viernes, 13 de octubre de 2023

PALHA EN ZARAGOZA: CENIZAS

Lejos quedan los tiempos en que estos toros portugueses miraban de reojo al caballo nada más verlo acceder al ruedo porque estaban deseando embestir al peto. En Zaragoza hubo peleas bastante vulgares, con dos o tres de los palhas mirando la pecera y escarbando.



Los toros cambiaron del estado levantado al de aplomado sin pasar por el de parado. En la primera mitad, Sánchez Vara y Chacón mataron los dos suyos en el caballo y en cambio Jiménez dio al tercero un poco más de vidilla.

En la segunda parte Chacón insistió en el asesinato pero el de Guadalajara y el de Sevilla trataron a los dos suyos con guante de seda. Pues aun así quedaron tan aplomados que no pudieron hacer nada con ellos.



Corrida bien presentada en general aunque desigual, especialmente en la romana, variando entre uno de 508 kilos y otro de 625. Los crotales sobraban. Para que se hagan una idea, la corrida empujó en el caballo un poco más que la última de Victorino en Madrid o sea que los corifeos de Folque son capaces de lanzar las campanas al vuelo, sin ningún motivo en nuestra opinión.

Hubo media entrada siendo generosos y en el tendido vimos a los ganaderos Marcuello, Lumbreras y Moreno Silva. Se exhibió una pancarta cuyo texto no pudimos leer desde nuestra posición pero creemos que iba contra la empresa dado que fue muy aplaudida.



SÁNCHEZ VARA. Salvo error era su debut en esta plaza y lo hizo yéndose a porta gayola. Su primero era un toraco negro zaíno, con culata, serio, cornalón y astinegro. Ahí lo tienen tras la masacre no de todo el tercio de varas sino únicamente del primer puyazo. Pero esperen...



Es que en dos entradas le hicieron cinco agujeros. Sólo empujó al principio de la primera hasta que dimitió al ver que no había nada que hacer. Vean que en el segundo se vino un poco de largo. En esos momentos el pobre bicho ignoraba cómo iba a dejarle el lomo el de la banda del castoreño:



Ahí lo tienen. La carnicería que sufrió fue abyecta. Éste es el resultado final. Menos mal que los animalistas no tienen ni idea de todo esto:



Nos sorprendió que el maestro pusiese dos pares cuadrando bien en la cara aunque teniendo que tomar el olivo en ambos:



El toro se dolió de las banderillas y demostró enseguida que estaba ahogado (ojo porque teníamos apuntada ya esta expresión tal cual cuando nos hemos enterado antes de publicar la crónica de que al pobre animal le habían perforado un pulmón). Tuvo seis pases en los que iba y venía con sosería. El diestro se arrimó más bien poco:



Estocada caída y tendida con el brazo elástico y aplausos exagerados al portugués en el arrastre.

Su segundo era un castaño albardado, anteado, bragado, meano, listón, cornialto, con buen morrillo pero un poco estrecho. Habían enlotado el de 625 kilos con éste de 508:




Cinco veces le enseñaron el capote sus subalternos con desvergüenza para que se golpease contra el burladero. Eso es susceptible de propuesta para sanción pero ya podemos suponer que no la hubo:



Vara se había dado cuenta de que a pesar del temido hierro de los toros no hacía falta asesinarlos en el caballo como había hecho con su primero y esta vez Adrián Navarrete ejerció de amigo a caballo, nada que ver con lo que perpetró en Guadalix. Mientras, el toro miraba la pecera de forma casi desesperante.

En los dos primeros pares se alivió pero en este tercero dio la cara:



El de Palha no había sido picado pero ya  estaba muerto en vida y el guadalajareño no pudo hacer ni siquiera una faena de enfermero:



Sablazo infame por tendido y en el lomo pero el pobre toro dobló al instante en los medios porque estaba loco por irse al otro mundo:




CHACÓN. Su primero era una castaño oscuro, lavado de cara y astifino:



El matador ordenó al picador que masacrase al pobre animal y la barrenada que pegó resultó algo realmente asqueroso. La bronca que se llevó fue injusta porque tenía que haber sido enfocada a quien da las órdenes, que se fue de rositas.

En banderillas el toro se iba parando y después en la muleta el pobre se desplazaba con una bondad que Chacón no merecía por ordenar la masacre anteriormente citada. Dio una buena ración de pases de perfil aunque el de la foto debió de ser el único en que se colocó medio bien:



Estocada tendida y pasada pegando el telonazo, con rueda de peones, aviso y descabello:



Su segundo era un toro negro zaíno, rabicorto, acapachado de cuernos pero ofensivo aun siendo un poco bizco del izquierdo. Venía picado del campo. Se protestó de salida no sabemos por qué ya que si era por la cara, esa encornadura nos recordaba a la de los antiguos guardiolas de Félix Hernández:



Se vino alegre en las dos entradas al caballo ignorando que de nuevo la orden era darle a duro por peseta y sin que su pelea pasase a la historia. No nos cabe en la cabeza que un torero necesitado de contratos como el gaditano no cuidase sus toros en el caballo para que le hubieran dado opciones de triunfo en una plaza importante.

En banderillas estaba ya muy paradito. Luego el toro topaba con monumental sosería y entre él y el de Prado del Rey nos aburrieron soberanamente:



El diestro hacía gestos de lamentación olvidando que dado el poco poder de estos toros tendría que haber dosificado el castigo en varas en lugar de ordenar las zurras que permitió. Con su pan se lo coma.

Tras un pinchazo malo escupiéndose, cuando volvió a cuadrar el toro éste le pegó un gañafón derribándolo de manera fea y rasgándole la taleguilla con un golpetazo en el abdomen. Parece ser que podría tener alguna fractura en la mano.

Tuvo que retirarse y salió Vara para acabar con él de este sartenazo bajo, trasero y atravesado a paso de banderillas:




BORJA JIMÉNEZ. Antes de que saliese su primero, el bondadoso público zaragozano le dedicó una sonora ovación obligándolo a saludar, con lo que ya se veía que el terreno estaba abonado para su triunfo por poco que hiciese.

Su primero era un negro listón, delantero y alto de cuernos. Véanlo tras el primer puyazo que le pegó Sandoval mayor, con la sangre cayendo por detrás del brazuelo:



Acto seguido demostró su buena puntería al acertar en el mismo sitio del lomo como pueden comprobar. Picar ahí no es de picadores valientes como explicábamos aquí. La inmensa mayoría pica trasero, ¿no? Pues lo dicho:



El segundo tercio fue un herradero, con un Rafa Rosa nefasto y medroso. El toro se venía un poco rebrincadillo pero sin ninguna maldad. Jiménez empezó a retorcerse de forma extravagante hasta el punto de que nuestro vecino de localidad decía: 'se dobla tanto que se va a caer'



Lo único que nos gustó de su trasteo fue su interés en rematar los pases atrás:



Rinconera perdiendo la muleta pero atención, perfilándose cerca y sin tapar la cara del toro. ¿Habrá leído nuestra crónica de su triunfo con los victorinos?



Ahora Rosa sí demostró que sabe capitanear muy bien la rueda de peones. Hubo una petición muy ruidosa aunque no creemos que mayoritaria en pañuelos y el presidente Ezquerra aguantó bien el chaparrón a pesar de la comedia habitual de los mulilleros. Vuelta al ruedo.

El sexto pesaba 612 kilos y estaba gordo. Era negro azabache, cornialto, cornilevantado y alto de agujas:



En el caballo Sandoval pequeño clavó en el sitio pero pegó una desagradable carioca de dos vueltas y al final de la segunda el toro arreó y lo derribó en justa venganza:



El respetable protestó a gusto el posterior e insistente coleo de Israel de Pedro pero el hombre quería salvar su caballo:



En la segunda entrada, nada más que una mínima señal por orden del maestro, que no quería quedarse sin toro viendo el poco fuelle que habían sacado los hermanos durante toda la tarde. Muy bien Barrero arriesgando en un gran par, asomándose al balcón, con el toro apretando mucho para adentro.

El animal estaba muy aplomado pero Jiménez lo dejó respirar y sacó del pozo las dos gotas de petróleo que había, ya que no es tonto y había visto la muy generosa predisposición del público hacia su persona:



A duras penas pudo arrancar tres pases y se dedicó al arrimón. Un abuelo nos decía que esto mismo lo hacía El Cordobés hace cincuenta años y ponía la plaza en pie pero ¡ahora la gente no se mueve porque no tenemos sangre!



De nuevo se perfiló a la distancia correcta pero el problema fue que dejó una estocada baja con degüello y sin puntilla. Bonita muerte del toro:




Jiménez se fue de Zaragoza con dos vueltas al ruedo y con el cariño desmesurado del respetable. Ahora que hemos visto que no se arma a tres metros como hizo en Madrid le recomendaríamos unas vacaciones en la Sierra Norte de Sevilla con Pablo Aguado para ver si conseguimos que deje de retorcerse como una lagartija.

Pues ya han leído que fue una corrida aburrida, ni más ni menos que lo que esperábamos de una ganadería en horas muy bajas. Está claro que los palhas de hogaño no tienen la casta de antaño.

Podrán seguir soltando algún fucilazo como el derribo que protagonizó el sexto o el tornillazo que pegó el cuarto a Chacón. Aparte de esos dos detalles y de la bella muerte del último, lo demás fue flojedad, nulo poder, no hacerse respetar, vender barata su vida y mostrar una bondad muy bobalicona.

Habrán escuchado ustedes los mismos rumores que nosotros sobre el preocupante futuro de la ganadería, que incluso podría acabar en el matadero. Pues nos duele en el alma decir que si sigue así, pocos serán los que lloren en el velatorio.



Como es seguramente la última crónica de la temporada que aparece en nuestro modesto blog, no vamos a dejarles con este ambiente fúnebre. Les enlazamos la lidia completa de aquel Rabosillo de Palha que se habría avergonzado ayer si hubiera visto el comportamiento de sus hermanos en Zaragoza.

Pulsen aquí y disfruten porque es de esas veces en que uno se alegra de estar sentado en el tendido y no abajo en el ruedo. Y es que de eso se trata en la fiesta de toros, ¿no creen?

Saludos cordiales desde Zaragoza. Rafa. 

lunes, 9 de octubre de 2023

FERIA DE OTOÑO, 2023 (y 4). VICTORINO: ¿A QUIÉN IMPORTA LA ESTOCADA?

Absolutamente a nadie. La prueba es que Borja Jiménez salió en hombros de la que algunos califican como primera plaza del mundo tras cortar tres orejas habiendo matado de muy malas maneras. Bah, qué más da. Eso solamente interesa a los cuatro lectores de nuestro modesto blog, a quienes se les ha parado el corazón creyendo firmemente que un torero es, siempre y por encima de todo, un matador de toros.

Los más talluditos recordarán que Antonio Ordóñez tras ver torear a Curro decía aquello de ¡qué más da como ha matado después de cómo ha toreado! Pero es que con Jiménez tampoco fue el caso.

Los victorinos lucieron cárdenos y vareados excepto uno negro de 580 kilos. Dieron una media de 542 por 561 de la corrida de San Isidro. Todos armados hacia arriba, yendo de lo cornilevantado a lo veleto saliendo uno playero y otro cornivuelto.

Desde abril, nuestro miedo es que salgan victorinos patateros. En San Isidro no hubo ninguno y aquí tampoco pero excepto el segundo, tuvieron todos un comportamiento muy poco brillante. 

El otro miedo era que los asesinasen en el caballo, como ocurrió en la de la prensa del año pasado. Ayer no fue necesario porque la verdad es que demostraron muy poco poder. Corrida, por tanto, bastante olvidable a pesar de que el ganadero diga que fue 'variada, encastada y emocionante, destacando segundo, tercero, cuarto y sexto'. Ni de broma, jefe.



El presidente fue Víctor Oliver, a quien en algunas corridas en que no sube al palco lo hemos visto abrazando y besuqueando a toreros antes del paseíllo.

Pediremos disculpas si algún detalle nos pasó por alto pero es que los de onetoro no nos permitieron escoger la visión de la corrida íntegra. Tuvimos que tragar con ese rebujito insoportable de ir y venir de Valencia a Madrid en plan Carrusel Deportivo. Eso podría valer para el fútbol pero no para los toros.

ROMÁN. Su primero era basto de pezuñas y se frenaba ante los burladeros. Quiso reírse de Román con el capote pero el valenciano salió airoso retrocediendo:



Carnicería repugnante en el caballo donde quedó ya para el tinte. Como tenía las patitas de alabastro se recrudecieron las protestas.

Cuando en Madrid sucede eso el matador debería ordenar a los peones bajar los capotes y obligar al presidente a enseñar el verde. Lo que pasa es que todos los toreros prefieren torear un minusválido. Román se confió ante la poca fuerza del toro y cuando se le paró debajo, lo caló en el muslo derecho. 



No quiso que lo retiraran y con un torniquete improvisado en la pierna entró a matar. Dejó una casi entera perpendicular, arriba y tirándose con mucha valentía:




BORJA JIMÉNEZ. Su primero fue protestado por escurrido:



Se afligió en el peto, donde no lo apretaron. Estaba colocado para el segundo y después de tardear se dio media vuelta y esprintó hasta chiqueros. Seguramente fue porque se temía la lanzada trasera que le pegó después Espartaco y de la que se soltó con urgencia. Comentamos con detalle su comportamiento en el primer tercio ya que en la que llaman primera plaza del mundo se lo despidió con aplausos en el arrastre.

En la muleta era tardo y pegajoso. No estaba para florituras de toreo posmoderno sino para que no perdiese la muleta de vista y conducirlo con dureza y sin contemplaciones. Jiménez consiguió arrancarle unos naturales que bajaron los humos al toro. Nos sobraron tanto su gesticulación teatrera a la hora de citar como sus retorcimientos imitando a Juli, a Perera, a Roca y a tutti quanti, observen:



Se perfiló demasiado lejos como acostumbra para venir a la carrera, fíjense:



Clavó una estocada entre media y honda, defectuosa por muy tendida. A pesar de ella cortó una oreja. Aplausos al toro en el arrastre como avanzábamos ya que el público se había olvidado totalmente de su juego en varas.



El segundo que mató era el de Román, el único negro, alto de agujas, cornivuelto y con cuello casi miureño:



Quiso empujar de bravo pero enseguida dimitió al ver que no había futuro ante el T-34. La segunda entrada fue un simulacro.

El toro era sosete y blandengue. Jiménez volvió a retorcerse y pareció más preocupado por forzar la figura que por torear bien. No nos gustaron ni el de cuatro patas ni el de dos y encima su faena fue interminable. Ahí lo tienen sacando la barriga:



Queda claro que no compartimos en absoluto ni las ovaciones ni los oles que se oyeron. De nuevo se armó lejísimos. Ostos decía que al perfilarse deberías poder tocar el morro del toro con la punta del palillo. Jiménez no sabe nada de todo eso ni parece tener intención de aprender:



Aunque tampoco se lo habrá explicado nadie. Total, ¿qué más da? Otra vez una media y otra vez tendida entrando a la carrera y de cualquier manera. Oreja barata.



Fue un buen gesto que se fuese a porta gayola en su tercer toro cuando no tenía ninguna necesidad. Pueden ver encima del mayoral al maestro Moore, a quien agradecemos su colaboración durante esta feria de otoño:


FOTO: Sánchez Olmedo

El toro era playero y rabicorto:



No podemos valorar el juego en el caballo porque la retransmisión se había cortado y tuvimos que tragarnos una ridícula entrevista a Talavante en Valencia (donde pegó dos estocadas muy buenas, que conste ya que estamos).

El toro era otro que arrastraba el hocico por la arena pero blandeaba más de lo reglamentario. Poco recordaba a los victorinos encastados diga lo que diga su criador. La nobleza, por arrobas, eso sí. Era el tercer toro de esta vacada que mataba Jiménez en su vida y demostró con su firmeza que puede acartelarse perfectamente con ella en las grandes ferias.

No obstante, nos dio la impresión de que ahogó un poco al toro aunque no descarten que sea una más de nuestras manías. No faltó tampoco la exageración grotesca con sus posturas extravagantes:



Volvió a perfilarse desde Alcorcón para volver a alargar el brazo y volver a dejar su tercera media estocada, muy defectuosa por tendida, atravesada y trasera. Cortó otra oreja por... bueno, no sabemos muy bien por qué. 




VALADEZ. Su primero era bajo pero justo de cuello y con las patas de papel:



En el caballo estuvieron igual de mediocres tanto el toro como Sandoval mayor, un piquero en horas bajas desde hace ya demasiado tiempo. 

En el quite Jiménez hizo un homenaje a Antoñete con una media igual de barroca y casi en el mismo sitio que la famosa de Chenel a un toro del Conde de la Corte en la feria de San Isidro de 1983. Comparen:




Nos ha costado un buen rato encontrar en nuestro archivo en papel esa foto del madrileño que pocos aficionados tienen. La hizo Leo para el diario Pueblo. Fue un pique con Julio Robles. Resulta que el salmantino había rematado con una media de rodillas un quite al cuarto, que era toro de Antoñete, y ésta fue su respuesta en el sexto condeso, que era de Robles. Toda la plaza se levantó como un resorte estallando en una ovación memorable.

Volviendo a Valadez, había que cuadrar el círculo aprovechando la buena humillación del toro pero sin bajarle la mano mucho porque se derrumbaba. Nosotros le hubiéramos aconsejado que bajase la mano sin compasión y si el toro se plegaba, las reclamaciones al ganadero.



Al final la cosa quedó muy desangelada. Lo mató de una casi entera caída.



A su segundo lo recibió a porta gayola, un cárdeno claro con menos cara que sus hermanos:



El toro se dejó pegar sosamente en el caballo y Sandoval pequeño no le tapó la salida, cosa que debería ser la norma cada tarde y en cambio es la noticia.

El toro confirmó en la muleta esa sosería porque topaba y se quedaba debajo como negándose a embestir. 



Poco pudo hacer el diestro antes de pinchar arriba y... no sabemos qué hizo después porque las imágenes pasaron a Valencia de forma estúpida. Estuvimos buscando durante todo el festejo la posibilidad de quedarnos en Madrid evitando el ridículo carrusel montado por los turistas de onetoro pero al menos en nuestro ordenador fue imposible.




Cuando vimos a Borja Jiménez en la Copa Chenel recordarán nuestros selectos lectores que afirmábamos que estaba a años luz de todos los demás toreros del certamen. También dijimos que mataba muy mal y a día de hoy creemos que en ambas cosas acertábamos. En lo segundo continúa en la misma línea pero eso da igual en la que algunos dicen que es la primera plaza del mundo. 

Estando en el callejón tras pasear la segunda oreja, incluso Guerra le dijo que le quedaba otro toro y que a ése había que matarlo por arriba. En la plaza el diestro asintió sin decir nada aunque le guardó la respuesta para el hotel: 'pero, ¿para qué, Julián?, si no hace falta matar bien los toros, hombre, ni siquiera en Madrid'.



Al público venteño, cada día más festivo, la suerte suprema se la trae al pairo y a la crítica paniaguada, todavía más.

¿Qué pensarían los grandes estoqueadores que en el siglo XX han sido viendo esta salida en hombros? 

Sin comentarios.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.