) La profesión se industrializa y se hace más asequible a un mayor número de individuos que buscan en ella una vida de holganza y alegría. Las exigencias de los toreros para economizar trabajo y alejar los azares naturales del oficio crecen cada día y es posible que consigan el abaratamiento de la mercancía"

Un poco más optimista se mostraba el hijo de nuestro Duque en una entrevista que parece redactada ayer:



Este XV Duque era aficionado a la lectura, la escritura y el dibujo. Observen este apunte de su mano:



Volviendo al XIV Duque, nos ha alegrado coincidir con tan augusto personaje en su visión de la Tauromaquia pero nos deja un amargo sabor de boca ver que también coincidimos con él en lo negativo.




Las opiniones que hemos entresacado en esta entrada pertenecen a los comentarios que hizo a la 'Teoría del Toreo' de Amós Salvador, sobre la que tendremos ocasión de volver este invierno si Dios quiere.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.

NOTA: respecto a este veragua de abajo, además del enlace que ponemos en el pie de foto a una entrada donde hablábamos de él, pueden pulsar aquí para ver el procedimiento de dermoplastia que utilizó el gran taxidermista español.


Don Luis Benedito con el toro de Veragua que disecó. Hablábamos de él (pulsen aquí)  hace tiempo
y en los comentarios intervino su biznieto.




miércoles, 25 de octubre de 2017

¿POR QUÉ TODAS LAS ESTOCADAS CAEN TRASERAS?

Ya saben que les escribimos desde Tarragona, o sea, desde el ojo del huracán. En estas semanas de zozobra y desasosiego no se nos ha ocurrido otra cosa que dedicarnos a reflexionar sobre por qué todas las estocadas, o casi todas, caen traseras hoy en día. Más que irresponsabilidad por nuestra parte es una manera terapéutica de huir de la agobiante y por momentos insoportable actualidad. 

Nos pasa lo que a Gregorio Corrochano. Lean esto que sigue porque lo compartimos de principio a fin:



'Histeria', 'rencor', ordinariez'... Parece escrito ayer, pero es de abril de 1936.

Vamos con las estocadas traseras. Si miramos el toro de forma longitudinal, las estocadas defectuosas serían, de delante a atrás: pescuecera, delantera, pasada, trasera y, en los tiempos que corren, traserísima.

En las crónicas antiguas destacaban como defectuosa la estocada delantera. Hoy, la mayoría se van atrás a veces de manera escandalosa. Miguel Ángel Perera salió a hombros hace unos días en Madrid después de perpetrar un par de estocadas muy defectuosas por traseras y mal ejecutadas. Aquí tienen la primera:




En la segunda, Muñoz pegó un berrido de alegría en televisión al ver que la espada estaba enterrada. Fueron los otros comentaristas quienes le hicieron notar que la estocada había caído perpendicular y un poco atravesada, pero no dijeron nada de que estaba muy atrás como pueden comprobar aquí:




La clave para que las estocadas caigan traseras es llevar la mano alta ¿Se han fijado en la mano de Perera? El maestro de las estocadas traseras es El Juli. Este año coincidió con Pepe Luis en Aranjuez, quien le dio una lección primero con la muleta y luego con el estoque. Con la muleta, ya lo comentamos aquí en su día. Con el estoque, lo pueden comprobar a continuación. Pepe Luis arranca con la mano donde tiene que ser:



Y su estocada honda no cae trasera, lógicamente:



El Juli tapa la cara del toro con alevosía y vean dónde lleva la mano:



La espada se le va atrás, lógicamente:



Esta foto suya matando al de Cuvillo en Bilbao es célebre. La mano que clava debería venir del pecho y no del cielo. Ya ven que clava casi en el lomo:



Hay que perfilarse con la mano encima del corazón. El dibujo corresponde a El Gallo en Valencia el año 1914:



La moda que impuso Tomás Campuzano fue estirar el brazo para pegar la puñalada antes de llegar a jurisdicción. Si se alarga el brazo al perfilarse, se tiende indefectiblemente a levantarlo. Miren a Ginés Marín en Zaragoza el día que salió a hombros. Se perfila alargando el brazo:



Se arranca con el brazo horriblemente estirado y levantando la mano para clavar a capón:



Ya ven dónde ha ido la espada (se llevó el premio a la mejor estocada de la feria con la que dio a su segundo...):



Volvamos a tiempos heroicos para ver cómo se arrancaba 'El rey del acero':



Es Luis Freg en 1918, con el brazo recogido hasta el momento de clavar y manteniéndolo a la altura del corazón. De igual manera ejecuta la suerte ese mismo año José Flores Camará:



No es de extrañar que Manolete, gran estoqueador, ejecutara la suerte con tanta pureza. Vean dónde lleva la mano:



Y comprueben dónde ha caído la espada:



En crónicas antiguas se leía a veces esta censura: 'estocada delantera por llevar la mano baja'. Hoy eso es inconcebible porque ¿cuántas estocadas recuerdan delanteras esta temporada? ¿Y cuántas traseras?

Insistimos en que el vicio de origen es perfilarse mal. Ahí tienen a Garrido:



Y el vicio se consuma al llevar la mano alta. López Simón la pone por encima de la cabeza. Aquí lo tienen el pasado otoño en Madrid:




Además, mata a la carrera cuando es una suerte que hay que realizar lo más lentamente posible, arrastrando los pies como hemos visto antes a Freg o a Manolete. Aquí tienen a López en san Isidro de este año matando uno de Victoriano del Río. Más de lo mismo y estocada trasera:




Manzanares, que es mucho mejor recibiendo que al volapié, cuando se arranca lo hace con el brazo alargado para clavar antes de llegar a jurisdicción y también se le va la espada trasera. Observen en la imagen que ha dado casi media estocada ¡y aún no ha llegado al toro!



Comprueben la diferencia con el sestaotarra Fortuna, uno de los mejores estoqueadores de todos los tiempos:



Vicente Pastor dejaba buenas estocadas llevando el brazo siempre recogido y a la altura del corazón aunque pegando un salto que comentábamos hace unos años aquí:



Lo de Cayetano al matar no tiene nombre, ya lo hemos dicho en nuestro blog más de una vez (pulsen aquí). Estocada en el lomo, a la carrera y sin cruzar:



Entre nuestras queridas figuras, hay dos que no se alivian tanto como los demás y que clavan trasero mucho menos de lo habitual. Roca Rey no suele estirar el brazo ni clava a capón. Tampoco tapa la cara del toro girando el estaquillador:




Talavante, lo mismo. Aquí mata notablemente este jabonero de Cuvillo en san Isidro. Se arranca sin alargar el brazo y manteniéndolo a la altura correcta:



Como era de esperar, la espada se podrá ir desprendida, caída, baja  o contraria pero es casi imposible que se vaya trasera. Ahí la tienen:



De hecho, en las estampas antiguas como ésta de 1865 jamás se ven esos brazos estirados tan escandalosos:



Que conste que Gallito se aliviaba en muchas ocasiones al entrar a matar. Vean cómo lleva el brazo en Valencia dispuesto a 'hacer el arco iris', como le criticaban:



Y fíjense dónde está la espada en este otro que mató esa misma tarde:



En nuestros días, cuando Pepe Moral ejecuta bien la suerte, no se le va trasera la espada:




Todo lo contrario que Ureña, ahí lo tienen con la mano alta dispuesto a pegar su puñalada bien atrás:



Creemos que está claro ¿no? El problema es que estamos viendo a los novilleros matar copiando todos los vicios que hemos comentado y sus estocadas se van igualmente traseras como no puede ser de otra manera.

En la forma de torear podremos discutir que si los tiempos han cambiado, que si el toro no es el mismo de antes, que si hay que rematar aquí o allá, que si se adelanta la pierna, que si el toreo de perfil... Pero en la estocada no hay discusión que valga. Es lo mismo desde hace doscientos años: un toro parado y un hombre delante armado con un estoque y con un trapo. No hay más.

A partir de aquí, las cosas se pueden hacer bien o mal. Bien significa asumir más riesgo. Es lo que explicábamos aquí y también aquí. Mal significa aliviarse y dar gato por liebre al aficionado. 

Como lo que importa hoy en día es enterrar la espada para que Emilio Muñoz pegue su grito de alegría en televisión ¿para qué vas a arriesgar haciendo las cosas bien si nadie le va a dar importancia?

Un poco triste ¿no creen?

Saludos cordiales desdeTarragona. Rafa.


Gran estocada del novillero bilbaíno José Agüero.
Su hermano Martín le enseñó a matar así. Es abril de 1930.