sábado, 19 de diciembre de 2020

'TÚ TOREAS BIEN PERO NO SABES TOREAR'

Torear fue en origen burlar las acometidas del toro, algo que ya comentábamos aquí. Aún conservamos en castellano una de las acepciones de torear como 'hacer burla de alguien' o 'molestar y fatigar a alguien llamando su atención a diversas partes u objetos'. Eso es precisamente el origen de los primeros maestros del toreo: cansaban al toro burlándolo con una tela para luego poderlo matar.

Como se ve, nadie hablaba de arte porque aquello era una lucha. Consistía, como decía Ortega y Gasset, en entendérselas con todos los problemas que un toro planteaba en el ruedo desde que salía. Había valor, oficio y técnica pero no arte entendido como impresión estética.



El innegable valor que en aquella época se hacía imprescindible para enfrentarse a un animal fiero e indómito se imponía a cualquier otra consideración. Sepan que un amigo íntimo de Domingo Ortega lo tuteaba siempre excepto cuando salía el asunto taurino. Entonces pasaba automáticamente al 'usted' y al 'maestro', sin que el de Borox le pidiese que volviera al tuteo.

En esa línea antigua del dominio de un animal fiero, Corrochano afirmaba esto:  

"Torear es salir a poder con el toro, a dominar al toro y después, lo que ustedes quieran. Pero salir pensando dónde voy a juntar los pies, dónde voy a dar ese lance o dónde voy a hacer esa cosa bonita que se aplaude, eso no es torear, aunque se aplauda. Eso tiene el inconveniente de que hay que esperar un toro tras otro porque, cuando no sale el toro que se presta eso, no se sabe qué hacer"

Dicho de otro modo, los toreros torean hoy más o menos bien pero no saben torear. Para torear bien era suficiente, según el mismo Corrochano, que coincidieran un modo de embestir del toro con un modo de hacer del torero. En cambio, saber torear implicaba unos conocimientos de la lidia de los cuales muchos diestros actuales están ayunos. 



¿Qué ha sucedido para que el diestro salga hoy en día al ruedo pensando en garambainas y no en poder con el toro?

Hasta los años veinte del siglo pasado se tenía por un gesto máximo de valor que el diestro tocara el pitón de un toro. Eso significaba haber eliminado por un instante la distancia de seguridad entre el hombre y el animal. En crónicas antiguas se destacaba sobremanera que tal maestro había cogido o acariciado el pitón del toro en tantas ocasiones. Gallito escupió y limpió con su pañuelo el pitón de uno de Martínez llamado Barrabás el día de su encerrona:


Lalanda se lo metió en la boca en Valencia cuando se despedía antes de retirarse meses después. Era la feria de julio de 1942:


FOTO:  Martín Santos Yubero

Hoy esos alardes no tienen la menor relevancia ya que se pueden hacer ante animales aturdidos, atontados agotados. Vean esta patética imagen y recuerden aquí nuestra teoría del arrimón:



No obstante, aún quedan algunas ganaderías a las cuales los maestros no se atreven ni a sobar los pitones ni mucho menos a meterse entre ellos. Hagan memoria porque todavía les saldrán tres o cuatro. 

Aquella antigua distancia de seguridad era un símbolo del mutuo respeto entre el toro y el torero. Sólo había un momento en que obligatoriamente debía romperse: al entrar a matar. Ésa era la clave, de ahí que se destacase tanto la ejecución de la estocada en las críticas decimonónicas.


Martín Agüero

A partir de Belmonte las distancias se reducirán porque cambia el toreo y, en consecuencia, cambiará el toro.

Aparece la variable de la estética, que irá arrinconando progresivamente la idea del dominio. El toro empieza a salir ya dominado para que el maestro componga su obra de arte. 



Nunca nos olvidamos de cómo embestía antes del caballo aquel Dalia de Victoriano del Río en la Beneficencia de Manzanares. Recién salido parecía que llevaba ya tres puyazos cuando se venía al ciclópeo capote del diestro, que encima lo cogía largo para echar más tela. Su empalagosa embestida no podía ser más adaptada al arte en lugar de al dominio. Ni molestaba ni hacía sudar. Pulsen aquí y compruébenlo nada más empezar el vídeo: 


FOTO: Javier Arroyo


En el paso del siglo XX al XXI la cosa ha llegado a su extremo, diríamos que ha degenerado. Ha desaparecido la emoción por la aparente ausencia de peligro que percibe el espectador. Sigue habiendo cogidas porque los toreros se confían más que nunca pero lo que sucede en el ruedo es tan previsible y repetitivo que termina aburriendo a las ovejas. 

Laín Entralgo decía que el toreo era una combinación de cuatro factores: juego, desafío, poder y drama. Era juego porque consistía en una actividad no vitalmente necesaria. Era desafío porque el maestro se enfrentaba sin necesidad a una realidad peligrosa para él. Era poder porque tenía que demostrar que dominaría al toro para poder matarlo. Y era drama porque estaba implícita la posibilidad de morir, cosa dramática por definición.

Se añadió a todo esto que además era arte. El arte es un paso más allá de la gracia o el garbo. En el camino del arte se perdió el otrora imprescindible dominio del animal fiero. O una cosa o la otra. Los ganaderos vieron por dónde iban los tiros y seleccionaron sus reses para favorecer lo que el público demandaba, que era la labor artística. 

El toro posmoderno ya no vende cara su vida sino que la ofrece al artista para que éste construya su supuesta obra de arte. Y los críticos taurinos lo jalean con sus cargantes panegíricos ya que viven de ese cuento. En conclusión, hoy nos encontramos con que algunos añoran el vino porque lo que se sirve es prácticamente agua.


Una ternera de Juan Pedro husmeando la muleta de Roca en
un desplante ridículo para el torero y humillante para el ganadero

Torear bien y saber torear, dos cosas que no necesariamente van unidas. Por eso otro sabio, don Guillermo Sureda, dividía los toreros en cuatro tipos: los que saben torear y torean bien, los que no saben torear pero torean bien, los que saben torear pero no torean bien y los que ni saben ni torean bien.

Les proponemos el entretenimiento de buscar un ejemplo de cada uno de ellos excepto del último, para no molestar. Éste de abajo sabía torear y toreaba bien: 


Málaga, 1967

Éste no sabía torear pero toreaba muy bien. Debía salirle su torito mansito que no le diese problemas para que destapara el tarro. Como decía más arriba Corrochano, tenía que esperar un toro tras otro hasta que salía el que se prestaba a torearlo bien:


Sevilla, 1975

Éste sabía torear pero no toreaba bien. Y es que la condición imprescindible para demostrar que sabes torear es que salga un toro que te lo permita. A éste le salieron más de doscientos de Miura y casi otros tantos de Victorino. Si te sale una ternera, da igual lo que hagas ahí delante. Este torero demostró muchas veces saber torear con valor, oficio y técnica. Pero cuando le salía la mona, cantaba la gallina y quedaba claro que no toreaba bien, dicho sea con todo respeto:


Sevilla, 1972

De los actuales, ¿a quiénes pondríamos en cada categoría? Eso lo dejamos a su libre albedrío.

Nos despedimos desvelando quién hizo esa distinción del titular de la entrada entre torear bien y saber torear. Fue Gallito en un tentadero. Salió una becerra complicada. La toreaba un muchacho que había estado bien con otra pastueña. Como con la más correosa iba a la deriva, José le dijo que la cambiase de terreno. El muchacho, que sudaba tinta y le pesaba quedar mal después de haber estado bien con la otra, no pudo por menos que contestar al maestro sin pensar: 'eso se dice muy bien desde el burladero'

El Catedrático saltó al ruedo, le quitó la muleta sin mediar palabra e hizo lo que había dicho para acabar toreándola a placer. Cuando terminó, devolvió la muleta al chaval y le dijo 'tú toreas bien pero no sabes torear'.



¿Habrá que encontrar la solución para aunar ambos conceptos en un retorno al torismo como planteábamos aquí? ¿O no es necesaria ninguna solución y ya estamos bien encarrilados en esta vía de no retorno que deja felices a todos excepto a cuatro nostálgicos como los selectos lectores de este modesto blog?

Preguntemos a Juan Belmonte al respecto. Ésta es su opinión:

'A mi juicio, no hay más que dos salidas: o el público sigue siendo partidario de las corridas vistosas y la lidia afiligranada e igual a que se ha llegado o hay que volver atrás. Y para volver atrás habrá que dar armas al enemigo, acumular dificultades en el toro en lugar de quitárselas. La fiesta quizá vuelva a encender así los antiguos apasionamientos. Pero entonces... ¡adiós a la filigrana y a la maravilla del toreo! Yo no sé si el aficionado actual en ese caso se divertiría... El público dirá lo que prefiere y los toreros se jugarán la vida por conquistar su aplauso en el terreno y según las condiciones que el gusto de la muchedumbre elija. Eso ocurrió siempre y seguirá ocurriendo'



Hay una anécdota similar a la anterior pero con diferente final en un tentadero entre Maravilla y Terremoto. Iba Juan a rematar un lance y desde la barrera José le gritó '¡que te va a coger!' Así fue y Belmonte se llevó un revolcón. Cuando se levantó, quiso repetir la suerte y volvió a oír '¡que te va a coger, hombre!' Hasta tres volteretas sufrió el trianero pero cuando al cuarto intento culminó el lance sin volar por los aires, se dirigió al burladero y mirando a José a los ojos le dijo: 'pues ahora no me ha cogido...'

Lo de las dos salidas para la tauromaquia lo comentaba Juan en 1934. Desde entonces ha quedado claro lo que la muchedumbre ha preferido. Pero, después de transcurridos casi noventa años, ¿no se corre el riesgo de haber cansado al público con tanta filigrana? O sea, con tanto torear bien pero tan poco saber torear.

Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.




17 comentarios:

  1. Muy bueno. Muy acertado y bastante bien traído. Saludos

    ResponderEliminar
  2. Los de ahora son una lista larga de los que se ponen "bonitos y disfrutan" mientras hacen toreo monótono a "toros colaboradores".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, la cuestión es que les salga un animal sin poder que les permita expresar lo que llevan dentro.

      Saludos.

      Eliminar
  3. Ahora con tanto "maestro" y con los mismos hierros de toros "que se dejan" cada vez aburren más.La prensa adulona por interés alaba la estructura de faena de los "figurones".
    Docurdó.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Cambiarán las cosas el año que viene? ¿Habrán visto las orejas al lobo?

      Saludos.

      Eliminar
    2. Buenas noches:
      Imagino que ellos se las habrán visto mucho antes que nosotros, pero para lo que les queda en el convento.. no veo a ninguno de ellos pasándose por la barriga ningún toro que se salga de su sota, caballo y rey, pensarán que el que aún quiera pagar el año que viene por verles seguir haciendo lo mismo que pague y el que no.. "pa Ceret".
      Yo no creo ya en la llegada de ningún Mesías que demarre con el maillot amarillo y ponga al pelotón en fila de uno y perdiéndole metros a cada pedalada, sin ir más lejos Roca y De Justo podrían haberlo hecho, cada uno en su momento (y varios de los de arriba responderles o irse a casa a disfrutar de lo ganado), pero a lo que se ve que aspiran es al papel de Ray Liotta en "Uno de los nuestros".
      Saludos

      Eliminar
    3. Es que yo no pido un maillot amarillo al ataque sino tan sólo cuatro o cinco ciclistas que muevan la carrera en lugar de incorporarse al pelotón de los que quieren 'expresar lo que llevan dentro'.

      No sé si entre los novilleros encontraremos a estos animadores con un Solera que no hace ascos a ningún encaste y luce los toros en el caballo, un Montero bullidor o un Rufo del que muchos hablan bien. Pero esperar que los Roca o De Justo den un paso al frente es esperar uvas de la higuera. Y del resto, ni le cuento.

      Un panorama bastante desolador.

      Saludos.

      Eliminar
  4. Buenas Rafa. Contestando a tu pregunta dentro de la primera lista incluiría primero a Juan Ortega y luego a Emilio de Justo (aunque este ha aprendido a aliviarse y por lo tanto no tardará en pasar a la segunda lista). En la segunda lista pondría a Morante y a Pablo Aguado: el primero aún tiene el mérito de tener unos años iniciales más aprovechables pero el segundo ya ha salido de serie (torear cuando le apetezca y siempre ante la ausencia de toro). Y la tercera lista es la que para mí es más complicada de confeccionar pues incluye toreros a los cuales les tengo mucho respeto por enfrentarse al TORO y muchas veces al no dejarles salir de ese registro aprender a defenderse en exceso. Ahí incluiría a Rafaelillo, por ejemplo.

    Saludos y felicitarte por el nivel en los comentarios del anterior artículo del blog.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Transmito sus felicitaciones a los intervinientes porque yo ahí tengo poco mérito.

      A Juan Ortega aún no lo he visto resolviendo dificultades de un toro. A De Justo sí pero coincido en que se alivia escandalosamente en los últimos tiempos.

      Ojo con Morante que sabe mucho más de lo que aparenta con su actual molicie y esa comodidad donde se instaló ya hace muchos años. Correcto lo de Aguado (recordemos que no quiere ver a los garcigrandes...).

      Los detractores de Rafaelillo le negarán la mayor pero nadie duda de que le hemos visto enfrentarse a toros de verdad con muchas complicaciones.

      Saludos.

      Eliminar
  5. Excelente lectura Rafa.

    Aprovecho la ocasión para desearle a usted y a todos los lectores de esta gran bitácora, unas felices fiestas y todo lo mejor para el 2021. Veremos que nos depara en lo taurino...

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Igualmente. En la próxima entrada va nuestra felicitación oficial.

      Saludos.

      Eliminar
  6. Me ha gustado el articulo basado en los toreros, pero los ganaderos tambien tienen su punto. Hay una frase de Victorino padre, pues de estos toros por ejemplo... Que toros quieren los que lidiaron en las ventas hace varios años, cogidas, ni un pase, mucho que torear, o la rernera de la maestranza indultado. Victorino salio alabando los primeros y bendiciendo a cobradiezmos...como bien dices hay quien torea bien, pero no sabe torear.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por supuesto que los ganaderos tienen su responsabilidad. Fíjese en Victorino enseñando un vídeo donde se ve que ha echado vacas a aquella ternera cárdena indultada de manera irrisoria y que obedecía al nombre de 'Muralista'.

      Respecto al tal 'Cobradiezmos', ¿qué me va a decir cuando este modesto blog se quedó solo criticando el despropósito de indultar aquel torillo?. Recuerde esto:

      http://toreoenredhondo.blogspot.com/2016/04/los-taurinos-van-ganando-por-goleada.html

      Saludos.

      Eliminar
  7. Feliz Navidad desde Pamplona para este catedrático de la crítica taurina y para todos los seguidores del medio. Que el año 2021 nos depare grandes festejos mientras disfrutamos de la lectura de "Toreoenredhondo".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Igualmente para usted y para todos los amigos del Club Taurino de Pamplona a pesar de que discrepo abiertamente con lo de la cátedra.
      La felicitación oficial del blog irá con el siguiente post que pondré en unas horas.

      Saludos.

      Eliminar
  8. Hola Rafa y lectores.
    Respecto al arrimón:
    "El torero se arrima lo que el toro le deja"
    No sé donde escuché esta frase pero explica a la perfección los arrimones donde nuestras figuras nos demuestran su valor.
    Un saludo.

    ResponderEliminar

LOS USUARIOS DE IPHONE, APPLE O SAFARI DEBEN ENVIAR SUS COMENTARIOS AL CORREO ADJUNTO YA QUE LA ENTRADA SÓLO PERMITE ANDROID: clea89@outlook.es DISCULPEN LAS MOLESTIAS.